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El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Corresponde ocuparse en el oficio de Su Excelencia la Presidenta de la República , mediante el cual solicita el acuerdo del Senado para prorrogar, por el plazo de un año, la permanencia de tropas y medios militares nacionales en Haití. La solicitud cuenta con informe de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, y con la urgencia establecida en los términos del párrafo segundo del número 5) del artículo 53 de la Carta Fundamental.
--Los antecedentes sobre el oficio (S 1.809-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Se da cuenta en sesión 13ª, en 5 de mayo de 2015.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, unidas: sesión 16ª, en 13 de mayo de 2015.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
Las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, dejan constancia de los fundamentos del Gobierno para mantener la presencia militar en la Misión de Naciones Unidas en Haití, prorrogando al efecto su mandato por el plazo de un año.
Dichos órganos técnicos recibieron en audiencia al Ministro de Defensa Nacional ; al Subsecretario de Defensa ; al Jefe del Estado Mayor Conjunto , y a otros personeros de la Cartera de Defensa Nacional y del Estado Mayor. Y sus integrantes, luego de analizar los antecedentes relativos a esta materia, aprobaron la solicitud del Ejecutivo por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señores Araya, Bianchi, Chahuán, García-Huidobro, Guillier, Letelier, Pérez Varela, Pizarro y Prokurica.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
¿Habría acuerdo para abrir la votación, manteniendo el tiempo de 10 minutos?
Acordado.
En votación la solicitud de la Presidenta de la República.
--(Durante la votación).
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Francisco Chahuán, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores .
El señor CHAHUÁN.-
Señor Presidente , Honorable Sala, las Comisiones unidas de Defensa y de Relaciones Exteriores se reunieron para debatir la solicitud de Su Excelencia la Presidenta de la República , cuyo objeto es que el Senado dé su acuerdo para prorrogar la permanencia de las tropas nacionales en Haití a fin de continuar participando en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en ese país, la MINUSTAH, por el plazo de un año.
En el oficio de la Primera Mandataria se indica que Chile participa activamente en las Operaciones de Paz bajo el mandato de la Organización de las Naciones Unidas, en cumplimiento de la Política Nacional de Participación en Operaciones de Paz, y dentro del marco jurídico dispuesto por la ley N° 19.067, modificada por la N° 20.297, que establece normas permanentes sobre la entrada de tropas extranjeras en territorio de la República y la salida de tropas nacionales de él; por decreto N° 75, de 2009, del Ministerio de Relaciones Exteriores, que crea la Comisión Interministerial de Operaciones de Paz; y por las demás normas aplicables.
Se agrega que, mediante la resolución S/RES/2180, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en virtud de las atribuciones que concede el Capítulo VII de su Carta, prorrogó el mandato de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), a que se refieren las resoluciones 2119, de 2013; 2070, de 2012; 2012, de 2011; 1944, de 2010; 1927, de 2010; 1908, de 2010; 1892, de 2009; 1840, de 2008; 1780, de 2007; 1743, de 2007; 1702, de 2006; 1608, de 2005; y 1542, de 2004. Con ello reafirmó su compromiso por la solución pacífica y política de la crisis de Haití y la preservación de su soberanía e integridad territorial.
Se recuerda que el Senado de la República autorizó al Ejecutivo para la permanencia de las tropas chilenas en Haití, por el período de un año, a contar del 1° de junio del año 2014, lo que se comunicó mediante oficio N° 458.
El Ejecutivo destacó que la labor del componente militar, destinada a promover el entorno seguro y estable para las tareas de estabilización y reconstrucción en Haití, se materializó en el marco de un esfuerzo multinacional en el que la participación de nuestro país ha recibido altos niveles de reconocimiento tanto de autoridades haitianas como de las Naciones Unidas.
Se ha pedido renovar este mandato hasta por un año. Y las Comisiones unidas de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores aprobaron aquello por unanimidad en una sesión en la que estuvieron presentes el Ministro de Defensa Nacional , José Antonio Gómez ; el Subsecretario de Defensa , Marcos Robledo ; el Jefe del Estado Mayor Conjunto , Vicealmirante señor José Miguel Romero ; el Jefe de Operaciones de Paz del Estado Mayor Conjunto , Coronel señor Luis Hernández ; el Director de Finanzas del Estado Mayor Conjunto , Coronel de Aviación señor Mauricio García , y el Jefe de Cooperación Internacional de la Subsecretaría de Defensa , señor Rodolfo González .
Se plantearon una serie de interrogantes a los representantes de los dos Ministerios, básicamente en lo referido a la eventual fijación de un año para la salida de las tropas chilenas en Haití.
Asimismo, se formularon cuestionamientos en forma unánime por todos los Senadores que integran ambas Comisiones, que dicen relación con lo siguiente.
El cumplimiento de los hitos democráticos por Haití, como una condición relevante y esencial para el mantenimiento de las tropas chilenas. Todos sabemos que se han postergado dos elecciones senatoriales, con respecto a dos tercios del Senado, y hoy enfrentamos un nuevo cronograma electoral que culmina en febrero del año 2016.
También se analizó la situación política y social de Haití, y se coincidió en la alta valoración de los efectivos de tropas chilenas en dicho país.
Eso sí, quiero señalar que constituye un hecho relevante el fallecimiento del Sargento 2° de la Armada Rodrigo Sanhueza. Esto motivó que se reunieran las Comisiones unidas de Defensa y de Relaciones Exteriores con anterioridad a la revisión de la prórroga del mandato, las cuales pidieron todos y cada uno de los antecedentes respecto de su sensible muerte en acto de servicio.
Aprovecho esta instancia, como Presidente de la Comisión y como parlamentario, como ya lo hicimos personalmente, y ahora de manera pública, para darle el pésame a su familia (que es viñamarina) por la pérdida de su jefe de hogar.
Hemos pedido que se esclarezcan todas y cada una de las circunstancias de lo ocurrido, y la propia Institución está realizando un sumario para tales efectos.
Más allá de esa situación dolorosa, quiero decir que las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, aprobaron la solicitud de la Presidenta de la República .
Es importante señalar que en el informe adjunto al oficio en que se pide la prórroga, por el plazo de un año, se establece la posibilidad de evaluar el retiro de las tropas una vez que se cumpla el cronograma electoral que concluye -como mencioné con antelación- en febrero del año 2016.
En tal sentido, hemos pedido que las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa, en conjunto con los Ministerios del ramo, trabajen en ello durante los próximos seis meses.
Del mismo modo, los Senadores Prokurica y Bianchi, entre otros, han planteado la necesidad de fijar un plazo de revisión durante ese mismo período, para precisar cuál debiera ser el umbral que determinara el tiempo de retiro de las tropas chilenas en Haití.
Asimismo, hemos manifestado que cada operación militar debe evolucionar hacia una de desarrollo. De alguna manera, las fuerzas chilenas en Haití se han caracterizado por ejercer labores de capacitación de la ciudadanía, en forma adicional a las de estabilización.
Las tropas chilenas cumplen una función relevante en Haití. Nos encontramos en un momento clave: del proceso electoral tanto parlamentario como presidencial en dicho país, y su permanencia por un año más ad portas resulta absolutamente necesaria.
Hago un llamado a que aprobemos la prórroga, sin perjuicio de llevar a cabo la evaluación pertinente por el Ministerio de Defensa y por el de Relaciones Exteriores, con el objeto de, conforme al cumplimiento del cronograma democrático en Haití, ver la posibilidad de ir generando un umbral de salida.
Me parecen complejas, por ejemplo, las declaraciones del Vicepresidente del Senado haitiano. Él sostuvo una conversación con el ex Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, don Juan Pablo Letelier , y con quien habla, en cuanto a que las fuerzas chilenas jamás debían transformarse en tropas de ocupación. Y hay un riesgo, porque, si se postergaran las elecciones en forma permanente, ello posibilitaría que el Ejecutivo contara con una excusa para mantener la pacificación del país a través de las tropas chilenas, sin llevar a cabo elecciones.
