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El señor ÁLVAREZ (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Julio Dittborn.
El señor DITTBORN.-
Señor Presidente , no voy a repetir los aumentos en los montos del ingreso mínimo, de las asignaciones familiar y maternal y del subsidio único familiar, a lo cual ya se refirió el diputado informante , sino que quiero hacer algunas consideraciones en relación con el proyecto.
La primera de ellas es tratar de explicar a la ciudadanía por qué, siempre que discutimos sobre el ingreso mínimo, surge en nosotros un conflicto respecto del monto en que debe aumentarse. Al respecto, cabe recordar que casi medio millón de chilenos percibe hoy ese ingreso.
Obviamente, a todos nos gustaría aumentarlo lo suficiente para dar mayor bienestar a los chilenos menos capacitados que ganan el ingreso mínimo. Lamentablemente, debemos concluir algo muy obvio, que todos los chilenos con sentido común sabemos: la pobreza no se puede terminar por ley. Si eso fuera posible, no le quepa duda a nadie de que ya lo habríamos hecho hace mucho tiempo; pero ello no es posible.
Entonces, cada vez que discutimos sobre el monto del ingreso mínimo, tenemos un conflicto en el que debemos considerar al menos dos aspectos: por un lado, uno sabe que la gente que gana el ingreso mínimo no tiene posibilidades reales de negociar con su empleador. Dicho ingreso lo reciben las personas con menor nivel educacional y menor capacitación, que no tienen ningún poder negociador. Por lo tanto, el ingreso mínimo constituye un piso que ayuda a quienes no tienen poder de negociación real con su empleador. En ese sentido, valoramos el guarismo de 165 mil pesos que hoy aprobaremos.
Por otro lado, está el hecho de que, como legisladores, que tenemos la responsabilidad de decidir al respecto, debemos preocuparnos también de los chilenos que no tienen empleo; porque así como medio millón de chilenos gana el ingreso mínimo, en Chile existe aproximadamente veinte por ciento de desempleo juvenil, de gente que no encuentra trabajo ni siquiera para ganar el ingreso mínimo. En efecto, hay un veinte por ciento de jóvenes para los cuales dicho ingreso constituye un muro que no les es posible franquear. Se trata de personas que tienen una productividad muy baja y para las cuales el ingreso mínimo constituye un impedimento para encontrar un empleo estable.
Ésos son los dos elementos que siempre están en conflicto: por un lado, entregar poder de negociación o un piso a quienes no tienen poder de negociación, y por el otro, no exacerbar el problema de desempleo de los chilenos que tienen muy baja productividad, a los cuales -debemos reconocerlo- les estamos limitando sus posibilidades de encontrar empleo al aumentar el monto del ingreso mínimo.
Por eso, cuando aquí se dice que el ingreso mínimo constituye una política social -lo dijo el diputado Jaramillo -, me asaltan dudas. Por un lado es social, porque constituye un piso para quienes no pueden negociar colectivamente, pero, por el otro, puede causar un daño a quienes tienen una muy baja productividad y no encuentran trabajo ni siquiera para percibir el ingreso mínimo.
Ése es el conflicto y su solución no es fácil. Por eso, la Unión Demócrata Independiente dijo en la Comisión de Hacienda que estábamos dispuestos a aprobar el monto que el Gobierno estimara prudente. Sabemos que este año tendremos una inflación muy baja, del orden del 0,6 por ciento, y sabemos que existe un desempleo creciente. Economistas de prestigio, como don Vittorio Corbo , han dicho que el desempleo seguirá aumentando hasta el invierno de 2010; es decir, no estamos ante el peor año en materia de desempleo, porque al parecer el 2010 será peor que el 2009. No sé si eso es cierto, pero la persona que lo afirma me da garan-tías de seriedad.
En 2009 el PIB será negativo por primera vez en muchos años. Entonces, estamos en un año en que debemos mantener un piso para quienes no pueden negociar, pero también debemos cuidar que los chilenos de baja productividad no queden marginados de la posibilidad de encontrar empleo.
El monto del ingreso mínimo que se propone es prudente y consistente con la realidad que estamos viviendo. Por eso, anuncio que vamos a apoyar el proyecto de ley.
La solución de fondo a la pobreza no pasa por el aumento del ingreso mínimo, sino por mejorar la calidad de la educación, especialmente de la educación pública. Por eso, lamentamos las denominadas tomas culturales, que significan el destrozo de los liceos más emblemáticos del país. Eso sí que duele, porque la mala educación es la fuente principal de la pobreza y de la desigualdad. El día en que en Chile tengamos una educación pública de excelencia, daremos un paso gigantesco para combatir la pobreza y en favor de la igualdad.
Finalmente, quiero decir que presentamos una indicación al proyecto, pero la que retiramos para no demorar su tramitación. Sin embargo, pedimos al Gobierno su estudio. Se trata de que hoy la asignación familiar se paga íntegra sólo a las personas que trabajan más de 25 días en el mes; es decir, un temporero o una persona que trabaja, por ejemplo, cinco, ocho o quince días en el mes, no recibe el ciento por ciento de la asignación familiar que le corresponde según sus ingresos. Eso no nos parece razonable, porque la asignación familiar es un subsidio que se otorga al niño chileno a través de su padre o de su madre.
Por lo tanto, propusimos al Gobierno que, independientemente del número de días trabajados, se pague la misma asignación familiar para todos los trabajadores o, en subsidio, en función de la jornada. En fin, es debatible cómo se soluciona, pero no parece justo que se castigue a los niños cuyos padres trabajan pocos días en el mes, específicamente, menos de 25.
Repito, sólo reciben asignación familiar íntegra los hijos de padres que trabajan más de 25 días al mes. Eso no parece razonable. Por eso, pedimos al Gobierno que corrija y solucione ese problema, no en este proyecto, porque retardaría su tramitación, pero sí en uno próximo.
He dicho.
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