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El señor GIRARDI ( Presidente ).- Conforme al acuerdo adoptado por los Comités, corresponde ocuparse de la observación, en segundo trámite constitucional, formulada por Su Excelencia el Presidente de la República al proyecto de ley que reajusta el monto del ingreso mínimo mensual, con informe de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (7737-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 27ª, en 21 de junio de 2011.
En trámite de Comisión Mixta, sesión 30ª, en 5 de julio de 2011.
Observación del Ejecutivo , en segundo trámite, sesión 32ª, en 12 de julio de 2011.
Informes de Comisión:
Hacienda: sesión 28ª, en 22 de junio de 2011.
Hacienda (observación): sesión 33ª, en 12 de julio de 2011.
Discusión:
Sesión 29ª, en 22 de junio de 2011 (se aprueba en general y en particular con modificaciones).
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).- La observación del Ejecutivo ya fue aprobada por la Cámara de Diputados.
La Comisión de Hacienda le dio su aprobación por 2 votos a favor (Honorables señores Kuschel y Novoa) y uno en contra (Senador señor Frei).
Sus Señorías tienen en sus computadores el texto del veto, que consiste en sustituir los artículos 1° y 2° del proyecto que despachó el Congreso Nacional por los artículos 1°, 2°, 3° y 4° que se contemplan en el informe de dicho órgano técnico.
Cabe recordar que la observación debe discutirse en general y en particular a la vez y que no procede dividir la votación.
El señor GIRARDI ( Presidente ).- En discusión general y particular.
Tiene la palabra el Senador señor Frei.
El señor FREI (don Eduardo).- Señor Presidente , de acuerdo a la resolución de los Comités de que se dio cuenta al comenzar la sesión especial celebrada esta tarde, la Comisión de Hacienda se reunió para analizar el veto del Ejecutivo , con la presencia del señor Ministro .
El debate fue corto porque no hubo cambios con respecto al efectuado en la Comisión Mixta la semana anterior. Luego de consultas y comentarios, se votó, y, tal como señaló el señor Secretario , la observación fue aprobada por 2 votos contra 1.
Es cuanto puedo informar.
En el momento oportuno fundamentaré mi posición personal al respecto.
Me parece que lo mejor sería ofrecerle la palabra al señor Ministro antes de iniciar la votación y las fundamentaciones pertinentes.
El señor COLOMA.- ¿Va a abrir la votación, señor Presidente?
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Se ha solicitado abrir la votación.
¿Están todos de acuerdo?
Acordado.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el señor Ministro.
El señor LARRAÍN ( Ministro de Hacienda ).- Señor Presidente , el Jefe del Estado envió al Congreso una observación al proyecto sobre salario mínimo despachado por la Comisión Mixta, dado que, al haberse registrado un empate en esta instancia, se dio por rechazada la propuesta del Gobierno.
Mediante el veto, el Ejecutivo insiste en elevar el ingreso de los trabajadores más vulnerables del país a 182 mil pesos, o sea, 10 mil pesos más que el salario mínimo del año pasado, lo que significa un reajuste de 5,8 por ciento (2,5 por ciento en términos reales).
En nuestra opinión, para quienes perciben el ingreso mínimo 10 mil pesos mensuales (120 mil anuales) constituyen una cifra importante.
Por supuesto, nos gustaría avanzar mucho más. Pero debemos cuidar el doble efecto del aumento del salario mínimo: por un lado, mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores, y por otro, mantener sus posibilidades de conseguir un empleo.
Esa ecuación han tenido que hacerla todos los Ministros de Hacienda que me han precedido. Los de la Concertación, también.
Si Sus Señorías comparan las cifras, concluirán que el incremento de 2,5 por ciento en términos reales es más que el 1,98 por ciento del período anterior; más que lo que se dio en el período 2001-2005 (2,4 por ciento); más que lo que se otorgó en el Gobierno de don Patricio Aylwin (2,25 por ciento),...
El señor FREI (don Eduardo).- Pero menos que lo que di yo.
El señor LARRAÍN (Ministro de Hacienda).-... y, efectivamente, menos que lo que se otorgó en el Gobierno del ahora Senador Frei.
Sin embargo, como Su Señoría sabe, hay allí una discusión acerca del desempleo, el cual llegó a 11 por ciento hacia fines del período.
Entonces, creo que es imprescindible tener en consideración tal aspecto.
El punto estriba, señor Presidente , en que a todos les gustaría realizar un esfuerzo superior en materia de salario mínimo. Pero ese no es el camino para corregir la desigualdad existente en el país. Disponemos de una serie de otras herramientas a través de las cuales podemos hacerlo (proyectos en educación, en capacitación; ingreso ético familiar, etcétera) cuidando los efectos sobre el empleo.
Está, pues, a consideración de los Honorables Senadores una propuesta que avanza 2,5 por ciento sobre la inflación.
Quiero mencionar, igualmente, que el reajuste de 5,8 por ciento es superior al incremento que están registrando en este momento los salarios promedio a nivel nacional. La última cifra a este respecto se halla en torno a 5,5 por ciento.
Sé -repito- que a todo el mundo le gustaría avanzar más. Pero, al final, se trata de una decisión donde lo central no son los recursos fiscales involucrados.
Como Sus Señorías pueden ver en el informe financiero, los fondos públicos comprometidos llegan a 9 mil millones de pesos semestrales, cantidad que no es insignificante, pero que no corresponde al tamaño del erario; no es como algunas cifras que debemos juzgar frente a otros proyectos de ley.
Por consiguiente, lo central de la decisión radica en cuidar los efectos sobre el empleo.
Hago presente que el 5,8 por ciento es el mismo porcentaje en que se reajustan el subsidio único familiar y el primer tramo de la asignación familiar, junto con el ingreso tope de este; y que los dos tramos siguientes de dicha asignación se aumentan en el porcentaje de la inflación acumulada en el período, con el mismo criterio que se utilizó el año pasado.
Gracias, señor Presidente.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Novoa.
El señor NOVOA .- Señor Presidente , no quiero repetir mi argumentación sobre por qué es conveniente aprobar la iniciativa que reajusta el salario mínimo en 10 mil pesos, o sea, en 5,8 por ciento. Ya manifesté las razones cuando la votamos aquí, en el Senado. Me remito, entonces, a lo que dije en ese momento.
Sin embargo, deseo señalar dos cosas que me parecen importantes.
En primer término, debo expresar mi gran decepción por el hecho de haber llegado a la instancia del veto para tratar de reajustar el salario mínimo.
Eso nunca ocurrió en los veinte años de gobierno de la Concertación. Nosotros muchas veces pensamos que se podía hacer un esfuerzo adicional; que a lo mejor era políticamente conveniente rechazar el aumento propuesto. Pero, en definitiva, siempre dimos los votos suficientes para que se acogiera lo sugerido por el Ejecutivo , pues entendíamos que, en último término, la responsabilidad recaía fundamentalmente en el Ministro de Hacienda , quien formulaba una proposición que cuidaba no tanto el erario como los equilibrios de la economía. Incluso, en varias ocasiones tuvimos que dar nuestros votos porque parlamentarios del bloque de Gobierno, en actitudes que francamente nos sorprendían, se manifestaban en contra del planteamiento presidencial.
No le hace bien al país que una materia como esta haya tenido que pasar a Comisión Mixta, y después de ahí, a la instancia de discusión de un veto.
En seguida, señor Presidente -esta es la segunda cosa que deseo exponer-, es del caso tener presente que, de aprobarse la observación del Ejecutivo , a contar del 1° de julio se reajusta el salario mínimo en 5,8 por ciento y que junto con eso entra a regir para las empresas de menos de cien trabajadores (porque las de sobre cien ya están sujetas al régimen) una norma que se aprobó al sancionarse la reforma previsional: la de que el seguro de invalidez y sobrevivencia pasa a ser de cargo del empleador y no del trabajador.
Es por ello que los trabajadores que perciben el salario mínimo, aparte el aumento de 5,8 por ciento, experimentarán un incremento remuneracional de 1,5 por ciento o algo más, dependiendo de la prima del seguro en comento.
Por lo tanto, estamos hablando de que a partir del 1° de julio los referidos trabajadores van a tener en sus remuneraciones un aumento de más de 7 por ciento.
Y hay alguien que paga dicho incremento, obviamente.
Quienes están contratados por el ingreso mínimo normalmente son empleados de pequeños o medianos empresarios. Es decir, a partir del 1° de julio la planilla de remuneraciones de estos emprendedores se elevará en 7 por ciento.
Entonces, también debemos tener en cuenta aquello cuando aprobamos un reajuste del salario mínimo o cuando pedimos una cantidad mayor que la propuesta.
No todas las pequeñas y medianas empresas se hallan en condiciones de aumentar su planilla mensual de remuneraciones en 7 por ciento.
Sabemos que los pequeños y medianos empresarios de nuestro país todavía enfrentan muchas dificultades para llevar adelante sus emprendimientos. Sabemos que existe bastante ineficiencia. Sabemos que hay una pesada burocracia estatal que afecta con más fuerza a ese sector.
Cuando Impuestos Internos se instala para hacer revisiones, la gran empresa tiene contadores, auditores y abogados que se hacen cargo de todos los requerimientos que plantea dicho Servicio. En cambio, el pequeño y el mediano emprendedores muchas veces deben parar la empresa y pasar días y horas atendiendo objeciones pequeñas (porque sabemos que en Chile hay una burocracia pesada).
En consecuencia, llamo a la reflexión en cuanto a la necesidad de considerar, en el momento de votar, las dos caras de la medalla.
Es probable que el salario mínimo sea bajo. Nadie duda de que una familia no puede vivir con 182 mil pesos mensuales. Pero también hay que tener en cuenta que en numerosos casos quienes pagan ese tipo de remuneración viven con tanta o más estrechez que sus trabajadores.
Debemos cuidar a los pequeños y medianos empresarios. Son, en definitiva, quienes dan mayor cantidad de fuentes laborales, aquellos que proporcionan trabajo más estable, más permanente.
El país puede crecer mucho por el alto precio del cobre. Pero me gustaría que el día en que el precio del metal rojo bajara hubiese cientos de miles de empresarios sólidos que mantuvieran la actividad nacional.
Me preocupa muchas veces que, por planteamientos quizás agradables al oído de la gente, estemos de alguna forma limitando las posibilidades de desarrollo verdadero para todos los chilenos.
Voto que sí.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Zaldívar.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Señor Presidente , por cierto, nos habríamos evitado mucho trabajo si no se hubiese llegado aquí con un veto.
Sin embargo, no se puede exagerar. Conforme a lo previsto por la Carta Fundamental en cuanto a la formación de la ley, el Ejecutivo tiene en su mano la facultad de veto para procurar imponer el criterio que considera mejor.
Porque pone al Parlamento en situación muy difícil frente a la votación de las observaciones.
Podríamos haber evitado el veto si nos hubiese sido factible llegar a acuerdo sobre un salario mínimo de monto más real que el sometido por el Gobierno a la aprobación del Congreso Nacional.
¿Qué planteó el Ejecutivo ?
Envió a la Cámara de Diputados un proyecto de ley donde fijaba el ingreso mínimo en 180 mil pesos, lo que significaba un incremento de 4,65 por ciento, con un aumento real de 1,15 por ciento.
¿Qué pasó?
Según correspondía, comenzó la tramitación en el Parlamento. El Gobierno, como necesitaba votos para obtener la aprobación de su iniciativa, acogió -nadie se lo puede criticar- la petición de un grupo de Diputados y accedió a un incremento de 1.500 pesos, con lo que elevó su propuesta a 181 mil 500 pesos, lo cual significaba un aumento de 5,52 por ciento, y en términos reales, de 2,02 por ciento.
Eso nos llegó al Senado. Y aquí le hicimos ver al Ministro de Hacienda la conveniencia de negociar con esta Corporación y de buscar un salario mínimo más acorde con la posibilidad del país de fijar una cifra mayor.
La Central Unitaria de Trabajadores había pedido 190 mil pesos, y se hablaba de la factibilidad de un ingreso mínimo que bordeara los 185 mil.
