-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds21
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds15
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds17
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds18
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds13
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds9
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds14
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds16
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds1
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds11
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds8
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds22
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds12
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds19
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds10
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1-ds6-ds20
- bcnres:tieneTramiteConstitucional = bcnbills:SegundoTramiteConstitucional
- dc:title = "REAJUSTE DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL, ASIGNACIONES FAMILIAR Y MATERNAL Y SUBSIDIO FAMILIAR"^^xsd:string
- rdf:type = bcnses:SeccionProyectoDeLey
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1819
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2274
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/443
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3069
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1778
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1720
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/325
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2146
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2425
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2804
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/637
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2056
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2645
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/218
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1978
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/566
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1274
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/662
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1900
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2021
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/337
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2017
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/53
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/4422
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/828
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3688
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/972
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2605
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2571
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2457
- bcnres:tieneTramiteReglamentario = bcnbills:DiscusionGeneral
- bcnres:tieneMateria = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/subsidio-familiar
- bcnres:tieneMateria = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/asignacion-familiar
- bcnres:tieneMateria = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/reajuste-ingreso-minimo-mensual
- bcnres:tieneResultadoDebate = bcnres:seApruebaEnGeneralYParticularSinModificaciones
- bcnres:tieneTerminoLibre = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/ley-n-20359
- rdf:value = " REAJUSTE DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL, ASIGNACIONES FAMILIAR Y MATERNAL Y SUBSIDIO FAMILIAR
El señor NOVOA ( Presidente ).-
Conforme a lo acordado por los Comités, corresponde tratar, en primer lugar, el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que reajusta el monto del ingreso mínimo mensual, de las asignaciones familiar y maternal y del subsidio familiar, con informe de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (6568-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 28ª, en 17 de junio de 2009.
Informe de Comisión:
Hacienda, sesión 28ª, en 17 de junio de 2009.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario,
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
El propósito principal de la iniciativa es elevar, a contar del 1º de julio del año en curso, el monto del ingreso mínimo mensual para los trabajadores mayores de 18 y de hasta 65 años de edad, de 159 mil a 165 mil pesos.
Asimismo, se aumenta de 118 mil 690 a 123 mil 176 pesos, también a partir del próximo 1º de julio, el monto del ingreso mínimo mensual para los trabajadores mayores de 65 años y para los trabajadores menores de 18, mientras que el monto del ingreso mínimo mensual que se emplea para fines no remuneracionales se incrementa de 102 mil 558 a 106 mil 435 pesos.
Conjuntamente, se reajustan las asignaciones familiar y maternal y el subsidio familiar.
La Comisión de Hacienda aprobó la iniciativa tanto en general cuanto en particular por la unanimidad de sus miembros presentes (Honorables señora Matthei y señores Escalona, García y Pizarro), en los mismos términos en que la despachó la Honorable Cámara de Diputados.
El señor NOVOA (Presidente).-
En discusión general y particular el proyecto.
Tiene la palabra la Honorable señora Matthei.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , la Comisión de Hacienda aprobó por unanimidad un incremento del salario mínimo de 3,77 por ciento, lo cual significa llevarlo de 159 mil a 165 mil pesos.
Tanto la Ministra del Trabajo como los integrantes del referido órgano técnico coincidieron en que el ingreso mínimo no es un instrumento que permita lograr una vida digna en Chile, de acuerdo a los costos de hoy día, sino que más bien cumple un rol de protección social para los trabajadores que no tienen capacidad de negociar colectivamente.
El objetivo de permitir una vida digna no solo se vincula con el sueldo mínimo; también tiene que ver con el sistema de pensiones, con el sistema de protección social.
En realidad, lo que hay que hacer es balancear, por un lado, cuánto pueden pagar las empresas, sobre todo las más pequeñas, para mantenerse competitivas, y por el otro, cómo lograr que los trabajadores sin capacidad de negociación reciban el salario que efectivamente están en condiciones de cancelar las empresas pequeñas.
Se preguntó alrededor de cuánta gente percibía el salario mínimo, y se nos señaló que era cerca del 10 por ciento de quienes se encuentran trabajando. En las empresas grandes nadie recibe el ingreso mínimo; todos, mucho más.
Y si bien no hay nadie a quien no le gustaría aumentar su monto, el asunto es que estamos en una época de caída fuerte de la inflación. De hecho, se supone que en el presente año será solo de 0,6 por ciento. Por lo tanto, cuando se habla de un alza de 3,77 por ciento, significa que hay un incremento real bastante elevado, superior incluso al del año pasado, cuando el reajuste fue porcentualmente mucho mayor, pero con una inflación bastante más alta.
Entre junio de este año e igual mes del próximo -período durante el cual regirá el salario mínimo que aquí se apruebe- se espera que el costo de vida aumente únicamente 1,6 por ciento.
En resumen, las expectativas de inflación para 2009 son de 0,6 por ciento, y para los próximos doce meses, de 1,6 por ciento. Entonces, si se compara el 3,77 por ciento con cualquiera de estas dos cifras, nos encontraremos ante un aumento real del ingreso mínimo de al menos 2 por ciento.
Por otra parte, desde la crisis de los años veinte nunca se había dado que la actividad económica mundial decreciera. Esta será la primera ocasión en más de 60 años. En vista de lo anterior, la OIT ha recomendado moderar el incremento de los salarios, pues sus estudios y los de todos los países del mundo muestran que efectivamente existe una correlación entre cesantía y monto del salario mínimo: mientras mayor sea este último, mayor será también la desocupación.
En cuanto a la evolución del desempleo en nuestro país, si comparamos el trimestre móvil febrero-abril de este año con el mismo período de 2008, constataremos que ha crecido de 7,7 a 9,8 por ciento. Y es importante comparar los mismos trimestres móviles, porque todos sabemos que la desocupación tiene un patrón a lo largo del año y aumenta durante la época de invierno.
Entonces, si en doce meses la cesantía ha pasado de 7,7 a 9,8 por ciento -es decir, se ha incrementado en 2,1 puntos-, debemos concluir que hoy el principal problema de Chile es el desempleo. De hecho, se calcula que llegaremos con facilidad a más de 800 mil cesantes en los próximos meses.
La Comisión de Hacienda ponderó todas estas cifras, expuestas por la Ministra del Trabajo y por el Director de Presupuestos, y concordó en que el monto del incremento es prudente en las actuales circunstancias.
Sin embargo, como el aumento del ingreso mínimo en épocas de crisis no puede ser muy alto, consideró razonable que el Fisco hiciera un esfuerzo adicional para incrementar el ingreso de las familias por otra vía, básicamente a través de la asignación familiar.
En tal sentido, se aumentó fuertemente el corte del primer tramo, de manera que mucha más gente accediera al monto establecido para dicho segmento, que sube a 6 mil 500 pesos. Se calcula que se incrementarán en alrededor de 20 por ciento los beneficiarios que ahora percibirán la asignación del primer tramo, actualmente de alrededor de 4 mil 500 pesos y que ahora aumenta, como digo, a 6 mil 500 pesos.
Por lo tanto, en el ánimo de realizar un mayor esfuerzo fiscal por mejorar el ingreso de las familias con cargas, el aumento porcentual del monto de la asignación familiar y la ampliación de los tramos para que más gente acceda a los beneficios aparecen como una combinación razonable en época de crisis.
Hago presente que el proyecto fue aprobado en la Comisión por unanimidad, tanto en general como en cada una de sus disposiciones particulares.
Es cuanto puedo informar, señor Presidente.
El señor NOVOA ( Presidente ).-
Solicito autorización para que ingrese a la Sala la Subsecretaria de Hacienda, doña María Olivia Recart.
--Se accede.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra la Senadora señora Alvear.
La señora ALVEAR.-
Señor Presidente , sin duda, este año la discusión sobre el monto del salario mínimo resulta tremendamente difícil.
La evidente disminución de la actividad económica -ya vimos incluso la corrección a la baja de las proyecciones para el presente año-, el alto nivel de desempleo -cercano a 10 por ciento- y la baja inflación nos llaman a actuar con especial cuidado al momento de su determinación.
Mantener y mejorar los ingresos de las personas con menor salario y evitar a toda costa el aumento de la cesantía significan una doble preocupación que, indudablemente, debe estar sobre la mesa a la hora de tomar una decisión.
Quiero ser muy franca al señalar que me hubiera gustado -creo que estábamos en condiciones de acogerlo- un incremento de 5 por ciento.
Valoro que se aumente el corte del primer tramo de la asignación familiar, pero también hubiésemos deseado un mayor incremento, especialmente porque la situación de hogares con cargas familiares es muy distinta de la de aquellos que no las tienen.
Sin embargo, debo señalar que el texto aprobado por la Cámara de Diputados y la Comisión de Hacienda de nuestra Corporación, cuyo informe acabamos de escuchar, refleja un esfuerzo por elevar porcentualmente el monto del salario mínimo, más allá del proyecto original del Ejecutivo , así como por una ampliación de la asignación familiar, con un corte que significa incrementar el número de favorecidos.
Reitero que me hubiera gustado un mayor incremento de este último beneficio y un aumento de 5 por ciento para el salario mínimo.