Por lo mismo, como Comisión hemos manifestado que el cumplimiento de los hitos democráticos en Haití constituye una condición mínima y esencial para la prórroga de la permanencia de tropas y medios nacionales en su territorio.
Pido que el Senado apruebe esta solicitud.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Allamand.
El señor ALLAMAND.-
Señor Presidente , seré muy breve.
Voy a formular una pregunta y, luego, por supuesto, quiero intervenir.
Es muy importante que los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores y de Defensa, unidas, clarifiquen bien al Senado y a la opinión pública cuál es el plazo para el retiro de las tropas y cuáles son las condiciones para fijarlo.
Me explico.
En los medios de comunicación se ha dicho que la aprobación de esta solicitud implicaría el retiro de nuestras tropas en el año 2016. Y como por la prensa no se puede dar una explicación completa, sería muy complejo que la opinión pública se quedara con esa impresión y que, en forma posterior, dicha salida no se concretara.
En el informe se lee -por eso hago la consulta- que va a haber una evaluación, seis meses después del proceso electoral en Haití, y que en ese instante se adoptará una decisión.
Entonces, les pido a los miembros de las Comisiones unidas -por su intermedio, señor Presidente- que clarifiquen a la Sala cuál es el sentido específico de lo que estamos votando, a fin de evitar que se genere una diferencia sobre la materia.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
¿Habría acuerdo para que el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores le pudiera contestar al Senador Allamand en no más de un minuto?
El señor GUILLIER.-
Sí.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.
El señor CHAHUÁN.-
Señor Presidente , estamos votando, simplemente, la prórroga por un año de la permanencia de las tropas y medios nacionales en Haití.
El informe viene acompañado de un documento que, en definitiva, dispone un primer parámetro relativo a que, una vez realizado el cronograma electoral de Haití, que concluye en febrero del año 2016, se va a dar un plazo de seis meses para evaluar si se mantienen o no las tropas chilenas en dicho país, y en qué número.
Entonces, hoy solo estamos aprobando la prórroga. Hasta ahora, no se ha comprometido una fecha de salida. Ese fue uno de los planteamientos que hicimos en su oportunidad, con el objeto de que se realizara una evaluación permanente por parte de los Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores. Y también manifestamos nuestra preocupación por el hecho de que estas solicitudes de prórroga llegan a última hora y no permiten un análisis exhaustivo que nos haga posible tomar una decisión responsable respecto de cuáles debieran ser los umbrales de salida.
Por tanto, el tema del retiro no está asegurado.
Algunas informaciones de prensa no son efectivas. Repito: lo que estamos legislando ahora solo dice relación con la prórroga, hasta por un año, de la permanencia de las tropas chilenas en Haití.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Señores Senadores, les quiero hacer una sugerencia.
Ustedes tienen derecho a hacer uso de la palabra por diez minutos. Pero les recuerdo que en esta sesión también debemos debatir un proyecto relacionado con la inversión extranjera en nuestro país. Y, por la tarde, hemos de ocuparnos en el nombramiento del Fiscal Judicial de la Excelentísima Corte Suprema; en la creación de las universidades para las Regiones de Aisén y del Libertador General Bernardo O'Higgins, y en la iniciativa llamada "Ley Ricarte Soto" (el informe pertinente, según se me ha comunicado, estará listo a las 18).
En consecuencia, les agradecería bastante que acortaran un poco sus intervenciones para ver los dos proyectos que mencioné, y, así, alcanzar a analizar durante la tarde la iniciativa de ley "Ricarte Soto".
Tiene la palabra el Honorable señor Prokurica.
El señor PROKURICA.-
Señor Presidente , voy a ser muy breve.
Soy uno de los Senadores que siempre han apoyado, desde la Comisión de Defensa, las operaciones de paz que se desarrollan al alero de las Naciones Unidas, pues creo que no constituyen un favor al mundo entero, sino un deber, al formar parte del planeta.
Además -esto lo recalco siempre-, el sistema económico chileno se basa en el comercio internacional, y no podemos integrar una operación de paz por interesarnos que dicho comercio funcione bien y después, cuando se nos vienen encima las respectivas obligaciones, como las de participar en procesos de imposición o de mantención de la paz en otro país, hacernos a un lado.
A mi juicio, el proceso que enfrenta Haití es, quizás, el más complejo y difícil en el que Chile y las Naciones Unidas han participado. Porque los avances son pequeños, no solo por las condiciones que se dan ahí, sino por tratarse de un Estado fallido, un territorio que presenta problemas desde hace mucho tiempo. Y, como si lo anterior no fuera suficiente, nuestro país y las Naciones Unidas han realizado un gran esfuerzo para reparar la realidad nacional de Haití, desde los puntos de vista del sistema democrático, de las instituciones y de la infraestructura (hace poco ese país fue azotado por un terremoto que terminó destruyendo buena parte de lo poco que existía).
Entonces, el Senador Allamand lo ha dicho muy bien, porque cuando él fue Ministro de Defensa planteó la idea de que Chile debía procurarse un horizonte de salida. Y ahora, efectivamente, nosotros mencionamos por primera vez un horizonte de salida. Este no es una fecha determinada. Lo admito. Es bueno decirlo, y es bueno que el Senador Allamand pida que se clarifique para que, cuando se cumpla ese plazo, la gente sienta que no se la ha engañado con esta decisión.
Hoy, tal como manifestó el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, estamos ampliando por un año, a través de la aprobación de la solicitud que nos hizo llegar Su Excelencia la Presidenta de la República , la permanencia de nuestras tropas en Haití.
Sin embargo, existe un compromiso en el sentido de que, una vez que se realicen las elecciones en Haití, el 2016, se analice, en un período de seis meses, la salida progresiva de las tropas chilenas.
Estas han realizado una gran labor en Haití, señor Presidente , desde el punto de vista no solo de la seguridad y de la defensa, sino también de la construcción de caminos y de la habilitación de infraestructura.
Además, cabe tener en cuenta la presencia de Carabineros y de Investigaciones, que han trabajado en la generación de un sistema de identificación y en la formación de la policía.
A ellos se suma un grupo de instituciones civiles y ONG, que han puesto muy en alto el nombre de Chile.
Todos ellos, de alguna manera, han llevado a la práctica en Haití las propuestas que este Senado ha recomendado en el sentido de transitar desde una presencia puramente militar hacia una que también incluya organizaciones civiles, y de variar la acción castrense desde la imposición de la paz hacia el mejoramiento de infraestructura.
Por primera vez -este es un hecho nuevo-, se plantea un horizonte de salida.
Creo que ello es indispensable, porque ya llevamos bastante tiempo en Haití y porque otros países -especialmente, potencias como Estados Unidos- no han tenido una presencia importante en dicha isla, a pesar de su relevancia estratégica por su ubicación cercana al canal de Panamá y al área por donde se mueve el tráfico de drogas de algunas naciones de Sudamérica a Estados Unidos.
Por lo mismo, reclamamos una participación mayor de otros países, que llenarán el espacio que van a dejar nuestras Fuerzas Armadas y nuestra gente cuando se retiren.
Finalmente, deseo decir que la situación de Haití, en comparación con la que imperaba al inicio de la misión, ha mejorado. En todo caso, las expectativas que nos hicimos en algún minuto eran mayores.
Sin embargo, quiero hacer una reflexión para los pocos señores Senadores que están en la Sala: una salida apresurada de las tropas nacionales puede tener una doble lectura y un costo muy importante. Ella podría originar una hecatombe tal en Haití que nos obligue a volver. Y eso, por supuesto, no sería bueno.
A mi juicio, la salida de Chile, en coordinación con las Naciones Unidas, debiera ser cubierta por la presencia de otros países, porque en Haití todavía queda mucho por hacer.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Pérez.