Incluso, se le planteó al Ministro la opción de llegar a un salario mínimo intermedio, del orden de 183 mil pesos, lo cual implicaba un reajuste que bordeaba el 6,8 por ciento, porcentaje más o menos equivalente al llamado "IPC de los pobres" (era lo que había sucedido durante el año en materia de alimentos, aspecto en que se golpea precisamente a quienes reciben ingreso mínimo). Se nos dijo que no. Fue imposible llegar a acuerdo.
La diferencia eran 1.000 pesos: 33 pesos diarios. Salvándola podríamos haber evitado el veto, mediante un acuerdo que permitiera aprobar el ingreso mínimo.
Fuimos a Comisión Mixta. Tampoco existió una nueva oferta; no hubo un tiempo de reflexión; se nos expresó que no era factible. Y se argumentó que la pequeña empresa iba a tener dificultades.
Creo que no es así: pagar 1.000 pesos más a un trabajador no constituye problema para dicho sector.
Y no solo la pequeña empresa paga salario mínimo. Si vamos al sector rural, veremos que en una gran parte se está pagando el ingreso mínimo. En el comercio lo hacen muchas empresas, no pequeñas. Entonces, es un monto que no solo dice relación con la pequeña empresa. Es más importante que eso.
Y la otra reflexión que se ha planteado carece de evidencia empírica: que si hubiéramos aumentado el ingreso mínimo en mil pesos habríamos atentado contra el empleo.
Tengo en mis manos los datos en serie tanto del alza registrada por el ingreso mínimo como de la tasa de desempleo, desde 1990 a la fecha, y demuestran que no es así. El desempleo más alto del período corresponde a los dos momentos en que tuvo lugar una crisis internacional y en que esta golpeó a nuestra economía: los años 1999 y 2004. En ambos casos se llegó efectivamente a 10 por ciento de cesantía.
Pero en 1990, en la Administración del Presidente Aylwin, el ingreso mínimo experimentó un incremento real de 19,64 por ciento, porque se había deteriorado en forma salvaje durante el Gobierno militar. Sin embargo, el desempleo fue de 7,8 por ciento, y llegó a ser hasta de 6,5 por ciento en 1993.
Si observamos otro período, podemos advertir que en 1995 se registró un incremento real incluso de 5,31 por ciento, pero el desempleo fue de 7,3 por ciento, y al año siguiente, de 6,3 por ciento.
Repito, entonces, que no existe la evidencia empírica referida. Por supuesto, si subimos el ingreso mínimo en forma exagerada, podría llegarse a un efecto del tipo que se mencionó. Pero nuestra diferencia ha sido por 30 pesos diarios.
Esa es la razón por la cual la gente nos mira hoy día como lo hace. Porque, cuando legislamos respecto de una materia en la que podríamos llegar a un acuerdo para aumentar realmente en algo el poder de compra de quienes ganan el monto que nos ocupa, nos abocamos a una discusión carente de sentido y que no arriba a un buen resultado. Y vamos a despachar para ellos un ingreso mínimo de 182 mil pesos.
Si el señor Ministro nos hubiera dado flexibilidad para llegar al llamado "IPC de los pobres", podríamos haber salido con una solución acordada. No fue así.
Por tales motivos, los Senadores de estas bancadas no vamos a votar. Nuestro propósito no es impedir la aprobación del proyecto. Queremos que ello se logre con los votos de quienes apoyan al Gobierno y que estos se hagan responsables del monto de que se trata. Si nosotros asumiéramos una actitud obstruccionista y lo rechazáramos -tenemos los votos para hacerlo-, creemos que ello provocaría un mayor daño, ya que mucha gente ni siquiera ganaría el ingreso mínimo que el Ejecutivo está ofreciendo, con 10 mil pesos mensuales de incremento.
En consecuencia, como no queremos obstruir, pero sí que el Gobierno se haga responsable de lo que propone y de su resultado, no vamos a pronunciarnos, dejando constancia de que la iniciativa se aprobaría con los votos del oficialismo -espero que los tenga todos-, al objeto de que el señor Ministro de Hacienda logre su propósito.
Muchas gracias.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Escalona.
El señor ESCALONA.- Señor Presidente , en el mismo sentido que el Senador señor Zaldívar , quisiera consignar que se ha realizado un largo ejercicio en la discusión de la propuesta de ingreso mínimo para concluir, de manera muy cercana, en el planteamiento inicial del Ejecutivo.
Como es lógico, evidente -todos los años ocurre-, el Ministro de Hacienda y la autoridad económica se reservan un margen para elevar el monto de acuerdo con el rumbo que tome el debate parlamentario. En este caso, ello es completamente marginal. Se determinó un primer aumento de 180 mil a 181 mil 500 pesos, con el propósito de resolver la insatisfacción del sector político que permite obtener la votación de mayoría en la Cámara de Diputados, esto es, el Partido Regionalista de los Independientes. Y resulta obvio que eso no obedeció a ninguna lógica económica, ni mucho menos a un cálculo técnico, sino a la necesidad del Ejecutivo de hacer un gesto que permitiera agrupar sus votos en esa Corporación y darle curso al proyecto.
Y luego, en un ejercicio estrictamente retórico -así lo siento-, se subió la cantidad de 181 mil 500 a 182 mil pesos en la discusión en la Comisión Mixta. O sea, es un margen que se dio el Ejecutivo para que no pudiera afirmarse que permanecía en la misma propuesta. Pero fue un "no margen", por así decirlo. En los hechos, permaneció en los mismos límites. Desde el punto de vista práctico, lo planteado no sufrió ninguna variación significativa.
Entonces, ¿cuál es nuestra conclusión en relación con el debate? Que el Ejecutivo calculó un ofrecimiento exactamente suficiente como para poder obtener los votos de sus bancadas. Si hubiera sido menos, no habría dispuesto ni siquiera de aquellos que le hubiesen permitido alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados, porque no habría contado con el respaldo del PRI.
En otras palabras, la lógica con la que actuó fue de una estricta racionalidad política y de un resultado social discreto. Porque la verdad es que 182 mil pesos -monto que se aprobará ahora- no van a satisfacer al interlocutor al cual la decisión se destina: las organizaciones representativas de las personas que reciben el ingreso mínimo.
Y, como bien dijo en la Comisión de Hacienda su Presidente , mi Honorable colega Frei , ello se ha visto confirmado por las cifras de hoy, cuando el llamado "IPC de los pobres" -es decir, la canasta básica de alimentos- muestra un incremento de 7,4 por ciento. Si a eso agregamos el aumento del precio de los combustibles, observaremos que, al final, utilizando la propia medición que se ha dado el Ministerio de Planificación en orden a calcular 4,2 personas como el promedio en una familia, las exigencias de ingreso para las condiciones básicas de dignidad de esta última rondan los 300 mil pesos.
Es cierto que el ingreso mínimo no es lo único, porque, para bien del país, en el Congreso Nacional se ha legislado un sistema de protección social que incorpora una cantidad significativa de recursos en las entradas de las familias. Pero, desde el punto de vista del rol que cumple ese monto en relación con la línea de pobreza -esto es, el nivel de ingreso promedio de una familia de bajos recursos-, se concluye que, en lugar de acercarse a ella, se alejó. Y esa es la razón fundamental por la cual nosotros no compartimos la propuesta. O sea, como señal que apunte a entregarles a los hogares las entradas que posibiliten que la familia se encuentre en un nivel de consumo básico de acuerdo con las disponibilidades y exigencias actuales del país, no cumple su función.
Lamentablemente, es así.
Y como señal social, en consecuencia, tiene lugar una desvalorización de su papel.
Me parece que todo el argumento con relación a las micro y pequeñas empresas cumple en este caso una función, no voy a decir enteramente arbitraria, pero sí, al final de cuentas, perversa. Porque la lógica que lo inspira lleva a la siguiente conclusión: para que ellas puedan contar con cierta capacidad de contratación es preciso generar un ingreso bajo. Ya no se trata de un ingreso mínimo, sino de uno de referencia. Ya no es, en realidad, el que satisface las condiciones para que las familias obtengan dignidad. No es eso. O sea, la lógica con la cual se construye es la de expresarle a la gente: "Mire, estamos haciendo esto con el propósito de que puedan contratarla".
Entonces, desde el punto de vista de la ética social, se está distorsionando por completo el sentido del ingreso mínimo. Es decir, ella se está trastocando respecto del rol que cumple esta señal social y económica, de la cual se tienen que hacer responsables el Gobierno y el Congreso Nacional en conjunto.
Esa es la razón por la cual muchas personas, por ejemplo -no son las únicas, por supuesto, ya que existe una dualidad de opiniones-, y numerosos dirigentes sindicales manifiestan un juicio muy complicado, cual es el de "Voten en contra igual".
Llamo al Ejecutivo a racionalizar lo ocurrido, en orden a que a quien tiene que ser uno de sus interlocutores muy importantes le señala: "En realidad, apruebe el proyecto como quiera". Porque ya no le interesa. Porque, como señal en relación con el empleador, ya no cumple la función que debía. Y frente al trabajador, tampoco.
El viernes de la semana pasada me reuní en Puerto Montt con dirigentes sindicales agrupados en la Central Unitaria de Trabajadores. ¿Y cuál fue su opinión? "Senador, mantenga su voto en contra. Preferimos no recibir nada a que nos humillen".
O sea, las cosas se han ido colocando en un punto tremendamente frágil respecto de la legitimidad de la decisión que se está tomando.
El Ejecutivo , entonces, nos replica en un ámbito de razonamiento completamente alejado de lo que ha sido nuestra preocupación: "Señor, en realidad, lo que usted está haciendo es obstruir. Toma una decisión simplemente por estar en contra del Gobierno y con ese propósito". Vale decir, no se hace cargo en lo más mínimo de nuestro razonamiento en el sentido de que la situación económica y social en el país requiere un horizonte que permita, con el tiempo -por cierto, no de una sola vez, sino de una manera paulatina, pero sostenida-, ir logrando un avance que acerque la línea de la pobreza con el ingreso mínimo y no que se siga el camino contrario, de que se distancien.
Y esta es una responsabilidad política, no una discusión técnica, que se asume frente a la sociedad.
Algunos han querido recoger nuestra reflexión para expresar: "En realidad, antes apoyaban por razones políticas, ya que el Gobierno era de ellos, y como ahora no lo es, entonces votan en contra".
Esas personas no comprenden nada, al final.
En efecto, hay quienes no comprenden nada de nada. Porque se nos imputa, en la situación de que se trata, una "odiosidad política". Cuando sostenemos que es preciso asumir una responsabilidad política, ello dice relación con la respuesta que deben dar al país los que toman una decisión. En este caso, el Ejecutivo ha adoptado la de imponer un ingreso mínimo que ensancha la brecha que separa a este de la línea de la pobreza. Y esa es -repito- una responsabilidad política.
Lamentamos que se haya llegado a esa determinación, señor Presidente . La verdad es que nos gustaría exactamente lo contrario, o sea, que el Ejecutivo iniciara un camino en que ambas cosas, en vez de divorciarse definitivamente en el tiempo, se pudiesen acercar y ojalá juntar. Es lo que, en cierto momento, Monseñor Goic y un distinguido colega, hoy en el Gobierno, calificaron como "ingreso ético".
La propuesta que se plantea simplemente se dirige en la dirección contraria a este último. Es de subsistencia, no de dignidad para los trabajadores.
Por tal motivo, no apoyaremos el proyecto.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Bianchi.
El señor BIANCHI.- Señor Presidente , hace unos días, cuando discutíamos sobre el mismo asunto, el ingreso mínimo, hice presente una serie de aprensiones respecto a cómo se ha llevado la cuestión en los últimos años.
Pero hoy existen varias opciones: una, votar a favor; otra, hacerlo en contra, y la tercera, abstenerse. El rechazo significa simplemente que si no se reúnen los pronunciamientos necesarios no habrá reajuste del ingreso mínimo. La abstención implica sumarse a la mayoría.
Y entiendo que sectores políticos han tomado una determinación producto, por lo que le escuché al señor Senador que me antecedió en el uso de la palabra, de que algunas personas les expusieron que es mejor votar que "no"; que prefieren que no haya aumento, pero sí una remuneración digna.
