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El señor LONGUEIRA.- Señor Presidente , esta debe de ser la decimonovena o vigésima ocasión en que me toca participar en una sesión donde se discute el salario mínimo. Y cada vez que lo hago me pongo más presidencialista.
¡Cuántos cesantes habría en Chile si el Parlamento tuviese la facultad de fijar el sueldo mínimo!
El salario mínimo es cero en los países. Es el ingreso de los cesantes, quienes no tienen entradas.
Por fortuna, nuestro Gobierno ha alcanzado en un año un récor histórico: 450 mil chilenos que estaban cesantes hoy tienen trabajo y perciben un ingreso.
Aquí he escuchado: "las cifras que entrega el Gobierno". Se trata de los mismos organismos que dieron las cifras de ustedes durante veinte años.
Si seguimos con este ritmo catastrófico en las sesiones del Congreso, y en particular del Senado, creo que terminaremos todos deprimidos.
Recuerdo la sesión especial que celebró nuestra Corporación cuando se desató la crisis financiera mundial. Los Senadores de la Concertación la solicitaron para discutir las pérdidas de los fondos de pensiones.
Tal como lo señalé en esa ocasión, los estatistas vivieron un veranito de San Juan creyendo que se caía el sistema, el mundo entero. Pero, finalmente, este se encuentra saliendo de una de las crisis más complejas. Y hoy podemos decir -por cierto, no habrá una sesión especial para ello- que los fondos previsionales de todos los trabajadores chilenos ya recuperaron el nivel que tenían previo a la crisis, como también lo anunciamos.
Ha ocurrido algo irritante en el país -y me alegra que nos irrite a todos por igual-: el caso de La Polar. Pero, a partir de esta situación, nuevamente anuncian que se cae el país, se cae el sistema, se cae todo.
Señor Presidente , hace bien salir a caminar. Yo lo hice un rato en la tarde. Porque en verdad algunos están muy depresivos y angustiados anunciando demasiadas cosas catastróficas que, sinceramente, no veo en la vida común de los chilenos.
Se ha mencionado la crisis de 1981, la situación de La Polar, en circunstancias de que estamos convocados para una discusión bastante más simple, en el cual, afortunadamente por el bien de los chilenos, solo podemos aprobar, rechazar o reducir el monto que se propone.
Nos encontramos debatiendo el sueldo mínimo que se fijará en el país.
Al respecto, quiero recordar que hace cuatro años, durante el Gobierno de la Concertación, presenté mi propuesta de sueldo ético, que consistía en un salario mínimo sugerido vinculado a la encuesta CASEN, con el objeto de suplementar los ingresos autónomos de los chilenos a fin de que no hubiera nadie bajo la línea de la pobreza. Y ello está derivando en lo que hoy se denomina "ingreso ético familiar", que tiene que ver con una forma de redistribuir los aportes del crecimiento para mejorar la distribución del ingreso a los efectos de que no exista ningún chileno bajo la línea de la pobreza.
Eso debiéramos discutir: cómo lograrlo.
Resulta muy fácil pronunciar discursos para la galería. Obviamente, con ello se sintoniza con la gente.
Pero llamo la atención para que avancemos en algo que aquí se ha señalado y que comparto ciento por ciento.
Carece de todo sentido discutir anualmente esta materia. Tenemos que establecer criterios técnicos que nos permitan conjugar el mayor crecimiento del ingreso mínimo para los chilenos con el cuidado de que estos no caigan en la informalidad y en el desempleo. Es el riesgo de subir en exceso el salario mínimo. ¡Si nadie es partidario del monto que estamos debatiendo aquí! ¡Para qué discutimos! ¡Todos quisiéramos un sueldo mínimo infinitamente más digno!
Lo importante es cómo logramos progresar lo más rápido posible a fin de que los ingresos autónomos de las familias chilenas nos permitan alcanzar un salario lo más digno posible. Y mientras transita el país hacia ello, está la propuesta del sueldo ético.