El señor PÉREZ VARELA.-
Señor Presidente , lamentablemente, por el frenesí legislativo que vivimos en estos días, debemos hacer el debate sin la presencia del Ministro de Relaciones Exteriores , que era fundamental para que los Senadores resolvieran informados sobre esta materia y escucharan de primera fuente el compromiso del Gobierno en la situación que estamos analizando.
A pesar de que estamos autorizando la permanencia de tropas, el problema de Haití no es militar, sino político. Y si no enfrentamos o no comprendemos esa realidad de una manera adecuada, podemos hacer que las tropas chilenas sufran allá consecuencias complejas y difíciles.
Hace poco fue asesinado un suboficial de nuestra Armada en un hecho callejero, delincuencial, que nada tiene que ver con la misión. Pero es una señal que uno debe considerar para resolver apropiadamente lo que se viene.
¿Cuáles son los problemas políticos que ha de contemplar esta decisión?
Primero, la precariedad de la institucionalidad del Estado haitiano. El Ejecutivo plantea que esta ampliación de plazo es absolutamente necesaria para resguardar el proceso eleccionario de Haití, el cual -si mi memoria no me engaña- concluye en febrero o marzo de 2016.
La pregunta es -habría sido bueno escuchar al señor Ministro de Relaciones Exteriores en este punto- cuál es el análisis que hace la Cancillería de ese proceso eleccionario. ¿Estima que se verán fortalecidas las instituciones democráticas de Haití o que se entrará, como ha sido tradicional en ese país luego de comicios, en un período de dificultades, de situaciones cercanas a un enfrentamiento entre haitianos o de guerra civil?
Según el análisis de nuestro Gobierno, una vez concluida esa elección las nuevas autoridades políticas de Haití van a contar con el suficiente respaldo, la suficiente legitimidad y la suficiente institucionalidad para ir rigiendo los destinos de esa nación de una forma autónoma e independiente, sin necesidad de que existan tropas -entre ellas, las chilenas- para resguardar ese proceso.
En esta materia no tenemos una respuesta específica, adecuada, ¡y, más encima, efectuamos este debate sin la presencia del Canciller!
En las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, la Cancillería hizo un análisis, a mi juicio, algo optimista de la situación. Pero esa es una dimensión política que nosotros debemos estudiar.
Paso a referirme al segundo problema político a que nos vemos enfrentados.
Cuando el 2004 se crea, a través de una resolución de las Naciones Unidas, este frente internacional para ir en ayuda de Haití, las grandes potencias manifestaron el compromiso de impulsar un proceso de desarrollo de esa nación y de su Estado en materia de inversión, de infraestructura, de educación, entre otras, todo lo cual les permitiría a los ciudadanos salir de la miseria en que se encontraban sumidos en su gran mayoría.
Sin embargo, después de más de diez años, los logros son mínimos. No ha existido por parte de las grandes potencias una actitud resuelta, significativa, sustantiva, en apoyo de Haití. En consecuencia, los problemas económicos y sociales en esa nación son prácticamente los mismos que al principio. La mejora que se ha producido es de verdad imperceptible.
Con relación al proceso electoral que ahí se vivirá, no tenemos respuesta en la Sala. A modo de dato, la Cancillería nos ha informado que para la elección presidencial existirían más de setenta candidatos. Eso refleja la situación de confusión, de ambigüedades, de fragilidad, de precariedad de ese Estado.
Cuando el Gobierno de Chile nos pide la autorización para que nuestras tropas permanezcan en Haití hasta junio del año 2016, nosotros indudablemente estamos dispuestos a darla porque la presencia de los efectivos nacionales va a colaborar en dicho proceso democrático. Este a lo mejor es inviable sin el contingente de Naciones Unidas. En consecuencia, debemos hacer el esfuerzo de otorgarle cierta viabilidad, pero teniendo presente que el resultado eleccionario puede no garantizar que, a partir del próximo año, se den las condiciones para retirar las tropas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, en el oficio mediante el cual pide la referida autorización, señala que durante 2016 se iniciará un procedimiento para retirar las tropas. Se trata de una afirmación general; no se establecen fechas definitivas, tal como dijo el Senador Prokurica. Por lo tanto, a lo mejor el próximo año haremos este debate otra vez, cuando se nos pida autorización para la permanencia de las tropas hasta 2017.
Nada asegura que Haití mejore su situación.
El argumento contrario es que la ausencia de nuestros efectivos garantiza menos la viabilidad del Estado haitiano. En consecuencia, creo que nos estamos enfrentando a una situación sin salida.
Algunas personas con buen grado de conocimiento de la realidad haitiana, como el general Eduardo Aldunate -él estuvo al mando de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití-, plantean que, después de las elecciones, debiera pasarse de una presencia militar a una de acción de apoyo con organismos de desarrollo.
El objetivo entonces será lograr que los habitantes de ese país tengan los avances necesarios y sustantivos en materia social, de infraestructura, educacional, de conformación de institución policial. En fin, se espera afianzar un grado de trabajo en esos ámbitos.
Con todo, señor Presidente , aquí estamos sometidos a tomar una decisión algo a ciegas, lo que se agrava con la ausencia del Ministro de Relaciones Exteriores , aunque reconozco que ello se debe al hecho de que este proyecto se cambió de la sesión de la tarde a la de la mañana.
Por un lado, no podemos sacar nuestras tropas de Haití porque el efecto de ello puede ser dramático y, por otro, su permanencia no garantiza tranquilidad ni seguridad.
En consecuencia, mi respaldo a esta solicitud es más bien un voto de confianza al excelente trabajo que han realizado las Fuerzas Armadas chilenas en Haití. Sin duda, se trata de una labor de carácter militar, de seguridad, de resguardo.
Pero no debemos olvidar que las condiciones políticas que enfrenta ese país para nada garantizan que en el futuro cercano o mediano no se produzcan -espero que no- dificultades o situaciones violentas contra el contingente militar. Porque, después de diez años, no hay duda de que las fuerzas de paz empiezan a ser miradas más como tropas de ocupación.
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El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Pido autorización a la Sala para que la Senadora señora Allende me reemplace en la testera, en calidad de Presidente accidental , a partir de las 12, pues entonces debo reunirme con Carabineros para ver aspectos de seguridad con relación a la ceremonia del 21 de Mayo.
¿Habría acuerdo?
--Se autoriza.
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El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, este debate lo hemos realizado muchas veces y, a mi juicio, cada vez en peores circunstancias para el país. Y en esto quiero ser superpreciso.
Primero, deseo valorar el esfuerzo que han hecho nuestras Fuerzas Armadas. Me siento orgulloso de ellas. Han cumplido un rol acorde a lo que se esperaba de su desempeño en una misión compleja. Pero no es ese el argumento final o de fondo para tomar una decisión respecto de la salida de tropas de Haití o la mantención -a estas alturas, permanente- de estas en dicho país.
En esta materia, aunque sea el más porfiado de todos, sigo haciendo una objeción constitucional. Aquí parece que da lo mismo lo que dispone el artículo 101 de la Carta Fundamental, donde se establece el rol de las Fuerzas Armadas. A uno podrá gustarle o no cómo está redactada esta norma, pero es la que rige. Incluso, yo intenté modificarla, pero perdí por un voto.
Se señala como finalidad "garantizar el orden público y la seguridad pública interior". Según esto, claramente todas las salidas de efectivos nacionales no han estado ajustadas a la Constitución. Habrá que modificar esa disposición para que ellas tengan sustento.
¿Por qué digo eso? Porque ahora se habla de involucrarnos en otro tipo de misiones, ya no solo por conflictos en el continente americano. Se plantea combatir piratas de Somalía o rebeldes en el Congo, propósitos que, desde mi óptica, son ajenos a lo que consagra el Texto Fundamental.
