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El señor LETELIER.-
Señor Presidente , como les consta a los señores Senadores presentes, hace varios años he venido planteando mi falta de satisfacción -por no decirlo de otra manera- con las políticas sociales hacia la discapacidad.
Reconozco el tremendo avance que significa la nueva institucionalidad. Sin embargo, junto con saludar la creación del Servicio, con valorar el establecimiento del concepto de discriminación positiva respecto de los discapacitados, con celebrar la búsqueda de políticas de integración, de accesibilidad, entre otros criterios que se incluyen, no puedo menos que señalar en este punto -y no tengo más que exponer- lo curioso de lo que les pasa a miles de familias como la de Andrés Trincado Vergara .
Me explico. En el país logramos un enorme avance con la reforma previsional. Las personas con más de 50 por ciento de discapacidad tienen derecho a una pensión a partir de los 18 años. Pero si se tiene un hijo autista, que padece algún tipo de disfasia -lo que el FONADIS no considera como discapacidad- o cuadripléjico, este carece de todo derecho a una política de subvención y apoyo. Miles de mujeres y de familias se empobrecen si uno de los hijos es discapacitado y no autovalente.
Existía un compromiso del Ministerio de Hacienda, en el marco de la normativa, en orden a corregir esa realidad. Solo los menores de edad que padecen de trastornos psiquiátricos tienen derecho a una pensión. Pero un autista no es un enfermo psiquiátrico: su patología es de otra naturaleza. En idéntica situación se halla una persona con algún tipo de disfasia. Y, en esta materia, seguimos sin tener en cuenta un problema que debería ser parte de una política nacional sobre la discapacidad.
Ayer logramos reparar otra situación, señor Presidente . Por desgracia, hasta la aprobación del proyecto de Ley de Presupuestos, y tratándose de talleres protegidos o de diferentes tipos de instituciones con talleres permanentes en que participan niños discapacitados, solo se pueden financiar aquellos a los que concurren personas hasta de 24 años. Después de esa edad, estas han quedado abandonadas a la suerte de la madre, normalmente, quien es la que se halla en primera fila cuidando al hijo mayor de edad. Eso se corrigió en la iniciativa, por cuanto las platas del Ministerio de Educación destinadas a esta clase de asuntos van a poder financiar por primera vez también a los mayores de 24 años.
Queda pendiente lo de las políticas que coordinará el Ministerio de Planificación.
Desde luego, nadie puede votar en contra del texto en debate, pero es necesario representar que decenas de miles de familias quedan en una absoluta desprotección. Si incluyen un hijo que no es autovalente -y quiero usar ese concepto, más amplio que el de discapacidad-, se empobrecen brutalmente. Y, en el nivel en que nos encontramos, no puede ser que, por una lectura de lo que es el sistema previsional -más bien debería ser de seguridad social-, no se incorpore a los menores de edad.
Quiero dejar constancia de que estoy muy contento con la creación del Servicio Nacional de la Discapacidad. Entiendo lo que significa la superación del Fondo Nacional de la Discapacidad, que constituyó un gran logro durante los noventa, pero que resulta insuficiente a estas alturas de nuestro desarrollo. Estoy consciente del esfuerzo de FONADIS, de las ayudas técnicas, y con seguridad el Servicio va a seguir en esa línea. Pero quiero subrayar que falta una pata de las políticas públicas para la discapacidad.
Existe una buena orientación, pero, en casos como el de Andrés Trincado Vergara , cuya hija de trece años padece de disfasia y autismo, por lo que no puede comunicarse con la sociedad, FONADIS ha dicho hasta ahora que no media una discapacidad. Una persona a la que le falta una mano es discapacitada; una persona autista, impedida de comunicarse con el mundo exterior, no es considerada en la misma condición.
Se registra un problema al calificar, y temo que las entidades que se encargarán de hacerlo probablemente no van a cambiar de mentalidad y seguirán demostrando una visión restrictiva acerca de ciertos tipos de discapacidad. Espero que ello no quede en manos solo de la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez, porque ahí nos hallaremos ante tremendas dificultades.
He dicho.
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