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El señor VARGAS ( Vicepresidente ).- En el tiempo del Comité PRI-Independientes, tiene la palabra el diputado señor Eduardo Díaz.
El señor DÍAZ (don Eduardo).- Señor Presidente , en ciencia política, la teoría del conflicto enseña y demuestra que los conflictos y las guerras son provocados, generalmente, por la clase política de los respectivos países, de izquierda y de derecha, sin distinción, que los agita y, al final, no sabe resolverlos. Normalmente, los políticos terminan siempre recurriendo a los militares para que los resuelvan y, después de un tiempo, los excesos de violencia terminan en manos de los militares y no de los políticos.
En el caso de La Araucanía, no serán los mapuches, ni los carabineros, ni los agricultores, ni los campesinos los culpables de cualquier dolorosa consecuencia que pudiese sobrevenir de la emergencia indígena que observamos, sino el Gobierno y algunos medios de comunicación que se han dedicado a exacerbar el conflicto de nuestra región.
Con una mano, el gobierno ha promovido instrumentos importantes: el Fondo de Tierras, el Convenio 169 de la OIT, el reconocimiento constitucional del pueblo mapuche, el programa Orígenes; pero, con la otra mano ha impulsado políticas públicas sumamente dañinas, que han ido exterminando la agricultura de nuestro sur, de la que viven las comunidades mapuches, como los tratados internacionales Nafta y Mercosur, que voté en contra; la privatización del agua, bien nacional de uso público, que también voté en contra; la bonificación, con plata de los impuestos de todos los chilenos, de más del 75 por ciento de las plantaciones de eucaliptos y de pinos, que no comparto. Al mismo tiempo, soslaya investigar y perseguir las eventuales colusiones en la fijación de los precios de los fertilizantes.
Estas políticas públicas tan negativas para nuestra agricultura del sur han logrado que pasemos del 40 por ciento de población rural, a fines del gobierno militar, al 13 por ciento que existe hoy, lo que ha implicado, lisa y llanamente, la expulsión del mapuche de su mapu, de su tierra, y cambiar a los agricultores por eucaliptos y pinos.
Como si fuera poco, del 1.500.000 pesos prestados por el BID para cada una de las 32 mil familias mapuches de la tercera fase del programa Orígenes, éstas no van a recibir más de 504 mil pesos, pagaderos en cuatro años; es decir, recibirán 125 mil pesos al año, mientras los burócratas y operadores políticos sacan desde hace rato una enorme tajada de esos recursos. Por ejemplo, sabemos que el señor Rodrigo Egaña , comisionado para asuntos indígenas, percibe 5 millones de pesos al mes, o sea, 60 millones de pesos al año, con cargo al presupuesto indígena. Vemos los resultados de esto en la Región de La Araucanía. Así no se apaga un conflicto tan profundo. Los únicos que han ganado son quienes compran tierras agrícolas para plantar eucaliptos, porque con este altísimo índice de riesgo de la región, que es similar a los índices de riesgo-país, no ganan los agricultores, que hoy no pueden producir, ni las comunidades mapuches, que están en la extrema pobreza, ni los campesinos. Las que han ganado son las transnacionales forestales, que han ido llenando nuestra región de eucaliptos y pinos, y que no compran ni tributan en la región, no activan el comercio y están secando la tierra y provocando problemas graves de contaminación.
Entonces, llegar con visiones simplistas que tratan de resolver el problema sólo con fuerzas especiales o echando bencina al fuego, con interpelaciones y cuestiones de ese tipo es no darse cuenta de lo que se está sembrando en la Araucanía, lo cual es un problema de todos, que debemos tratar con responsabilidad y sin ignorancia. En Chile, muy pocos saben del tema indígena y étnico, que es una cuestión de emergencia en el mundo, que ha generado conflictos en los Balcanes, en España, en Chiapas y en varios otros lugares.
Cuidado con sacar votos fáciles. No hay que tratar esto con liviandad.
Don Edmundo Pérez , ministro del Interior , decía con razón que el camino de los mapuches y de los pequeños agricultores para su sobrevivencia y para la recuperación de sus tierras y de sus aguas usurpadas no es la violencia. Hay que decirlo tajantemente. Sin embargo, cabe preguntarse qué camino eficaz está ofreciendo el Gobierno para tejer medidas de confianza mutua, usando el lenguaje del general Cheyre en referencia a las medidas de confianza mutua que se tejen entre los países. ¿Qué está haciendo el Gobierno para dar respuesta oportuna y adecuada a las demandas legítimas de la afligida gente de nuestro campo sureño, mapuche y no mapuche? Llevamos más de un año regateando la protección con el bono del trigo. Hace tres semanas, alrededor de 3 mil campesinos, en su mayoría mapuches, marcharon pacíficamente por las calles de Temuco. Pero no fueron recibidos en la intendencia.
Cuando se actúa de esa forma y después un par de periódicos santiaguinos -con inte-reses, curiosamente, en el ámbito forestal- exageran los hechos, estamos sembrando un estallido social del que nos hacemos cargo los que vivimos en la región y no quienes van a mirar el orden público desde un helicóptero.
Éste es un problema serio, de todos los chilenos -no de izquierdas ni de derechas-, que se debe asumir con responsabilidad.
He dicho.
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