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- rdf:value = " El señor ULLOA (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado señor Jaime Mulet.
El señor MULET.-
Señor Presidente , cuando aprobamos la reforma previsional, veíamos muy lejana la recepción de los recursos otorgados por parte de sus beneficiarios, particularmente en el caso de la Pensión Básica Solidaria y de los Aportes Previsionales Solidarios para las pensiones más bajas.
Este proyecto de ley acerca en el tiempo, el beneficio y extiende la posibilidad de obtener pensiones solidarias, pues podrán acceder a ellas las personas que pertenezcan al 50 por ciento más pobre de la población. El adelantamiento del beneficio es tremendamente razonable y necesario. Cuando se aprobó la reforma, queríamos que de inmediato se otorgaran los 75 mil pesos. Sin embargo, la política fiscal obligó a establecer cierta gradualidad.
En nuestro país existe una diferencia brutal en materia de ingresos pues, de acuerdo con estudios que he mencionado en otras oportunidades, los sectores más pobres de la población, ganan 26 veces menos que los sectores más ricos. Por lo tanto, el Estado debe ir en ayuda de aquéllos, mediante la Pensión Básica Solidaria o la Pensión Máxima con Aporte Solidario. En el caso de estas últimas, a partir de septiembre pasarán de 120 mil pesos a 150 mil pesos.
Se está haciendo un esfuerzo importante y, por lo tanto, anuncio mi apoyo al proyecto, porque es necesario para que más personas accedan, en forma más rápida a la Pensión Básica Solidaria y a los Aportes Previsionales Solidarios. Sin embargo, no puedo dejar de decir una vez más ante este hemiciclo que lo fundamental es corregir los problemas de fondo existentes en esta materia en el país, que se han mantenido durante mucho tiempo, los cuales nos conducen a una realidad en la cual un pequeño sector privilegiado, que alcanza al 10 por ciento de la población, gana 26 veces más que el 10 por ciento más pobre.
El objetivo del Estado es ir terminando con estas diferencias, no sólo a través de los aportes previsionales, de las pensiones, de los subsidios, de los bonos, sino también por la vía de la justicia social y de una mejor distribución de los ingresos. En este sentido, por ejemplo, es necesario apoyar con más fuerza a los microempresarios, a los agricultores, a la agricultura familiar campesina, a los pequeños empresarios urbanos y mineros, con el objeto de que, desde la base y a partir del funcionamiento de la economía, vayamos haciendo una distribución más justa de los ingresos, de forma que no debamos recurrir necesariamente a bonos o a aportes de esta naturaleza. De esa manera, tenderemos a un país más justo y la gente emprendedora podrá desarrollarse y no convertirse en beneficiaria del Estado, sino de su propio trabajo. Hay que privilegiar el emprendimiento y la iniciativa de miles de personas que, quizá, no tienen los recursos, pero que, con la ayuda del Estado -por ejemplo, mediante una buena política hacia la pequeña y mediana empresa-, pueden surgir. Esto también puede hacerse por medio de una política en materia de remuneraciones, de manera que exista una remuneración básica más digna, como la planteada por la Iglesia Católica. En fin, hay distintas maneras de enfrentar este problema.
No digo que el proyecto sea malo. Por el contrario, es muy bueno para la gente que lo necesita; pero no puedo olvidar los problemas de fondo existentes en el país, como las tremendas injusticias a las que me referí, que obligan al Estado posteriormente a complementar la jubilación de personas que durante 40 ó 45 años de servicio activo no pueden juntar los recursos suficientes para contar con una pensión digna, en circunstancias de que otros sectores tienen ingresos tremendamente elevados.
Finalmente también debería implementarse una política idónea en materia de gratificaciones, de manera que en épocas de vacas gordas, las empresas compartan parte de su riqueza.
He dicho.
"
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