Por eso sugiero redefinir el rol de las Fuerzas Armadas y el de las instituciones policiales. Es superimportante precisarlos, para tomar una buena decisión.
Formulada por enésima vez la objeción constitucional, vamos al asunto que nos convoca en este caso.
El Senado debe determinar si se dan las condiciones para que las tropas chilenas vayan al extranjero a cumplir algún tipo de misión.
En el caso de Haití, creo que hace mucho rato las razones por las cuales se ha autorizado la permanencia del contingente chileno en dicho país no cumplen los estándares que nosotros mismos fijamos originalmente.
Al principio, se planteó un deber de conciencia de este Senado con relación a Haití. Estoy hablando de hace once años, cuando se pidió enviar tropas por seis meses, con el fin de evitar un genocidio en ese lugar. Si bien planteamos la objeción constitucional pertinente, entendíamos que en los años siguientes se enfrentaba una situación de emergencia en dicho país.
Pero de ahí en adelante las situaciones fueron modificándose sustancialmente, con la agravante de que en el intertanto murió el sargento chileno Rodrigo Sanhueza . Respecto de este hecho, me siento responsable como miembro del Senado, porque fuimos nosotros, a petición de la señora Presidenta de la República , quienes autorizamos esa salida de tropas. Obviamente, de nuestra parte no hay dolo, ni mala fe, ni nada. Sin embargo, uno debe hacerse cargo de los efectos que causan nuestras decisiones.
Cabe preguntarse en qué contexto se dieron las autorizaciones que otorgamos.
Originalmente, como dije, se buscaba evitar un genocidio.
Luego se modificó el argumento: se requería asegurar la primera elección para Presidente de Haití . Bajo ese concepto permanecieron nuestras tropas en dicho país.
Después se pidió mantener la seguridad en la elección parlamentaria. A esas alturas ya llevamos dos o tres años en Haití.
Posteriormente, la petición se fundamentó en el propósito ya no de evitar un genocidio, sino de asegurar la institucionalidad. Con este objetivo nuestras tropas llevan cinco o seis años en dicha nación.
Luego se planteó la necesidad de resguardar la gobernabilidad. Otros cuatro años.
En la actualidad, señor Presidente , no hay razón alguna que justifique, objetivamente, establecer esta excepción. Porque eso es lo que estamos haciendo respecto del rol de las Fuerzas Armadas en función de sus actividades.
A mí me parece superserio este asunto. ¡Me preocupa! Yo creo que a todos les importa. Aquí no están los buenos y los malos. La diferencia entre unos y otros estriba en que cada cual pone un énfasis distinto en aquello que lo motiva a tomar una decisión para permitir que chilenos arriesguen sus vidas en el extranjero, conforme a una causa que consideramos indispensable.
Ahora bien, si uno lee desde la página 29 del informe en adelante, notará que se han postergado dos veces las elecciones en Haití. Por tanto, estamos muy lejos de afianzar una lógica institucional.
Yo sostengo que la MINUSTAH ha fracasado. Las Naciones Unidas han fallado en Haití, básicamente porque las potencias no participaron en esta misión; porque el financiamiento de los aspectos relevantes -aquellos que permiten cambiar la institucionalidad social- ha sido muy insuficiente, y porque no se abordó la situación de fondo de manera adecuada.
¡Esa es mi opinión!
Luego de diez años, considerando toda la ayuda que se ha brindado, Haití se encuentra casi en las mismas condiciones iniciales. A estas alturas, uno podría hacer la distinción -los informes entregados son muy interesantes- entre la situación de marzo y la de abril, y saber si esta mejoró o empeoró. Pero todo el entorno de violencia sigue siendo acuciante.
No puedo evitar recordar que hace doce años llegó una carta del parlamento haitiano, mediante la cual se pedía a Chile definir si éramos una tropa de ocupación o no. Ello porque, según se decía, el Presidente de Haití utilizaba las fuerzas de paz como instrumento de expresión interna frente a la oposición del momento.
Entonces, señor Presidente, estamos en un escenario cada vez más imposible.
La razón original por la cual se enviaron tropas se desdibujó por completo. Hoy nuestras Fuerzas Armadas están allá solo porque no se puede salir.
Todos tenemos conciencia de que dicho país requiere ayuda, pero no necesariamente de naturaleza militar. Precisa apoyo para afianzar su estructura social, su realidad económica, su institucionalidad.
Con mucha alegría, veo que algunos chilenos han colaborado en cambiar el Código Penal y el Código de Procedimiento Penal de esa nación. ¡Eso me parece perfectamente correcto y adecuado!
No me opongo a que se gaste o invierta en Haití. Hay que hacerlo, pero de una manera que resulte acorde con nuestra Constitución y con el rol de las Fuerzas Armadas, garantizando, sobre todo, la eficacia y la eficiencia de esa ayuda.
Por último, se incorpora otro elemento adicional, que ya he señalado: la sensación en dicho país de que somos una tropa de ocupación, cuestión que está muy alejada de la pretensión de nuestro Parlamento.
Una cosa es hacer un acto solidario; pero ello, al descontextualizarse en el tiempo y permanecer inmutable, se está transformando en dicha nación.
Yo soy de aquellos -muchos de ustedes harán lo mismo- que, como asumimos un rol que se repite, leen las noticias que ocurren en Haití: veo su situación interna y aprecio la crítica que existe respecto del papel que las Fuerzas Armadas de distintos países (no solo las chilenas) desempeñan allí.
A mí me importa eso, señor Presidente . Porque no quiero que nadie diga el día de mañana que formamos parte de una tropa de ocupación, pues ello no se halla en nuestra vocación y no corresponde al rol que originalmente se nos asignó.
Entonces, si ya venía oponiéndome en las últimas votaciones, considero que con mayor razón hay que oponerse ahora, dadas las circunstancias de que ha muerto un sargento chileno y de que no visualizo con claridad una salida -sé que hay un esfuerzo- en esta materia.
Un Senador que me antecedió en el uso de la palabra puso el acento en el sentido correcto. Porque aquí se nos señala: "no se trata de que haya que quedarse hasta el 2016; aquí habrá una evaluación de lo que ocurra".
Pero le aseguro que vamos a seguir. Se lo firmo aquí, altiro, antes de realizar discusión alguna: ¡la evaluación concluirá que deberemos continuar prorrogando la permanencia de tropas en Haití!
Incluso, en la página 37 del informe de las Comisiones unidas se dice que se le solicitó a nuestro país no solo la permanencia del Batallón Chile, sino también el aumento de su dotación de 355 a 434 personas.
Ello forma parte de determinado escenario. Pero otras naciones, que a mi juicio se orientan en el sentido correcto, señalan: "¿Sabe qué? ¡Esto no da para más!".
Yo no cruzo intenciones, pues entiendo que se trata de un tema de Estado.
Estoy siendo objetivo respecto del rol que la Constitución le entrega al Senado en forma excluyente para autorizar la salida de tropas nacionales.
Creo que no vamos por buen camino. Se están muriendo chilenos, cuestión que a mí me duele, por esa razón.
No tenemos una estrategia de salida final o de reemplazo por una ayuda más eficiente en Haití, que a mi juicio muchos compartimos.
Por eso, no voy a apoyar la solicitud presidencial, pues de verdad siento que la permanencia de tropas chilenas en dicha nación se ha desnaturalizado, y no tiene que ver con el rol que deben cumplir nuestras Fuerzas Armadas.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Guillier.
El señor GUILLIER .-
Señor Presidente , recojo las preguntas del Senador Allamand. Quiero hacerme cargo de ellas en mi calidad de Presidente de la Comisión de Defensa Nacional y, asimismo, aportar algunos elementos más a las intervenciones anteriores.
