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El señor LAGOS.- Señor Presidente, me sumo a las expresiones de todos los Senadores que me han antecedido en el uso de la palabra, quienes destacaron la importancia de la iniciativa que nos ocupa.
Y extiendo mis felicitaciones no solo a la actual Ministra del SERNAM, que tuvo la capacidad y la voluntad de lograr que el proyecto se discutiera en el Parlamento y se tratara con prontitud, sino también a quienes trabajaron antes en la materia.
Acá se aborda un asunto jurídico: la protección de la mujer. Para ello se perfecciona la legislación: se extiende el concepto de parricidio -bienvenido sea- a los ex convivientes y ex cónyuges, y se fija una serie de otros criterios penales importantes, que son discutibles a ratos, pero, en mi opinión, reflejan una visión y un valor que comparto.
El concepto de estado de necesidad exculpante que se establece en este informe de Comisión Mixta no deja de ser interesante, pese a ser debatible. En el fondo, intenta hacerse cargo de lo que se entiende como una realidad, una injusticia, una debilidad a la hora de definir las posiciones de fuerza entre hombres y mujeres en nuestra sociedad.
Pero quiero rescatar un asunto distinto: tratándose de políticas públicas es muy relevante que los gobiernos o los liderazgos asuman un papel tendiente a generar conciencia en la sociedad.
Lo dijo recién el Senador señor Escalona: no servirá disponer de un buen proyecto y una ley adecuada, si no logramos provocar los cambios necesarios en la cultura, en la educación, en los valores. Es muy probable que aquellos oficiales, aquellos hombres adultos o aquellas mujeres maduras ya no cambien su forma de ser, y que deba hacerse el esfuerzo respecto de las nuevas generaciones. ¡Pero nunca es tarde!
Y pongo dos ejemplos para ilustrar lo planteado.
El primero es que la violencia contra las mujeres ha existido desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, 15, 20 ó 30 años atrás tales hechos aparecían en las páginas rosas, donde se leían frases como "Fue por celos", "Por algo habrá sido". No existía la concepción de que se trataba de un delito. Ahora hemos definido un concepto nuevo: "femicidio". Porque se atenta contra una mujer. No es solamente un ser humano; es una mujer. Ese cambio se produjo a partir de generar conciencia.
El segundo ejemplo me llega de cerca. Cuando la Presidenta Michelle Bachelet , hace unos años, habló de tener un gabinete paritario, buscaba reflejar la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres. Eso fue objeto de mofa, poco comprendido, aunque otros sectores lo aplaudieron. Sin embargo, lo relevante es que, con esa política, ella dejó plasmada en la parte de atrás de la cabeza de chilenas y chilenos la idea de que la mujer debía estar representada en los distintos estamentos de Chile.
De hecho, cuando el Presidente Sebastián Piñera designó a los integrantes de su Gabinete, una de las preguntas que surgió -más allá de si los nombramientos nos gustaron o no- fue: "¿Cuántas mujeres lo componen?". Porque ya está instalado en la sociedad chilena el concepto de que la mujer debe cumplir un rol.
Esa transformación se logra ciertamente desde la educación y el liderazgo. Pero el punto radica en que se puede cambiar la manera de pensar y ver las cosas, incluso de quienes fueron criados y educados de determinada forma. Porque no estaba escrito que gente adulta preguntara: "¿Y cuántas mujeres hay en el nuevo Gabinete?"; o bien, "¿Cuántas Senadoras integran este Hemiciclo?". Hoy eso está plasmado en nuestra sociedad.
En definitiva, respecto de los valores en los que uno cree, es posible provocar cambios desde la legislación, pero, por sobre todo, a partir de los liderazgos.
Por eso es relevante la iniciativa que nos ocupa. Y lo será aún más la forma en que se implementará: si habrá recursos para que el SERNAM haga su trabajo como corresponde; si los tribunales de justicia podrán aplicar la ley como se espera que lo realicen, y si se dispondrá de los fondos necesarios para capacitar y educar a los hijos y a los pares en el respeto hacia la mujer.
Estimo que el texto propuesto constituye un avance sustantivo para Chile.
Falta modificar muchas cosas más: mejorar las remuneraciones de las mujeres y el trato real hacia ellas; darles oportunidades para que se integren al mercado laboral y crear más salas cunas y jardines infantiles para que puedan hacerlo; otorgarles mayor financiamiento para la educación superior.
Mientras tanto, seguiremos caminando en el sentido que indica la iniciativa.
Me congratulo de que el Gobierno del Presidente Piñera apoye tal política en esta oportunidad. Y tengo la confianza de que en otras ocasiones también iremos por la senda correcta.
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