Son las pymes las que generan el 70 por ciento del empleo. Digámoslo claramente. ¡Es muy fácil hablar de las grandes empresas, de las grandes utilidades! ¡Pero se trata de discursos para la galería, señores! Son los pequeños empresarios -ahí están las cifras, ¡las mismas de los Gobiernos de ustedes durante veinte años!-, son las pymes de Chile, son los pequeños emprendedores los que contratan por el mínimo a la inmensa mayoría del país.
Entonces, tenemos que avanzar con un subsidio que permita que ese "ingreso ético familiar", o "sueldo ético", o como se le quiera llamar, al final complemente los ingresos autónomos de las familias para que alcancen niveles de la CASEN.
Deseo recordar, además, que los Ministros de la época se comprometieron a patrocinar esa propuesta. Pero ello nunca ocurrió.
Espero, sinceramente, que en el Gobierno de la Alianza concretemos una de las políticas públicas que considero más trascendentales para el país: el ingreso ético familiar.
Por lo tanto, lo que debemos debatir es cómo avanzar para que los chilenos accedan a salarios más dignos y no se vayan a la informalidad y al desempleo.
En lo personal, nunca voté en contra. Nunca usé esta discusión para hacer demagogia u oposición a los Gobiernos de la Concertación.
El señor PROKURICA.- ¡Esa es la diferencia!
El señor LONGUEIRA.- Siempre voté a favor de lo que planteaban los Ministros de Hacienda , fueran de Harvard o de otro lado, de la Concertación o de nuestra Coalición. Ellos están a cargo de generar el empleo, de hacer crecer al país. Y por cierto, todos, los de ustedes y los nuestros, desean que tengamos el más alto de los ingresos mínimos para los chilenos.
Es muy fácil hablar para la galería. Pero, afortunadamente, quienes lo hacen no llegan a tener control del país, porque, de ser así, creo que habría muchos chilenos cesantes, como ya ocurrió. Fíjense, Sus Señorías, que hay una coincidencia. Cuando se subió de manera significativa el monto del ingreso mínimo, durante tres períodos, también se registró la más alta cesantía.
En consecuencia, hemos de velar por el bien común, por quienes no tienen trabajo. Debemos lograr que la mayor cantidad de chilenos lo obtenga lo antes posible y lleguemos al pleno empleo. La mejor política pública es el pleno empleo. Y ojalá alcancemos consenso en esto.
Ahora bien, yo personalmente he formulado un planteamiento.
A mí me gustaría vincular el ingreso mínimo en Chile con el crecimiento económico. Pienso que es bueno. Me parece bien que, pasados seis meses, si el país crece al 6 por ciento, exista un incremento, ya que estamos desarrollándonos y generando empleo. A lo mejor, podemos llegar a consensos en esa línea.
Pero sostengamos una discusión con cierto rigor, porque tenemos que lograr políticas públicas concordadas. No le temamos al consenso. Alcanzar acuerdos ha ocasionado poco menos que un complejo en la clase política chilena.
Un Senador de las bancas de enfrente ya se refirió a los sueldos mínimos de países vecinos al nuestro. ¡Si a nadie le gusta el ingreso mínimo existente en Chile!
Sin embargo, debemos entender que hemos ido construyendo un país derrotando a la pobreza. Lo hemos ido haciendo quienes estuvieron en el Gobierno, quienes formamos parte de la Oposición, pese a que nos queda mucha desigualdad, mucha gente en campamentos, mucha pobreza, muchos chilenos que perciben el ingreso mínimo. No destruyamos el camino que hemos avanzado.
A la luz de la sesión de la mañana y de la de ahora, pareciera que todos estuviéramos colaborando a destruir algo que ha permitido progresar significativamente. Llama la atención que en el mundo entero se reconozca el país que estamos construyendo y que aquí, fruto de hechos puntuales, la clase política que ha sido capaz de llevar a Chile a los niveles alcanzados hoy esté poco menos que destruyendo aquello.
Señor Presidente, espero que logremos un consenso.
Emitir discursos que no responden al asunto en discusión o al rigor con que debe analizarse esta materia lo único que hace es generar expectativas y causar un daño.
Si el país crece al 6 por ciento, pienso que se puede realizar un esfuerzo mayor. Y ojalá se alcance un acuerdo en esta discusión. Porque creo que consensuar materias como esta constituirá una importante señal para todos los chilenos.
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