Lo relativo al ingreso mínimo no es algo que haya aparecido hoy, que estemos discutiendo recién ahora. En el Estado de Chile se ha verificado, en los últimos años, ¡el mismo debate de mil 500 pesos más, 2 mil pesos menos, 2 mil pesos más! Y no hemos resuelto el punto de fondo.
Por eso, sinceramente, quiero llamar la atención de que no solo se necesita entender que ninguna familia de cuatro o cinco personas puede vivir con 180 mil pesos: ¡ellas, con suerte, están sobreviviendo!
Pero, por otro lado, hacemos referencia a un mayor incremento, y este dice relación con plata ajena. ¡Y eso no me parece admisible! No estimo conveniente que, frente a la situación, sin forma de lograr alguna mitigación para la mipyme, hoy día consideremos libremente, livianamente, respecto de un pequeño emprendedor, aumentos mayores, de 20 mil, 30 mil o 40 mil pesos.
Estos últimos son deseables. ¡Todos queremos que las familias obtengan, a lo menos, un ingreso ético por sobre los 250 mil pesos! Sin embargo, esa no es la realidad, por desgracia.
Por tal motivo, le hemos pedido insistentemente al señor Ministro que lleve adelante un programa para que los reajustes puedan ser definidos cada dos o tres años. Sé que, en determinado momento, se registró por ahí lo que para algunos significó una mala experiencia. Hoy día, nuestra economía es mucho más sana; la inflación se halla mucho más controlada. Podemos proyectar nuestra economía. Y no enfrentaríamos una discusión estéril, donde unos aparecen como "los buenos" y otros como "los malos".
¡Y ocurre que todos tenemos la culpa, al igual que el Estado, de que exista un ingreso de 180 mil pesos, con el cual ninguna familia puede vivir dignamente!
Votar que "no" significa simplemente que no habrá aumento, y alguien tiene que votar que "sí" para que lo haya. Por mi parte, me incluyo en este último caso, señor Presidente . Porque, de lo contrario, si seguimos en la misma lógica del rechazo, ¿cómo se logrará el reajuste?
Explicaciones pueden sobrar, pero la realidad es que tenemos que votar que "sí" o votar que "no". Y pronunciarse a favor implica que se dispondrá un aumento, y hacerlo por la negativa o abstenerse, que no se quiere otorgar.
¿El incremento es suficiente? No, pues. ¡Si resulta absolutamente insuficiente! Pero es lo que las mipymes pueden pagar, pues de otra forma vamos a tener una tremenda crisis en todo el pequeño comercio, en todas las pequeñas industrias, en todas las pequeñas empresas. Porque, desgraciadamente, no hay una política de Estado que permita entregar una compensación.
Otra cosa que he señalado de manera insistente es que se necesita tener sueldos diferenciados. No estoy de acuerdo en que el salario mínimo sea igual en todo el país. ¡En qué cabeza cabe eso! Hemos demostrado -hay estudios que así lo avalan- que en la Región de Magallanes el costo de la vida es al menos un 30 por ciento más alto.
¿Y qué debo hacer yo? ¿Votar que no hoy día me dejaría en mejores condiciones, me dejaría con un discurso más populista para poder decir que quiero más plata?
¿Qué se ha hecho en los últimos 20 o 30 años? ¡Exactamente lo mismo! Y hoy día hay quienes quieren aparecer mejor o peor por negarse a aprobar mil o mil 500 pesos más.
Yo hice esta crítica, y tengo libertad para hacerla, como también la tengo para realizar una autocrítica. Aquí todos tenemos responsabilidad. ¡Todos! Faltan instrumentos, mecanismos que permitan ayudar a las mipymes, a los más pequeños, porque para ellos el hecho de pagar 190 mil pesos a tres, cuatro, cinco, seis o siete trabajadores es importante, les significa mucha plata. Y es allí, precisamente, donde debe haber un Estado que tienda la mano a quienes efectúan la mayor absorción de empleo.
A mí, señor Presidente , realmente me da bastante pena esta discusión. No siento que en la aprobación haya un logro del actual Gobierno. Tampoco lo hubo en ocasiones pasadas: no fueron logros de los Gobiernos anteriores.
¡Esto es un fracaso de todos!
¡Lo que estamos votando hoy día, aun cuando sea favorable, representa el fracaso de una sociedad que no entiende que con un sueldo de 180 mil o 190 mil pesos no vive decentemente una familia de cinco o seis personas!
¡Esa es la verdad!
¡Y esto no lo resuelve el discurso populista de un Senador que señala que va a votar que no porque así se lo ha pedido la gente!
¡Si esto siempre se ha hecho igual!
Por eso, aquí hay que hacerse un reconocimiento, un mea culpa, y entender que el Estado de Chile debe implementar una nueva política para que una familia pueda contar con un sueldo más digno que el que hoy estamos discutiendo.
De ahí que, ante la propuesta que se nos hace, con la frente en alto y aun cuando sé que no vamos a resolver el problema, porque el ingreso que se ofrece no va a permitir que una familia viva de manera decente, pero dado que es lo único que tenemos, me voy a pronunciar afirmativamente.
Votar que no o abstenerse significa negarse a la posibilidad del incremento. Lo único que nos queda, entonces, es votar que sí. Y alguien tiene que hacerlo, pues, en caso contrario, no habrá aumento.
Apruebo, señor Presidente .
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.
El señor NAVARRO.- Señor Presidente , este debate se "inaugura" cada año. Hay quienes ya llevan 21 años en él, aunque está claro que no permite conseguir ni un peso más: ¡Ni uno solo!
Sin embargo, la ocasión amerita al menos una discusión sobre el tema de fondo: la distribución del ingreso.
¿Cuál es el salario mínimo para que un grupo familiar pueda subsistir? ¿Acaso son 182 mil pesos para una familia de 4,2 personas, en promedio?
La vez anterior le pedimos al Ministro de Hacienda que precisara las compensaciones que recibirían los trabajadores que ganan el sueldo mínimo. Algunos dirán que están en los subsidios: subsidio a la vivienda, subsidio a la discapacidad, el bono (no sé si lo habrá este invierno). Hay elementos que pueden aumentar el ingreso de las familias, pero el punto radica en que Chile tiene una pésima distribución en materia de ingresos. Y, por tanto, la fijación del sueldo mínimo siempre brinda una ocasión para intentar establecer una mayor equidad en ese aspecto.
Hay quienes sostienen que si lo aumentamos la economía se desequilibra (crece la demanda, se encarecen los productos) y los trabajadores, al final, resultan ser los perjudicados.
Muchos de los que están en la Sala tuvieron la oportunidad de escuchar al ex Presidente Lula da Silva , que dejó el Gobierno con 82 por ciento de aprobación. Él logró sacar de la pobreza y poner en un nivel medio a 23 millones de brasileños. En una reflexión simple, como lo fue su Gobierno, aunque profundamente arraigado en la gente, dijo: primero hay que distribuir y luego crecer. ¡Ese es el mensaje: "distribuir y luego crecer"! Es decir, brindar apoyo a los pobres para que puedan consumir, lo cual hace crecer la economía. Así lo explicó en el Foro de Sao Paulo y también en su visita a Chile.
Sin embargo, nosotros tenemos un Gobierno que dice que primero hay que crecer y luego distribuir. Pero sucede que el crecimiento se ha concentrado en unos pocos. Ese es el gran problema: el crecimiento en Chile no es para todos los chilenos; es para una elite muy privilegiada, para el 10 por ciento de mayores recursos que, en definitiva, se acerca bastante al 40 y tanto por ciento del PIB. O sea, tenemos un ingreso pésimamente distribuido, donde los pobres siguen ganando menos y donde los que más tienen, los poderosos, siguen ganando mucho más.
Al igual que el resto de los Senadores, formo parte del 5 por ciento -comillas- "más rico de Chile", ABC1. Pero ¡por favor! Dentro de ese 5 por ciento más rico, ABC1, no es lo mismo aquel que gana uno o dos millones de pesos que otro que posee capitales que suman varios miles de millones de dólares y, por tanto, no forman parte de ese 5 por ciento, que es un 5 por ciento mentiroso.
Señor Presidente , les pregunté al Senador Zaldívar y a quienes forman parte de la Comisión de Hacienda cuánto es, en lucas, lo que significa el incremento ofrecido. Y me dijeron que es 2,31 por ciento real; 5,8 por ciento nominal. Y el 2,31 equivale a 3 mil 600 pesos, tres kilos de pan, porque en mi Región cuesta 1.050 pesos el kilo. O sea, le estamos diciendo a la clase trabajadora, a cerca de un millón de chilenos, que el mayor esfuerzo que puede realizar el Gobierno para aumentar el sueldo mínimo en términos reales, no nominales -no de 172 mil a 182 mil pesos, pues hay que incluir, por cierto, el alza del costo de la vida, el IPC-, equivale a 3 mil 600 pesos, casi tres kilos y medio de pan. ¡Tres kilos y medio de pan! Y una familia chilena de 4,2 personas consume un kilo de pan diario, en promedio.
Entonces, uno piensa: ¿ese es todo el esfuerzo que pudo hacer el Gobierno, con anuncios aparejados que le permitieran decir "esto es lo que podemos dar" -aunque, en definitiva, crecer para distribuir no siempre se cumple-, o es posible ofrecer algo más?
Esta discusión, señor Presidente -ya lo he señalado-, solo sirve para constatar las limitaciones del Congreso, para profundizar la monarquía presidencial. El Parlamento puede debatir, pero no aumentar; puede recortar, rechazar, pero no aprobar.
Los procesos de negociaciones los llevó a cabo el Senador Escalona . Se negoció con el PRI en la Cámara de Diputados, y aquí, teniendo mayoría la Oposición (cuenta con 20 Senadores), no sé por qué no se ha producido una negociación.
El Ministro no conversa con el MAS, sino con la Concertación, que reúne a 19 colegas. ¡Está bien! Pero, al parecer, no hubo acuerdo.
Y la Oposición tiene el deber de fijar un cuadro, de hacer un rayado de cancha, para negociar con el Gobierno. Porque, ¿sabe, señor Ministro ? Aquí -me lo han reprochado cariñosa pero formalmente algunos Senadores-, pudimos haber negociado más.
Me dicen que en la Cámara Baja se aprobaron 181 mil pesos, que en nuestra Corporación quedaron en 182 mil pesos. O sea, subimos mil pesos.
El señor LAGOS.- ¡Quedaron en 181 mil 500 pesos!
El señor NAVARRO.- Me corrige el Senador Lagos. Por lo tanto, subimos 500 pesos, un dólar.
El señor LAGOS.- ¡Nosotros no subimos nada: fue el Ministro!
El señor NAVARRO.- Bueno, el Ministro subió 500 pesos.
O sea, el Senado, cuyo Presidente puede llegar a ser, de acuerdo con la Constitución, Vicepresidente de la República en condiciones extraordinarias, tiene el poder justo y necesario para incrementar el salario mínimo en 500 pesos a través de una negociación donde la Oposición cuenta con una mayoría de 20 Senadores.
Yo siento que ahí tenemos que revisar las cosas.
Porque el "no voto" representa un mero testimonio. El debate, entonces, es lo que podría quedar. ¡Pero este debate no llega a los trabajadores: lo que les llega son los 500 pesos que logramos aumentar!
Señor Presidente , necesitamos una relación más franca con el Ejecutivo en estos dos años que le restan de gobierno, a fin de enfrentar en buena forma el tema del monto del salario mínimo. Por ahora, la discusión solo deja saldo negativo y heridos, pues resulta incomprensible tener que decirle a nuestra clase trabajadora que el debate en esta Corporación, la postergación de dos semanas, los votos de rechazo, todo el esfuerzo de los 38 Senadores -quienes, por cierto, no ganan 182 lucas-, fue para subir 500 pesos.
De verdad, siento que ese esfuerzo -se lo señalo al Senador Bianchi , aunque no esté presente- es paupérrimo, ¡paupérrimo!
Debiéramos contar con un mecanismo previo al debate que nos permitiera decirle al Ministro : "Deje algo para negociar en el Senado". De lo contrario, se obliga a una reacción adversa: a no votar o a abstenerse.
