-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640606/seccion/akn640606-ds3-ds2
- bcnres:tieneTramiteConstitucional = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- dc:title = "VISITA DE PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS DE ESPAÑA, SEÑOR JOSÉ BONO."^^xsd:string
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640606
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640606/seccion/akn640606-ds3
- bcnres:tieneResultadoDebate = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640606/seccion/akn640606-ds3-ds2-ds3
- bcnres:tieneTramiteReglamentario = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- rdf:value = " VISITA DE PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS DE ESPAÑA, SEÑOR JOSÉ BONO.
El señor ÁLVAREZ ( Presidente ).- Excelentísimo señor Presidente del Congreso de los Diputados de España, don José Bono; estimados amigos de la delegación que lo acompaña, señoras diputadas y señores diputados:
Recibir a una visita tan destacada como lo es el señor José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados de España , es motivo de especial alegría, solemnidad y satisfacción para la Cámara de Diputados de Chile y, al mismo tiempo, de orgullo personal. Hace algunos años, un gran español, profesor de derecho, me manifestó que el futuro de las relaciones entre España y Chile, en los más amplios campos del quehacer humano, sólo tenía un gran destino: profundizar nuestros lazos y enfrentar, de manera conjunta, los desafíos que las décadas nos traerían tanto a Estaña como a Chile. Estoy absolutamente convencido de la veracidad y profundidad de esas palabras.
Para todos aquellos desafíos que vendrán en el futuro -mencionados por ese profesor español- es imprescindible profundizar y estrechar nuestros vínculos con España, y hacerlo de esta forma, a través del esfuerzo de ambos Congresos.
Por decisión unánime de los señores diputados, expresada por todos los jefes de bancada, es un honor condecorarlo con la medalla “Cámara de Diputados de Chile”.
Estamos aquí para escucharlo, señor Presidente . Pero permítame, con la indulgencia de la Cámara, un último comentario personal.
Hace muchos años, en 1991, cuando era un joven chileno que estudiaba en España el doctorado en derecho, admiraba profundamente, desde otro sector de las ideas, a un muy joven Presidente del Gobierno de Castilla-La Mancha, don José Bono Martínez. Jamás imaginé que iba a tener la oportunidad, como Presidente de la Cámara de Diputados de Chile, de recibirlo y proceder, en nombre de todos los diputados de Chile, a condecorarlo con nuestra principal distinción: la Medalla de la Cámara de Diputados.
-El señor ÁLVAREZ ( Presidente ) condecora con la Medalla de la Cámara de Diputados al Presidente del Congreso de los Diputados de España , don José Bono Martínez.
El señor BONO, Presidente del Congreso de los Diputados de España (de pie).- Señor Presidente , señoras diputadas y señores diputados, supone para mi un honor mucho mayor del que probablemente acierte a trasladarles con mis palabras, dirigirme a la Sala de la Cámara de Diputados de Chile, a cuyos miembros y a su Presidente expreso, en nombre de la delegación que me acompaña, mi sincero agradecimiento por sus palabras y hospitalidad.
La distinción que me acaban de otorgar me resulta especialmente conmovedora por las singulares connotaciones afectivas que Chile tiene para mí. Les aseguro que mis palabras no nacen de la mera cortesía de un visitante agradecido, sino que expresan un reconocimiento que es verdadero, que no es meramente litúrgico, que es íntimo y personal. ¡Créanme! ¡Llevo a Chile en el corazón!
Si yo tuviese que elegir un país distinto al de España, no tendría ninguna duda: estaría aquí, con ustedes. Me explico. Mi hija Sofía, de 9 años, chilena y española, alimenta cada día mis sentimientos de adhesión y de amor a la patria de O´Higgins y de Carrera. Debo ser el español que más reportajes ve de Chile y el que con más agrado narra a su hija los cuentos, las historias y los versos de Chile. Por eso, me siento cómodo y ustedes además han querido que me sienta uno más. Muchas gracias, por ello.
Cualquier ciudadano que visite Chile no queda indiferente. Como decía el poeta: ¡Quien no ha visto los montes de Chile, no ha visto el mundo! Para un ciudadano español, esta tierra está rodeada de inmensas resonancias afectivas. Somos muchos los que nos sentimos -digámoslo sin desmerecer a nadie- más cerca de un chileno que, por ejemplo, de un polaco. Con Chile, nos une la historia, nos une la sangre. Con Europa, un Tratado que estamos a punto de ratificar. Los sentimientos, señorías, no nacen por decreto, ni se ratifican en un Tratado. ¿Cómo podría ser de otro modo?
Hablamos el mismo idioma; nos entendemos sin necesidad de intérprete y esto tiene su relevancia. Es la tercera lengua más hablada en el mundo y a cuya capacidad expresiva ha contribuido tan eficazmente el pueblo chileno con Neruda, con Gabriela Mistral, con Isabel Allende, con Jorge Edwards y con tantos otros.