Del mismo modo, y sin perjuicio de que se trata de una materia que debe ser objeto de una discusión posterior, quiero dejar establecido que, así como valoramos sobremanera el incremento del subsidio a la contratación de jóvenes que comenzará a regir a contar del próximo 1º de julio, pensamos que este mismo incentivo debiese existir para la contratación de mujeres, habida consideración del importante déficit que se advierte en su incorporación al mundo laboral.
He dicho.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor García.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , los Senadores de Renovación Nacional vamos a aprobar el proyecto que reajusta en 3,77 por ciento el ingreso mínimo mensual, considerando en lo principal el alto nivel de desempleo que hoy exhibe el país, el cual seguramente continuará en alza durante los próximos meses de invierno: no sería sorprendente que en julio o agosto hubiera entre 800 mil y 850 mil desempleados.
Por lo tanto, así como hemos de pensar en el legítimo derecho de los trabajadores a percibir un sueldo mínimo más alto, también debemos poner en la balanza cómo esa mayor remuneración les dificulta a las personas cesantes -son muchas y gran parte de ellas recién se inician en la vida laboral- acceder a una fuente de trabajo estable.
Señor Presidente , a nuestro juicio, no hay mayor inequidad social que el desempleo; no hay mayor desprotección social que el desempleo. Por eso, aceptamos el reajuste del ingreso mínimo de 3,77 por ciento.
Al mismo tiempo, quiero destacar el importante esfuerzo emprendido por subir de 144 mil 448 pesos a 170 mil el tramo inferior de renta mensual exigido para acceder a una asignación familiar de 6 mil 500 pesos. Ello posibilitará que perciban tal monto aproximadamente 200 mil beneficiarios adicionales a quienes lo hacen hoy, que suman casi 500 mil. Es decir, cerca de 700 mil personas recibirán asignaciones familiares por un valor de 6 mil 500 pesos.
Esa manera de ir mejorando el beneficio en comento constituye una forma concreta de ayudar a los trabajadores, sobre todo en lo concerniente a los costos propios de la educación de los hijos: niños y jóvenes.
Estimamos que todo cuanto se pueda realizar para incrementar las asignaciones familiar y maternal y el subsidio familiar se orienta en la dirección correcta.
Por las razones expuestas, señor Presidente, reitero el apoyo de los Senadores de mi bancada a la iniciativa en análisis.
He dicho.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Letelier.
El señor LETELIER.-
Señor Presidente , estimados colegas, señores Ministros, no cabe duda de que este debate se da en un contexto histórico determinado: la crisis global que vive el planeta, derivada de un desastre financiero provocado por especuladores que no solo generó pérdidas masivas para algunas personas sino que repercutió sobre la economía real. Y Chile también ha sentido ese impacto.
Dicho escenario es muy peculiar. Nuestro país es, probablemente, el único en el mundo que, a pesar de las dificultades económicas, y gracias a la Presidenta Bachelet y al manejo económico, sigue avanzando en la construcción de una red de protección social y extendiendo beneficios sociales y no ha permitido que los efectos de la crisis o los problemas económicos recaigan unilateralmente sobre los hombros de la gente de menores recursos.
En ese contexto tiene lugar la discusión acerca del incremento del ingreso mínimo mensual.
Por supuesto, valoramos el esfuerzo que ha conllevado ese aumento, y, en particular, reconocemos -especialmente yo, en lo personal- el hecho de compatibilizar el reajuste en análisis con un incremento de la asignación familiar bastante significativo: sobre 11 por ciento.
La pregunta que cabe formular es si el Estado se encuentra en condiciones de dar más o no.
Según una teoría económica, elevar el ingreso mínimo en exceso repercute en las remuneraciones del resto de la economía, y, por ende, origina un impacto sobre la contratación de mano de obra.
Hay estudios que demuestran que esa hipótesis no se halla demostrada ni en lo más mínimo. ¡Ni en lo más mínimo!
Es más, algunos sostienen que, de incrementarse el salario mínimo en tasas superiores a la que hoy se plantea, el gasto que se provocaría con el aumento de la demanda efectiva en el mercado generaría, con creces, mayores beneficios a la economía que los que muchos están dispuestos a reconocer. Porque cualquier alza en los ingresos más bajos va directamente al consumo, a la actividad económica y a la creación de empleo.
Señor Presidente , yo me inscribo en esta segunda teoría económica. No en la primera, que es más bien la de los neoclásicos, la más monetarista existente en Chile y en el hemisferio occidental.
Por desgracia, este no es el debate que se desarrolla hoy en día, porque se adopta una actitud más cauta. Entiendo que quizá no es el momento de realizarlo, pero quiero dejar consignado que comparto la lógica planteada por el Presidente de la Conferencia Episcopal , monseñor Alejandro Goic , y por la Central Unitaria de Trabajadores: el aumento del ingreso mínimo, en particular el de las personas de menores recursos, tiende a dinamizar la economía y a compensar los efectos de la externalidad negativa que -según algunos- podrían existir.
Permítaseme recordar, aunque suene odioso, que más o menos 10 por ciento de los trabajadores ganan el ingreso mínimo. La mayor parte de ellos labora en actividades rurales. Y estas, en la Sexta Región -que represento- son masivas.
Me refiero al sector frutícola de exportación, al que este año no le ha ido mal. Solo por concepto de cambio en el precio del dólar le está yendo bastante bien. "Sin haberse movido del escritorio" -como se dice- le ha ido mejor que en varias cosechas de años anteriores. Y si a eso se suma que los volúmenes de exportación no han bajado y los precios no han recibido un impacto importante, la verdad es que para ellos el aumento del ingreso mínimo no les significa una presión injusta, indebida.
Señor Presidente , valoro el esfuerzo involucrado; entiendo las dificultades que se han debido superar, aunque sustento una posición distinta de la que prima aquí respecto de la lectura económica de este reajuste.
Eso sí, deseo reflexionar sobre lo siguiente.
No puedo desvincular la iniciativa que nos ocupa de la que se tratará a continuación. Lo único que pido es que, en momentos de crisis, las platas del Estado se pongan en el bolsillo de los más pobres.
Expreso lo anterior en relación al debate que se da, en paralelo, acerca del otorgamiento de beneficios a ciertos sectores de camioneros del país. Porque estos no tienen las mismas necesidades de las personas que ganan 159 mil pesos al mes, quienes, a partir de la dictación de la ley en análisis, percibirán 165 mil pesos y una asignación familiar de 6 mil 500 por carga. Excúsenme, pero eso trastoca ciertos principios, prioridades y focalizaciones.
Entiendo la discusión que se produjo respecto del proyecto que concede un bono extraordinario a las personas más necesitadas, porque el Gobierno no quiere que se atrase el pago de un beneficio que la Presidenta Bachelet le prometió al país. Sin embargo, creo que en algún momento se deberá analizar con claridad a quiénes defendemos en el Senado y, en general, en el Parlamento.
A cualquiera de nosotros le resultaría prácticamente imposible vivir con el ingreso mínimo. No obstante, más de medio millón de personas dependerán de los 5 mil o 6 mil pesos mensuales en que él se incrementará, a fin de paliar el alza del costo de la vida, que asciende a bastante más que el porcentaje que registra el IPC. El solo aumento de la tarifa eléctrica ha significado más gasto en el presupuesto familiar que el monto de dicho reajuste.
Señor Presidente , no voy a votar en contra del proyecto en estudio. Sería absurdo rechazarlo, porque ello implicaría que el ingreso mínimo no subiría -es la encrucijada en que nos encontramos-; pero quiero manifestar que tal vez podríamos haber elevado más el monto de la asignación familiar en vez de canalizar recursos, a través de la devolución del impuesto específico al petróleo diésel, hacia algunos camioneros, quienes no los necesitan como otras personas.
Sin duda, junto con valorar el aumento de la asignación familiar en el primer tramo, se podría haber reconsiderado el congelamiento del incremento correspondiente al tercero con el objeto de realizar una mayor redistribución, ya que en el caso de la asignación en comento no hay presión inflacionaria sobre el resto de los sueldos.
Por lo tanto, señor Presidente, quiero dejar constancia de que no estoy dispuesto, en el proyecto que sigue, a votar en favor de un beneficio adicional para sectores que no son los más carenciados, ni los más urgidos en este momento, ni los que enfrentan problemas para pagar las cuentas, comprar los remedios a sus hijos o calefaccionarse en el invierno.
En mi opinión, si deseamos construir un país más solidario, con una red de protección social, será preciso que en algún instante todos apacigüen sus apetitos y demandas. En verdad, la misma presión ejercida por otras bancas -no por esta- en orden a extender ciertos beneficios económicos a los camioneros debería aplicarse con respecto a la iniciativa en debate.
Soy partidario de la hipótesis de monseñor Alejandro Goic , en cuanto a que trabajemos por fijar un sueldo ético. Y ello, sin duda, junto con el aumento de la asignación familiar y del ingreso piso, se obtiene a costa de que el Estado no haga otras cosas, como las que propone el proyecto sobre devolución del impuesto específico al diésel a los camioneros, las cuales -como se pudo apreciar en la última discusión de que fue objeto- van más allá de lo razonable.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Bianchi.
El señor BIANCHI.-
Señor Presidente , Chile somos todos: los trabajadores, los adultos mayores, los jóvenes, las mujeres, los hombres, los empleadores, los transportistas. ¡Todos!
