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El señor BECKER (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el diputado señor Marcelo Díaz.
El señor DÍAZ.- Señor Presidente , comparto las afirmaciones de que no hay posibilidades de una verdadera democracia sin un régimen de partidos políticos fuertes.
En efecto, hay dos elementos fundamentales que permiten distinguir cuando estamos frente a un régimen que se quiere vestir de democrático de otro que es verdaderamente democrático: primero, la existencia de un Parlamento, donde hay pluralidad de sectores que llegan a él por medio de elecciones libres, democráticas, abiertas y plurales; segundo, la existencia de muchos partidos políticos, por lo menos más de uno, que expresen la diversidad de posiciones que siempre hay en toda sociedad.
Se espera, entonces, que los partidos sean los instrumentos que canalicen las visiones de la sociedad respecto de los asuntos públicos y concursen personas en forma democrática con respaldo de los ciudadanos para dirigir los asuntos del Estado.
Desde esa perspectiva, sin duda, una de las grandes tareas que tiene nuestro sistema político es reforzar y fortalecer el régimen de partidos políticos y a los partidos políticos. La política, hoy por hoy, es una de las funciones menos relevantes o menos populares a los ojos de los ciudadanos. Probablemente, también sea una de las funciones más incomprendidas. Sin duda, sabemos muy bien que la función legislativa que desempeñamos acá no goza del afecto de la opinión pública, no obstante su relevancia. Hay una enorme incomprensión. Muchas veces, son los medios de comunicación quienes no ayudan en nada a hacer claridad a ojos de los ciudadanos respecto de la verdadera naturaleza de la función pública.
Desde esa perspectiva, la figura del transfuguismo, que es la que este proyecto pretende atacar, no solamente es objeto de regulación legislativa en Chile, sino también en otros países, donde hay pactos legislativos o políticos para evitar la lógica de que alguien que es electo por un partido, termine en otro y, por esa vía, altere las mayorías y las representaciones ciudadanas.
Pero este proyecto, aisladamente, no es bueno. Tenemos muchos más problemas que la mera resolución de poner límite a aquellos que se desafilian de un partido para postular a una elección cuando no han sido elegidos en su propio partido. El diputado Ulloa decía -por su intermedio, señor Presidente - que si uno se enoja, se va para la casa y se lleva la pelota. Lo importante es saber si los partidos cuentan con mecanismos democráticos, transparentes, de selección de sus candidatos a cargos de elección popular.
Lo que hace mucha falta en Chile es una reforma muy integral a la ley de partidos políticos para permitir más transparencia, más democracia, más rendición de cuentas de los partidos políticos respecto de sus militantes y de los ciudadanos. En ese contexto, un proyecto de esta naturaleza, a mi juicio, tendría sentido. En efecto, una iniciativa que ataña a una parte del fortalecimiento de los partidos políticos pareciera ser apropiado. Sin embargo, hoy, los partidos políticos no cuentan con mecanismos transparentes, expeditos y democráticos de selección de sus candidatos a cargos de elección popular. Todos sabemos que la mayoría de los partidos políticos, sino la totalidad, esperan, hasta un día después de vencido el plazo a que se refiere esta ley, para poner en marcha los procesos de designación de sus candidatos, en su inmensa mayoría, resueltos a dedo por grupos de dirigentes del partido que habitualmente se ubican en la capital del país, sin considerar la opinión de los militantes.
Hoy se encuentra en tramitación en el Congreso -hemos conversado al respecto con el ministro secretario general de la Presidencia , puesto que es una de las materias que nos interesa abordar en este período legislativo- un proyecto sobre primarias, que sería un complemento fundamental, indispensable y un antecedente a la aprobación de un proyecto de esta naturaleza, que regula un mecanismo legal para que los partidos puedan seleccionar a sus candidatos a cargos de elección popular, como concejales, alcaldes, diputados, senadores y Presidente de la República . Si se dispone de mecanismos democráticos, amplios, validados institucionalmente, con respaldo legal, y, por ejemplo, no se acata el resultado de unas elecciones primarias, parece razonable que la ley castigue a quien ha participado en ese procedimiento impidiéndole ser candidato. Es lo correcto.
Pero, este proyecto de ley, visto aisladamente, sin considerar las demandas y déficits de la democracia interna y rendición de cuentas de los partidos políticos -digo esto siendo vicepresidente nacional del partido en que milito y habiendo concursado recientemente por su presidencia; por lo tanto, me hago cargo de mi responsabilidad-, a mi juicio, parece -y en eso comparto las opiniones de los diputados Alinco , Lemus y de otros que se han expresado en ese sentido- como un seguro egoísta, de una lógica oligárquica, centralista y excluyente que todavía prevalece poderosamente instalada en el sistema político chileno.
Creo que la ciudadanía no tiene solamente una mala opinión de los partidos, porque el sentido común pareciera decir que ahí se anida un grupo de privilegiados que se reparten unas cuantas granjerías, sino porque los partidos dan a veces señales que se traducen en los ciudadanos como una reafirmación de esa sensación. Entonces, hoy necesitamos más democracia en los partidos, más transparencia, más rendición de cuentas no solamente -reitero- respecto de los militantes, sino también de los ciudadanos.
Desde esa perspectiva, no puedo concurrir a aprobar un proyecto que pone la carreta delante de los bueyes. Este proyecto, en la ruta de la reforma de los partidos políticos, debiese haber ido al final y no al comienzo. Desde esa perspectiva, espero, si este proyecto se aprueba -como decía el diputado Lemus , probablemente, va a contar con amplio respaldo de esta Sala-, que nos haga reflexionar, para no hacernos daño nuevamente entre nosotros y terminar disparándonos nuevamente en los pies, pues la idea es que vaya acompañado prontamente de una reforma al régimen de partidos políticos y, particularmente, de la aprobación del proyecto de ley que establece y regula las primarias como mecanismo para elegir a nuestros candidatos a cargos de elección popular.
He dicho.
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