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El señor VARGAS (Vicepresidente).- En el tiempo del Partido Socialista, tiene la palabra el diputado señor Marcelo Schilling.
El señor SCHILLING.- Señor Presidente , esta sesión tiene por objeto estudiar el tema de la colusión, puesto en evidencia por la asociación ilícita entre tres farmacias para fijar precios, pero también por las condiciones de funcionamiento del llamado libre mercado.
Ciertamente, no sólo la colusión atenta contra las reglas del libre mercado, sino también la concentración. A ese respecto, quienes más han abogado contra la concentración han sido Álvaro Saieh -que en alguna sesión de Icare manifestó: “Somos tan ricos que ha llegado la hora de la filantropía”- y Felipe Lamarca , que en algún momento fue un destacado ejecutivo de Copec y dirigente gremial del empresariado. Ambos se escandalizan diciendo que no se imaginan viviendo en un país que pertenece a cien personas.
Se puede hacer mucha historia acerca de cómo llegamos a este punto. Tal vez haya responsabilidades de la Concertación, pero también hay circunstancias de la historia económica nacional. Desgraciadamente, en tres minutos no se puede relatar enteramente. Lo que sí podemos decir con certeza es que, así como al señor Saieh le llegó la hora de la filantropía, al país la de ponerle coto a la concentración. Como probablemente eso va a contar con la oposición entusiasta de la bancada del frente, si se trata de poner remedio a un mercado distorsionado por la concentración, hay una receta muy simple y añeja, cual es fijar precios. Se utiliza en todas las partes del mundo donde los mercados son concentrados y manejados por monopolios. No tiene ninguna novedad y es algo que perfectamente se puede hacer. Incluso, en muchas partes del mundo se dice cuáles son los precios recomendables de los productos que se transan en los mercados monopolizados.
En relación con la colusión, coincido con el diputado Mulet en cuanto a que lo que nos ha escandalizado no ha sido fruto de la acción diligente de la Fiscalía Nacional Económica ni de ningún agente público, sino de un privado que, tal vez asustado o quién sabe con qué intención, hizo la denuncia de que participaba de la colusión con dos farmacias.
Es decir, es fruto de una casualidad.
La fe pública y el mercado no pueden estar libradas al resultado de la casualidad. Es necesario legislar para otorgar a los agentes públicos poderes reales que les permitan intervenir, investigar, establecer cuando hay colusión. Además, si de voluntad se trata, hay que legislar para establecer pruebas accesibles a los juzgados, porque no todos los días habrá una farmacia como la Ahumada, traicionando a aquellos con los cuales se coludió, permitiendo que el tribunal tenga la prueba suficiente para emitir veredicto y sanción.
Hay que dar herramientas y, tal vez, establecer que el seguimiento adecuado de la evolución de los precios en determinado sector y su coincidencia prolongada en el tiempo debe ser materia suficiente de prueba para los tribunales, para que pueda efectivamente condenar la colusión.
He dicho.
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