Y cuesta entender que en una Región extrema, como la que me honro en representar en el Senado, no existan condiciones más favorables que las actuales. Tenemos, por ejemplo, el caso de los transportistas, quienes también sufren las consecuencias de la crisis y deben enfrentar dificultades. Un estudio del Banco Mundial indica que el costo de la vida es a lo menos 25 por ciento más caro en Punta Arenas. Y no voy a mencionar a Puerto Williams ni a Tierra del Fuego, donde obviamente esa diferencia alcanza a cerca de 30 por ciento.
Entonces, sí, voy a respaldar este insuficiente incremento. Pero me encantaría que en algún momento el Ejecutivo acogiera lo que hemos venido reclamando desde hace mucho tiempo: el establecimiento de una diferenciación en los sueldos.
¿Cómo se puede fijar un ingreso mínimo igual para todo el país cuando se sabe que en Regiones el costo de la vida es mucho más alto? ¿Por qué no se corrige de una buena vez la dificultad permanente que viven sus habitantes, cualesquiera que sean aquellas?
Además, hemos señalado que no solo es necesario establecer un sueldo mínimo diferenciado -es decir, no igual para todo el país-, sino también jubilaciones diferenciadas para los adultos mayores que residen en Regiones, porque obviamente su costo de vida es distinto con respecto a quienes habitan en Santiago, en Valparaíso o en otros lugares.
Pero no solamente el sector privado puede ser objeto de crítica. ¿Qué ocurre con el sector público? ¿Cuántas veces hemos dicho que el Estado es un muy mal empleador? Miles de sus funcionarios se encuentran a contrata y a honorarios, con una absoluta inestabilidad laboral. ¡Se trata de personas que llevan en esa condición 10, 12, 13, 15 años!
Tal situación no es muy lejana a la nuestra. Aquí, en el Congreso, se da algo parecido. Hay funcionarios que también se hallan bajo ese régimen desde hace mucho tiempo.
Y el Estado no corrige tal anomalía, que crea inestabilidad laboral en cualquier familia que desee proyectarse a través de su trabajo. Hemos señalado -y me valgo de esta intervención sobre el incremento del sueldo mínimo para insistir en ello- que también es necesario velar por el futuro de los trabajadores de nuestro país al momento de jubilar.
Hace algún tiempo presentamos un proyecto de ley, junto con los Honorables señores Vásquez y Ominami , para crear una AFP estatal de características sociales. ¡Y el Gobierno nunca quiso avanzar en esta materia! Está aquí justamente la señora Ministra del Trabajo .
Debo señalar que sostuvimos numerosas conversaciones sobre el punto con el anterior Ministro del ramo, quien tenía el entusiasmo de avanzar de verdad en la protección social de las trabajadoras y los trabajadores al momento de jubilarse.
Sin embargo, hoy no contamos con una AFP estatal. Y, por desgracia, estoy seguro de que en los meses que le restan al Gobierno -aun cuando la Presidenta de la República ha expresado su voluntad en tal sentido- este asunto no se concretará y muchos funcionarios del sector público y privado seguirán desprotegidos en esta materia.
Finalmente, anuncio que voy a respaldar el incremento del sueldo mínimo. Pero debo señalar que es urgente, necesario y de absoluta justicia establecer una canasta familiar que refleje la diferenciación del costo de la vida en las Regiones con respecto al de la zona central del país. Y, asimismo, está más que claro que sería conveniente, prudente y de justicia fijar sueldos mínimos diferenciados, los cuales en la actualidad son iguales para todo el territorio, pese a existir características y costos de vida distintos.
He dicho.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente , cada vez que debemos tratar un proyecto sobre reajuste de sueldos para los trabajadores; o resolver la forma en que se utilizarán los dineros de la nación, administrados por el Estado de acuerdo al bien común; o dar una mirada más larga, abierta y extensa sobre lo que sucede en nuestra sociedad, constatamos numerosas injusticias y problemas que requieren solución, sobre todo en cuanto a las diferencias espectaculares de ingresos existentes en un modelo que en lo personal jamás he compartido.
Y ello nos plantea la disyuntiva de resolver tal situación en la medida de lo posible o de dejar testimonio, una vez más, de lo que uno cree que debería realizarse, aunque se violenten ciertos planteamientos.
Me acostumbré, señor Presidente , a entender que la economía es una disciplina que está al servicio del hombre; que el dinero está al servicio del trabajador. Siempre sostuve como idea central -así me crié- que, cuando se me presentara una duda real y objetiva sobre cómo actuar, debería guiarme por una norma muy antigua del humanismo cristiano, que reza: "Yo ayudo primero a quien más lo necesita y al que estoy convencido de que se halla al límite del ingreso que requiere para sobrevivir".
En Chile existen algunos elementos claros.
En primer lugar, hay una diferencia de ingresos brutal, lo que no se da en otros países.
En segundo término, dependiendo de cómo se consideren las cifras, existen ingresos mínimos muy altos. Contamos con un Estado que ha sido capaz de invertir mucho dinero en la gente, pero también es verdad que los recursos fiscales han estado al servicio de numerosas personas que no tienen necesidad de recibir esos beneficios para mantenerse ante una crisis de la cual los trabajadores no son responsables.
La combinación de todos estos planteamientos es lo que a uno lo lleva a votar en conciencia. Y yo, señor Presidente , no me pronunciaré a favor de este proyecto. Tampoco lo haré en contra, dado que no reviste mayor importancia. Hay también deberes y compromisos con quienes forman parte de mi Gobierno. Pero en algún momento tendré que votar en conciencia.
No votaré a favor porque me violenta el tener que discutir asignaciones familiares, o lo que fuere, del orden de 100, 200, 500 ó 3 mil pesos, cuando existe en el país una cantidad de normas económicas que permiten que, sobre la base de los mismos dineros que son de todos y que administra el Estado, haya personas que ganen más de lo necesario.
En Chile tenemos cifras muy disímiles de ingresos: hay quienes en un año perciben lo que otros demorarían 2 mil años en conseguir.
Señor Presidente , no estoy en condiciones éticas de votar en esta discusión. Resulta muy violento -y lo señalo con franqueza- pronunciarse en contra de la política que ha planteado el Gobierno. No obstante, primero creo en lo que yo entiendo que es la ética del trabajo y no en la ética del dinero.
Por eso, me abstendré.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , escuché decir a un estimado colega que Chile, en el fondo, es de Arica a Punta Arenas. Pero hay realidades que no pueden estandarizarse.
Por eso, frente al planteamiento que, por ejemplo, hicieron algunos en orden a que el 10 por ciento de los trabajadores gana el salario mínimo, me gustaría realmente contar con todos los elementos que conforman dicha cifra.
Yo vivo en la Región de La Araucanía y puedo decir que en ella la inmensa mayoría de los trabajadores -no estoy hablando solo de los obreros-, de la gente que se desempeña en actividades comerciales o administrativas, percibe el sueldo mínimo. Incluso, tengo antecedentes que señalan que empleados de empresas que prestan servicios a la propia banca ganan el ingreso mínimo o un poco más.
Solo en Santiago -lo cual es cierto-, por el mismo trabajo que se realiza en Regiones, se percibe entre 50 ó 60 por ciento más. Pero también hay que mirar los costos del día a día a que se deben enfrentar las personas en la Capital por concepto de movilización y otras situaciones propias de la metrópolis.
Debo expresar, como un ciudadano común y corriente que recoge la información diaria de la gente, que, al calor de las comunicaciones que tengo especialmente con mujeres, me resulta un tanto difícil absorber esa parte del informe que dice que "La inflación acumulada en los últimos 11 meses, en efecto, alcanza un 1,5%, en tanto que la proyección para la inflación de junio es de 0,1%, con lo que se tiene que la inflación acumulada desde el último reajuste del salario mínimo es de 1,6%, índice que por lo demás coincide con la inflación futura.".
No sé si los señores Senadores que se encuentran en la Sala tienen información sobre cómo se construye la canasta familiar, respecto de la cual se señala que cada día es más amplia porque ella es un elemento fundamental para determinar el porcentaje del IPC.
¿Y por qué expreso lo anterior, señor Presidente ? Porque las dueñas de casa -de acuerdo con la relación que he establecido con ellas- me dicen que con cierto dinero compraban, por ejemplo, un carro de mercadería en el supermercado, donde la mayor cantidad de productos que colocan en su interior corresponden a alimentación, y que hoy, con esos mismos recursos, matemáticamente, adquieren la mitad.
Si ello es así -excúsenme-, a mí me cuesta aceptar y tragarme que la inflación acumulada es de 1,5 por ciento y que para junio será de 0,1 por ciento. Realmente tengo la obligación de hacer presente lo anterior, no como economista sino como un ciudadano común y corriente, en que la experiencia del día a día es trascendental.
Cómo voy a creer yo que esa es la inflación cuando, por ejemplo -y estoy absolutamente convencido de que a los señores Senadores les ocurre lo mismo-, las dueñas y los dueños de casa, el pequeño campesino me dicen: "Oiga, don Roberto, ¿qué ocurre con las cuentas de luz: yo pagaba 8 mil pesos y ahora me llegan cobros por 48 mil y 55 mil pesos?; ¿qué pasa con las cuentas de agua: antes me enviaban un recibo por 3 mil pesos, y hoy día, por 30 ó 35 mil pesos?"
Frente a eso, uno empieza a buscar explicación en las empresas que entregan dichos servicios, que resultan muy fundamentales y que, por supuesto, son monopólicos, pues no se puede ir a otra entidad a objeto de aprovechar la competencia del mercado.
