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- rdf:value = " El señor SÚNICO ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el diputado señor Jorge Ulloa.
El señor ULLOA.- Señor Presidente, por varias razones discrepo de los planteamientos del ministro Viera-Gallo y del fondo de la iniciativa.
En primer término, el ministro argumentó que, ante la imposibilidad de cambiar el sistema electoral, hay que seguir con un proyecto como éste. Me parece un mal argumento, pues el sistema electoral ha dado pruebas de que está al servicio de Chile y no de los partidos políticos. En ese sentido, es necesario mantener un sistema que privilegie al país por sobre los partidos.
En segundo término, el ministro señaló que alrededor del 77 por ciento de los parlamentarios se vuelve a postular y que sólo el 18 por ciento no lo logra. El señor Viera-Gallo está en ese porcentaje, en el 18 por ciento que no lo logró.
(Manifestaciones en la Sala y en las tribunas).
Pero el recambio de los parlamentarios se ha producido como se da en el mundo, en el que las democracias más estables usualmente cambian un tercio de su parlamento. Ésa es la constante. Cualquier estudioso de la ciencia política se da cuenta de que el caso chileno no está ajeno a lo que ocurre a nivel mundial en materia de recambio parlamentario, que incluye a las democracias más estables.
Pero hay más. El argumento del ministro es razonable en un aspecto, en cuanto a que el sistema electoral es perjudicial tal como está hoy. No debemos olvidar que cambiamos la Constitución Política para eliminar el requisito de residencia, con el cual le dábamos la debida importancia a las regiones y a los distritos que representamos. Para eso se estableció la exigencia de tener residencia en la región a que pertenezca el respectivo distrito durante un plazo no inferior a dos años contado hacia atrás desde el día de la elección.
¿Qué se hizo al respecto? ¡Arreglines, con el propósito de que las directivas impusieran candidatos venidos desde el centro político! ¡De eso, nada se dice!
En cuanto al fondo del proyecto, me parece equivocado, primero, porque señala que busca renovar la política. A mi juicio, la política no se renueva así. En caso contrario, tendríamos que empezar a darle clases a las democracias más estables del mundo, como la estadounidense. ¿Acaso alguien puede decir que esa democracia tiene una gran falla porque permite al pueblo resolver quien es parlamentario y quien no lo es?
¿Por qué la iniciativa busca, por la vía indirecta, eliminar la opción de que el pueblo determine cada cuatro años, en un caso, y cada ocho, en el otro, quién será su representante?
¿Podemos realizar modificaciones para tener más candidatos? Probablemente, sí; pero eso es materia de otra discusión, no de ésta. Ése no es el centro de la discusión, sino negar la posibilidad de que los parlamentarios puedan ser reelegidos por el pueblo. En esa perspectiva, me parece un proyecto equivocado.
También se argumenta que de algún modo se niegan oportunidades de participación a otras personas. Esa situación puede ocurrir en la medida de que no resolvamos los problemas de nuestros partidos políticos, pero no confundamos las cosas: una materia es la participación por la vía de estos canales casi naturales, que son los partidos políticos, para la representación, en especial la parlamentaria. Pero no nos engañemos; no pensemos que sólo restringiendo la posibilidad de reelección de los parlamentarios hacemos un cambio. Eso es meternos un autogol.
Considero que este proyecto niega lo esencial de una democracia, que consiste en reconocer la capacidad del electorado para elegir a sus parlamentarios.
La gran diferencia del Congreso Nacional respecto de los otros poderes del Estado, en particular del Ejecutivo, es que aquél no toma decisiones respecto de la ejecución.
En tal sentido, tiene lógica que, en la gran mayoría de los países con democracias estables, exista un altísimo grado de renovación parlamentaria. Pero se trata de una decisión soberana del pueblo.
Este proyecto se fundamenta en una sana intención, pero está profundamente equivocado, porque desalienta la participación de la ciudadanía, como ha estado ocurriendo en Chile durante muchos años.
Estos continuos experimentos, que a veces redundan en entusiastas modificaciones de nuestra Constitución, no conducen a una estabilidad democrática.
Considero un error no contar con la experiencia de ser parlamentario en el Congreso Nacional, ya sea en el Senado o en la Cámara de Diputados. Un clásico ejemplo es el del Congreso norteamericano. Si quieren otros, puede citarse el caso de muchos países que cuentan con gran estabilidad democrática.
Reitero, la iniciativa parece tener una sana intención, pero su planteamiento es incorrecto.
Por lo tanto, anuncio mi rechazo, porque atenta contra la democracia y la posibilidad de que la ciudadanía resuelva sobre el desempeño de sus parlamentarios. Si algún diputado lo hace mal, estará sólo cuatro años en el cargo; en cambio, si su desempeño es el que la ciudadanía espera, ella resolverá sobre su futuro, y no una norma específica.
He dicho.
"
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