En primer lugar, se debe asumir que la determinación que tomó Chile en su oportunidad de participar en las Fuerzas de Paz en Haití no fue necesariamente de carácter humanitaria, aunque ese pudo haber sido un elemento gatillante. Ella obedeció esencialmente a una decisión política del Estado chileno a los efectos de tener presencia en el escenario internacional, donde no contamos con muchos amigos y nos hallamos incluso en una suerte de aislamiento en la región.
Se persiguió también jugar un rol más relevante a nivel internacional -y no solo tener presencia diplomática- en lo que respecta a seguridad.
Además, se estimó conveniente asumir aquello para formar a las tropas chilenas en escenarios reales de conflictos internacionales.
Todo eso iba a posibilitar el intercambio de representantes de nuestras Fuerzas Armadas asignados en la misión de paz, a quienes les sería factible interactuar con fuerzas armadas de otros países y, por lo tanto, tejer vínculos con ellas.
De manera que debemos evaluar si políticamente resulta conveniente para Chile salirse de Haití o seguir participando en la MINUSTAH.
Frente a esa decisión, que es estratégica, nuestra nación ha de considerar, en primer lugar, que estamos participando dentro del marco de un mandato de las Naciones Unidas.
Así como entramos de manera inteligente, tenemos que salir también de igual modo. Por consiguiente, cualquier resolución debe adoptarse no como un acto individual, sino en el contexto de una acción de dicho organismo.
En seguida, hay un compromiso expreso de las Naciones Unidas, por petición de nuestro país, de evaluar en terreno la situación de Haití y el eventual retiro de tropas luego de las próximas elecciones. Por primera vez, en una petición de prórroga de la presencia de tropas chilenas se considera el condicionamiento a una fecha potencial que se comienza a poner en el horizonte, y que, asimismo, se somete a la realización de una evaluación.
Ahora bien, atendiendo al hecho de que, además, las mayores potencias desarrolladas han tendido a distanciarse de Haití, nuestro país ha ido cumpliendo un creciente rol junto a naciones como Brasil; actualmente se estaría integrando activamente Perú ; Uruguay ya viene jugando un rol de acompañamiento. De alguna manera, el contingente chileno ha ido asumiendo una posición de liderazgo creciente en la misión de paz, lo cual, lejos de comprometer la seguridad de Chile, pone a nuestras Fuerzas Armadas en situaciones en que deberán asumir nuevas exigencias. Por consiguiente, las ventajas derivadas de lo anterior son evidentes.
La otra consideración estriba en que no podemos evaluar nuestra presencia en Haití en función de criterios internos.
En la Comisión de Defensa Nacional hemos estado discutiendo en el último tiempo el rol de las Fuerzas Armadas, más allá de las cuestiones estrictamente militares de fronteras. Hemos hablado de la labor que desempeñan en situaciones de catástrofe, de crisis. Y todos estamos contestes en que deben jugar un papel más relevante en materia de seguridad, como de hecho lo han ejercido ante los últimos temporales en el norte o frente a algunas tragedias en el sur, sobre todo considerando que somos un país tan vulnerable a las catástrofes naturales.
Pero también tenemos que persistir en un rol a nivel internacional, con la seriedad que corresponde a un Estado como Chile. De tal manera que insistimos en este punto.
Eso fue motivo de conversación entre los integrantes de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, con nuestras autoridades de la Cancillería y del Ministerio de Defensa, en el sentido de que cualquier decisión que se tome se hará dentro del marco de las Naciones Unidas y de que será lo políticamente adecuado, cuando a nuestro país le convenga retirarse y no seguir participando en la MINUSTAH. Ello, ciertamente, además de la evaluación interna de la situación de Haití, en que los resultados de las elecciones y la posible mayor estabilidad política por supuesto serán factores a considerar.
Por consiguiente, no hay una fecha estimada; pero por primera vez se ha planteado el tema en el debate.
Se analizaron algunas fechas. Se habló de que sería inmediatamente después de las elecciones, dependiendo del grado de estabilidad que logra el nuevo gobierno elegido en las urnas.
Además, discutiremos un proceso de salida, de modo tal que las fuerzas chilenas se mantengan en un pie de seguridad.
Por lo tanto, la gradualidad no es recomendable, puesto que podría exponer al contingente que vaya quedando. No obstante, hay una reconfiguración del Batallón Chile, que comenzará a partir del 1° de julio de este año. La compañía de ingenieros regresará, y la flotilla de helicópteros se reducirá de 4 a 2.
En los hechos, se está produciendo una reconfiguración de los efectivos chilenos, en la línea de contribuir a la evolución desde lo militar hacia propuestas de planes de desarrollo institucional en Haití.
De otro lado, considero importante destacar que el fallecimiento del sargento 2° Rodrigo Sanhueza ha sido explicado como un hecho fortuito más que un acto militar o de rechazo de la población. Al contrario, la experiencia del contingente chileno es de una muy buena relación con la población haitiana. Al mismo tiempo, se ha valorado el trabajo realizado por nuestras tropas. La sociedad local ha generado vínculos, y se acerca con confianza a los efectivos chilenos mucho más que a los de los otros países presentes allí.
De consiguiente, señor Presidente , estimo que debemos mirar este tema con visión de Estado, no apegándonos tanto a ciertos convencionalismos sobre el rol de las Fuerzas Armadas, sino que asumiendo la decisión política que Chile ha ido tomando en los últimos años, en el sentido de contar con mayor presencia internacional, participar en futuras operaciones de paz donde seamos invitados.
Esta no es una cuestión de alcance unilateral, de corto plazo, de si apoyamos la elección de concejales o de parlamentarios. Tiene que haber una evaluación global del rol que nuestro país está jugando en operaciones internacionales, donde Haití corresponde a apenas un caso.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Allamand.
El señor ALLAMAND.-
Señor Presidente , ciertamente le asigno al presente debate la mayor importancia. Y quiero partir por felicitar la forma como la Cancillería y la Cartera de Defensa Nacional, a través del Ministro Muñoz y del ex Ministro Burgos , han manejado una materia tan compleja.
En la discusión que nos ocupa hay dos planos: el relacionado en específico a Haití, al que por supuesto me voy a referir, y uno más general.
En el plano más general, Chile debe reafirmar su posición a favor de las operaciones de paz en el mundo.
¿Por qué? Por distintas razones. Y voy a enumerar las más elementales.
En primer lugar, porque uno no puede pretender ser un país abierto y vinculado al mundo únicamente -lo digo con todas sus letras- para comerciar. Porque el planeta sufre problemas de seguridad. Los temas de seguridad han ido mutando. Muchos de estos, que en algún minuto fueron percibidos como casi locales de las naciones aisladas -pienso en el narcotráfico, en la piratería, etcétera-, se han transformado en amenazas globales.
Entonces, la pregunta apunta a cómo quiere participar Chile en el concierto internacional, ¿solo como un país que comercia o, a la inversa, como una nación que con sus capacidades se juega por un mundo mejor?
En segundo lugar, ¿tenemos o no un compromiso con la democracia y los derechos humanos?
En el trasfondo de cada operación de paz se encuentran la defensa objetiva de los derechos de las personas y la voluntad de que los países afectados transiten hacia democracias sólidas.
¿Cómo se puede sostener que son bases de la política exterior chilena el respeto a los derechos humanos en el mundo y la expansión de la democracia si lo único a lo que estamos dispuestos es a pronunciar discursos en las Naciones Unidas o en foros internacionales y no nos hallamos disponibles para llevar adelante con nuestras capacidades acciones en esa dirección?
En tercer lugar, cada vez que nuestro país participa en operaciones de paz se generan grandes beneficios, desde el punto de vista de la disuasión, de la interacción de nuestras Fuerzas Armadas al más alto nivel y del entrenamiento de nuestro personal.
Por lo tanto, señor Presidente, creo que lo primero que hay que hacer es reafirmar la voluntad permanente de Chile de mantener su compromiso con las operaciones de paz en el mundo.