En mi Región hay una sola empresa que proporciona el vital elemento y se llama "Aguas Araucanía". Una vez que la persona llega a acuerdo con ella, no tiene nada más que hacer. Así, cuando la gente va a reclamar por las tremendas diferencias que se producen entre un mes y otro, le dan mil explicaciones; por ejemplo, que una llave está goteando debajo de la casa. Y habría que demolerla para descubrir una fuga de agua que no existe, porque a los meses siguientes la cuenta baja. Si hubiera alguna pérdida, esta sería permanente.
De otro lado, en cuanto a la luz, a los chilenos nos venden un producto que debería ser de 220 watts, pero nos entregan 160, 165 o menos watts. Esto es igual a que si alguien fuera a comprar un kilo de pan y, en vez de darle mil gramos, solo le entregaran 600 ó 700. Y hay que tragarse el "bacalado" de pagar por un kilo en circunstancias de que le están vendiendo menos.
Y eso nos acontece con determinados servicios que se encuentran incluidos en esa canasta ancha, amplia, para calcular el IPC.
Siempre he dicho aquí, desde que soy Senador, que no me gusta mucho cuando hay una diferencia tremenda o se terminan las mesas de negociación entre los trabajadores y el Gobierno. Aquello lo he sostenido permanentemente, desde que ingresé a esta Corporación, y también en la Cámara de Diputados. Me agrada más cuando se genera cierta cercanía entre lo que piden los trabajadores y lo que puede dar el Estado.
No estoy contento con este proyecto. ¡Qué quieren que les diga! Me habría gustado que el porcentaje hubiese sido mayor, porque el salario mínimo subirá 6 mil pesos. ¡Esa es la verdad! Aquí se habla del 3,77 por ciento, y queda la creencia, para el lego, para quien lea la información, de que esa es una cantidad "requetecontra" importante. ¡Pero digamos la "firme": el reajuste es de 6 mil pesos!
Yo me pregunto si en realidad con ese dinero los trabajadores chilenos, que en su inmensa mayoría ganan el sueldo mínimo, podrán enfrentar los costos de la luz y el agua.
¡Para qué hablar de los remedios! Tenemos ahí un monopolio, en que tres empresas se ponen de acuerdo, hacen lo que quieren, ganan millones de dólares, sus empleados reciben un sueldo básico, pagan una multa ínfima y después se echan al bolsillo la inmensa cantidad de dinero que obtuvieron mediante una especulación en un rubro tan delicado que tiene que ver con la vida y la salud de los chilenos.
Siempre que hay un problema económico a nivel nacional o mundial el peso se lo llevan los trabajadores, como ocurrió en 1985, cuando a los pobres jubilados se les quitó el 7 por ciento de reajuste para salvar a los bancos que habían quebrado.
A mí me apena -reitero- que se otorgue un reajuste en estas condiciones. Sin embargo, tampoco puedo dejar de destacar lo expresado por un señor Senador : que el Gobierno ha entregado bonificaciones dos o tres veces durante el año, las que, por supuesto, caen bien. Pero me gustaría mucho más que hubiese estabilidad en las remuneraciones.
Además, gran número de los beneficios que se han entregado no son imponibles. Y aquí les van a pagar 165 mil pesos mensuales a trabajadores de entre 18 y 65 años.
Más encima, quienes jubilen por el régimen de las AFP recibirán 50 por ciento menos del último sueldo imponible, percibido en cuanto hombres que contribuyen al desarrollo y progreso del país.
Doy excusas a los señores Senadores, en particular a los que tienen la especialidad de economistas, por no aportar ningún dato científico en esta materia y solo dar a conocer lo que veo en el día a día, en el contacto con la gente sencilla y simple que nos otorga esta tremenda representación y nos trae aquí.
A veces, la letra no simboliza lo que sucede en la práctica.
Por esta razón, señor Presidente, en el momento de pronunciarme decidiré mi voto en esta materia.
He dicho.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Gómez.
El señor GÓMEZ.-
Le señalaba a un Honorable colega que cuando hay una mirada pública sobre lo que uno habla en la Sala, uno tiende a pensar que está diciendo cosas muy inteligentes y, a veces, no es tan así. Y los restantes señores Senadores se ven obligados a escuchar, sobre todo hoy día, que estamos en el ojo público.
Señor Presidente , nuestro sistema legislativo es complejo. En este aspecto, reconozco que poseo conocimientos en algunas materias, y en otras, no. Los vericuetos de la economía y el ámbito en que se mueven los ingenieros comerciales y los economistas resultan bien complicados para mí.
Entonces, partiendo de la premisa que este asunto no corresponde a mi especialidad, no logro entender, cuando en el país tenemos un debate de ideas y se dice que el salario ético debiera ser de una cantidad equis¿
La señora MATTHEI.-
El ingreso, porque no es lo mismo.
El señor GÓMEZ.-
El ingreso, perdón. Muchas gracias, Senadora señora Matthei .
Como digo, se discute acerca de un tema económico, pero tiene un fundamento ético. Entonces, cuando uno escucha a los especialistas, a quienes conocen de este asunto y lo analizan en las Comisiones, se tiende a pensar que el sistema es un tanto anómalo. Porque uno recibe los antecedentes en la Sala donde los debe estudiar y revisar, y también ha de confiar, por supuesto, en los que saben más e integran el órgano técnico pertinente.
Sin embargo, escuchaba que el 10 por ciento de los trabajadores formales percibe el sueldo mínimo. Que una cantidad importante de quienes se desempeñan de modo informal -no conozco el porcentaje- recibe menos que eso. Y que lo propuesto en la iniciativa, finalmente, afecta a las pymes, porque el aumento del ingreso mínimo les implica una serie de dificultades para el desarrollo de su actividad.
Entonces, al sopesar cada uno de esos elementos, uno se encuentra con muchas dificultades al momento de votar.
Además, cuando se observa -lo señalaba la Senadora señora Alvear - que un incremento de 5 por ciento habría significado un monto mejor, esto es, 7.950 pesos, y no los 6 mil que estamos aprobando hoy, y piensa en la gente que nos está escuchando y en quienes nos pedirán explicaciones en algún minuto, no logra entender cómo este debate se puede traducir en algo real.
Porque el aumento produce una serie de efectos adicionales que se pueden explicar desde el punto de vista de la macroeconomía. Pero en la realidad, desde la perspectiva de la gente que recibe el sueldo mínimo, el monto es bastante exiguo.
Me voy a informar más para explicarlo alguna vez, pues sería interesante que las personas lo pudieran entender.
Por otra parte, aquí uno escucha incendiarios discursos en contra del proyecto y luego se vota a favor, en circunstancias de que uno debiera ser consecuente con lo que dice.
Entiendo que lo propuesto es lo máximo que se puede otorgar en un momento de crisis mundial, según se explicaba, y por los niveles de desempleo que exhibe nuestro país.
Por eso, uno no puede pronunciarse en contra de una iniciativa de esta naturaleza. Sobre todo con plazos de tramitación tan cortos. Tiene "discusión inmediata" y, por lo tanto, hay que despacharla hoy.
Mi reflexión final, señor Presidente , apunta a que en algún minuto debiera haber un debate mayor sobre la materia, por lo que significa para el país. Y que, realmente, se dé una buena explicación pública. Porque, terminada la discusión y la votación, no me cabe duda de que quienes representan a las organizaciones de trabajadores no quedarán conformes. Nosotros nos habremos pronunciado a favor y la opinión pública no entenderá cómo se llegó a la propuesta y a la votación resultantes.
Ello es, por esos vericuetos de la economía, inentendible. Y creo que, de una vez por todas, el Senado debiera sostener un debate a fondo acerca de estas materias y sobre las reales capacidades del país para establecer criterios de ingreso mínimo posibles de llevar a la práctica, que sean aceptables para aquellos trabajadores que, en esta oportunidad, verán aumentadas sus remuneraciones de 159 mil a 165 mil pesos mensuales.
He dicho.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Navarro.
El señor NAVARRO.-
Señor Presidente , quienes contamos con más de un período de ejercicio parlamentario hemos dicho y reiterado que esta discusión nos lleva a la ignominia, porque se nos obliga a votar a favor de algo que no compartimos. Y resulta extraordinariamente difícil decirles a los trabajadores que ganan el sueldo mínimo que aunque no nos guste lo que estamos aprobando, si no lo acogemos se quedan con lo anterior; es decir, sin alza en sus remuneraciones.
Claramente, este debate no debiera realizarse en el Parlamento. Lo hemos dicho muchas veces. Integré por 12 años la Comisión de Trabajo en la Cámara de Diputados y sostengo que discutir el sueldo mínimo -la única posibilidad que le cabe al Congreso es decir "sí o sí", porque pronunciarse en contra implica que no haya aumento- constituye un ejercicio hasta inmoral.
Si existiera la posibilidad real de discutirle al Ministro el alza propuesta por el Gobierno, uno diría: "debatamos, porque podemos modificar el monto". Pero en este ejercicio se sabe, de entrada, que ganó el titular de Hacienda , porque votar en contra significa que haya cero por ciento de reajuste. Y eso es más incomprensible que otorgar un pequeño aumento.
