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El señor COLOMA.- Señor Presidente , no me cabe duda de que las últimas semanas han sido especiales para Chile y para la educación. Particularmente, desde el inicio del movimiento estudiantil, pudimos entender que había una lógica de justicia en varios de sus planteamientos, que yo, a propósito de este debate -que, obviamente, será seguido por otros respecto del mismo tema- resumiría en tres grandes líneas centrales, más otra que se deriva de una de ellas.
En primer término, está el acceso a la educación, que es, a mi juicio, el primer problema relevante que se ha desnudado en estos días.
Eso se vincula con dos tipos de acceso. Uno de ellos se refiere a la educación superior, donde las cifras indican que aquel llega a poco menos del 50 por ciento.
La educación superior es el gran ascensor social de Chile. Existe una directa relación entre el ingreso de una persona y la clase de educación que ha recibido. A este respecto, se hace necesario modificar disposiciones o buscar nuevos mecanismos -lo cual se relaciona con el segundo de los puntos: el financiamiento- que ayuden a que dicho porcentaje sea más alto, entendiendo por educación superior no solo la universitaria sino también la técnico-profesional.
Sin embargo, a los amigos de las bancadas del frente se les olvida algo muy importante: por qué se produjo esa diferencia en el acceso. Cuando yo fui estudiante universitario -varios de los presentes son de mi generación-, solo el 15 por ciento de la población tenía acceso a la universidad. Hoy, se llega virtualmente al 50 por ciento.
En lo personal, me ha tocado concurrir a varias reuniones internacionales con Presidentes de Chile, similares a la que tuvimos esta tarde -creo que es un buen ejemplo- con el Primer Mandatario de Colombia. Y en algunas el Presidente Lagos, particularmente, y la Presidenta Bachelet plantearon con orgullo al mundo nuestra revolución educacional. Mencionaban que 7 de cada 10 chilenos accedían por primera vez a la educación superior.
Bueno, mi reflexión es que eso debe haber tenido una causa. ¿O es casual que pasáramos del 15 al 50 por ciento en esta materia?
No hay ninguna respuesta para eso en las bancadas del frente. Lo dan como un hecho de la causa y nadie se hace cargo de que ello obedeció a algún modelo que, obviamente, tuvo su origen hace 30 años, y que tan mal no pudo haber funcionado, desde el momento que nunca se planteó alguna iniciativa para modificarlo.
Por consiguiente, me parece que el primer planteamiento referido al acceso debe apuntar a extender el criterio, pero nunca a acotarlo, disminuirlo o eliminarlo, como algunos parecieran querer postular a través de sus formulaciones. Porque si, en definitiva, se termina -por una vía indeseada, probablemente- con las universidades privadas, les puedo asegurar que vamos a volver al 15 por ciento de acceso a la educación superior, lo que significaría una regresión social grave.
De eso hay que hacerse cargo, y por ello se requiere un estudio más profundo acerca del sentido y naturaleza del proyecto en debate.
La segunda gran conclusión tiene que ver con el financiamiento de la educación, donde claramente hay una acusación social más severa y más justa. Hoy, los niveles de endeudamiento de la familia chilena por la enseñanza universitaria de sus hijos son intolerables. A mí, como seguramente a muchos de ustedes, me ha tocado recibir en la oficina a personas que dicen: "¿Cómo lo hago? Tengo dos hijos. ¿A cuál de ellos elijo para estudiar en la educación superior? Porque carezco de medios para pagar por los dos". Y me refiero, en particular, a quienes no pertenecen al Fondo Solidario, que hasta hace poco pagaban créditos en UF más 6 por ciento. Este porcentaje fue bajado a 5,4, y es parte de los planteamientos del Gobierno seguir modificando sustancialmente esa realidad.
Y aquí, señor Presidente , quiero hacer un cargo a las bancadas del frente: respetuoso -porque así debe ser el debate-, pero riguroso.
Este tema fue discutido acá, en el Parlamento, hace cuatro años. Fue ahí donde se generó la diferencia entre el crédito del Fondo Solidario y el resto. Y fue en dicha instancia donde las bancadas de este lado -sí, las vilipendiadas bancadas de esta parte del Hemiciclo- propusimos un solo sistema de financiamiento, en función del alumno y no en función de la universidad. Y les quiero informar que los del lado de acá -los execrados, pero ahora parece que valorados- perdimos. Y los de allá, quienes hoy postulan exactamente lo contrario a lo que votaron, ganaron.
En consecuencia, si tenemos dos sistemas de financiamiento de la educación fue porque el Gobierno de la época y las bancadas del frente así lo dispusieron.
Y quiero recordar -para que no me miren con cierta extrañeza los parlamentarios que en ese entonces aún no pertenecían a esta Corporación- que aquel fue un tema discutido largamente en esta Sala. Nosotros hicimos presente la injusticia que suponía establecer tal discriminación. Y eso se originó aquí, en el Parlamento, y por el Gobierno de la Concertación.