En realidad, si como parlamentario de Oposición estuviera de acuerdo en que esta Corporación negociara 500 pesos, dañaría seriamente la institución de un Poder del Estado , incapaz de negociar con el Ministro de Hacienda un reajuste más alto.
La negociación mayor que este personero realizó fue con el PRI.
¡Está claro que ese partido tiene más poder que los 20 Senadores de Oposición...!
Esa es una decisión que el Gobierno tendrá que asumir. Porque, como siempre, las acciones producen consecuencias. Y si la regla va a ser que la negociación con el PRI se halla por encima de la que se lleva a cabo con la Concertación o la Oposición, nos encontraremos en un escenario donde a nosotros no nos podrán acusar de obstruccionismo legislativo y en el cual el Gobierno toma la decisión de negociar con dos o tres Diputados en la Cámara Baja, traer el paquete hecho al Senado y obligarnos a votar una normativa que establece un aumento de 500 pesos.
Señor Presidente , existe un acuerdo de no votar, que es como un "grito de silencio". Es decir, no votamos porque no estamos de acuerdo -los que se pronuncian a favor sí lo están- con este reajuste paupérrimo, o "ratón", como han señalado algunos.
Siento que los testimonios no sirven mucho. Lo que vale son las monedas, los pesos. Y lamento profundamente que, a pesar de que el propio Presidente -que es un buen empresario y un buen economista- manifiesta que el país va a crecer 7 por ciento y que las perspectivas de crecimiento son positivas, tengamos un debate de este nivel, de esta rasante, y no nos atrevamos a hacer más.
Ahora, como uno es de Oposición y no asesor del Gobierno, no tiene por qué decirle a este las cosas que debe hacer bien. Sus errores tendrá que pagarlos. Y, en política, los errores se pagan.
No sé si el objetivo de este aumento de 500 pesos sea que la popularidad del Presidente siga cayendo al vacío, por debajo de 30 por ciento, en la próxima encuesta Adimark, pero está claro que aquel resulta insuficiente.
Yo no voy a votar -entiendo que ese es el acuerdo en la Concertación-, porque incluso la abstención significa hacerse partícipe de un hecho cuya responsabilidad -digámoslo francamente- no es tan solo de este Gobierno, sino del sistema.
El sistema según el cual se fija el salario mínimo no es el más adecuado. Hagamos un esfuerzo por cambiarlo; lo hemos reiterado todos los años. Cuesta bastante innovar el discurso en cada ocasión porque, en definitiva, los parámetros sobre los cuales debatimos siguen siendo los mismos.
Señor Presidente , voy a omitir mi voto.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución ahora!
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Allende.
La señora ALLENDE.- Señor Presidente , como aquí se ha señalado, esta es una discusión que año a año llevamos a cabo en el Congreso, y en cada ocasión debemos pasar por este trance, que no es grato para ningún parlamentario, ni de una ni de otra posición. No lo fue muchas veces para nosotros, cuando estuvimos en el Gobierno, así como tampoco lo es ahora que nos hallamos en la Oposición.
No hemos logrado -pese a lo sugerido por la comisión técnica especialmente creada al efecto- generar un mecanismo mediante el cual alguna vez digamos: "Vamos a considerar tales y cuales elementos y se va a efectuar un reajuste automático en función de variables como la productividad o la inflación esperada (no pasada), en fin".
No hemos logrado encontrar esa fórmula. Y cada año tenemos que llevar a cabo este debate, con la salvedad de que, aunque se nos diga una y otra vez que subir el salario mínimo en cierta cantidad puede afectar el empleo, numerosos estudios se refieren a la falta de una investigación empírica que demuestre la existencia de una correlación efectiva entre aumento del salario mínimo e incremento del desempleo.
Lo que está claro, por supuesto, es que un alza abrupta y en una cantidad muy importante podría provocar desocupación, pero no es el caso ahora ni lo ha sido anteriormente. El Senador Zaldívar entregó cifras hacia atrás y refutó con claridad lo que se ha venido afirmando. Pero estamos acostumbrados a ello porque todos los años, cada vez que discutimos el aumento del salario mínimo, escuchamos el mismo discurso.
Lo cierto es que Chile, aunque se diga lo contrario, es un país donde el 60 por ciento de sus trabajadores gana muy poco.
Cuando tuvimos la posibilidad de analizar el problema de La Polar -espero que ese debate continúe, porque no se alcanzó a terminar-, se descubrieron varias cosas. Una de ellas fue que la forma en que los chilenos sobreviven es a base del endeudamiento. Esto resulta muy triste porque, en el fondo, significa que el dinero no alcanza. Y acaba de salir un estudio donde se establece que Santiago es una de las ciudades más caras de la región. En realidad, cuando uno compara precios, se da cuenta de que eso en efecto es así.
Entonces, cuando uno analiza la situación de La Polar -más allá de otros fenómenos que han saltado a la vista y que espero que podamos regular y cambiar-, comprende que la gente se tiene que endeudar, justamente porque lo que gana no le alcanza para vivir.
La idea de contemplar elementos para determinar el monto del salario mínimo es que uno de ellos sean justamente -incluso así lo expresa la OIT- las necesidades de los trabajadores y de sus familias, fuera de otros como el nivel general de salarios, el costo de la vida, las prestaciones de seguridad social, la calidad de vida relativa de ciertos grupos, en fin.
Y aquel debe ser un instrumento crucial en toda política que pretenda eliminar la pobreza.
Sabemos que el ingreso mínimo afecta a casi un millón de trabajadores, que, por cierto, son los más vulnerables y los menos calificados.
Uno se pregunta si es posible quedarse tranquilamente diciendo: "Bueno, no hay otra opción". Desde luego, entendemos, y no es esa la razón. Si ejerciéramos la mayoría que en este momento tenemos en el Senado, claramente podríamos rechazar la observación. Pero no es esa nuestra intención. La decisión que hemos tomado es la de no ser un obstáculo. Por lo tanto, deberán aprobarla los parlamentarios de la Alianza, que quieren asumir la política que en este momento plantea el Gobierno.
Cuando uno ve casos como el de La Polar, que nombré como una de las aristas, empieza a entender el malestar creciente que existe en la población. El país no puede seguir con estos niveles de desigualdad, viendo lo que le cuesta a una familia salir adelante. Todo se vuelve pagar deudas: para estudiar, para solucionar algún problema de salud. En este último caso, si por alguna razón alguien sale del sistema público -donde se atiende el 70 por ciento- y opta por alguna alternativa, debe endeudarse y después pagar. Y de este modo se van sumando deudas y pagos, lo cual se va haciendo cada vez más insostenible.
Pero así como uno comienza a comprender la situación de endeudamiento existente, más allá de lo que significa el problema de La Polar, resulta irritante ver el otro extremo: gente sin escrúpulos que puede llevar el lucro a cualquier medio; compra de acciones con cifras abultadas que después se venden en sumas millonarias; informes de lo que ganan los bancos.
Entonces, con todo esto que ocurre, ¡con razón la gente se siente como se siente! Y creo que esa es también una de las grandes razones por las cuales todos estamos siendo mal evaluados. No obstante, este Gobierno se está llevando el récord de ser el peor evaluado desde el regreso a la democracia. Nunca antes se había registrado un caso de tan baja adhesión. Y eso, como digo, se debe principalmente a este malestar que siente la población, que ve las rentabilidades millonarias de los bancos y acciones como la de La Polar, que reflejan hasta dónde puede llegar la falta de ética y la inescrupulosidad.
La gente, en consecuencia, está presa de sus deudas, presa de empresas que repactan unilateralmente, presa de intereses sobre intereses por mora, que no tienen ni los plazos que hay en otros países como referencia. Porque ni siquiera existe aquí una tasa convencional que mida el lucro.
Entonces, en verdad uno entiende cada vez más la sensación creciente de malestar expresada en las calles.
Creo que el señor Ministro pudo haber hecho un esfuerzo mayor. Estoy convencida de ello.
Considero casi como un insulto para esta Alta Corporación los mil quinientos pesos que subió por negociar con el PRI para obtener sus cuatro votos, y ni siquiera se tuvo la misma correlación acá, donde a lo menos hay 20 Senadores de Oposición.
Me parece que el país debe saber esto: no hubo diálogo ni flexibilidad para entender que cuando pedimos elevar más el monto, no quedarnos en las primeras cifras, es porque conocemos lo que ha ocurrido en el último tiempo. Y si no, habría que preguntar a la gente de la calle cuánto han subido el pan, el transporte público, los alimentos, los combustibles, la electricidad. ¿Y cómo está viviendo la gente? ¡Con este malestar, pues! ¿Y cómo está resistiendo? Las personas se endeudan cada vez más, creándose una verdadera burbuja que nos estallará dentro de poco. Porque va a llegar el momento en que nos daremos cuenta de que ya no habrá capacidad de pago, menos aún si se trata de préstamos con intereses usurarios o de intereses sobre intereses.
Por eso digo al señor Ministro con mucho respeto que estoy convencida de que era factible haber hecho un esfuerzo mayor; de que los mil quinientos pesos que subió en la Cámara de Diputados pudieron haber tenido una suma equivalente en el Senado. La actual cifra está muy lejos de ser la pedida originalmente, incluso de la que correspondería si se piensa lo que cuesta en la actualidad la canasta básica, que se presume -con todo lo que han subido los elementos que la componen- en alrededor de 70 mil pesos.
Si eso lo llevamos a una familia de cuatro personas en promedio, cabe preguntar cómo lo hacen para vivir y qué queremos hacer nosotros.
Entonces, seguiremos en el país de las enormes desigualdades.
Señor Presidente , no dudo -porque no creo que nos esté mintiendo- cuando el Gobierno sostiene que macroeconómicamente estamos creciendo al 6 a 7 por ciento. ¡Espléndido por el país, por cierto! Pero ese crecimiento no se traduce en que halla una mejor distribución del ingreso ni que llegue al bolsillo de la gente. Por el contrario, lo único que advierte el ciudadano son alzas y más alzas.
Y ahora que el Gobierno tiene la posibilidad de dar una señal con el reajuste del salario mínimo, que afecta más o menos a un millón de trabajadores, pues no, tiene que encerrarse en que llegó a cierta cifra. Pero, como no hemos dado nuestro brazo a torcer, nos encontramos en la situación que todos conocemos.
Por esas razones, decimos con mucha claridad que no votaremos en contra, pudiendo hacerlo. Porque con ello dejaríamos a los trabajadores sin reajuste, a pesar de que algunos dicen que así lo prefieren. Pero creo que la gran mayoría de aquellos lo necesita.
Para ser consecuente con lo que acabo de decir, obviamente esos 10 mil pesos de aumento pueden significar un importante incremento del salario mínimo.
Por lo tanto, no seremos un obstáculo para que se apruebe el veto. Pero, al no votar, queremos expresar al Gobierno y a su Ministro de Hacienda que si siguen así bajarán del 30 por ciento de aprobación -no lo deseamos para el país-, y a poco andar tendremos una creciente y más clara molestia en los chilenos, porque las personas están cansadas de sentir que son las que pagan la mayor parte de los costos; que son quienes deben pagar, con un sacrificio tremendo, cada una de las cuentas que les llegan o costear para sus hijos una educación profesional, y qué decir si pretenden que accedan a universidades pagadas.
En consecuencia, nuestra bancada tomó la decisión de no votar ahora, como una señal de protesta, de reclamo, para que ojalá el Gobierno escuche, para que entienda que no basta decir que estamos creciendo si a la vez eso no se acompaña con una mejor distribución. De lo contrario, nada se dice a la gran mayoría de los chilenos.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor García.
El señor GARCÍA .- Señor Presidente , el año pasado, cuando se debatía el reajuste del ingreso mínimo, varios señores Senadores de distintas bancadas plantearon la necesidad de que la discusión no se politizara, de que fuera técnica; y se pidió al Gobierno que convocara a un grupo de expertos, que creara una comisión ad hoc, con el objeto de que fijara técnicamente los parámetros para el reajuste del ingreso mínimo.
Así lo hizo, a mi juicio aplicadamente.
Creada la Comisión Asesora Laboral y de Salario Mínimo, esta recomendó la utilización de una fórmula que incorporara expectativas de inflación, expectativas de crecimiento económico y, también, expectativas de encontrar trabajo.
Si se hubiese empleado en la iniciativa que nos ocupa la fórmula propuesta por esa Comisión, integrada por trabajadores, académicos, empresarios, como representativos de todo el sector laboral, el salario mínimo tendría que haberse reajustado en 4,4 por ciento.
Esa fue la recomendación técnica, señor Presidente .
El Gobierno ingresó un proyecto con un reajuste sobre el 5 por ciento.
Luego, en la Cámara de Diputados se incrementó en mil quinientos pesos; y aquí, en el Senado, en otros quinientos.
Creo que esa es una de las dificultades de los Ministros de Hacienda en general respecto a cómo proceder.
También quiero recordar que hubo muchas veces en que el proyecto de salario mínimo ingresaba con una cifra, se aprobaba en la Cámara de Diputados y también en el Senado, y no teníamos ninguna posibilidad de introducirle alguna modificación.
Entonces, en esto se puede aplicar el dicho de "palos porque bogas, palos porque no bogas". Porque, si se obtiene un mayor monto en la Cámara Baja, en el Senado no queremos ser menos. Y finalmente constituye una dificultad para cualquier Gobierno saber cuál debe ser el monto de reajuste del salario mínimo y cuánto más tendrá que ceder en cada una de las ramas del Parlamento.
Creo que aquí lo importante es ser consecuente, señor Presidente.
Me explico. Hace un par de semanas hubo una gran manifestación del sector agrícola, principalmente de los productores de fruta. Ellos protestaban por el bajo valor del dólar, pues les impide ver mayores horizontes y si su actividad la podrán mantener en el futuro. Y, por supuesto, los trabajadores de ese sector también se preguntan lo mismo: si será factible conservar su fuente de trabajo.
Entonces, lo que no resulta coherente es que, por un lado, reclamemos por el bajo valor del dólar y los efectos que esto tiene en la agricultura, en el sector exportador y en el sustituidor de importaciones, y por el otro sostengamos que el reajuste del salario mínimo es muy poco. Porque resulta que por hallarse el precio del dólar sumamente bajo no podemos subirlo más.
El sector agrícola es uno de los que primordialmente -más que eso, en realidad- paga en mayor proporción el salario mínimo. Si lo aumentamos más allá de lo prudente, muchas de sus actividades tendrán que cerrar, lo cual significa miles de trabajadores desempleados.
A mi juicio, esa es la situación más grave que podría generarse en nuestro país.
Además, me parece que no hay mayor dignidad para los trabajadores que disponer de una fuente laboral. Y mientras más empleos haya, más decorosos serán los trabajos y mejores las remuneraciones.
Por eso -esto lo hemos planteado año tras año en todas las discusiones de reajuste del salario mínimo-, en esta materia no hay lugar a la demagogia ni al populismo. Debemos actuar con la mayor seriedad, porque un reajuste técnicamente excesivo lo terminan pagando los propios trabajadores con el desempleo que se produce.
De ahí que nosotros nunca -¡nunca!- votamos en contra de un reajuste del ingreso mínimo, aunque muchas veces lo encontráramos insuficiente. No lo hicimos por un sentido de responsabilidad frente al país; frente a los trabajadores, y frente a las actividades económicas que realizan principalmente las pequeñas empresas, que son por lo general las que solventan el salario mínimo.
Siento que estemos tan divididos y alejados y que, por consideraciones políticas, un proyecto que deberíamos aprobar todos va a terminar siendo acogido solo con los votos de los Senadores de la UDI, de Renovación Nacional y de los independientes.
Señor Presidente , creo que todos aquí -¡sin excepción alguna!- querríamos un mayor aumento. Los Gobiernos y los Presidentes de la República , cada vez que mandaban un mensaje sobre reajuste del salario mínimo, deseaban que este fuera el más alto.
¿Y por qué las cifras propuestas no fueron más elevadas? Simplemente por lo que señalé recién: porque desde el punto de vista técnico y no desde una visión política, obviamente un salario mínimo más allá de lo razonable termina provocando mayor desempleo. Y esa sí que es una pesada carga para las familias chilenas.
En consecuencia, como lo hice durante todos los años como Oposición, votaré a favor del reajuste sugerido ahora que soy de Gobierno.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Tuma.
El señor TUMA.- Señor Presidente , varios señores Senadores ya se refirieron al hecho de que venimos haciendo el mismo ejercicio durante varios años y nunca hemos logrado determinar una fórmula que permita automáticamente, sin necesidad de efectuar este debate ni tensionar al Parlamento, al Ejecutivo y a los trabajadores, reajustar el ingreso mínimo considerando no solo la canasta básica o la inflación, sino también factores de equidad, de productividad, de crecimiento y de redistribución del ingreso.
Y en cada oportunidad que discutimos la materia, asoma el cuco del desempleo por incrementarse en demasía el salario mínimo, respecto del cual deben tomarse en cuenta los elementos de reajustabilidad que señalé recién. Sin embargo, particularmente en esta oportunidad, no se ha respetado ni siquiera el alza en los precios de los productos de la canasta básica. Aquí tengo un indicador según el cual los precios de los alimentos de primera necesidad experimentaron un incremento de 7,4 por ciento en los últimos doce meses. En consecuencia, el reajuste propuesto por el Gobierno se halla lejos de ese porcentaje.
Por esa razón, en la Oposición hemos insistido en que se debe aumentar el monto del reajuste. En la Cámara de Diputados no se logró elevarlo suficientemente, así como tampoco en el Senado, por la natural falta de diálogo del Gobierno exhibida durante todo su mandato. El Congreso pareciera ser para aquel elemento dilatador de su voluntad de aprobar determinados proyectos.
El Ejecutivo tiene facultades extraordinarias que no desconocemos. Pero, en mi opinión, también debe ponderar los criterios políticos y técnicos, además, el debate que se produce en un régimen democrático y la opinión del Congreso en la materia.
Y aun cuando nos ajustáramos a elementos meramente técnicos, puedo señalar que el alza de los salarios no necesariamente provoca aumento del desempleo ni tampoco una disminución de ellos genera mayores fuentes de trabajo. Porque si eso fuera cierto, durante la dictadura militar se habría resuelto el problema de la cesantía de una vez por todas. Como se recordará, en esa época se determinó un sueldo mínimo de 70 mil pesos respecto de trabajos que eran prácticamente forzados (el PEM y el POJH) y luego tuvimos más de 30 por ciento de desempleo.
Entonces, cuando se dice que la pyme se verá afectada, no es efectivo. ¡No! La crisis de las pymes no radica en el costo del salario mínimo, sino en la falta de control del mercado; en la carencia de regulaciones para proteger a quienes se mantienen en competencia; en la imposibilidad de recibir créditos pagables desde el punto de vista de las tasas de interés.
Al respecto, en una sesión anterior, vimos cómo el mercado aseguraba una tasa de interés a los bancos que les permitía la más alta rentabilidad. Y nunca escuché argumentar que las pymes perderían plata, o que no tendrían oportunidad de contratar más gente.
El problema básico de nuestra economía es que no contamos con una regulación adecuada para que el medio en que se desarrollan las pymes sea rentable. Lo que ellas necesitan es aumentar sus ventas, incrementar la demanda. ¿Y dónde está el poder comprador de ellas sino en los propios trabajadores?
Al restringir las remuneraciones y el sueldo mínimo, las pymes son las que más sufren las crisis. Estas no se producen por aumentar marginalmente los salarios de los trabajadores, sino porque no tienen venta en un mercado absolutamente falto de competitividad; o no les es factible acceder al crédito, lo cual imposibilita el desarrollo de sus condiciones competitivas.
Por lo tanto, cuando se dice que si aumentan mucho los salarios, el empleador tomará la decisión de reemplazar al trabajador y comprará maquinaria, no necesariamente es así. Yo nunca he visto a un empresario, después de un aumentó marginal en el sueldo mínimo, modernizar su empresa y reemplazar al hombre por máquinas. Ese análisis se hace cuando el ahorro de tal modificación le rinde 2, 3 o 10 veces más que el gasto en mano de obra. Porque de lo contrario sería muy fácil pensar que, al bajar los salarios, el empleador botará a la basura sus máquinas y empezará a contratar personal.
Me parece que enfrentamos equivocadamente el debate.
Yo no creo que sea cierto el cuco de que, si aumentan los salarios mínimos, quebrarán o entrarán en crisis las pymes. Estas no caen en tal situación por el costo de las remuneraciones, sino porque tenemos un mercado no regulado.
Entonces, invito al Ejecutivo , más que a hacer un veto que insiste en un salario mínimo "peor es nada" -y no quiero contribuir con mi voto para que este "peor es nada" sea una realidad para los trabajadores chilenos-, a que llevemos adelante una discusión sobre las condiciones de competencia en la economía.
Podemos revisar, por ejemplo, la situación de los trabajadores, que cotizan en salud y previsión un 20 por ciento de su sueldo, dejando parte de este en las AFP, que prestan plata al retail o a empresas quebradas, las cuales luego dan créditos a los mismos trabajadores con tasas usurarias. En buenas cuentas, se les presta a ellos el propio dinero para hipotecar, embargar sus ingresos por muchos años.
Ese es el debate de fondo, más que si el reajuste permitirá periódicamente una recuperación del nivel de las remuneraciones.
Ciertamente, diez mil pesos más son importantes para los trabajadores, sobre todo para quienes ganan el sueldo mínimo. Pero tan relevante como aumentarlo al menos hasta llegar al costo de la canasta básica -este reajuste no lo logra- es también mirar en qué se ocupa dicho salario. Buena parte va a las AFP y otra buena parte, a las isapres. En este último caso, para garantizar el cuidado de la salud principalmente de los sanos, porque, cuando un trabajador se enferma, surgen problemas para recurrir al seguro de salud.
Además, cabe considerar que más del 70 por ciento de las familias con hijos hoy en la universidad nunca había tenido a uno de sus integrantes en la educación superior. Y los trabajadores de tales familias deben sacrificar más del 30 por ciento de sus ingresos en el pago de la educación.
Entonces, por un lado, las remuneraciones son exiguas, y por otro, gran parte del ahorro se canaliza a un sistema de AFP que no garantiza las pensiones, porque a la hora de jubilarse, un trabajador, después de 30 años de cotizaciones, recibirá 30 o 40 por ciento de la tasa de reemplazo del sueldo en activo. Y luego los ahorros de los mismos trabajadores son dados a sus familias como préstamos con tasas usurarias.
En consecuencia, el asunto de fondo es más global.
Por lo mismo, este "peor es nada" propuesto como reajuste no contará al menos con la contribución de mi voto.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Gómez.
El señor GÓMEZ.- Señor Presidente , en la discusión pasada entregamos los argumentos por los cuales considerábamos posible que el Gobierno hiciera un esfuerzo mayor respecto del sueldo mínimo.
Fijarlo en 185 mil pesos, como lo solicitaba un sector importante de los trabajadores, en nuestra opinión, no llevaba a la debacle del sistema económico. Sin embargo, el Ejecutivo tomó la decisión de enviar un veto con un texto exactamente igual al proyecto que ya rechazamos. Ni siquiera hubo un cambio que permitiera considerar dicho reajuste un buen avance.
Me preocupa que se hable siempre de lo que puede implicar tal incremento para las pequeñas empresas, para la economía nacional, y que se corte el hilo por lo más delgado: los miles de chilenos que reciben un salario mínimo.
Si se quiere ayudar a las pymes, habrá que hacerlo desde otra perspectiva. Ahí están los instrumentos tributarios, lo relativo a las deudas previsionales, el acceso a crédito, como señalaba el Senador señor Tuma . En fin, hay distintas medidas que pueden perfectamente colaborar para que las pymes no tengan dificultades en caso de que el aumento del ingreso mínimo afecte su capacidad de pago.
Pero nada de ello se considera. Se opta por dejar el sueldo mínimo en condiciones bastante poco razonables. Si bien 185 mil pesos tampoco es un monto grande, lo planteado por el Gobierno sin duda es inferior.
