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El señor ZALDÍVAR (Don Adolfo).-
Señor Presidente , el asunto de que se trata no constituye para nosotros una definición menor. No es cuestión meramente del criterio que debemos aplicar para nombrar directores en una empresa pública.
Lo que aquí está en juego es otra cosa -y un Honorable colega me interpretó plena y totalmente-: si tenemos respeto por nosotros mismos o no. Porque, con la forma propuesta para efectuar esta clase de nombramientos, se va abriendo el camino para que una institución como el Senado pierda día a día toda autoridad en el país.
El señor NARANJO .-
Así es.
El señor ZALDÍVAR (don Adolfo).-
Ese es el problema.
Lo que aquí está en juego es la política: si acaso nos encontramos a la altura de hacer política con seriedad y responsabilidad.
Hace algunas sesiones tuve una diferencia con un señor Senador por la definición en examen. Quiero agradecerle a Su Señoría la intervención que realizó después, y manifestarle que acepto plenamente las explicaciones que dio.
Y no se trataba de algo menor: se refería a la concepción del orden republicano, de la institución del Senado. Mi Honorable colega lo veía de otra forma.
Aquí las mayorías son cambiantes. Incluso, puede suceder durante el ejercicio del cargo algo como lo que le ocurrió a quien habla, en virtud de lo cual, por razones ajenas a lo que se hubiese querido, se termina tomando decisiones en conciencia que llevan a un desacuerdo con el partido por el cual se es elegido. Pero eso no desmerece en nuestra función.
Estimo que la definición, como viene propuesta, es claramente inconveniente. Y, por respeto a esta Corporación, por la forma de hacer política entre nosotros y, sobre todo, para dar una clara señal de que se pueden hacer las cosas bien, creo que lo más prudente es que la forma de efectuar esos nombramientos pase por el Senado de la República.
Esta Corporación está llamada, en conjunto con otras autoridades, a generar las definiciones fundamentales del país. Y CODELCO no es una empresa menor. Si esta materia quedase sujeta a una resolución meramente técnica, a mi juicio, se produciría una disminución de la categoría del Senado.
Por ello, soy un decidido partidario de que tales nombramientos, al igual que otros similares, cuenten con la anuencia del Senado de la República.
Actuemos con responsabilidad y seriedad.
En mi opinión, cualquier otra forma de definir esas designaciones causaría un daño a la política, a nuestra Corporación y, sobre todo, a nosotros mismos.
Tengo confianza en que los señores Senadores -todos ustedes y quienes nos sucedan- vamos a obrar con celo y con responsabilidad.
En consecuencia, me parece inconveniente dejar la determinación de estas designaciones en manos del Consejo de la Alta Dirección Pública y sustraer la participación del Senado, institución llamada, en este y otros ámbitos, a definir los nombramientos fundamentales de nuestras instituciones y corporaciones, como es el caso de CODELCO.
He dicho.
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