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El señor GIRARDI.- Señor Presidente, nuevamente considero que esta Corporación tiene que ser convocada a reflexionar.
Enfrentamos un grave problema con los plaguicidas. En Chile se usan algunos que están prohibidos en la gran mayoría de los países desarrollados por ser genotóxicos, es decir, por provocar un daño genético. En algunas Regiones registramos una tasa de malformación congénita que se incluye entre las más altas del planeta. Normalmente, los temporeros sufren por la aplicación indiscriminada de dichos elementos.
Este es un escenario paradójico, porque se supone que nosotros estamos llamados a defender el bien común y el bien público. Y en la Cámara de Diputados se propuso un proyecto para intentar señalar algunas regulaciones, que no son muchas, el cual dispone que se prohíbe "la internación, transporte y venta de plaguicidas Ia y Ib," -los más tóxicos- "exceptuando aquellos que el Servicio Agrícola y Ganadero autorice y se consideren de uso imprescindible e insustituible.".
Ahí ya se observa una omisión, porque Salud también se interesaba -y no solo el Servicio mencionado- en establecer cuáles son los plaguicidas Ia y Ib que pueden ingresar al país.
Lo que estamos determinando es el peor de los mundos. Ni siquiera aprobamos la intervención del SAG, sino que estamos expresando que Chile se puede transformar en el maravilloso paraíso de todos los plaguicidas rechazados en los países desarrollados, que cuidan la salud de sus habitantes y entienden que es preciso compatibilizar el medioambiente; la vida; los negocios; la prosperidad económica -entre comillas-, pero no de unos pocos, sino de la mayoría.
Entonces, la iniciativa en trámite es de mediana cuantía, desde el punto de vista regulatorio, porque le entrega al organismo aludido una facultad en la materia.
Hace poco tiempo tuvo lugar una gravísima intoxicación de temporeros en la Séptima Región -me gustaría conocer la opinión de los parlamentarios de la zona-, terminando decenas de ellos internados en el Hospital Regional. Y cuando todos los antecedentes señalaban la naturaleza del problema, el Servicio Agrícola y Ganadero se adelantó raudamente a comunicar que no había tal, lo que tuvo que ser desmentido por el Ministerio de Salud.
Solo por ese motivo destaqué la importancia de que Salud evalúe estos asuntos y no un organismo que, a veces, tiene un interés más productivista que sanitario.
Lo que estamos haciendo amenaza la seguridad nacional. Lo que hemos hecho, como Senado, atenta contra la integridad de la salud en Chile, porque dejamos sin ningún tipo de regulación. Ni siquiera el SAG va a poder reglar, como puntualicé, la internación, transporte y venta de plaguicidas Ia y Ib, los cuales, para que mis Honorables colegas lo sepan, son tóxicos y prohibidos en muchos países del mundo. Y nosotros no vamos a contar con ningún sistema de resguardo, de cuidado.
¿A quiénes favorece la situación? A los que quieren aplicar plaguicidas más baratos; a los que quieren aumentar los períodos de retorno de sus inversiones. ¿Pero a quiénes se va a afectar? A nuestros hijos, no solo a los temporeros. Porque cuando el Instituto de Salud Pública ha hecho estudios en tomates, en frutas, y observado las muestras de plaguicida que se han tomado, normalmente existen transgresiones por la aplicación indiscriminada de esas sustancias.
Repito que nuestros trabajadores están utilizando plaguicidas prohibidos en el mundo, que son genotóxicos -es decir, se halla demostrado el efecto dañino sobre el DNA- y cuyas consecuencias se transmiten a generaciones futuras. ¡Si no solo ellos resultarán afectados! ¡Sus hijos también van a ser parte de nuestra decisión, porque estos y los nietos heredarán las malformaciones o aberraciones o daños genéticos!
Entonces, se contaba con una iniciativa regular, no muy buena pero que algo podía servir, originada en la Cámara de Diputados, y la Comisión de Agricultura del Senado cercenó la posibilidad de una regulación mínima en Chile.
Solicito a mis Honorables colegas que, por favor -es algo muy simple-, busquen la información sobre plaguicidas Ia y Ib en Google y vean lo que esta Corporación ha hecho.
Estimo que vamos a tener que poner un poco de preocupación por las cuestiones de la salud y darles prioridad. ¡No puede ser que ni siquiera sea posible legislar con motivo de iniciativas como la que nos ocupa! ¡Porque eso es lo que ocurre!
Me parece que estamos recurriendo a un tipo de visión de lo que significa el desarrollo que contiene demasiados elementos pragmáticos, en la que adquiere demasiada relevancia la rentabilidad, la productividad. Y después -¡claro!- nos sorprende que miles de chilenos salgan a las calles llenos de individualismo, de pragmatismo, de productividad, y asalten y roben. Estamos cosechando lo que sembramos.
He dicho.
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