Señor Presidente , por desgracia, nuestro sistema político, las facultades presidenciales y la forma en que está constituido el mecanismo de toma de decisiones nos complican. Porque lo razonable es que una propuesta legislativa como esta no sea aceptada por la mayoría. Pero, como se ha dicho -y es cierto-, ello reviste una dificultad: en vez de un ingreso mínimo de 182 mil pesos, los trabajadores se quedarían con 172 mil. Por lo tanto, obviamente no hay posibilidad de rechazar lo planteado.
Pero sí podemos manifestar nuestro desacuerdo y señalar claramente que el reajuste del salario mínimo presentado por el Ejecutivo no contará con los votos de la Oposición.
El Gobierno deberá hacerse responsable y explicar a los chilenos y chilenas que ganan el sueldo mínimo sus teorías macro y microeconómicas y por qué, en un país que está creciendo casi al 7 por ciento -lo han dicho los propios Ministros- y que cuenta con reservas por miles de millones de dólares y posibilidades de mayor crecimiento, no fuimos capaces de establecer un monto superior al propuesto.
Reitero: esta iniciativa no recibirá el apoyo de la Oposición. En todo caso, para que no se rechace, hemos decidido no emitir pronunciamiento alguno.
Que el Ejecutivo se haga responsable y le explique al país por qué no se pudo aumentar en 3 mil pesos el reajuste para la gente más pobre de Chile.
He dicho.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.
El señor LAGOS.- Señor Presidente , ya hicimos buena parte de esta discusión cuando analizamos el proyecto sobre salario mínimo en trámites anteriores.
En su oportunidad -para caer en el "yoísmo"-, planteé que era la segunda vez que me tocaba discutir el reajuste del ingreso mínimo en el Senado y que el debate ya me parecía aburrido, porque los argumentos eran idénticos a los expresados la primera vez.
Acá hay Senadores -algunos de ellos ex Diputados- que llevan 20 años discutiendo este asunto y entregando los mismos argumentos. Los Senadores y Diputados incluso son básicamente los mismos. Los que cambian son los Ministros de Hacienda y los Gobiernos de turno.
El señor PROKURICA .- ¡Y algunos Ministros se vienen al Senado...!
El señor LAGOS.- ¡Y otros Senadores se van a los Ministerios...! ¡Y como va la cosa, seguiremos perdiendo gente al frente...!
¡Senador Prokurica, rece para que no lo inviten al Gobierno, porque ahí se le acaba la senaturía...! ¡Aquí Senador que se luce, Senador que se va a un Ministerio...!
Pero volvamos al tema que nos convoca.
A mi juicio, la discusión sobre el reajuste del salario mínimo es inútil e inconducente.
Es inútil porque ningún argumento convencerá a nadie para cambiar lo que ya piensa previamente.
Y es inconducente porque tiene un solo destino: lo que el Gobierno de turno quiere como ingreso mínimo. Porque, como se ha dicho hasta el cansancio, nuestras facultades de acuerdo a la Constitución son aceptar, rechazar o disminuir la propuesta del Ejecutivo , en este caso, de la Administración del Presidente Piñera (en su oportunidad, fue la de la Presidenta Bachelet , la del Presidente Lagos , la del Presidente Frei ). Se trata de una disposición contenida en el artículo 65 de la Carta, y hay que cumplirla.
Pero esto tiene una gracia. ¿Al final a quién favorece este sistema?
El Ejecutivo propone un guarismo para el salario mínimo -en este caso, de 180 mil pesos-; envía el proyecto respectivo al Congreso, y ahí se produce una discusión que la ciudadanía comprende poco.
Lo que esta entiende es lo que me decía un bombero hoy en la Copec de la ruta 68: "Oiga, ¿y me van a subir el mínimo o no?". Me detuve unos minutos a explicarle cómo funcionaba el sistema: que el Ministro de Hacienda , por instrucciones del Presidente de la República , mandó una iniciativa que aumentaba el ingreso mínimo a 180 mil pesos, y que yo solo podía aceptar, rechazar o disminuir tal reajuste, pero no aumentarlo. "¡Pero si es una ley! ¿Por qué no la mejora?", me respondió. "Porque no tengo facultades", repliqué. Y hasta ahí llegó el diálogo, pues en ese momento comenzaron a tocar la bocina los otros clientes de la bencinera.
Y el bombero se quedó entonces con la sensación de que los políticos no le subieron el salario mínimo.
Por lo tanto, cabe plantear una reforma a la manera en que opera el sistema. Como está, resulta beneficioso para el Gobierno -cualquiera que este sea-, porque diluye su responsabilidad.
Si el Ministro de Hacienda se halla convencido de que el ingreso mínimo debe ser el que propone, que lo asuma con todas sus letras y que no pierda el tiempo en el Senado ni en la Cámara de Diputados.
¿Qué vamos a hacer hoy nosotros como Oposición, incluido al Senador Navarro, quien no pertenece a la Concertación? No votaremos el veto, para no obstruir su aprobación ni perjudicar a los trabajadores. Así, el proyecto de reajuste del salario mínimo será despachado solo con los votos de los Senadores de la Derecha.
En consecuencia, se va a aprobar el monto propuesto.
Si lo rechazáramos, pasaríamos a ser -entre comillas- los culpables de no aumentar el sueldo mínimo, lo cual sería una apreciación correcta. Pero yo no quiero negar tal incremento: solo deseo que sea mayor.
Señor Presidente, no voy a repetir los argumentos de discusiones anteriores.
Si el Gobierno cree que hay una fórmula técnica para definir el reajuste del ingreso mínimo mensual, debe proponer la cifra y morir con ella. O sea, el Ministro de Hacienda planteó 180 mil pesos. Y en la Cámara de Diputados, nervios de acero. Y que el PRI haga lo que quiera. Pero no compra un puñado de votos por un incremento adicional de mil 500 pesos.
Repito: la fórmula técnica determinaba 180 mil pesos; ¡y el Ministro muere con ella!
Sin embargo, al aceptar los mil 500 pesos extras para conseguir el puñado de votos del PRI, mandó una señal: el asunto ya no es técnico; es político cien por ciento.
Entonces quienes formamos la Oposición -20 Senadores, incluido el Colega Navarro- preguntamos: ¿será posible que en esta aproximación política nosotros también podamos aportarles a los trabajadores -no perjudicar al Ejecutivo - para el mejoramiento del salario mínimo? Y el Gobierno dijo que no.
¿Qué hicimos? Nos dimos el gusto de rechazar el proyecto en el segundo trámite constitucional. ¿Para qué? Para que el Presidente de la República asumiera su responsabilidad a través de un veto aditivo.
¿Alguien cree que podremos explicarle a cualquier ciudadano -por lo demás, la gente está a punto de ver el partido de fútbol de Chile contra Perú- qué es un veto aditivo? ¡Nadie, pues!
En consecuencia, propongo que nos saltemos esta parte del proceso, que se modifique la Constitución Política o la ley a fin de permitir que, por ejemplo, el Parlamento delegue al Gobierno entrante por 3 o 4 años la facultad de fijar el monto del salario mínimo. Así, el Primer Mandatario o el Ministro de Hacienda , por medio de cadena nacional -similar a la que se hizo con relación al tema de la educación-, podría anunciar al país: "Trabajadores y trabajadoras de Chile, el mínimo será de 180 mil pesos. Y de ahí no me muevo".
Entonces, el Ejecutivo asume la responsabilidad completa, en lugar de traer al Parlamento un proyecto que sigue todo un itinerario: que el primer trámite; que el segundo; que la Comisión Mixta; que el veto aditivo; que, si me abstengo, la abstención se suma a la mayoría.
¡Por algo la gente no entiende nada de lo que hacemos acá!
Si el Gobierno dijo "180 lucas", muere con 180 lucas. ¡Y no compra, Ministro , un puñado de votos por mil 500 pesos más! ¡Y menos puede venir después al Senado a plantear que sube 500 pesos! ¡Valórenos un poquito! Y permítanos contribuir a mejorar el salario mínimo de los trabajadores. No se trata de darnos un gusto. Total, nadie va a saber esto. Pero aparezcamos todos aportando en esta materia.
Lo que ocurrirá ahora será que nosotros no vamos a votar. No es que nos vayamos a abstener. Yo no apretaré ningún botón. Así me quedo callado y no avalo lo que hace el Gobierno.
Ojalá que esto fuera más trasparente y que el Presidente de la República , por cadena nacional -como lo hizo con lo relativo a la educación-, anunciara: "Mis amigos, el salario mínimo será de 180 mil pesos". Y el Ministro de Hacienda , al lado, paradito, como Lavín, mirando sin hacer nada.
¡Nosotros no somos responsables, Ministro ! ¡Es el Gobierno!
Eso es lo que debieran hacer. Eso sería lo razonable, lo justo. Porque, con el sistema actual, la responsabilidad se diluye. Porque cada vez que le ponga bencina al vehículo tendré que decirle a mi amigo bombero: "¿Sabe? No fui yo. Yo quería más". Y le explico todo el proceso.
Por último, Ministro , le hago presente que esta semana no va a terminar bien para usted, por cómo concluyó la anterior. Me parece inaceptable una declaración que formuló al diario "El Mercurio" el domingo recién pasado. Ahí señaló que en el caso de La Polar "Falló la empresa, sus ejecutivos y el directorio".
Con todo respeto, Ministro , yo le pregunto: ¿Qué pasó con la Superintendencia? ¿Qué pasó con las clasificadoras de riesgo? ¿Qué pasó con los auditores?
Uno podría omitir pronunciarse al respecto. Pero, ante un tema tan candente como ese, el Ministro dijo que fallaron la empresa, sus ejecutivos y el directorio. Las clasificadoras de riesgo no se mencionan; las empresas auditoras no se mencionan, y las superintendencias, tampoco.
Ojalá que esta semana termine mejor que la anterior y -entiendo el rol del Ministro- que tengamos una modificación del sistema con que se aprueba el reajuste del salario mínimo, a fin de que los Gobiernos asuman en plenitud su responsabilidad.
Tal vez aquello no es factible jurídicamente. No lo sé. Pero quizás reformando el artículo 65, número 4°, de la Constitución Política puede facultarse, de manera permanente o temporal, para que el Gobierno entrante diga: "Tengo cuatro años por delante y no necesito pedirle permiso al Parlamento ni enredarme en un trámite legislativo a los efectos de fijar el salario mínimo mensual, porque sé cuál es el correcto".
Se gobierna para tomar decisiones: las buenas, las no tan buenas y, también, las que no son gratas.
El señor KUSCHEL .- ¿Cómo va a votar, señor Senador ...?
El señor LAGOS.- ¡No votaré!
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Cantero.
El señor CANTERO.- Señor Presidente , esta discusión -como se ha dicho, se repite año a año- es una paradoja de buenas intenciones y arrebatos de generosidad que, en la práctica, a la gente le provocan más que nada frustración y rabia.
Además, es un culto a la inconsecuencia.
Las cifras sobre el reajuste del monto del sueldo mínimo para los trabajadores de Chile son las siguientes: la propuesta del Gobierno es de 182 mil pesos, lo que implica un aumento nominal de 5,8 por ciento y uno real de 2,5 por ciento. Y ello se considera bajo, miserable, mezquino, atentatorio contra la dignidad de los trabajadores.
A mi juicio, hay mucha razón en aquello. Pero es injusto si se comparan los porcentajes del incremento real con los reajustes anteriores.
En este año el Gobierno del Presidente Piñera plantea un 2,5 por ciento.
La Presidenta Bachelet -la "Jefa", como dijo el Senador que me precedió en el uso de la palabra- otorgó un aumento real de 1,98 por ciento,...
El señor PROKURICA .- ¡Qué vergüenza!
El señor CANTERO.- ...bastante menor respecto del 2,5 propuesto ahora.
En el Gobierno del Presidente Lagos, el promedio de los años 2001-2005 alcanzó a 2,3 por ciento. Se acerca más a lo que se vota hoy.
En el del Presidente Aylwin , a 2,25 por ciento.
No recuerdo el porcentaje otorgado en la Administración del Presidente Frei . Quizás Su Señoría me pueda ayudar.
El señor FREI (don Eduardo).- Fue de 4,8 por ciento.
El señor CANTERO.- De 4,8 por ciento.
