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El señor ROSSI.- Señor Presidente, como expresó el Senador Lagos, "a veces damos bote". Y es cierto.
Parto manifestando que voy a votar en contra de la propuesta que se nos formuló, pues hay una contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.
El Presidente de la República habla de que Chile crece y crece. Acaban de anunciar 200 mil empleos para los próximos doce meses: habrá en nuestro país 3 por ciento más de personas ocupadas. A las empresas les va bien. El precio del cobre está por las nubes.
Sin embargo, cuando uno ve qué porcentaje representa el salario mínimo con respecto a las remuneraciones medias -parámetro importante para determinar los niveles de igualdad existentes en un país-, concluye que Chile pasó del 35 por ciento en 1993 a 45 por ciento en 2009. Creció. Pero está muy por debajo del promedio latinoamericano, que es de 49 por ciento.
En Paraguay el salario mínimo representa 82 por ciento del sueldo promedio; en Perú, 75 por ciento; en Ecuador, 66 por ciento; en Colombia y Panamá, 54 por ciento.
Segunda consideración.
Se tiende a decir que no demasiados trabajadores perciben el ingreso mínimo y que ellos solo pertenecen al sector de las mipymes.
Es cierto que se concentran en la agricultura, en la construcción, en el comercio, en actividades hoteleras, en restaurantes. Pero también lo es que las cifras se hallan muy subvaloradas, pues se esconden bajo prácticas de externalización de trabajadores tremendamente extendidas: cajeros, guardias, procesadoras o manipuladoras de alimentos que trabajan en jardines infantiles, en escuelas. Estuvieron en la Cámara de Diputados hace poco justamente viendo lo relativo a la licitación de su contrato: ¡salario mínimo!
¿Para qué es el ingreso mínimo? Esa es la pregunta que debemos formularnos cuando discutimos este tema.
La Organización Internacional del Trabajo dice en el artículo 3 del Convenio 131 que, básicamente, el salario mínimo es para atender las necesidades de los trabajadores y de sus familias; hacerse cargo del costo de la vida, de las prestaciones de seguridad social y del nivel de vida relativo de otros grupos sociales.
Claramente, en Chile, cuando uno ve el costo de la vida -y comparto lo expresado por el Senador Bianchi en el sentido de que es mucho más elevado en las zonas extremas, como la que yo represento- y observa el nivel de existencia relativo de otros grupos de trabajadores, se da cuenta de que es necesario considerar este aspecto a la hora de fijar un salario mínimo.
Otro factor importante que, según la OIT, es indispensable considerar a la hora de hablar de ingreso mínimo son los factores económicos, incluidos los requerimientos del desarrollo, los niveles de productividad y, también, todo lo que tiene que ver con el crecimiento.
Chile está creciendo. Hoy día el Gobierno nos plantea que la expectativa -lo ha dicho el Banco Central- es de 6 por ciento.
Se ha sostenido que la inflación alcanzará a 4 por ciento. Por lo tanto -y esto es bien importante-, el incremento real del salario mínimo este año será de menos de 2 por ciento: 1,5 por ciento. ¡Una de las cifras más bajas en los últimos 20 años!
¿Pero sabe para qué es importante el salario mínimo, señor Presidente ? Para tratar de acercar la brecha entre esa cifra y el ingreso que determina la línea de la pobreza.
En la actualidad -y esto también hay que considerarlo-, la canasta básica está en alrededor de 70 mil pesos, debido a que el IPC de los alimentos se ha incrementado durante los últimos meses en cerca de 7,2 por ciento. En 2006 se hallaba en 47 mil; en 2009, en 64 mil.
Por consiguiente, si fijamos el valor de la canasta básica en 70 mil pesos y lo multiplicamos por el número de miembros promedio de una familia del quintil más pobre, del 20 por ciento más pobre, nos damos cuenta de que la línea de la pobreza se halla en 294 mil pesos.
¡Qué lejos están de esos 294 mil pesos los 172 mil del salario mínimo actual!
Aquello es lo que busca asimismo el salario mínimo. Porque para eso existe. Si no, a lo mejor no sería necesario.
Como dije, el salario mínimo -y así lo determina el mencionado Convenio de la OIT, que Chile suscribió- sirve justamente para disminuir la brecha que da cuenta de una tremenda desigualdad entre quienes ganan más y los que ganan menos, que establece la inmensa distancia existente entre el actual ingreso mínimo y la línea de pobreza.
El Gobierno habla de "ingreso ético familiar" -por ahí andaba el Ministro de Planificación , don Felipe Kast -, pero todavía no entendemos bien cómo va a funcionar en la práctica el proyecto pertinente, más allá de la transferencia directa de algunos recursos.
Entonces, aprovechemos esta oportunidad para dar una señal potente: cuando al país le va bien, a los más pobres también les va bien; y nos vamos acercando. Sin demagogia, sin populismo, como dijo el Senador Lagos.
Estamos convencidos -y por eso la Concertación va a votar en contra de la propuesta que se nos hizo- de que es perfectamente posible realizar un esfuerzo superior, acorde con el momento que vive Chile y con la necesidad de disminuir la tremenda desigualdad existente, la que en gran parte explica las movilizaciones sociales que han azorado a nuestro país.
Así que, sinceramente, quiero solicitarle al Ministro de Hacienda -por intermedio de la Mesa- que, tal como entregó 350 pesos a cada uno de los Diputados independientes, a los "Diputados bisagra", cuyos votos valen mucho más porque de alguna manera logran romper el equilibrio en esta democracia empatada, se siente a negociar y conversar también con nuestro bloque de 20 Senadores.
Porque no entiendo -lo expresaron muy bien los colegas Lagos y Frei- cuáles fueron los criterios técnicos, los argumentos económicos tenidos en vista para incrementar en la Cámara de Diputados la propuesta de salario mínimo hecha originalmente por el Gobierno.
¿Por qué aquí no podemos lograr un aumento? ¿Por qué no ha habido aquí ningún tipo de flexibilidad para considerar los planteamientos de la Concertación?
El Presidente Piñera dice: "¡Democracia de los acuerdos! ¡Volvamos a la década del 90!".
Por cierto, estamos viviendo otro período de la vida y de la historia de Chile.
¡Pero qué clase de acuerdos, cuando el Gobierno no escucha!
Y lo que estamos planteando es absolutamente razonable: acerquémonos a los 185 mil pesos; hagamos un esfuerzo mayor.
Por eso, señor Presidente, vamos a votar en contra de la propuesta que se nos formuló.
A lo mejor todavía tenemos unos minutos o algunas horas para llegar a un acuerdo con el Ejecutivo , que no sería bueno para la Concertación ni para el oficialismo, sino para los cientos de miles de personas que viven con el salario mínimo y que, en la práctica -lo decía el Senador Bianchi-, hacen un milagro para subsistir con tan pocos ingresos.
He dicho.
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