Nos unen quinientos años de historia. Los que rezamos -algunos rezamos-, lo hacemos al mismo Dios y esto también une. Además, en muchos casos, tenemos los mismos abuelos, o incluso, los mismos bisabuelos. Nos unen muchas emociones comunes y -como decía el señor Presidente - al margen de aspectos que puedan separarnos en el terreno ideológico, que no son los más importantes.
Después de cuarenta años de vida política, en mi caso, debo decirles que la vida es más importante que la política, aunque algunos hemos dedicado nuestra vida a la política, pero nos une de un modo especial. Y en el caso mío -déjenme expresarlo, porque sale del corazón-, el dolor compartido por las dictaduras padecidas en ambos países y por la renovada esperanza de saber que por muchas flores que se cortaron -y no fueron pocas-, ningún tirano, nunca, ha logrado detener la primavera. Y esa es una emoción que podemos sentir y de la que podemos sentir alegría.
(Aplausos)
Visité Chile por primera vez en 1976. Era un tiempo de silencio y de dolor. Se me expulsó cuando pedí amparo, entre otros, para un diputado cuyo nombre no he olvidado nunca, don Carlos Lorca Tobar.
(Aplausos)
Desde 1973, muchos demócratas en el mundo seguimos con interés emocionado y ¡créanme! sin odio, el devenir de Chile.
Quien les habla ha dicho en alguna ocasión, en España, que se siente orgulloso de su militancia y ha agregado que el carné de un partido no añade absolutamente nada al que lo tiene. Es justamente al revés. La conducta de la persona que tiene un carné es la que lo honra o la que eventualmente puede deshonrarlo.
Desde esa posición, por encima de lo ideológico o de lo partidista, Chile es una gran nación que ha dado al mundo ejemplo de madurez democrática y de fortaleza institucional cuando parecía imposible. Ha sido cuna de grandes hombres, como Frei, Allende, Aylwin, Lagos y Bachelet. Aquí, permítanme una concesión y que cite a quien tanto me ayudó y a quien tanto respeté, al cardenal Silva Henríquez.
Chile tiene un alma nacional que le permite vivir alejado de los vientos populistas que recorren latitudes, a veces, demasiado cercanas. Chile sabe lo que representa en América y lo que vale en el mundo. ¿A quién mejor decírselo que a quienes representan a todos los chilenos y a todas las chilenas? Enhorabuena por ello, porque no hay muchos países como Chile.
España también tiene su historia. Dentro de tres años celebraremos el Bicentenario de la Constitución de 1812, que proclamó por primera vez el principio de soberanía nacional y afirmó que el objetivo del gobierno -y de todo gobierno- es la felicidad de la nación. Pero la Constitución no fue producto sólo de los diputados nacidos en la península; colaboraron 37 diputados americanos, dos de ellos por la Capitanía General de Chile: don Joaquín Fernández y don Miguel Riesco. Los diputados americanos trabajaron por construir una patria para los españoles, y la Constitución del 12 les ayudó a ustedes a fraguar su propia patria.
Podemos decir, de verdad, que el mundo estaría notablemente incompleto sin la contribución de Chile y de España. ¿Se imaginan sus señorías un mundo en el que no hubiera 400 millones de seres humanos que hablan el castellano? ¿Cómo imaginar un mundo sin Neruda, sin Cervantes o sin San Ignacio de Loyola? Celebremos nuestra alegría de buenos hijos demostrando amor a la patria, a esa patria que Cicerón definió de un modo escueto y acertado: “Ubi bene, ibi patria”, es decir, donde estás bien allí está tu patria. Por eso, muchos españoles encontraron patria en Chile y tantos chilenos encontraron patria en España. Pero, como dice Gabriela Mistral, “Tener patria es un regalo al que, de tarde en tarde, hay que corresponder”.
Pues bien, los ciudadanos son cada vez más exigentes con sus representantes y con sus gobernantes; los políticos estamos expuestos a la censura pública con mucha más dureza que los médicos, que los abogados, que los sacerdotes o que los maestros, aunque, en realidad, no somos ni más ni menos dignos que ellos. Siendo radicalmente iguales, a veces, los políticos -permítanme decirles que ésta no es una lección, sino una reflexión-, al menos, en España, cometemos el error de no respetarnos a nosotros mismos. Y esa falta de respeto entre nosotros, el no dejar oculto ningún error, es casi seña de identidad de cualquier político democrático. Pueden estar seguros de que cualquier error cometido por cualquier diputado no quedará clandestino, sino que será exhibido por el adversario; ahora, si éste no se percatara, ya se encargará el amigo de exagerarlo y de publicitarlo. Pertenecemos a esa saga y a esa actividad en que no vale la atenuante, sino que siempre está presente lo más alejado de la eximencia de culpa: la agravante, la descalificación, la censura social exagerada y tantas veces injusta con nosotros mismos.