Por lo tanto, nos someten a un ejercicio de perdedores. Porque más allá de los discursos -todos quieren aumentar el ingreso mínimo- y de que algunos se abstengan o voten en contra del proyecto, el monto no va a subir. Si toda la Sala rechazara la iniciativa, no habría incremento. Y si todos votaran a favor, se acepta exactamente lo propuesto por el Gobierno, que ha sido ampliamente rechazado en los discursos.
Señor Presidente , casi medio millón de chilenos gana el salario mínimo -algunos dicen que más; es una cifra que nunca hemos podido dilucidar- y constituye el piso para quienes no tienen capacidad de negociar. ¡Y el 94 por ciento de los que laboran no negocia colectivamente! O sea, carecen de tal capacidad no solo los que reciben el sueldo mínimo, sino la inmensa mayoría de los trabajadores. Porque la Constitución establece lo que algunos llaman eufemísticamente "asimetrías" entre los poderosos y los débiles. Hay asimetría entre trabajadores y empleadores, entre empresarios y trabajadores.
Por eso hemos dicho que aquí, en el Senado, debe haber una definición de líneas: o se está con los empresarios o se está con los trabajadores. Es necesario que exista esa definición, porque se debe privilegiar a los más débiles. Y, en tal sentido, un factor de equilibrio es el debate parlamentario.
A uno le sería factible decir: " Ministro , es cierto que no podemos subir más el salario mínimo, porque usted manda".
Pero sucede que el Centro de Estudios Públicos -el mismo de las encuestas CEP, que ya han sido llevadas a un nivel de endiosamiento- sostiene algo que les quiero referir más adelante.
Señor Presidente , 48 horas de discusión legislativa no tienen ninguna lógica si queremos debatir de verdad lo relativo al sueldo mínimo.
Hemos pasado años analizando proyectos que consideramos importantes. Y si la razón nos dice que el ingreso mínimo mensual es relevante, ético, moral -la Iglesia ha hecho un llamado al respecto-, que el Parlamento lo estudie en dos días resulta inmoral. En ese lapso la discusión es apresurada; durante ella algunos buscan fijar posiciones, y otros, ganar votos.
Sería bueno crear un consejo consultivo, como asesor permanente, para que el sueldo mínimo no se debatiera en 48 horas, sino con tres meses de antelación, tal cual se hace con la iniciativa pertinente en la Comisión Especial Mixta de Presupuestos, donde se comienza a trabajar con bastante anticipación.
Para la determinación del ingreso mínimo, además, debería considerarse, como línea de acción, el establecimiento de una canasta diferenciada de la del IPC, más específica.
Le hemos pedido al Ministro -nos respondió de manera negativa con argumentos económicos- rebajar el IVA al pan, a la leche, a los productos básicos, pues para su adquisición los trabajadores desembolsan parte importante de su ingreso mínimo. Gastan 17 por ciento de él en transporte público, 11 por ciento en pan, en fin.
Por lo tanto, es imprescindible un IVA diferenciado. Porque este impuesto siempre es regresivo: 80 por ciento es pagado por los más pobres, por los asalariados; a los ricos, a los empresarios se lo devuelven.
En consecuencia, una discusión sobre el impuesto al valor agregado es del todo necesaria. Lo hemos dicho muchas veces. Hay que volver sobre el punto, porque luego de que adoptamos el IVA, el año 37, se ha tratado la materia bajo una concepción de análisis muy reducida.
El Centro de Estudios Públicos señala que "la tasa de empleo de los hombres que en 1993 promediaba un 73 por ciento el año pasado sólo alcanzó a un 67 por ciento.".
Pregunta luego sobre las razones de tal disminución, y cita, entre otras, el envejecimiento de la población. Pero agrega que ellas no son suficientes para explicar dicha caída, sino que hay otros factores, como el comportamiento del salario mínimo, que ha registrado un importante aumento, sobre todo a partir de 1997 y hasta el 2005.
¿Cómo saber si el valor del ingreso mínimo es alto o bajo? El CEP manifiesta que una manera "es comparando su valor con la mediana salarial del país cuya evolución refleja aproximadamente la productividad del trabajo.".
"El salario mínimo en Chile" -agrega- "se acerca a representar a nivel nacional cerca del 60 por ciento de la mediana salarial (hay algunas diferencias dependiendo de las fuentes utilizadas y de la definición de salario empleada). Ese es un nivel comparativamente muy alto. Sólo un país de aquellos, para los cuales hemos podido recopilar información, tiene un salario mínimo relativo más alto que el nuestro.".
"Estimamos" -sigue- "que alrededor de 46 mil jóvenes perdieron su empleo por el alza de dicho salario.".
Ahí se dice: aumentan los salarios, cae el empleo, particularmente en los más jóvenes.
Ese es el estudio básico que hace el CEP.
Y continúa: "Ésta es una cota mínima de pérdida de empleos (¿) Nuevas alzas del salario mínimo pueden llevar a nuevas pérdidas de empleo. De hecho, si este sube un 5 por ciento otros ocho mil 500 jóvenes podrían perder su empleo.". ¡Profético!
Esos son los economistas del Centro de Estudios Públicos, particularmente Harald Beyer.
Manuel Riesco dice otra cosa -y este es el debate entre los especialistas-: que "salarios y empleo, hipotéticamente y bajo ciertas condiciones estrambóticas, podrían llegar a moverse en sentido contrario.".
Y sigue: "Si ello fuera cierto," -o sea, que si bajan los salarios sube el empleo, y viceversa- Pinochet "hubiera resuelto el problema del desempleo", porque bajó a la mitad los salarios y llegamos al 30 por ciento de desempleo en la década del 80.
En seguida, Riesco afirma: "Cuando los salarios crecen aumenta el empleo. Cuando sube el empleo mejoran los salarios. En las raras ocasiones en que bajan los salarios reales, al mismo tiempo se reduce el número de ocupados. Sólo cuando el empleo disminuye mucho es que llegan a reducirse los salarios reales.
"No hay por donde. Ambos se mueven al unísono. Siempre.".".
El estudio de Beyer muestra el desempleo juvenil. Y todos sabemos por qué existe este: porque hay baja capacitación, porque no existe especialización.
Por consiguiente, lo que se debe dilucidar es si el aumento del salario mínimo va a afectar o no a la ocupación. Este es el tema en debate.
Y Riesco dice algo simple. La crisis se produce porque existe poco activo y baja la demanda. No hay a quien venderle. Y si la gente gana poco, no compra. Y si no compra, no se produce. Por ende, si las personas disponen de más plata para comprar, se genera mayor demanda y producción de bienes.
¡Las conclusiones del CEP son de película...!
Como han dicho aquí algunos colegas, ¡qué difícil es entender la economía!, ¡qué compleja es la economía!
Ahora, como no soy especialista en la materia, me remitiré a lo que expresan quienes sí lo son: aquellos que van a publicar la encuesta CEP, de la que todos están pendientes y que tiene a muchos colgando de un hilo.
En sus conclusiones, el Centro de Estudios Públicos señala: "El salario mínimo mirado en valor absoluto es ciertamente bajo. Si un hogar de tres personas recibiera solamente este ingreso caería debajo de la línea actual de pobreza. Resulta, entonces, tentador usar este salario mínimo como instrumento redistributivo. Sin embargo, habida cuenta de la realidad salarial del país, no se puede considerar que este salario sea bajo. De hecho, respecto de la mediana salarial del país, nuestro salario mínimo es de los más altos del mundo.".
Y continúa: "la OCDE en su revisión del mercado laboral y de las políticas sociales nacionales, argumentó que había poco espacio para seguir subiendo el salario mínimo. Compartimos esa visión.".
"Sería un error, entonces," -concluye el CEP-, "aspirar a alzas importantes en el salario mínimo. La aspiración por una mejor distribución del ingreso se debe lograr a través de otras iniciativas. El salario mínimo, dado su actual nivel, no es un instrumento apropiado para tales propósitos.".
Surgen, pues, la preguntas: ¿Cuáles son las otras iniciativas? ¿Cómo logramos una mejor redistribución del ingreso? Porque, al final del día, lo que importa son las "lucas" recibidas, el ingreso total, el ingreso familiar, sea a través del salario mínimo, sea mediante otros beneficios o mecanismos.
En tal sentido, ¿cómo redistribuimos?; ¿cómo hacemos que el 10 por ciento del país, que recibe 50 por ciento del PIB, redistribuya?; ¿cómo logramos que los poderosos que han acumulado riqueza durante cuatro Gobiernos de la Concertación distribuyan algo?
El CEP dice que el salario mínimo no es una posibilidad.
Resulta muy complejo explicarles a 4 millones de trabajadores la aprobación por el Senado de un aumento inmoral en el salario mínimo: 6 mil pesos, que significan algo más de 6 kilos y medio de pan.
La pregunta entonces, tanto para la Derecha como para el Ministro de Hacienda , es de qué manera proceder, si no podemos subir el salario mínimo sin afectar el empleo, si no es factible usar dicho ingreso como mecanismo redistributivo, para que haya mejor redistribución de la riqueza en un país altamente injusto y con una elevada concentración económica.
¡Ese es el debate!
Por eso pido que la discusión de esta materia no se realice en 48 horas, sino 3 ó 4 meses antes. Porque todos decimos estar en contra de la concentración económica y que deseamos una mejor redistribución del ingreso; sin embargo, cuando sostenemos que el ingreso mínimo -aunque imperfecto- puede ayudar a tales objetivos, se afirma que su incremento traerá consigo una disminución del empleo. Eso dice el CEP. Y Riesco sostiene lo contrario.