Bueno: esas son las realidades.
Los discursos no son coherentes con los hechos reales. Por eso la gente tiene el legítimo derecho a despreciar cada vez que un político "hace tanta gárgara" con lo de la dignidad del trabajador, cuando en la práctica las cifras son muy elocuentes.
Además, tengo la impresión de que en el futuro habrá que buscar una definición más adecuada de "sueldo mínimo" o, quizás, cambiar el concepto.
¿Qué es un sueldo? Según el diccionario, es la remuneración regular asignada a una persona por el desempeño de un servicio o trabajo.
Si eso es así, establecer 182 mil pesos al mes como retribución mínima al esfuerzo de un ser humano obviamente constituye una cifra completamente fuera de cualquier lógica que respete la dignidad humana.
En consecuencia, hay que empezar a discutir si este es el camino adecuado.
Algunos aclaran el concepto y dicen: "¡No! No se trata de fijar una cifra por individuo, sino de sumar lo que genera el grupo familiar".
Ciertamente, esa puede ser una lógica.
Pero partamos de la base de que 182 mil pesos al mes por el trabajo de un individuo es una cuestión que no responde a una adecuada lógica.
Y esa lógica, además, se halla vinculada a la productividad del individuo. Yo no puedo comprender que una persona tenga tan baja productividad. Algo no está bien medido aquí.
Después aparece otra lógica que tal vez corresponda a la sumatoria de lo que hay al interior de una familia. Sí. Pero eso obliga a que la mujer deba salir a trabajar. Se dirá que es el signo de los tiempos. No obstante, en realidad, el hecho de que la economía defina este tipo de situaciones me genera ciertas complicaciones, en particular cuando veo el desarraigo que se origina en el hogar; todas las consecuencias socioeconómicas que se producen en la familia, y cómo esta cae en descrédito permanentemente.
Respecto de las desigualdades, sin duda que cuando se comparan los 182 mil pesos versus los ingresos que acumula el quintil más alto, uno dice: "¡Esto es una vergüenza!". "¡Esto es un escándalo!". "¡Esto repugna a cualquier inteligencia!".
Es evidente que esas asimetrías tan odiosas sitúan a Chile entre los países con las más altas diferencias, con las más altas desigualdades. Es una materia que tendremos que conversar.
En seguida me referiré al incremento del ingreso mínimo con relación al desarrollo de la economía.
Cuando se dice que nuestra economía crece al 7 por ciento, uno se pregunta cómo y por qué esos beneficios no le llegan a la gente, la que sigue con remuneraciones extremadamente bajas.
Por eso, expreso de nuevo el imperativo de que Gobierno y Oposición se sienten a dialogar. Porque la lógica del chorreo resulta del todo inaceptable.
Se ha sostenido la necesidad de dejar espacio para la negociación en el Senado; para pedir 1.500 pesos como máximo. Y algunos mencionaban solo 500 pesos.
¡Resulta muy barato el voto aquí! Yo, por lo menos, no tengo interés alguno en participar en una negociación tan mezquina y -perdóneseme la expresión; la señalo con mucho respeto y conciencia de lo que estoy diciendo- bastarda.
A mi juicio, lo que debemos discutir es una cuestión más profunda: cuál es la retribución mínima por el trabajo de un ser humano en un mes.
¡Esa debiera ser nuestra discusión!
En cuanto a si ello afecta o no el empleo, yo me he preguntado muchas veces si en beneficio de él se justifica castigar el ingreso de una familia con un salario del nivel que se propone hoy: 182 mil pesos al mes.
Tal vez lo razonable sería elevar ese monto al que estimamos que debería ser lo mínimo para vivir dignamente, y dejar que el rol subsidiario del Estado actuara sobre quienes no tuvieran acceso al empleo; pero de verdad, otorgándoles niveles de dignidad.
En definitiva, el trabajador sentiría que recibe la retribución apropiada por su labor.
Todo lo anterior me induce a considerar que estamos llevando a nuestra sociedad a una lógica de consumo, sencillamente, y que la tensión entre Estado y mercado, que nos ha acompañado durante un siglo y medio, está llegando a un punto de inflexión tan crítico que la evaluación de la gente sobre los políticos llega a ser -lo digo con franqueza- motivo de vergüenza.
Cuando uno ve el desprecio de la ciudadanía por nuestro trabajo, lo mínimo que podemos hacer es ponernos un poquito colorados.
Cuando uno ve que simples telefonazos, simples mensajes en Twitter o Facebook sacan a las calles a 120 mil personas para manifestar que no las representamos convenientemente, debemos preocuparnos.
Por eso, la afirmación de que no nos dejaron 500 o mil pesos para poco menos que justificar nuestro trabajo, a mí, al menos, me resulta inaceptable.
Existe el peligro de que, finalmente, mediante este tipo de movimientos de la nueva ciudadanía que emerge: la sociedad civil, sea esta la que asuma el rol reivindicativo que le corresponde al Parlamento.
A continuación me referiré a otro aspecto que me interesa.
En esta lógica de mantener un ingreso mínimo tan bajo, me pregunto cuáles son los bienes públicos a los que realmente accede la población. Porque si tuviera una educación o salud buenas y gratuitas, entonces recibiría alguna compensación. Pero en tales materias hacen otro reproche y nos dicen: "Señores, para recibir atención de salud a una edad avanzada, debo hipotecar todo lo que he ganado durante mi vida. Y al comienzo de esta he de hipotecarla completa para poder acceder a una buena educación". ¡Cómo!
Creo que ahí residen los problemas de esa realidad socioeconómica tan compleja.
En consecuencia ¿cuáles son los elementos mínimos para vivir con dignidad?
Ese es el punto que tendremos que resolver.
Por último, con relación a la presente votación, que se ha tratado de explicar tanto, quiero manifestar lo siguiente.
Cuando yo era niño, en el colegio me enseñaron que si uno explica mucho, en último término se complica. Y, en verdad, la explicación de lo que se está votando más bien complica y no aclara nada.
Sin embargo, yo no puedo sino votar a favor del veto, porque al final -repito- es el mejor resultado que se ha logrado en mucho tiempo, aunque todavía me parece insatisfactorio. Es preciso efectuar un análisis mucho más profundo para establecer un ingreso mínimo verdaderamente digno para los trabajadores.
Voto a favor.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Frei.
El señor FREI (don Eduardo).- Señor Presidente , en los tres minutos de que dispongo, quiero establecer primero que en el Senado aún estamos trabajando. Porque algunos medios titulan: "Gobierno pide a empresarios acortar la jornada laboral por partido con Perú".
Hoy hubo muchos comentarios en cuanto a que nosotros no íbamos a sesionar ahora;...
El señor NAVARRO .- ¡Aquí estamos!
El señor FREI (don Eduardo).-...que nos iríamos para la casa; que esta tarde no habría más actividad legislativa.
¡Pero somos igual que todos los chilenos! ¡Ligerito vamos a estar mirando el partido!
El señor GÓMEZ .- ¡Al que no veo es al colega Rossi!
El señor FREI (don Eduardo).- En efecto. No está.
El señor PROKURICA.- ¡Se fue a mirar el partido!
El señor FREI (don Eduardo).- ¡Ah, aquí viene entrando!
Señor Presidente, yo me voy a sumar a las reflexiones que se han expuesto. Y espero ser breve.
Durante todo el año hemos escuchado comentar que Chile está bien; que la economía se encuentra creciendo a tasas superiores a las históricas; que este año y el próximo experimentará el mayor desarrollo económico entre las naciones de la OCDE, y hace algunos días vimos al Ministro de Hacienda en Londres , en fin.
Entonces, uno dice: "Si a todo el país le está yendo tan bien, ¿por qué no le puede tocar algo también a los que ganan menos?".
Hemos visto los resultados de distintos sectores económicos. Días atrás el señor Ministro nos informaba acerca de los ingresos tributarios de la Operación Renta 2011 y explicitaba los de algunos sectores.
Asimismo, hemos debatido acerca del IPC de los hogares de menores ingresos, que alcanza -y hoy lo reitera el Diario Financiero- a 7,4 por ciento; el de los combustibles, a 9 por ciento. Y resulta que estos le significaron al Fisco, en los primeros meses del año, una mayor recaudación de casi 16 por ciento. Por eso en nuestras Regiones pagamos 800 o 900 pesos por litro.
Y así podríamos seguir examinando las cifras.
Es preciso dar una señal a los sectores más vulnerables. La discusión sobre el punto se ha extendido por 21 años, pues -como se ha indicado- comenzó en 1990.
En algunos períodos me tocó estar al otro lado del banco. Y se me ha criticado mucho aduciendo que di reajustes que significaron gran inflación. Pero sucede que, por ejemplo, en 1999 -año de la crisis asiática-, el reajuste real fue 8,66 por ciento, y el nominal, 12,42 por ciento. Desempleo: 10 por ciento.
Si comparamos esas cifras con las de 2009 -año de la crisis financiera internacional-, tenemos que en este el reajuste real fue de 1,9 por ciento, y el desempleo, de 9,7 por ciento. O sea, prácticamente lo mismo que en 1999.
Hoy, en la reunión de la Comisión le consulté al Ministro si existen resultados empíricos que demuestren que un mayor aumento del ingreso mínimo genera desempleo. Porque hemos conocido estudios, academia, teoría, pero nunca cantidades reales que corroboren tal realidad.
Y como la comparación anterior podría realizar otras, porque en 1998, 1999 y 2000 otorgamos un reajuste trienal.
¿Qué implicaba eso y por qué procedimos de tal modo? Porque nos encontrábamos en situación de crisis y había que darles una señal a las personas que tienen menos. Y así reajustamos las pensiones de los jubilados y el ingreso mínimo.
El argumento de que con ello se generó desempleo se ha repetido hasta la saciedad. No lo comparto y, por lo tanto, quería dar a conocer los números recién descritos, que son los oficiales. Y el ejemplo práctico, real, con datos porcentuales, de que eso fue lo que ocurrió en nuestro país lo muestran, no los estudios ni los documentos internacionales, sino las cifras chilenas.
Esa es la razón por la cual hemos planteado un reajuste más cercano al 7 por ciento, acorde con el aumento de los alimentos, el combustible, el transporte para los sectores de menores ingresos.
¡Es una señal potente que debemos entregar!
En segundo lugar, se ha hablado mucho de la Comisión Técnica del Salario Mínimo. ¡Pero si dicho órgano propuso un 4,4 por ciento de reajuste y hoy día estamos en 5,8! ¿Y por qué subió ese 1,4? ¡Por razones políticas! ¡Todos lo sabemos! Si no, nos habríamos quedado con el 4,4 por ciento y hubiésemos escuchado a los miembros de la Comisión Técnica que, desde que iniciaron su trabajo hasta que lo terminaron, siempre sostuvieron la misma postura, incluso antes de que mostraran sus resultados. O sea, sus integrantes fueron más principistas que otros expertos.
Por lo tanto, si queremos una Comisión Técnica de Salario Mínimo verdadera, estamos dispuestos a colaborar en esa discusión y a centrarnos en un análisis realmente técnico. No obstante, ocurre que quienes van a dicho órgano, incluso antes de debatir el tema, ya están por una posición u otra.
Por eso fracasó totalmente dicha instancia.
Por otra parte, el Ministro de Hacienda -como señalé- partió con un reajuste de 4,4 por ciento y hoy día llegó a un 5,8. Por eso, le digo a mi colega que me precedió en el uso de la palabra que el problema no es 500 pesos más o 500 pesos menos. Este reajuste constituye una señal de dignidad. Eso no se halla en discusión. Todos sabemos que el incremento de 1,4 por ciento obedeció a razones políticas.
Cuando fui Presidente de la República , discutimos esas cifras y las autoridades económicas que me acompañaban en el Gobierno me decían lo mismo: "Usted va a producir esto; va a producir esto otro". Sin embargo, las cifras nos demuestran que no fue así.
El reajuste del salario mínimo constituía una señal para la gente que en ese momento se hallaba en problemas debido a la crisis económica. Eso es lo que yo esperaba en ese entonces y lo que esperábamos en esta ocasión.
Por eso, hemos tenido una larga discusión en la Comisión de Hacienda, en la Comisión Mixta, etcétera.
