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El señor MONTES.- Señor Presidente , en la Comisión de Hacienda se discutió la conveniencia de enviar el proyecto a la Comisión Especial del Adulto Mayor.
El proyecto es lo que es. No pretende más que cambiar la dependencia de un organismo de un ministerio a otro, lo que tiene su fundamento. No debemos hacer mayor cuestión de eso. Incluso más, quizás nunca debió radicarse en el ministerio que originalmente lo cobijó. Está por verse lo que hará o no el futuro Ministerio de Desarrollo Social.
En suma, el proyecto es tremendamente limitado. No se trata de nombrar un director de orquesta de las políticas sociales.
Sé que en algún momento alguna gente pensó llevar al futuro Ministerio de Desarrollo Social hasta los subsidios del Ministerio de Vivienda y hubo todo tipo de teorías sobre la materia, pero al final tenemos un modelo bien parecido al de todos los países de América Latina y no hemos logrado crear respuestas distintas, porque ello debe ser muy bien articulado con los niveles regionales y comunales, y su ejecución plantea una serie de dificultades.
La iniciativa no es tan relevante como algunos pretenden. Se saca una serie de conclusiones a partir de un cambio de dependencia. Ésa es una potencialidad; podría llegar a ocurrir algo como lo que se ha sugerido, pero nada lo garantiza.
En síntesis, se traslada el Sename de un ministerio político a otro ministerio político, con otras características. Por eso, las conclusiones que saca el diputado Godoy no me parecen atinadas. Creo que debemos medir nuestras palabras.
Cuando ayer escuchamos el anuncio de lo que ocurrió con el puente mecano de Concepción y el pronunciamiento de la Contraloría en cuanto el cuestionamiento de la legalidad de esa licitación, uno llega a la conclusión de que debemos medir nuestras palabras; no hay que suponer que todos son ladrones y que ahora llegaron los limpios, porque la vida es más compleja que eso.
Quiero reflexionar sobre los problemas que afectan a los adultos mayores. Está claro, como ya se ha dicho, que en relación con políticas públicas estamos muy atrasados en esta materia, quizás tanto como respecto de los discapacitados. En efecto, tenemos atrasos muy significativos y durante muchos años no avanzamos nada.
En el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle se creó una comisión y empezó todo un proceso, pero quedó muy desfasado respecto de la realidad y de lo que en verdad requiere ese grupo etario.
El Servicio Nacional del Adulto Mayor, además de requerir recursos para su buen funcionamiento, necesita un rediseño institucional mayor. No es posible pensar en servicios que no tienen capacidad de ejecutar programas. Esa fue una restricción que se fijó cuando se crearon el Sernam y el Injuv. De una vez por todas, debemos permitir que ambos tengan capacidad de ejecutar programas y dejar de triangular las cosas. Claro que hay que poner cotas, límites y definir las formas de ejecutar los programas.
Sería muy importante que en esta discusión participaran el diputado señor Jorge Ulloa y la diputada señora María Angélica Cristi , quienes en su oportunidad encabezaron la oposición para impedir que esos servicios ejecutaran programas. Reitero que, en mi opinión, esos servicios funcionalmente descentralizados deben tener capacidad de ejecutar programas.
Quiero referirme a un aspecto específico en relación con los adultos mayores. La realidad nos demuestra que en todas partes hay muchos adultos mayores con enfermedades terminales, viviendo en casas muy pequeñas y cuyas familias no tienen ninguna capacidad de acogerlos.
Además, se requiere de lugares donde los adultos mayores se sientan bienvenidos. Me refiero a casas de acogida, de encuentro, de apoyo, que les permitan desplegar las potencialidades y riquezas que ellos poseen.
Asimismo, son necesarios centros culturales y de encuentros.
Una de las cosas más importantes que desarrollan los países más desarrollados son, precisamente, centros que permiten que los adultos mayores mantengan su vitalidad, tengan un lugar de acogida, puedan desplegar su conocimiento y sabiduría al resto de la sociedad, se encuentren con otros y compartan sus experiencias. Nosotros estamos muy atrasados en la materia.
Intervengo porque creo que en algún momento deberemos adoptar decisiones respecto de qué hacer con una parte de la infraestructura pública y público-privada que está quedando ociosa. Así, por ejemplo, en la actualidad hay muchos colegios que no tienen estudiantes porque está disminuyendo la pirámide de los niños. Si no tomamos pronto una decisión en cuanto a que esos colegios no pueden venderse, sino que es necesario reciclarlos en función de una política sistemática de centros orientados a los adultos mayores; si no actuamos con la debida anticipación ni creamos los dispositivos institucionales capaces de llevarlos a la práctica, de acogerlos, de entenderse con los municipios, en fin, de crear centros nacionales con esa orientación, esos colegios seguirán vendiéndose como se está haciendo ahora en muchas partes del país.
El Estado y su política pública, con esto de confiar absolutamente en la Fundación Las Rosas y en el Hogar de Cristo -todas las políticas públicas ante determinado tipo de adulto mayor descansan en dos instituciones privadas, respecto de las cuales ni siquiera existen subvenciones sólidas-, genera una inconsistencia total en esta área.
Por eso, si bien es importante la dependencia, queda pendiente la discusión general sobre otros aspectos, como diagnósticos, políticas públicas y la necesidad de recoger experiencias mundiales. Debemos redefinir la capacidad de esos servicios de ejecutar programas, lo cual debiera ir muy asociado a la recuperación de infraestructura de los colegios que están quedando sin alumnos, de manera que puedan reciclarse en ese sentido.
A mi juicio, hay premura para resolver la situación. Por lo tanto, la Comisión Especial del Adulto Mayor de la Cámara de Diputados debiera apurar el tranco, porque no se trata de enfrentar la situación dentro de diez años, dado que en los próximos dos o tres años deberán adoptarse decisiones importantes. Es verdad, estamos pasando por un gobierno más o menos, pero en el futuro deberemos recuperar la buena senda.
He dicho.
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