Entonces, se trata de un debate entre economistas.
En todo caso, lo cierto es que, más allá de Beyer o de Riesco, la gente tiene hambre, lo está pasando mal, no puede pagar la luz ni el agua. Hay problemas. Y nos miran como una élite que en 48 horas discute lo que para esa gente es la vida, el sueldo que recibe cada mes, con el cual debe sobrevivir.
Señor Presidente , yo demando de este Parlamento, de la Comisión Especial Mixta de Presupuestos, de la Comisión de Hacienda el cambio de los parámetros, para no debatir año tras año, en dos días, el sueldo mínimo.
Asimismo, solicito una discusión profunda sobre lo que concluyó el Centro de Estudios Públicos.
"El salario mínimo no es el mejor mecanismo para redistribuir". Entonces, ¿cuál? ¿Más impuestos?
Pedimos el royalty minero; la Derecha votó en contra. Y le salió gratis, pues nadie lo supo en el país. También solicitamos aumentar los impuestos a las grandes empresas, que en Chile son de 17 por ciento, mientras en Argentina, de 30, y en Ecuador, de 36. O sea, tenemos para dicho sector la tasa impositiva más baja.
Entonces, ¿cómo redistribuimos si se niega que el sueldo mínimo sirve para redistribuir?
Igualmente, hay oposición al debate tributario, ya que, según dicen, los empresarios se asustan. Se sostiene que los capitalistas mineros no van a invertir si aumentamos los impuestos.
Entonces -insisto-, ¿cómo redistribuimos?; ¿de qué manera luchamos de verdad contra la pobreza y no repartimos limosnas?; ¿por qué los que se golpean el pecho cada domingo y dicen ser partidarios de la fe cristiana no se comportan consecuentemente cuando deben resolver sobre los salarios y la economía?
Ojalá estuviera vivo el Padre Hurtado -hay varios devotos de él-, quien decía "Hay que dar hasta que duela". Sin embargo, a algunos les empieza a doler la manito apenas la meten al bolsillo, y en definitiva ¡no sacan nada¿!
Claramente, tenemos un tipo de empresario, como el que financia al CEP, que nos da esa lección de economía, con la cual no vamos a redistribuir.
Por eso, la única manera de que los trabajadores aumenten sus ingresos es con movilización social, con organización, y no con un debate en el Senado, que en definitiva aprobará lo que todos sabemos: un salario mínimo indigno e inmoral.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor NOVOA (Presidente).-
Silencio, por favor.
Tiene la palabra la Honorable señora Matthei, en su segundo discurso.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , he escuchado con mucha atención las intervenciones de quienes piensan que la situación mejoraría si aumentáramos el salario mínimo.
Pues bien, en medio de la crisis de 1997 -la crisis asiática-, el Gobierno hizo justamente aquello: aumentó el sueldo mínimo en 40 por ciento. E imagino que muchos de los que hoy día han pronunciado discursos tan encendidos deben de haber aplaudido en ese minuto.
El problema radicó en que mientras todas las naciones del Asia, donde se originó la crisis, recuperaron sus niveles de empleo en 2 años, en Chile han pasado 11 y nunca más hemos vuelto a tener las tasas de entonces.
¡Tal fue el efecto devastador que tuvo la medida populista y demagógica de aumentar el salario mínimo en 40 por ciento!
Mientras el desempleo en nuestro país solía ser de aproximadamente 400 mil personas antes de la crisis asiática, después de ella nunca hemos bajado de 600 mil. Ahora vamos a llegar, quizá, a sobre 800 mil. Y si no fuera porque en el Ejecutivo hay gente bastante más razonable que muchos de quienes han intervenido aquí, con seguridad tendríamos permanentemente 800 mil cesantes.
Ahora bien, podemos debatir el tema del salario mínimo cuando quieran. Y yo, como Presidenta de la Comisión de Hacienda , voy a citar a una reunión especial, cuando no estén las tribunas llenas, para conocer los diversos estudios internacionales que hay sobre la relación entre salario mínimo y desempleo.
Porque, a mi juicio, eso es lo que debemos hacer: informarnos con buenos estudios, no con algunos de los citados acá, que, además, falsean la información de manera salvaje.
El año 83, en efecto, hubo mucha cesantía. Y la gente de la entonces Concertación decía que los niveles de empleo no se recuperarían sino hasta el 2000 -eso sí que está por escrito-; sin embargo, la recuperación demoró cinco años, justamente porque había flexibilidades laboral y salarial.
En consecuencia, señor Presidente , nos reuniremos en la Comisión de Hacienda. Y sería muy bueno que participaran los señores Senadores que hoy han pronunciado discursos muy encendidos, para que conocieran cuáles son los datos reales, emanados de economistas de todos los sectores políticos. Los invitaremos a todos, sin la presión que sentimos ahora, al debate del proyecto sobre salario mínimo.
El señor VÁSQUEZ .-
Ingreso mínimo.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , debo aclarar que hay una diferencia entre salario mínimo e ingreso mínimo.
Salario mínimo es el que paga la empresa.
En cambio, el ingreso mínimo está constituido por lo que recibe la familia, de muchas formas. Por ejemplo, a través del subsidio único familiar; de la asignación familiar; de las pensiones básicas solidarias; de subsidios al agua potable, a la educación, a la salud; del bono extraordinario de 40 mil pesos (espero que lo aprobemos en unos momentos más).
Todo eso forma parte del ingreso mínimo, no del salario mínimo.
Ahora, de lo que se trata es de llevar el ingreso mínimo a una cantidad tal que le permita a la gente vivir en forma digna. El esfuerzo debemos hacerlo en el Estado, precisamente focalizando todos los subsidios en la gente de bajos recursos. Y eso es lo que se ha estado tratando de llevar a cabo, de manera seria.
Señor Presidente , a toda la gente que piensa que el salario mínimo de 165 mil pesos es muy bajo deseo expresarle que el año pasado fui a la India, donde me impresioné inmensamente cuando me enteré de la existencia de profesionales -abogados, ingenieros, quienes además eran bilingües (hablaban inglés perfectamente)- que ganaban 250 dólares al mes. ¡250 dólares al mes, profesionales bilingües!
Díganme cómo puede competir una empresa chilena con las importaciones que vienen de países como aquel si pagan 165 mil pesos a personas que no son profesionales ni bilingües.
Ese es nuestro drama: el drama de la competitividad, de una economía abierta.
Pero el problema estriba en que Chile, por ser un país tan pequeño, no puede darse el lujo de estar en una economía cerrada.
Si participamos en una economía abierta, tenemos que competir. Y si queremos mejorar el nivel de vida de las personas, debemos hacer tres cosas.
Una, focalizar todos los subsidios estatales en la gente que realmente los necesita, a fin de elevar el ingreso mínimo.
Dos, mejorar la educación de tal manera que nuestros trabajadores puedan acceder a mejores empleos y recibir un salario digno, mucho mejor que el sueldo mínimo actual. Pero esto pasa por la educación, que hoy día es vergonzosa. Porque si existen enormes diferencias en Chile, es justamente por la pésima calidad de la enseñanza que reciben los niños más pobres. ¡40 por ciento de los jóvenes que egresan de cuarto medio no entienden lo que leen! ¡Esta es la educación que les estamos dando a nuestros niños!
Y tres, tenemos que crecer muy rápidamente, para generar más empleo.
¡Eso es lo que debemos hacer si deseamos analizar esta materia con seriedad!
Señor Presidente, creo que el Gobierno ha hecho un esfuerzo serio para fijar un salario mínimo que proteja, por un lado, a los trabajadores que no tienen poder de negociación, y por otro, el empleo.
Y a quienes estimen que no existe esa relación les mostraremos las curvas de lo que sucedió cuando el Gobierno de la Concertación del año 97 aumentó en 40 por ciento el salario mínimo, justamente en período de crisis, condenando a cientos de miles de chilenos a la cesantía durante mucho tiempo (algunos todavía están desocupados). Y discutiremos con cifras y estudios, en forma seria. Porque cada vez que sostenemos el debate a que nos hallamos abocados se escuchan los mismos argumentos de siempre.
El señor NOVOA (Presidente).-
Quedan dos inscritos para usar de la palabra: los Honorables señores Longueira y Escalona.
Como se ha solicitado abrir la votación, consulto a Sus Señorías si les parecen suficientes los cinco minutos que se conceden para fundar el pronunciamiento.
El señor LONGUEIRA.-
No, señor Presidente.
El señor NOVOA (Presidente).-
Entonces, cada uno de ustedes dispondrá de 15 minutos para intervenir.
Por cierto, los demás señores Senadores podrán explicar su voto durante el tiempo que corresponde.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Longueira
El señor LONGUEIRA.-
Señor Presidente , no sé si ocuparé los 15 minutos, pero, al escuchar una discusión como esta, la verdad es que me pongo cada vez más presidencialista. Y me alegro de que la atribución del Primer Mandatario no recaiga en el Congreso.
Creo que la iniciativa que nos ocupa siempre ha permitido escuchar a los que hacen demagogia, a los que le hablan a la galería, a los que, siendo parte del Gobierno, se dan el lujo de criticarlo. Año a año, ella hace posible comprobar si algunos han creado alguna vez una empresa o generado un empleo. Pienso que pocas ocasiones como la presente proporcionan una radiografía de la demagogia y el populismo que se practican en nuestro país.