Por último, señor Presidente , todas las cifras que nos entregó el Ejecutivo en los últimos meses indican que el aumento del empleo se ha debido más a los trabajadores por cuenta propia que a los asalariados. Esos son los datos oficiales que expuso el Gobierno en las distintas discusiones que tuvimos en la Comisión.
En consecuencia, cuando son las 18:17, para que todos los señores Senadores puedan ir a ver el partido de fútbol -entiendo que no hay más inscritos-, se termina la discusión del reajuste del monto del salario mínimo.
Desgraciadamente, no les dimos una señal a los trabajadores pudiendo haberlo hecho.
En mi Región, la gran mayoría de las personas que laboran -estuve con la multigremial de Osorno la semana pasada- ganan el sueldo mínimo, por lo que un aumento mayor habría sido una buena señal para ellas.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quintana.
El señor QUINTANA.- Señor Presidente , en YouTube podemos ver un video de un flamante ex gerente que textualmente dice: "Hemos ido a sus casas, hemos visto cómo viven, hemos hecho estudios sociológicos, sabemos lo que piensan, sabemos qué hacen los días domingos, en qué usan su tiempo; por qué van a un centro comercial y no van a otro; qué pasa con el Transantiago, qué pasa con sus hijos, etcétera. La Polar es una opción de vida y que ha logrado la confianza de sus clientes y, cuando esto se logra, se pasa la barrera del sonido. Yo creo en La Polar y, como creo en La Polar, voy a comprar, voy a pagar, tomo mi seguro y allí se produce un vínculo casi espiritual con el cliente".
No sé si estas expresiones del ex gerente general de La Polar, Pablo Alcalde, traspasan la barrera del sonido o, más bien, la barrera de la vergüenza.
¿Por qué lo planteo? Porque lo anterior tiene mucha relación con las manifestaciones que realizan los movimientos ciudadanos.
Las cuatrocientas y tantas mil personas afectadas por La Polar, sobre todo las nueve mil que ya empezaron un proceso de reprogramación, son las mismas que, frente a la posibilidad de un incremento real del ingreso mínimo, naturalmente esperaban otra cosa, en virtud de las razones que manifestó hace un instante el ex Presidente de la República , Senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle .
Esas familias, esos sectores sociales -estamos hablando del primer y segundo quintil, que son grupos bastante homogéneos- requieren dar respuesta a sus necesidades de calefacción, de transporte, de precios de los alimentos. En resumen, deben enfrentar el llamado "IPC de los pobres", como bien indicó el Honorable señor Andrés Zaldívar .
Entonces, este reajuste del salario mínimo es un nuevo balde de agua fría para tales segmentos. Y esto no es demagogia ni populismo, porque el propio Gobierno instaló una hiperfocalización en dichos grupos. Y son los mismos sectores sociales maltratados por La Polar los que hoy día esperaban un incremento mayor. ¿Y cuánto les damos? Un 2,5 por ciento real.
Estos segmentos sociales son los mismos que utilizamos muchas veces en el discurso para argumentar que 7 de cada 10 estudiantes chilenos conforman la primera generación que ingresa a la educación superior y nos sentimos orgullosos de ello. Sin embargo, ¿qué hacemos ahora? Los obligamos a pagar el costo de esa movilidad social.
Considero que ese es un debate interesante que no hemos realizado y que -insisto- da cuenta de un segmento de la población.
Acá se habla de un millón de trabajadores, de familias que tendrán que conformarse con este pequeño aumento.
Yo no creo -y comparto las afirmaciones del Honorable señor Cantero - que el Senado deba llevarse algo en esta negociación. Aquí podemos analizar procedimientos, discutir la arquitectura de la iniciativa, pero no necesariamente tenemos que terminar negociando un peso más o un peso menos.
Lo que pasa, señor Ministro -y me dirijo a él por intermedio de la Mesa, señor Presidente -, es que fue usted quien politizó el debate y se sentó a negociar con tres Diputados. Y ahí salió lo que todos conocimos: un reajuste de mil 500 pesos. ¡Eso desvirtuó completamente la conversación y la hizo distinta a otras que hemos sostenido en el pasado!
Por lo tanto, ¡claro!, uno podrá decir: "Mire, aquí estamos en el Senado". ¿Y cuánto conseguimos? ¡Una empanada de horno! ¡Y una malita, ni siquiera de amasandería! ¡Eso es lo que vale este Senado!
Yo no quisiera poner el debate en esa perspectiva, porque -reitero- no necesariamente debe salir de esta Corporación un peso más. Lo que sí esperamos es que de aquí salga un buen proyecto. Y esta discusión, tal como expresó el Senador Frei, la hemos tenido durante 21 años en idénticos términos. Pero -¡ojo!- por primera vez debatimos esta iniciativa sobre la base de un veto, de una observación del Gobierno.
Me parece que esa es una cuestión tremendamente peligrosa, señor Presidente . Porque no solo estamos enfrentando este tipo de dificultades en esta área, sino también a raíz de muchos otros proyectos de ley en los cuales no hay diálogo. O sea, esta práctica refleja finalmente que la clase política es incapaz de ponerse de acuerdo y muestra una miopía, una sordera respecto de lo que está ocurriendo en la calle.
Y de eso tenemos que hacernos una autocrítica.
Se habla mucho de los grandes acuerdos. Pero los consensos que pudiéramos llegar a alcanzar en el futuro cercano -por ejemplo, en educación- nada tienen que ver con aquellos que, en su oportunidad, lideró el Senador Longueira con otros Gobiernos, porque eran coaliciones con espaldas más robustas, más anchas, de mayor solidez. Hoy día, nuestros conglomerados juntos no representan ni al 50 por ciento de la población. ¡Seamos claros! ¡Hagámonos cargo de esa realidad!
En consecuencia, pienso que una vez más hemos ignorado el ruido de la calle. Por eso, el Gobierno entra en contradicción con las recomendaciones de sus propios técnicos cuando nos presenta este miserable incremento de salario mínimo. Los fines de semana leo o escucho a Luis Larraín , Hernán Büchi , el Instituto Libertad y Desarrollo sostener que el Presidente Piñera está gobernando con ideas ajenas. Y lo único en que se sienten identificados estos destacados economistas es precisamente en el tema económico.
Es por eso que -y termino con esto, señor Presidente - este bajo incremento del salario mínimo resulta altamente contradictorio cuando la gran fortaleza del Gobierno es mostrar un país que crece al 7 por ciento, independientemente de que gran parte de Latinoamérica y las economías emergentes registran igual índice.
Por ello, este reajuste del salario mínimo no se ve bien y claramente se halla muy por debajo de las expectativas.
Opino que el Ejecutivo planteó incorrectamente esta negociación. Desde un comienzo la estamos terminando mal y no hubiéramos querido llegar a la situación por la que ahora atravesamos.
Por las razones que manifesté, señor Presidente, no voto.
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Muñoz Aburto.
El señor MUÑOZ ABURTO.- Señor Presidente , hace pocos días en un programa televisivo nocturno de un canal con cobertura nacional, los hermanos Franco y Antonino Parisi -economistas que siempre han apoyado al actual Gobierno- sostenían que nuestro país está forrado en plata. Y cuando el conductor, quien también es un acérrimo partidario del Presidente Piñera , les consultó sobre el monto del salario mínimo, ellos respondieron que ese guarismo no debía ser menor a los 200 mil pesos.
Eso lo sostienen economistas que han apoyado y apoyan al Gobierno de Sebastián Piñera.
Y, a renglón seguido, los mismos expertos dan cuenta de que en Chile existe una mala distribución del ingreso, que aumentan los pobres y que los ricos son más ricos, y en menor cantidad.
Entonces, cuando uno escucha estas aseveraciones en boca de economistas que no son de la Oposición sino que respaldan al actual Gobierno, se da cuenta de por qué la ciudadanía se está manifestando en las calles.
Asimismo, nos damos cuenta de que nuestras instituciones democráticas están siendo seriamente cuestionadas por miles de chilenas y chilenos que salen a expresar su disconformidad, su molestia. Y esos conciudadanos reclaman porque están insertos en una sociedad injusta, que no les da oportunidades para mejorar sus niveles de vida.
Por eso, que más de 120 mil personas salgan a protestar en nuestra capital y más de 400 mil a lo largo de todo el país significa que Chile ya no es el mismo de hace 15 días.
Pero parece que las instituciones democráticas no se percatan de ello.
Yo no he escuchado esta tarde, fundamentalmente de Senadores que apoyan al Gobierno, que nos llamen para conversar sobre las injusticias que está cometiendo el modelo económico social que se aplica en Chile.
A lo mejor mañana ya no van a salir a las calles para protestar 400 mil personas, sino muchas más. Porque ya no solo habrá demandas ante la crisis en la educación o por el verdadero robo que ha sufrido prácticamente toda la ciudadanía a raíz del fraude de La Polar, sino que se van a sumar los trabajadores que se sienten burlados, menoscabados cuando aquí, en este Congreso, sea cual fuere la actitud que se tome -aprobando, rechazando, absteniéndose o no votando-, se sancione en definitiva un salario mínimo de 182 mil pesos.
¡Qué explicaciones se le pueden dar a una familia de cuatro o cinco personas por la fijación de un salario mínimo de 182 mil pesos!
Por eso, señor Presidente , considero urgente y necesario -espero que se concrete- escuchar todos los llamados que se hacen a través de los medios de comunicación a enfrentar la crisis que vive nuestra sociedad, a enfrentar las demandas que están levantando los ciudadanos.
Discrepo, sí, de lo afirmado aquí esta tarde. No es efectivo que las 100 mil o 120 mil personas salgan a las calles a reclamar contra el Legislativo. No. A esos ciudadanos no les interesa este Poder. Lo que les interesa es cómo nuestro país puede, de una ver por todas, resolver los bolsones de injusticia social existentes. Y no lo estamos haciendo bien si hoy día aprobamos los 182 mil pesos. Y no lo está haciendo bien el Gobierno si no se sienta a conversar con la Oposición para decir: "Bueno, señores, tratemos de solucionar los problemas de la educación, los problemas del empleo, los problemas de la distribución del ingreso".
Pero de eso no se dice absolutamente nada.
Hay graves injusticias, señor Presidente , como las que señalé.
Nos roban 380, 400 millones de dólares de las AFP, ¡y nadie dice ni hace absolutamente nada!
¡Cómo es posible que el Gobierno y nosotros permanezcamos indiferentes ante esas cosas que ocurren en nuestra sociedad!
Por eso, creo que los llamados que se formulan para grandes acuerdos nacionales destinados a resolver los problemas que aquejan a este país deben concretarse en acciones que efectivamente conduzcan a terminar con ellos.
De seguir la situación como está, las manifestaciones que se han venido desarrollando a lo largo de nuestro país irán en aumento. Y va a ir en aumento la falta de cariño y de adhesión de que adolecen nuestras instituciones democráticas.
Porque no provoca alegría la afirmación de que los partidos políticos están desprestigiados; de que los parlamentarios estamos desprestigiados; de que el Poder Ejecutivo está desprestigiado.
Es realmente gravísimo que eso esté ocurriendo. Y la única forma de resolverlo, señor Presidente y Honorables colegas, es que de una vez por todas depongamos nuestras diferencias y empecemos a trabajar en serio en busca de un Chile más justo y más solidario.
Yo no voy a contribuir con mi voto a esto, que, de todos modos, constituye una bofetada para la miseria y para los grandes problemas que viven millones de trabajadores.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Terminada la votación.
--Se aprueba la observación de Su Excelencia el Presidente de la República (17 votos a favor y 1 pareo).
Votaron por la afirmativa la señora Pérez (doña Lily) y los señores Bianchi, Cantero, Chadwick, Chahuán, Coloma, Espina, García, Horvath, Kuschel, Larraín (don Carlos), Longueira, Novoa, Orpis, Pérez Varela, Prokurica y Uriarte.
No votó, por estar pareado, el señor Walker (don Patricio).
El señor GIRARDI ( Presidente ).- Voy a levantar la sesión, sin perjuicio de dar curso reglamentario a diversas peticiones de oficios que han llegado a la Secretaría.
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