Me parecería noble que alguien dijera: "¿Sabe qué más? Me equivoqué". Me hubiera gustado que alguien lo reconociera. Sin embargo, da la impresión de que esa palabra no existe. Pero les quiero señalar que sí se equivocaron; obviamente, quizás en función de algún elemento ideológico respecto de la naturaleza de la universidad. Pero, de que se equivocaron, se equivocaron dramáticamente.
Entonces, estoy de acuerdo en convenir en que los de acá teníamos razón y, por ende, en que exista un solo sistema para el Fondo Solidario, que -según lo señalado por el Ministro de Educación , que acaba de salir de la Sala- permita, por un lado, reprogramar las deudas de los 110 mil morosos del crédito solidario -cuyo promedio es de 2 millones 800 mil pesos-, con la salida de DICOM que ello supone, y por el otro, en un esfuerzo aún mayor, rebajar a 2 por ciento la tasa para todos los alumnos, lo que beneficiará a alrededor de 365 mil estudiantes.
Esto, que está planteando el Presidente Piñera , es lo que no hicieron -porque no quisieron, porque no pudieron, no sé- los Gobiernos de la Concertación. Me parece una buena noticia, y es estupendo que, aparentemente, también se vaya a aprobar.
Y el tercer tema es el de la calidad de la educación.
Aquí tenemos una dimensión que, supongo, vamos a seguir profundizando: cómo garantizar la calidad de la enseñanza. ¿Es una muralla china en relación con el financiamiento? ¿Significa impedir el desarrollo de las universidades privadas? ¿Se logra estatizando el sistema? ¿Implica el término de la educación privada, como algunos parlamentarios argumentan?
Yo creo que no. A mi juicio, hay ahí un espacio importante, noble, valioso, para que puedan armonizarse la educación pública y la privada. Me parece esencial que así sea, a fin de permitir el acceso a la enseñanza superior, por cuanto el Estado no podrá asegurarlo -es una mala noticia, evidentemente- otorgando una educación de mínima calidad.
Para eso las fórmulas son transparencia -hay una indicación que postula precisamente este imperativo- y la creación de la Superintendencia de Educación, que vele de manera efectiva por el cumplimiento de la ley. Un último aspecto, derivado del anterior -y aquí tengo un punto de inflexión, aun cuando entiendo que es algo que habrá que discutir-, se vincula con lo que algunos llaman "desmunicipalización".
En mi caso, prefiero hablar de una segunda etapa de la descentralización de la educación en Chile. Porque les quiero decir que algunos municipios sí hacen bien su pega. No todos, probablemente. Pero conozco alcaldes, del lado de allá y del lado de acá, a quienes les importa la educación y que han hecho un gran esfuerzo por mejorar su calidad.
Yo creo que ahí también hay un espacio para ir creando instituciones nuevas, distintas, corporaciones que puedan hacerse cargo de la educación, particularmente de la enseñanza básica y media.
Esos son los temas que debemos evaluar, analizar. ¿Con velocidad? Sí. ¡Pero, perdónenme: no me digan algunos parlamentarios que no tenemos 2 minutos para esperar, toda vez que llevamos 20 años y 2 minutos aguardando lo mismo!
A mí me parece que el Ministro Bulnes ha formulado un planteamiento de la máxima seriedad el día de hoy, el que requiere ser examinado, sin recurrir -¡por favor!- a la flagelación ni creerse los catones de todo, como si el mundo partiera hoy día y no hubiera historia. Este no es el fin ni el principio de ella. Es la continuidad de un sistema educacional que tiene éxitos importantes en acceso, dramas relevantes en financiamiento...
Señor Presidente , le solicito unos segundos más.
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Puede continuar, Su Señoría.
El señor COLOMA.- También conlleva oportunidades significativas en aseguramiento de la calidad de la educación, que es lo que hará, en definitiva, la diferencia; y además otorga posibilidades para avanzar en la descentralización o la desconcentración -cada uno podrá ponerle el nombre que desee- respecto de la administración municipal. Desde mi perspectiva, el mecanismo genera alternativamente la contingencia de que se opte por municipios que aseguren la calidad de la enseñanza -para eso está la Superintendencia-, y aquellos que la tienen puedan mantener, obviamente, el control de ella. Los que no, tendrán que pasar a un sistema distinto, de corporaciones.
Pero eso, señor Presidente , es preciso hacerlo con sentido de equipo y con humildad, y no creyéndose dueños, ni unos ni otros, de toda la razón, menos con los antecedentes que se conocieron en esta misma Sala hace 4 años, cuando se llevó a cabo exactamente lo inverso a lo que hoy se quiere realizar.
He dicho.
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