No me he referido a nadie en particular. ¡Algunos, que ya se han puesto nerviosos, se aprestan a interrumpir¿!
El señor ROMERO .-
¡Los estamos mirando!
El señor LONGUEIRA.-
Pero la verdad es que no solo les estamos dando hoy día trabajo a los chilenos. También muchos peruanos y bolivianos, fruto de otros populismos, vienen a ganar el sueldo mínimo a Chile. Tal vez, uno de los problemas que deberemos enfrentar es precisamente la inmigración de personas que se radican en nuestro país con ese objetivo.
Hace tres años, señor Presidente , propuse establecer el sueldo ético. Nadie me hizo mucho caso hasta que Monseñor Goic asimismo lo hizo presente, días después de leer una carta que envié a "El Mercurio" de Santiago .
El planteamiento respecto de un proyecto de ley sobre el particular se refería, obviamente, a una prestación de carácter voluntario. Constituía una definición que quería que se contemplara en el Código del Trabajo, para señalar que la obtención de un ingreso menor, de acuerdo con nuestros parámetros, significaba hallarse bajo la línea de la pobreza.
Obviamente, se trataba de algo muy distinto que el sueldo mínimo, que fijamos por ley, porque el efecto es completamente diferente. Era una referencia a la sociedad, con el objeto de que todos hiciéramos un esfuerzo tendiente a que el sueldo de una persona que trabaja durante un mes no la ubicase finalmente en una situación inferior a dicho límite.
Porque encuentro que eso es lo dramático en nuestro país: que no logremos que el ingreso fruto del esfuerzo de chilenos que trabajan el mes completo les permita ponerse sobre la línea de la pobreza.
Por eso, se trataba de una definición, de una señal a la sociedad.
Lamentablemente, el proyecto fue declarado inadmisible -no comparto los argumentos que se esgrimieron-, y el Ejecutivo se comprometió a prestarle patrocinio para que fuera debatido. Ello no ha ocurrido hasta la fecha.
Pero, conociendo a todos los señores Senadores, no sé de alguien que quisiera que el sueldo mínimo fuese mucho más de lo que es. Lo que me preocupa es que una legislación como esta sea utilizada y no actuemos con seriedad. Creo que si algo tiene que distinguir a una Corporación como la nuestra es precisamente la responsabilidad con la que discute iniciativas tan trascendentales. Por eso, me alegro -y tal vez resulte feo que un parlamentario lo reconozca- de que no tengamos atribución en la materia.
Porque, finalmente, al fijar un salario mínimo que no es el que corresponde de acuerdo con la inflación y la productividad de las personas, lo que generamos es que algunos ganen cero. ¡Si ese es el ingreso mínimo de un país: el no tener trabajo, no el que determinamos aquí!
Se ha dicho que las pymes generan 80 por ciento del empleo en el país. ¡Si muchos pequeños y medianos empresarios son pobres o de clase media -y ganan incluso ellos mismos el sueldo mínimo- y dan empleo y pagan sueldos mínimos a otras personas!
Entonces, resulta muy fácil, con motivo de un proyecto como el que discutimos, hablarle a la galería, como estamos acostumbrados. Afortunadamente, a estos que le hablan a la galería les va bastante mal en las encuestas, por ofrecer un sindicalismo y un estatismo trasnochados.
No me refiero a nadie en particular, señor Presidente . Veo que usted se ríe.
¡Pero qué bueno saber que en Chile existe una cultura mayor para distinguir al demagogo, al populista, al que le habla a la galería!
Es mucho más difícil actuar con rectitud y seriedad y pronunciarse a favor del proyecto. Para nosotros, como opositores, resultaría mucho más cómodo abstenernos o decidir cómo votar cuando vayamos a hacerlo. ¡Porque encuentro que esto último sí que es lo más original que he escuchado en la Sala! En consecuencia, reclamo un poquito más de seriedad, ya que estamos apuntando precisamente a las familias más pobres del país.
Por desgracia, 10 por ciento de la fuerza laboral formal recibe el ingreso mínimo. ¿Se quiere aumentar la fuerza laboral o la que sale del mundo del empleo con cero remuneración?
Deseo preguntar a estos populistas qué es más justo: ¿contratar a una persona por 300 mil pesos o que existan dos familias con el sueldo mínimo? Lo más probable es que para estos demagogos lo es el empresario que paga 300 mil pesos y emplea a uno solo. Por mi parte, considero que lo es el que da trabajo a dos por el sueldo mínimo, ya que ello permite al menos que dos familias cuenten con un ingreso, y no que una obtenga 300 mil pesos y la otra cero.
Eso es lo que estamos definiendo aquí.
¿O alguien en la Sala disfruta con el salario mínimo vigente? ¿O alguno de los presentes no quisiera que lo aumentáramos en 10 por ciento?
Entonces, no hagamos demagogia. La verdad es que eso es lo que ha destruido a los países, señor Presidente . Y es lo que ha provocado que ahora se encuentren en Chile -vayan Sus Señorías al norte- miles de peruanos, bolivianos, ecuatorianos y venezolanos.
Por fortuna, el chileno tiene hoy más cultura cívica, más información, y se da cuenta de cómo es esa gente. Sabe que si la siguiera, tampoco le proporcionaría mejores ingresos, sino que le repartiría miseria, como lo están haciendo en muchas naciones latinoamericanas.
Siendo opositor, señor Presidente , celebro que un Gobierno tenga la seriedad de decir que no se puede dar más que lo propuesto. Obviamente, todos quisiéramos otorgar mucho más. Pero es bueno que el país vea a estos demagogos, a estos neopopulistas, que se levantan reclamando por los problemas de la gente y son incapaces de exponer soluciones serias.
Este es un proyecto que nos permite distinguirnos como Institución. Y, por ello, voy a votar a favor, ya que creo que tenemos que actuar con seriedad en la política.
El señor NOVOA ( Presidente ).-
Antes de dar la palabra al Senador señor Escalona, el señor Secretario hará una precisión respecto de la información que aparece en las pantallas del Hemiciclo.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Los señores Senadores pueden ver que se anuncia que se está tratando el "Proyecto de ley, de la Honorable Cámara de Diputados, que otorga bono extraordinario para los sectores de menores ingresos".
Ocurre que el sistema computacional no reconoce a la iniciativa que reajusta el monto del ingreso mínimo, por haber sido agregada a la tabla, y registra, entonces, la que figura como número 1 en el Orden del Día original.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Escalona.
El señor ESCALONA.-
Señor Presidente , creo que en la discusión no se ha subrayado con suficiente energía un aspecto que, a mi juicio, es importante que asuma la opinión pública -o que esta, tal vez, asume mucho mejor que nosotros-, cual es que vivimos una situación difícil.
El momento económico es complejo y Chile lo está sobrellevando relativamente bien por una razón que es responsabilidad de los Gobiernos de la Concertación -en cierto instante, muy vapuleados en el curso del debate-: la política de responsabilidad fiscal. Ello posibilitó que el país tuviera ahorros y que la bonanza del precio del cobre no se perdiese y esos recursos no se dilapidasen.
Digo esto, señor Presidente , porque el lunes la Comisión Mixta de Presupuestos conoció -y la opinión pública lo supo ese mismo día y el martes- el informe del Director de Presupuestos en que se señala al órgano técnico especializado del Congreso Nacional que en el curso de estos meses ha tenido lugar una brusca y seria reducción de los ingresos fiscales.
Y el país cuenta con recursos para hacer frente a una brusca y seria reducción de los ingresos fiscales, a un descenso drástico de la tributación por efecto del impacto de la crisis mundial tanto en la economía nacional cuanto en grupos económicos gravitantes para ella.
Lo han informado diferentes medios. "El Mercurio" publicó hace unas pocas semanas un infograma que señalaba que algunos de los principales grupos económicos del país se han reducido, en activos financieros, a 40 por ciento de lo que era el total de estos al inicio de la crisis.
Y esto no se debe exclusiva ni fundamentalmente a problemas internos de la economía, sino que dice relación a que Chile ya forma parte de la economía global y parte de las inversiones de grupos chilenos en el exterior fueron drásticamente golpeadas por la crisis mundial.
Son conocidas, en el caso de la Quinta Región, las serias dificultades de la Compañía Sud Americana de Vapores. Se han escrito innumerables artículos acerca de que sus buques quedaron cargados cuando las órdenes de comercialización fueron cerradas para los transportes que cruzaban de China a Estados Unidos.
Entonces, enfrentamos un problema muy grave: una drástica disminución de los ingresos del Fisco, porque hay menos tributación. Y eso tiene que ver ahora con la posibilidad de un aumento del salario mínimo y de que no se restrinja la política social, de que se mantenga el gasto social.
Incluso más: se puede incrementar este último con medidas que todos los chilenos aplauden, como el bono otorgado el mes de marzo recién pasado y como el que será tratado después en la tabla -tal como explicó recién el señor Secretario y que se halla anunciado en las pantallas-, de carácter extraordinario, para las familias más pobres.
Es decir, el hecho de que se pueda mantener -e incluso aumentar- el gasto en circunstancias de que el Fisco cuenta en sus arcas con menos recursos por concepto de tributación tiene que ver con que se aplicó una política de superávit estructural que permite que el país conserve hoy el gasto social y haga frente a los aspectos más difíciles de la coyuntura económica, logrando favorecer a los sectores modestos y de menos ingresos.