Y doy un paso más, que tendrá que verse en su oportunidad.
Una vez que ya no estemos en Haití el mundo nos pedirá que participemos en otros lugares. Yo soy de quienes piensan que nuestra nación debe tener una visión abierta, positiva, de voluntad de incurrir, participar e intervenir, ¡y atención!, no solo en operaciones de mantenimiento de la paz, sino que en algunas oportunidades nos puede corresponder participar en operaciones de imposición de la paz.
Por lo tanto, aquí hay un rasgo ni más ni menos que de la identidad que queremos darle a Chile en el concierto internacional: o somos un país comprometido con los problemas del mundo o somos una nación que se aísla y no está dispuesta a intervenir en la defensa de los valores que profesamos.
Otra cosa, señor Presidente: somos, junto con la República Argentina, los primeros países en constituir una fuerza binacional (Cruz del Sur) para participar en operaciones de paz.
Eso es un hito en la historia de las Naciones Unidas. Siempre las operaciones de paz se han efectuado a partir de la singularidad de los países, y muchas veces en el terreno, por cierto, en tareas de cooperación. Pero que dos naciones se comprometan, en un proceso que fue muy largo, a generar una fuerza conjunta para intervenir en operaciones de paz en el mundo constituye un hito. Somos los únicos dos países que tienen acreditada una fuerza binacional conjunta para participar en operaciones de paz.
Y si hemos hecho aquello, por Dios, ¡cómo no vamos a estar dispuestos a desplegarnos a los efectos de cumplir con ese compromiso! Sería casi grotesco desde el punto de vista de nuestra respetabilidad en el mundo decir que hemos formado una fuerza binacional conjunta para las operaciones de paz pero que no queremos intervenir en ellas.
Ahora, las operaciones de paz están mutando. Partieron siendo fundamentalmente militares. Pero se ha ido avanzando, y hoy, más allá de las denominaciones, tienen múltiples dimensiones.
Lo que ocurre es que a contrario sensu, de lo que han señalado algunos señores parlamentarios, las naciones que están en una crisis como Haití requieren un esfuerzo conjunto. Es decir, necesitan seguridad -la deben aportar las fuerzas que forman parte de las operaciones de paz- y, simultáneamente, precisan aportes institucionales, financiamiento, contribución al desarrollo. Pero es un error suponer que primero se tiene que abandonar el país para después empezar a crear las condiciones que generen desarrollo, fortalecimiento institucional. Hay que hacer ambas cosas al mismo tiempo. Y quizás no ha existido el impulso suficiente para que en este caso específico se avance en estos dos carriles.
El Senador Coloma decía -y quiero citar bien a Su Señoría- que la operación completa de MINUSTAH había fracasado, o que el esfuerzo de Chile en Haití había fracasado.
Contradigo completamente esa apreciación.
Yo pregunto cómo vamos a medir el éxito y el fracaso. Sugiero al Senado que, en primer lugar, lo hagamos en función de cuántas vidas, cuántos niños, cuántas familias han protegido nuestras Fuerzas Armadas en Haití. Y en ese balance los chilenos nos tenemos que sentir orgullosos, porque nuestras tropas a lo largo de todos los años que han permanecido allí han salvado vidas, han protegido a niños y a familias completas.
Si vamos a medir nuestra presencia ahí únicamente por el PGB, habrá distintas opiniones. Pero no debiera haber dos respecto de que lo que hemos hecho allá ha servido para lo más importante: salvar vidas de personas que se encontraban amenazadas por una situación de violencia completamente insostenible.
Por lo tanto, lejos de esa visión pesimista, yo tengo una mirada positiva sobre el particular.
Además, señor Presidente , creo que el hecho de que estemos hablando de horizonte de salida constituye un éxito de las políticas de defensa y exterior de Chile. Este mismo término, "generemos un horizonte de salida", lo propusimos en 2011. En ese minuto no hubo condiciones del resto de los países para establecer ese concepto. Pero, así como en la política interna hay que avanzar paso a paso, en la política internacional también hay que hacerlo. Y Chile puede sentirse orgulloso de que en conjunto con Brasil, con Argentina, con Colombia hayamos ido de alguna manera sociabilizando este concepto y de que, tal como se ha dicho en la Sala, a partir del hecho de que tiene que haber un horizonte de salida, se efectúe la evaluación correspondiente.
Por último, quiero recoger la expresión del Presidente de la Comisión de Defensa , Senador Guillier, formulada al pasar pero que es extraordinariamente importante. Porque a mucha gente le asalta una preocupación razonable por la seguridad de nuestras tropas en Haití, más aún cuando ha fallecido uno de los nuestros.
Al respecto, deseo señalar dos cosas.
En primer lugar, a Haití solo van voluntarios. Ningún miembro ni de la Marina, ni de la Fuerza Aérea, ni de Carabineros, ni del Ejército es obligado a ir a una operación de paz. Todo aquel que quiera hacerlo debe postular libremente. Por lo tanto, todos los efectivos desplegados en Haití, en el Medio Oriente, en los Balcanes, en Chipre han sido voluntarios.
Pero el Senador Guillier hizo un punto muy importante. Preguntó: "¿Cuál es el verdadero peligro para nuestras Fuerzas Armadas presentes hoy en Haití?". Responderé apelando a mi condición de ex Ministro de Defensa : el mayor peligro es que nuestra gente se vea obligada a irse precipitadamente.
El señor PROKURICA .-
Así es.
El señor ALLAMAND.-
Me explico.
Si nosotros tenemos un batallón, este funciona con orden, con disciplina, con buenos medios; nuestros soldados cooperan con los demás, pero saben que sus capacidades militares son la mejor garantía de que estarán seguros. Si empezamos a sacar a la gente a la carrera, vamos a dejar un pequeño grupo de nuestro contingente, que tendrá que operar con otras fuerzas que no poseen las mismas condiciones.
Por lo tanto, si queremos proteger a nuestra gente en Haití, lo único que no debemos hacer es generar un retiro anticipado, apresurado, a la carrera. Porque eso es lo que las pone en peligro. A la inversa, mientras nuestras fuerzas estén desplegadas allí en número razonable, tengo total confianza de que lo harán muy bien. Pero si empezamos en un vértigo de ir sacando a nuestros efectivos a puñados, por aquí y por allá, ahí vamos a correr riesgos, pues los dejaremos desprotegidos.
Voto a favor, con las consideraciones expuestas.
--Conforme a lo acordado previamente, pasa a dirigir la sesión, en calidad de Presidenta accidental, la Senadora señora Allende.
La señora ALLENDE (Presidenta accidental).-
Tiene la palabra el Senador señor Quintana.
El señor QUINTANA.-
Señora Presidenta , esta discusión, como se ha dicho, no es nueva. Y las dudas planteadas acá se han formulado en los últimos once años.
Yo tuve la oportunidad de estar en Puerto Príncipe cuando estas fuerzas llevaban solo tres años allí. Y visité a las tropas que se hallaban en ese momento; también a los actores políticos, y asimismo, a los ciudadanos. Y la verdad es que en ese instante se hallaban instalados numerosos problemas, especialmente conflictividad social. Muchos de ellos persisten y se mantienen tal como estaban entonces.
Aquí hubo una referencia al sargento chileno fallecido en Haití. Eso también da cuenta de que en dicho país hay un proceso de conflictividad todavía en curso.
Esta discusión es de política exterior, y del más alto nivel. Pero tiene además carácter humanitario.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas convoca a Chile a participar en la Misión de Estabilización lo hace por razones humanitarias. No olvidemos que la MINUSTAH ya estaba conformada, fundamentalmente por franceses y norteamericanos, y que en Sudamérica existía gran preocupación porque no había países de este subcontinente. Así, se inició el repliegue de los norteamericanos y se dio paso a la incorporación de otras naciones, como la nuestra.