En todos los países en que disfrutamos de libertad, por paradójico que pueda parecer, se ha llegado a un cierto grado de desmerecimiento de la vida pública, de un cierto grado de desdén por los políticos y por la política. Fíjense que hasta las organizaciones más valoradas por los ciudadanos -es algo que debería hacernos pensar- tienen en su nombre una negación política: ONG, organización no gubernamental. Parece existir una convención no escrita de que lo que es bueno no debe ser político. Además, hay algunos gobernantes que hasta se niegan a sí mismos diciendo que no son políticos. En mi tierra he oído a alguna ministra decir que no es política. ¿Acaso será fontanera? ¿Cómo entenderlo?
Por cierto, también habrán observado que no hay ningún tirano en el planeta que no reniegue de la política y que asegure no ser político. Para una enorme cantidad de ciudadanos la política es un puro enfrentamiento desabrido, la mayoría de las veces utilizado para llegar y para mantenerse en el poder. Y ante un enfrentamiento larvado, insistente, para que unos u otros lleguemos al poder, es lógico que los ciudadanos pongan distancia, que no les interese, se aparten y se abstengan.
Quienes hemos hecho de la política parte esencial de nuestras vidas deberíamos ser más generosos con nosotros mismos y reivindicarla del mejor modo que seamos capaces, porque o lo hacemos nosotros o nadie lo hará por nosotros. Es más, hay quienes desean el desistimiento pleno, de manera que, no habiendo políticos ni política, jamás haya que respetar aquello que los políticos representamos: nuestros respectivos pueblos.
Pero, hemos de hacerlo no frente a la ciudadanía, sino junto con ella. Ojalá sepamos estar a la altura de tan alta labor, como lo estuvieron nuestros antepasados en Chile y en España, en particular, aquellos diputados de las Cortes de Cádiz, que se reconocían patriotas y defensores de la causa de la libertad. Es ilustrativo de esto la forma en que Argüelles se dirigió a la nación española, al salir de las Cortes de Cádiz: “Españoles, ya tenéis patria”, mostrándoles la Constitución, no un río, un territorio o una finca. Les dijo: “Ya tenéis patria”, y les mostró la Constitución. Ése es nuestro origen.
En fin, estando en la sede parlamentaria de Chile y en Valparaíso, no puedo concluir mi intervención sin remontarme al 3 de septiembre de 1939 y darles las gracias. Gracias a la generosidad del pueblo chileno y a la de su entonces Presidente , don Pedro Aguirre Cerda, gracias a ellos, arribaron a puerto seguro, en el Winnipeg, más de 2 mil republicanos españoles que sobrevivían hacinados en los campos de concentración franceses, tras nuestra guerra civil. Años más tarde, diría Neruda, recordando aquel momento: “Que la crítica borre toda mi poesía, si les parece; pero este poema que hoy recuerdo no podrá borrarlo nadie”.
Pues bien, termino dando las gracias, por primera vez, en nombre del pueblo español, en nombre de la soberanía española, a ustedes, a la soberanía popular chilena, que tuvo hacia nosotros aquel acto de generosidad. El pueblo español, al igual que el pueblo chileno, tiene memoria y todo el que sufre tiene memoria. Chile y España tienen memoria. Muchas veces, hemos bebido en la fuente del olvido, porque dicen los griegos -y es verdad- que lo inteligente para un pueblo es saber beber equilibradamente de la fuente del olvido y de la fuente de la memoria. Pero, 70 años después del Winnipeg, no está de mal un sorbo de memoria para dar las gracias a un pueblo, al pueblo chileno que es visto por el pueblo español, de verdad, no como un pueblo extranjero, sino como algo propio.
Señor Presidente , señoras diputadas y señores diputados, gracias por su solidaridad de entonces, gracias por su cortesía de ahora, especialmente a los que menos pudieran estar de acuerdo con lo que significo o con lo que digo, y gracias, por cierto, a todos los chilenos y a sus representantes por la cortesía que han tenido de escucharme con tanta atención.
Muchas gracias.
-Aplausos.
El señor ÁLVAREZ (Presidente).- Muchas gracias, señor Presidente.
Así concluye esta ceremonia. Agradecemos la presencia del señor Embajador de España , de la delegación que nos ha acompañado: Jorge, José Ramón e Ignacio, de todos los presentes y, en particular, del señor Presidente del Congreso de los Diputados de España , señor José Bono Martínez.
"
- rdfs:label = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- bcnres:tieneTerminoLibre = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/parlamentarios-espanoles
- bcnres:tieneTerminoLibre = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/diputado-espanol
- rdf:type = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso