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La señora ALLENDE.- Señor Presidente , como aquí se ha señalado, esta es una discusión que año a año llevamos a cabo en el Congreso, y en cada ocasión debemos pasar por este trance, que no es grato para ningún parlamentario, ni de una ni de otra posición. No lo fue muchas veces para nosotros, cuando estuvimos en el Gobierno, así como tampoco lo es ahora que nos hallamos en la Oposición.
No hemos logrado -pese a lo sugerido por la comisión técnica especialmente creada al efecto- generar un mecanismo mediante el cual alguna vez digamos: "Vamos a considerar tales y cuales elementos y se va a efectuar un reajuste automático en función de variables como la productividad o la inflación esperada (no pasada), en fin".
No hemos logrado encontrar esa fórmula. Y cada año tenemos que llevar a cabo este debate, con la salvedad de que, aunque se nos diga una y otra vez que subir el salario mínimo en cierta cantidad puede afectar el empleo, numerosos estudios se refieren a la falta de una investigación empírica que demuestre la existencia de una correlación efectiva entre aumento del salario mínimo e incremento del desempleo.
Lo que está claro, por supuesto, es que un alza abrupta y en una cantidad muy importante podría provocar desocupación, pero no es el caso ahora ni lo ha sido anteriormente. El Senador Zaldívar entregó cifras hacia atrás y refutó con claridad lo que se ha venido afirmando. Pero estamos acostumbrados a ello porque todos los años, cada vez que discutimos el aumento del salario mínimo, escuchamos el mismo discurso.
Lo cierto es que Chile, aunque se diga lo contrario, es un país donde el 60 por ciento de sus trabajadores gana muy poco.
Cuando tuvimos la posibilidad de analizar el problema de La Polar -espero que ese debate continúe, porque no se alcanzó a terminar-, se descubrieron varias cosas. Una de ellas fue que la forma en que los chilenos sobreviven es a base del endeudamiento. Esto resulta muy triste porque, en el fondo, significa que el dinero no alcanza. Y acaba de salir un estudio donde se establece que Santiago es una de las ciudades más caras de la región. En realidad, cuando uno compara precios, se da cuenta de que eso en efecto es así.
Entonces, cuando uno analiza la situación de La Polar -más allá de otros fenómenos que han saltado a la vista y que espero que podamos regular y cambiar-, comprende que la gente se tiene que endeudar, justamente porque lo que gana no le alcanza para vivir.
La idea de contemplar elementos para determinar el monto del salario mínimo es que uno de ellos sean justamente -incluso así lo expresa la OIT- las necesidades de los trabajadores y de sus familias, fuera de otros como el nivel general de salarios, el costo de la vida, las prestaciones de seguridad social, la calidad de vida relativa de ciertos grupos, en fin.
Y aquel debe ser un instrumento crucial en toda política que pretenda eliminar la pobreza.
Sabemos que el ingreso mínimo afecta a casi un millón de trabajadores, que, por cierto, son los más vulnerables y los menos calificados.
Uno se pregunta si es posible quedarse tranquilamente diciendo: "Bueno, no hay otra opción". Desde luego, entendemos, y no es esa la razón. Si ejerciéramos la mayoría que en este momento tenemos en el Senado, claramente podríamos rechazar la observación. Pero no es esa nuestra intención. La decisión que hemos tomado es la de no ser un obstáculo. Por lo tanto, deberán aprobarla los parlamentarios de la Alianza, que quieren asumir la política que en este momento plantea el Gobierno.
Cuando uno ve casos como el de La Polar, que nombré como una de las aristas, empieza a entender el malestar creciente que existe en la población. El país no puede seguir con estos niveles de desigualdad, viendo lo que le cuesta a una familia salir adelante. Todo se vuelve pagar deudas: para estudiar, para solucionar algún problema de salud. En este último caso, si por alguna razón alguien sale del sistema público -donde se atiende el 70 por ciento- y opta por alguna alternativa, debe endeudarse y después pagar. Y de este modo se van sumando deudas y pagos, lo cual se va haciendo cada vez más insostenible.
Pero así como uno comienza a comprender la situación de endeudamiento existente, más allá de lo que significa el problema de La Polar, resulta irritante ver el otro extremo: gente sin escrúpulos que puede llevar el lucro a cualquier medio; compra de acciones con cifras abultadas que después se venden en sumas millonarias; informes de lo que ganan los bancos.
Entonces, con todo esto que ocurre, ¡con razón la gente se siente como se siente! Y creo que esa es también una de las grandes razones por las cuales todos estamos siendo mal evaluados. No obstante, este Gobierno se está llevando el récord de ser el peor evaluado desde el regreso a la democracia. Nunca antes se había registrado un caso de tan baja adhesión. Y eso, como digo, se debe principalmente a este malestar que siente la población, que ve las rentabilidades millonarias de los bancos y acciones como la de La Polar, que reflejan hasta dónde puede llegar la falta de ética y la inescrupulosidad.
La gente, en consecuencia, está presa de sus deudas, presa de empresas que repactan unilateralmente, presa de intereses sobre intereses por mora, que no tienen ni los plazos que hay en otros países como referencia. Porque ni siquiera existe aquí una tasa convencional que mida el lucro.
Entonces, en verdad uno entiende cada vez más la sensación creciente de malestar expresada en las calles.
Creo que el señor Ministro pudo haber hecho un esfuerzo mayor. Estoy convencida de ello.
Considero casi como un insulto para esta Alta Corporación los mil quinientos pesos que subió por negociar con el PRI para obtener sus cuatro votos, y ni siquiera se tuvo la misma correlación acá, donde a lo menos hay 20 Senadores de Oposición.
Me parece que el país debe saber esto: no hubo diálogo ni flexibilidad para entender que cuando pedimos elevar más el monto, no quedarnos en las primeras cifras, es porque conocemos lo que ha ocurrido en el último tiempo. Y si no, habría que preguntar a la gente de la calle cuánto han subido el pan, el transporte público, los alimentos, los combustibles, la electricidad. ¿Y cómo está viviendo la gente? ¡Con este malestar, pues! ¿Y cómo está resistiendo? Las personas se endeudan cada vez más, creándose una verdadera burbuja que nos estallará dentro de poco. Porque va a llegar el momento en que nos daremos cuenta de que ya no habrá capacidad de pago, menos aún si se trata de préstamos con intereses usurarios o de intereses sobre intereses.
Por eso digo al señor Ministro con mucho respeto que estoy convencida de que era factible haber hecho un esfuerzo mayor; de que los mil quinientos pesos que subió en la Cámara de Diputados pudieron haber tenido una suma equivalente en el Senado. La actual cifra está muy lejos de ser la pedida originalmente, incluso de la que correspondería si se piensa lo que cuesta en la actualidad la canasta básica, que se presume -con todo lo que han subido los elementos que la componen- en alrededor de 70 mil pesos.
Si eso lo llevamos a una familia de cuatro personas en promedio, cabe preguntar cómo lo hacen para vivir y qué queremos hacer nosotros.
Entonces, seguiremos en el país de las enormes desigualdades.
Señor Presidente , no dudo -porque no creo que nos esté mintiendo- cuando el Gobierno sostiene que macroeconómicamente estamos creciendo al 6 a 7 por ciento. ¡Espléndido por el país, por cierto! Pero ese crecimiento no se traduce en que halla una mejor distribución del ingreso ni que llegue al bolsillo de la gente. Por el contrario, lo único que advierte el ciudadano son alzas y más alzas.
Y ahora que el Gobierno tiene la posibilidad de dar una señal con el reajuste del salario mínimo, que afecta más o menos a un millón de trabajadores, pues no, tiene que encerrarse en que llegó a cierta cifra. Pero, como no hemos dado nuestro brazo a torcer, nos encontramos en la situación que todos conocemos.
Por esas razones, decimos con mucha claridad que no votaremos en contra, pudiendo hacerlo. Porque con ello dejaríamos a los trabajadores sin reajuste, a pesar de que algunos dicen que así lo prefieren. Pero creo que la gran mayoría de aquellos lo necesita.
Para ser consecuente con lo que acabo de decir, obviamente esos 10 mil pesos de aumento pueden significar un importante incremento del salario mínimo.
Por lo tanto, no seremos un obstáculo para que se apruebe el veto. Pero, al no votar, queremos expresar al Gobierno y a su Ministro de Hacienda que si siguen así bajarán del 30 por ciento de aprobación -no lo deseamos para el país-, y a poco andar tendremos una creciente y más clara molestia en los chilenos, porque las personas están cansadas de sentir que son las que pagan la mayor parte de los costos; que son quienes deben pagar, con un sacrificio tremendo, cada una de las cuentas que les llegan o costear para sus hijos una educación profesional, y qué decir si pretenden que accedan a universidades pagadas.
En consecuencia, nuestra bancada tomó la decisión de no votar ahora, como una señal de protesta, de reclamo, para que ojalá el Gobierno escuche, para que entienda que no basta decir que estamos creciendo si a la vez eso no se acompaña con una mejor distribución. De lo contrario, nada se dice a la gran mayoría de los chilenos.
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