Pero fue una discusión de país.
Lo que ocurre es que algunos que han instalado dudas en este debate entienden el rol de Chile como el de una nación inmersa en el mundo solo en materia comercial, pero no como un referente internacional en misiones de tal índole.
Esto es parte de nuestras obligaciones como país si pretendemos ser efectivamente un actor en el concierto internacional.
Creo que la MINUSTAH ha sido una tremenda oportunidad -tal como lo expresó el Senador Allamand, ex Ministro de Defensa - para que oficiales y suboficiales chilenos se integraran a contingentes internacionales provenientes de países de la región y de fuera de ella. Eso ha permitido homogeneizar técnicas y procedimientos propios de la acción militar moderna.
Chile -insisto- ha sido reconocido en esa clase de misiones como un actor esencial y como un ejemplo a seguir por muchas otras naciones de la región.
Ahora bien -lo han planteado distintos señores Senadores-, llegó el momento de comenzar a visualizar un horizonte de salida.
Eso, probablemente, no estaba antes.
Pero las preguntas que uno se hace es qué sucedería si Chile decidiera unilateralmente salirse de la Misión, qué ocurriría con nuestra imagen internacional si finalmente tomáramos una medida como esa, claramente irresponsable.
Entonces, hoy se comienzan a visualizar el umbral de salida y el cambio hacia otras formas de cooperación, las que no son solo militares (se plantean más bien en el mediano plazo).
Una oportunidad para ello -porque esto no es a tontas y a locas- es claramente UNASUR. Y dentro de esta, especialmente el Consejo Sudamericano de Defensa, que le puede permitir a Chile, junto con otros países, iniciar un proceso planificado de repliegue.
Hoy existen condiciones para un repliegue ordenado y planificado de las tropas a los efectos de asumir probablemente otros compromisos, aparte el mantenimiento de la paz. Hay cuestiones no solo militares -como han señalado aquí algunos señores Senadores-, sino asimismo de desarrollo. Haití tiene muchas dificultades. Es un país donde, luego del terremoto, se agravaron las dificultades internas. No se trata solo de la precariedad de su infraestructura. La epidemia de cólera, que aún no está controlada, y la conflictividad social son cuestiones que requieren la ayuda de distintos países. Probablemente, en el mediano plazo, ya no de fuerzas militares, sino de otro tipo de actores. Y ello deberá ser parte de este debate.
Ahora, un eventual repliegue tiene que combinarse con otras acciones militares que Chile podría cumplir. Ello, como en el caso de Somalia, que se ha planteado aquí.
Hace once años la Organización de las Naciones Unidas nos hizo una invitación para que tropas chilenas, especialmente de la Armada, vigilaran, custodiaran el litoral de Somalia en el océano Índico, donde está el origen de los principales problemas del comercio en esa parte del mundo. Se requiere que tropas de las más especializadas, en este caso de la Armada, cumplan un rol allí.
Será una discusión que deberemos sostener, probablemente dentro de este año. Y eso supondría una interesante acción en el continente africano, que también debiera ser parte de la estrategia de Chile en el ámbito de su política internacional.
Por lo tanto, lejos de mirar aquello como un problema que asoma en algunas miradas nacionalistas propias de lo que fue la mirada de la Guerra Fría, propias de lo que fue la Estrategia de Seguridad Nacional de la Escuela de Panamá, que algunos parecen añorar en este momento y que hace aflorar en discusiones como esta lo peor del nacionalismo en el contexto de las miradas conservadoras, creo que hoy no están dadas las condiciones para innovar en esta materia y que, como país serio, responsable, que quiere ser un actor relevante en el concierto internacional, estamos obligados a seguir apoyando esta Misión.
Voto a favor.
La señora ALLENDE (Presidenta accidental).-
Tiene la palabra el Senador señor Ossandón.
El señor OSSANDÓN .-
Señora Presidenta , la verdad es que la mayoría de los conceptos ya se han vertido. Sin embargo, no quiero quedarme afuera, porque, a mi entender, revisten importancia la forma como nos ve el mundo y el compromiso permanente de nuestro país con operaciones de paz para defender la vida y los derechos humanos de mucha gente, la democracia, en fin.
Me parece que tal es la forma de juzgar esta aprobación -voy a votar a favor-, porque, como dijo el Senador Allamand, los ejércitos han de volcarse no solo a las acciones de guerra, sino también a las tareas de paz, a la solución de los problemas de la gente común y corriente.
Ojalá que, como Gobierno, de alguna manera podamos empezar a proceder así.
En Haití están laborando Benito Baranda y un equipo grande de América Solidaria.
Por lo tanto, Chile está presente.
Por eso mismo, voto a favor.
La señora ALLENDE (Presidenta accidental).-
Tiene la palabra el Senador señor Lagos.
El señor LAGOS.-
Señora Presidenta , voy a aprobar la autorización para prorrogar la permanencia de tropas chilenas en Haití.
Según las intervenciones habidas en esta Sala, muchos Senadores se pronunciarán a favor.
En 2004, cuando se planteó por primera vez esta materia, la votación fue dividida: en junio de ese año hubo 27 votos afirmativos y 15 abstenciones. Y el Presidente Lagos pudo obtener la autorización pertinente solo porque todos los Senadores designados se pronunciaron favorablemente.
En cuanto al rol que debería jugar Chile en Haití, la discusión en esa oportunidad fue muy distinta de la de ahora. Y la calidad de ella, también. De hecho, en algún minuto, a raíz de la incorporación de alrededor de 35 carabineros entre los 400 y tantos uniformados autorizados, se llegó a argumentar que eso iba a descuidar las funciones policiales en nuestro país.
Había una mirada distinta.
Hoy escucho el debate, y veo que se dicen cosas bien inteligentes: además de apoyar la permanencia de las tropas, se pregunta qué rol deben tener, cuál es el período adecuado para pensar tal vez en su retiro.
Pero, al mismo tiempo, nos hacen plantearnos qué queremos no solo para nuestras Fuerzas Armadas, sino también para nuestro país.
Chile es una nación integrada al mundo. Hoy vivimos del mundo. Muchas veces nuestros compatriotas no lo perciben a diario. Pero en esta Sala y en las tribunas, por ejemplo, no hay nadie que no tenga una prenda de vestir que no sea importada; además, el 80 por ciento de los productos que hay en nuestras casas son de afuera. Y eso lo financiamos nosotros ¿Por qué? A partir de lo que exportamos.
Nos beneficiamos de la integración: se generan empleos, oportunidades.
Pero no hay que quedarse con un país que se beneficia de lo que hace internacionalmente, sino que existe una segunda dimensión: que al mismo tiempo de beneficiarnos tratemos de fijar las reglas del mundo.
El Senador Ossandón dice que es relevante cómo nos ven. Y tiene razón. Pero a mí me importa más qué mundo quiero.
Para eso, no podemos quedarnos como tomadores de reglas, esperando que otros decidan por nosotros: debemos aprovechar todos los intersticios que un país como el nuestro -no somos una potencia, pero tampoco somos insignificantes- tiene para fijar las reglas en el mundo.
Por eso, debemos estar presentes en todos los foros e instancias internacionales, y ojalá, ser fundadores de todos ellos. Porque cuando a uno lo invitan a integrarse a un foro las reglas ya las establecieron los fundadores. De manera que hemos de ser los primeros, para fijar las reglas.
Es relevante, entonces, estar en el famoso TPP, en el ALCA, en la APEC, en la OCDE, en las Naciones Unidas, en la OEA, en el MERCOSUR, en la Alianza del Pacífico, o sea, en todas las instancias, porque ello nos permite establecer las reglas.
Sin embargo, hay una tercera área importante.
¿Me beneficio del comercio, me beneficio de la integración? Sí; ¡cómo no! ¿Fijo las reglas? En la medida de lo posible.
