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La señora SEPÚLVEDA , doña Alejandra ( Presidenta ).- Tiene la palabra el diputado José Antonio Kast.
El señor KAST.- Señora Presidenta, siento que este año se ha roto el tradicional rito de los resultados del Simce.
¿En qué consistía? Como dijo el diputado Montes , hemos vivido muchas evaluaciones Simce . Y había varios hitos.
Primero, la expectativa previa. Todo el mundo estaba nervioso por los resultados del Simce de un año determinado.
Segundo, la entrega de información. Todos los ministros se instalaban en conferencia de prensa y daban los resultados.
Tercero, las explicaciones y justificaciones. Básicamente, por años nos dijeron: “Vamos bien; mañana, mejor”.
Principalmente, eso era lo que nos expresaban todos los ministros. Podemos evaluar lo que nos manifestaron la ministra Mariana Aylwin , el ministro Sergio Bitar , la ministra Marigen Hornkohl . Por ejemplo, el ministro Bitar nos decía: “Necesitamos voluntad para mejorar, no llorones”.
Siento que eso no ocurrió durante todos los años que tuvieron el Ministerio de Educación bajo su mandato.
Eso lo afirmó el ministro Bitar antes de irse como jefe de campaña de la Presidenta Bachelet . De alguna manera, ocupó el Ministerio como trampolín para una figuración política. Por eso, quizás, se podría evaluar la importancia que le dio a su gestión ministerial.
Después de las múltiples explicaciones, se anunciaban las medidas, que eran muchas, en lo que el ministro Bitar, insisto, era un especialista.
En una sesión anterior, tuvimos la oportunidad de recordar más de treinta medidas.
El drama era que nunca se evaluaban los resultados de esas medidas. La jornada escolar completa, la más emblemática de todas, nunca fue objeto de una evaluación seria.
Después del anuncio de las medidas, se fijaban plazos. La ministra Aylwin nos dijo en algunas declaraciones que en 2005 esa situación tendría solución real. En 2003, el ministro Bitar nos expresó que en 2010 se lograría la calidad en la educación básica y media.
Parece que muchos tienen muy mala memoria, porque no recuerdan todos esos dichos cuando se anunciaban esas metas y se nos repetía una y otras vez que los objetivos se lograrían en cinco años más.
Pero, ¿es mejor ocultar o sincerar la información a los apoderados?
Hoy, la prensa nos informa que los padres de alumnos que rendían el examen del Simce consultados acerca de por qué habían elegido esa escuela -todos saben que junto a esta prueba va un formulario a la casa de los padres y apoderados que deben responder perentoriamente-, el 46,2 por ciento respondió que lo hizo por la cercanía; el 15,9, por la orientación valórica, y el 14,5, por los resultados académicos.
¿Se ajusta esta información con los anhelos de los padres y apoderados para con sus hijos, que nos dicen en general que desean heredarles una buena educación, la que ellos no tuvieron? Lamentablemente, no. ¿Por qué? Porque alguien con las frases “Vamos bien, mañana mejor”, “En cinco años lo vamos a solucionar”, “Estamos a punto de lograr el éxito”, ha engañado a los papás y apoderados; se les ha hecho creer algo que no es real.
Como muestra un botón. En 2006, la ex ministra Marigen Hornkohl declaró: El sistema educacional se está moviendo en la dirección buscada de calidad y equidad, y los educadores pueden decirle claramente a los padres, a la sociedad, que lo estamos logrando. Continúen apoyándonos, confíen en nosotros.
¿Cómo los papás no van a confiar si la ministra de Educación les dice “Estamos bien”, “Vamos mejor”, “Sigan en la escuela donde tienen a sus hijos”, que es la más cercana?
Obviamente, el papá va a dejar a su hijo en la escuela más próxima a su hogar porque le señalan que todo está muy bien. Pero, ¿está todo muy bien? Creo que no. Este semáforo puede ser perfectible y es una medida real de información a los padres.
Todos ustedes, los colegas que dicen que esto va a estigmatizar, que esto aquí o que esto allá, deberían buscar maneras y ofrecer soluciones para transmitir esa información a los padres y apoderados a fin de que puedan tomar buenas decisiones.
El semáforo puede indicar rojo, amarillo en alza o verde estancado. Hay miles de formas de utilizar mejor el concepto de los colores que son fácilmente entendibles por todos.
Lo único que no podemos seguir haciendo es engañar a los padres y apoderados, vendiéndoles la ilusión de que sus hijos están siendo bien educados.
Lo relevante será siempre poner el foco en la calidad, lo cual es imposible si los padres no saben lo que está ocurriendo en las escuelas.
Se dice que los niños serán estigmatizados. ¿Será por los colores? A mi juicio, los niños salen estigmatizados de las escuelas cuando se enfrentan a la realidad, cuando han salido con nota 6 ó 7 y deben enfrentar la PSU, prueba que también fue un invento de algunos ministros que se empecinaron en cambiar la Prueba de Aptitud Académica, que medía las habilidades, por una prueba de conocimiento. ¿Y cuál es la realidad? Cuando los niños se enfrentan a la PSU sacan muy bajo puntaje. Ahí es donde quedan estigmatizados, donde se les mata la ilusión y la esperanza a los padres.
¿Quién responde por ello? Hasta ahora nadie, todos miran para el techo. Cientos de programas sin evaluación. Notas excelentes de los niños. Pregunto a los colegas que fueron alcaldes, cuando iban a las graduaciones de los cuartos medios ¿nunca les preocupó saber que estaban engañando a los niños de esa escuela, entregándoles diplomas y diciéndoles que les iría bien en la vida, sabiendo que darían la PSU, pero no podrían entrar a la universidad, en algunos casos, ni siquiera a un instituto? ¿Nunca les remordió la conciencia?
Eso es engañar a las personas, lo que lamentablemente ha ocurrido por mucho tiempo y debe cambiar. La manera de hacerlo es informando a los padres la realidad de la situación de la escuela a la que asisten sus hijos y que un 7 no es un pasaporte a la universidad y a una mejor calidad de vida. ¡No es así!
Entonces, más que criticar sacando pequeñas ventajas políticas de un tema como la educación, sinceramente, deberían buscar fórmulas para solucionar el problema que existe: que los padres y apoderados no saben lo que pasa con sus hijos, que los alumnos se ilusionan con un resultado que no obtendrán, ya que por años se les ha engañado diciéndoles que van bien y que tendrán un futuro mejor.
Eso es lo que realmente importa y a lo que deberíamos estar abocados hoy, más que tratar de sacar pequeñas ventajas políticas de un tema tan trascedente como es la educación.
He dicho.
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