Pero -repito- existe una tercera área relevante: si uno quiere ser actor global -lo decían acá otros Senadores (entre ellos, creo, el colega Allamand ), y coincidimos en eso-, debe tener responsabilidades globales.
En la vida, uno no puede pretender beneficiarse de todo, intentar influir en cómo debe ser el mundo y cuando llega el minuto de asumir responsabilidades hacer abstracción de ellas.
Lo que hemos hecho con las Naciones Unidas ha sido asumir responsabilidades globales en Haití. Y no es la primera vez: hemos estado en Bosnia, en Timor Oriental, en un sinnúmero de lugares. No somos el único país que participa en misiones de paz.
Eso tiene muchos beneficios directos: en materia de entrenamiento de nuestras tropas, en la forma como ellas se desenvuelven y en la imagen que transmitimos. Pero, aunque no los tuviera, se ha de actuar con responsabilidad y asumir los costos.
Si queremos luchar contra el terrorismo, contra el narcotráfico, y que imperen los derechos humanos, debemos estar dispuestos a poner recursos humanos y financieros, inteligencia y capacidad militar.
Por eso considero tan importante lo que hoy estamos haciendo nuevamente.
Y me gusta que este debate sea distinto del de 2004, por diferentes razones.
A veces vale la pena señalar, para la historia, cómo hemos evolucionado. Y lo hemos hecho para bien.
En nada le quita mérito a alguien que pensaba de cierta forma el decir después de diez años: "Está bien que Chile vaya al concierto internacional. Está bien que nuestras Fuerzas Armadas jueguen un rol en él".
Creo que es preciso abrirse a explorar con responsabilidad si tenemos capacidad para hacerlo en otros planos, por supuesto sin descuidar lo que somos; sin desatender nuestras fronteras, y, tal vez, sin involucrarnos en cuestiones que no tengan estricta relación con lo que quiere el colectivo mundial que son las Naciones Unidas.
De ahí que sea tan relevante que todo lo hagamos en función de lo que plantea dicho organismo internacional.
Señora Presidenta , me parece bien que en algún minuto se ponga en el horizonte cuál será la estadía de nuestras tropas en Haití.
El Senador Allamand, ex Ministro de Defensa, hizo una reflexión que para quienes no somos expertos en Defensa o al menos para aquellos que no tenemos su sapiencia es sumamente importante: la salida de nuestras tropas no puede ser de a poco, desmembrando lo que tenemos, si eso va a debilitar su capacidad de actuar en el referido país.
Yo no lo había pensado así.
Si tenemos allí 500 uniformados, quizá no es llegar y decir "Vamos a sacar 200 y nos quedamos con 300", porque a lo mejor los 500 hacen un todo que permite el funcionamiento de la globalidad de las tropas.
Tal vez habría que explicar aquello de mejor forma, darle más espacio comunicacional, para que nosotros, los ciudadanos, entendiéramos por qué en Haití debemos tener 500 uniformados y no 200.
Señora Presidenta , me alegro de este debate, pues da cuenta de un país más maduro y que entiende que para estar en el mundo actual, si queremos ser actores globales, debemos ciertamente beneficiarnos, fijar las reglas en lo posible y asumir responsabilidades también globales.
La señora ALLENDE (Presidenta accidental).-
Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señora Presidenta, siempre que la tratamos en el Senado esta materia genera un debate sumamente interesante en torno al rol de Chile en el ámbito de las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas y a la forma como las tropas nacionales participan en ellas.
Yo coincido con los colegas que han manifestado la importancia que reviste para nuestro país su colaboración activa en las misiones de paz en distintos lugares del mundo.
El Senador Allamand , creo yo, colocaba nuestro accionar en su justa dimensión.
Incluso, Su Señoría planteaba la posibilidad de ir más allá, para desempeñar un rol en lugares donde la seguridad de un país, o de una zona, o de un área estuviera amenazada, y además, que nuestras Fuerzas Armadas, cumpliendo los objetivos de Chile, participaran ya no solo en misiones de paz, sino asimismo en fuerzas de imposición.
Sin duda, se trata de un paso distinto. Pero es parte de las responsabilidades que hemos de asumir como miembros de la comunidad internacional.
Cada vez que se discute este asunto uno debe recordar por qué estamos en Haití y lo que se ha hecho allí durante estos años.
Lo primero que se me viene a la mente es la decisión que adoptamos años atrás en el Senado, en un momento muy dramático, con el propósito de evitar -y se evitó; tal vez ese solo hecho justifica la intervención de las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas en Haití- una masacre, una matanza, una situación de caos social y de violencia desatada en un área de América Latina que normalmente ha sido olvidada por los propios latinoamericanos.
Ahora, ese primer objetivo, que se cumplió, llevaba aparejado otro, el que se ha ido cumpliendo relativamente, con las dificultades que todos conocemos: fortalecer la institucionalidad mínima de Haití para tener un gobierno democrático, autónomo, con capacidad para dirigir la nación.
El cumplimiento de ese objetivo es, indudablemente, opinable. Se ha avanzado, se ha retrocedido, pero hoy Haití tiene un proceso que, con altos y bajos, ha permitido cierta institucionalidad desde el punto de vista de gobiernos elegidos democráticamente y de congresos de igual origen, con los inconvenientes que ya hemos analizado en otras oportunidades.
La situación ahora es un poco distinta. Y en el debate habido en las Comisiones unidas vimos que por primera vez Naciones Unidas plantea una fecha, un horizonte, un tiempo para el posible retiro de las tropas.
Nosotros siempre dijimos que la intervención de las Fuerzas de Paz en Haití necesariamente debía ir acompañada de procesos de cooperación de la comunidad internacional en el área económica, de los recursos. Pero, también, que se requería cooperación técnica y ayuda en el ámbito productivo y en el de la creación de una fuerza policial o de orden que mantuviera la paz y fuera garantía para el pueblo haitiano.
Chile ha colaborado en algunas de esas áreas. Ha participado en labores de cooperación junto con otros países, no con la fuerza o la contundencia que a todos nos gustaría, pero sí cumpliendo un papel solidario, lo que es relevante para una nación pequeña como la nuestra.
Por cierto, la evaluación que se hará después del proceso eleccionario no va a garantizar el retiro inmediato de las tropas. Plantearlo en esos términos -es decir, realizar la elección y después proceder al retiro de las tropas- es no entender el espíritu o el sentido con que se planteó tal evaluación por las Naciones Unidas y como la explicaron en las Comisiones unidas tanto el Ministro de Defensa cuanto el de Relaciones Exteriores .
Considero que en su momento el retiro gradual de las tropas se deberá hacer en conjunto con los otros países, con las otras fuerzas que están operando en Haití.
Sería muy raro un retiro unilateral de Chile. No creo que eso sea bueno en el instante en que estamos, sobre todo si forman parte de las Fuerzas de Paz países hermanos, naciones latinoamericanas con las cuales compartimos otros objetivos.
Así que, a mi entender, el análisis del rol de nuestras Instituciones Armadas en materia de fuerzas de paz en Haití o en otras partes del mundo debe hacerse siempre con altura de miras, teniendo presente además el rol que Chile debe jugar en la comunidad internacional.
Por esa razón en las Comisiones unidas votamos favorablemente la solicitud presidencial, lo que reiteraremos en la Sala.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
La señora ALLENDE ( Presidenta accidental ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba la solicitud de la Presidenta de la República sobre prórroga de la permanencia de tropas y medios militares chilenos en Haití (30 votos contra 2 y 2 abstenciones).
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Goic, Muñoz, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Chahuán, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Harboe, Horvath, Lagos, Hernán Larraín, Montes, Moreira, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma, Ignacio Walker, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.
Votaron por la negativa los señores Coloma y Orpis.
Se abstuvieron la señora Lily Pérez y el señor Matta.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/639233
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/639233/seccion/akn639233-po1