Cuando se insinúa que las políticas de los Gobiernos de la Concertación han sido un fracaso, creo que es preciso considerar la verdad en su conjunto. Porque todas las fuerzas políticas han cometido errores. Puedo consignar, por ejemplo, que la Comisión Mixta de Presupuestos, en el año 2005, invitó a los cuatro candidatos presidenciales de la época a exponer su programa económico y que solo Michelle Bachelet defendió la política del superávit estructural. Por su parte, Sebastián Piñera -y esto consta en las actas del Congreso- señaló que no correspondía que el Fisco hiciera como las abuelitas y guardara la plata debajo del colchón, de modo que los recursos del erario se tenían que gastar.
No insinuemos, entonces, que en el Congreso existen sectores que saben de economía y otros que no saben, porque, habitualmente, esa consideración resulta sesgada, con la intención de poner en tela de juicio la capacidad de gobernabilidad de la Concertación.
Y, al respecto, deseo referirme en forma muy directa a la Senadora señora Matthei , con todo el respeto que me merecen su tenacidad y esfuerzo de trabajo en la Comisión de Hacienda. Quiero destacar, con mucha crudeza, que no se puede medir la dictadura con la democracia. Porque los estragos causados por la crisis de 1982 y 1983 no son comparables con los efectos de la crisis asiática, si se consideran todas las secuelas provocadas durante una década por el impacto de la primera, la drástica reducción que originó en el producto nacional, la enorme cantidad de desempleados que generó, la indigencia a que dio lugar, la pobreza que masificó.
Y, sin duda, cuando a fines de 1990 el Fisco no disponía de la cantidad de ahorros que ahora posee y no podía, por lo tanto, financiar lo mismo que hoy día, uno de los instrumentos, perfectamente legítimos, para evitar la contracción de la capacidad de consumo de los sectores populares era el reajuste del salario mínimo.
No son situaciones comparables, en consecuencia. Porque en este momento no solo estamos haciendo referencia al reajuste del salario mínimo, sino también al bono de marzo, a aquel que votaremos en un rato más, a la pensión básica solidaria, al adelanto de la reforma previsional, al millón de personas que en el mes de septiembre serán incorporadas a esta última y recibirán el aporte previsional solidario. O sea, estamos refiriéndonos a una política social con la cual el país todavía no contaba en la segunda mitad de los años noventa.
Y la política económica y social ha sido implementada -el Senador que habla lo reconoce- con la colaboración, con la actitud constructiva de la Oposición. Pero no se puede insinuar, a la inversa, que la Concertación siempre se halla marcada simplemente por el síndrome del dispendio o de la incapacidad de hacer frente a las tensiones o presiones sociales que genera una política de esta naturaleza. Porque el año pasado, efectivamente, aquí mismo, en el Senado, tuvimos que hacer frente a la discusión del reajuste del sector público con un paro. Ello, debido a que, desde el punto de vista de la gobernabilidad del país, cuesta mucho explicar una política de ahorro cuando hay abundancia.
Y el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet enfrentó durante estos años -por lo menos hasta que comenzó la crisis- una fuerte tensión social, porque sectores muy importantes de nuestro país no entendían la política del ahorro en tiempos de abundancia y querían resolver necesidades sociales apremiantes. La gradualidad de las reformas sociales en aquella época no fue comprendida en profundidad.
Por ello, debo decir -alguna vez hay que decirlo- que el Partido Socialista se enorgullece de haber acompañado a la Presidenta Bachelet en todo ese período y de no haber sostenido -sí lo hizo Sebastián Piñera - que se debía gastar la plata porque no correspondía obrar como las abuelitas, que la guardan bajo el colchón.
Es cierto que tuvimos incomprensiones y que debimos sortear dificultades. ¡Pero ahí está el fruto de la capacidad de dar gobernabilidad al país!
En ese punto, le encuentro razón al alegato de la Senadora Matthei y del Senador Longueira: ¡resulta absurdo que, dentro de la propia Concertación, algunos no tomen nota de que el Gobierno cuenta con más del 50 por ciento del respaldo ciudadano, y la Presidenta , con el 70 por ciento!
Dicho de otra manera, no cabe duda de que los ciudadanos resultan ser más sabios que algunos que se dedican profesionalmente a la política. Hay muchos que, desde su condición inmediata, desde su forma de ver el país, muestran una comprensión más profunda de los asuntos del Estado que quienes son financiados por este para preocuparse de ellos, como es el caso de algunos parlamentarios.
Pero es así. Son gajes de la vida y avatares de la política.
En lo personal, comparto el discurso expresado acá de que la política no se puede hacer en función de la popularidad, porque ello pervierte y deforma, desvía la mirada de los hechos de fondo y de las acciones concretas simplemente por la foto, por el titular en los medios de comunicación o por la cuña televisiva.
Ese es un gran mal que aqueja a la política en estos días. Tales circunstancias rodean incluso la presente discusión. Por eso la tentación por el destello de un flash o por el pantallazo es tan fuerte.
En todo caso, sin perjuicio de las circunstancias y contingencias descritas, los partidos de la Concertación, a la postre, damos claras muestras de la capacidad de gobernabilidad y de entender el país más allá del estrecho límite de nuestras fronteras partidarias e incluso de la propia coalición. Más allá de los temas de la política contingente, aquí hay algo mayor que se llama "Chile".
Voto a favor.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ZALDÍVAR (don Adolfo).-
Quiero fundamentar el voto, señor Presidente .
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra, Su Señoría.
El señor ZALDÍVAR (don Adolfo).-
Señor Presidente , con ocasión del debate de este proyecto de ley hemos presenciado algunas definiciones políticas no menores. Podríamos contribuir a incrementarlas, pero no es mi ánimo hacerlo. Ya bastante confusión hay en el país para que lo enredemos más todavía con consideraciones relativas al salario mínimo.
Con todo, quiero plantear hoy día, responsablemente, un par de cosas que me parecen importantes.
En un primer momento, el señor Ministro de Hacienda nos dijo, de manera responsable, que la crisis económica no nos iba a llegar; después, que Chile estaba blindado y que no habría problemas, y por último, que se disponía de recursos suficientes para superarla y que las cosas andarían bien.
Pues bien, las cosas están como están.
Al debatirse una iniciativa como esta, sobre reajuste del salario mínimo, con dos posiciones tan encontradas -la del Gobierno y la de la Central Unitaria de Trabajadores-, uno tiende a preguntarse si el país realmente está en condiciones de evitar que, para superar la crisis o el problema de coyuntura importante que vivimos, todo el esfuerzo lo hagan, una vez más, los sectores de menores ingresos y los trabajadores. Esa es la conclusión que queda, de alguna forma, entre nosotros con la solución propuesta.
En mi opinión, hay razones de fondo -yo las considero así- para que el señor Ministro de Hacienda presente este proyecto y para que uno, con responsabilidad, lo apoye. Sin embargo, igual me habría gustado que en esta materia hubiese existido un poco más de comprensión hacia el sector afectado y que otros actores de la vida nacional contribuyesen con más.
Señor Presidente, concurriré con mi voto a la aprobación de la iniciativa, pero dejo constancia de algo que no me parece menor: son los trabajadores quienes siempre terminan aportando en mayor medida a superar cuanta crisis se nos pone por delante.
El señor NOVOA (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Gazmuri para fundar su voto.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , siempre es materia de controversia determinar cuánto puede subir el ingreso mínimo sin que se afecten los niveles de empleo.
Y digo "controversia" porque es bastante evidente que las causales estructurales y más de fondo de la cesantía no tienen que ver con el nivel salarial ni, en particular, con el sueldo mínimo, el cual, por lo demás, no lo percibe una mayoría de los trabajadores, como aquí se ha dicho, sino alrededor de 550 mil, sobre una masa laboral de más de 6 millones. Y se trata de los trabajadores con menos productividad.
Yo represento una Región donde, por desgracia, el salario mínimo todavía es muy común. En las zonas agrícolas del valle central cubre a un porcentaje bastante mayor de trabajadores que en el resto de la economía. Por lo tanto, la idea de que un reajuste elevado conspira necesariamente contra el empleo no tiene ningún fundamento empírico y es materia de una controversia teórica que no está resuelta. No hay ninguna fórmula mágica que indique esa relación.
En lo personal, creo que la dificultad para recuperar los niveles de empleo después de la crisis del 90 no guarda relación con la flexibilidad laboral, contrariamente a lo sostenido por muchos economistas neoliberales, sino con algunos factores más estructurales del tipo de desarrollo económico en que estamos inmersos.
Valoro la propuesta que se nos presenta, en primer lugar, porque el Gobierno tuvo flexibilidad en la discusión parlamentaria para mejorar su planteamiento inicial. Entramos ayer con 4 mil pesos de aumento (2,5 por ciento más) y salimos con 6 mil.
Por supuesto, no es el incremento que quería la Central Unitaria de Trabajadores. A mi juicio, en un período de contracción pedir 13 por ciento de incremento, sin duda, es poco prudente. Eso lo entienden incluso quienes propusieron aquella cifra. Es una vieja y sana costumbre sindical la del "tejo pasado". No la critico a priori.
Pero -reitero- valoro la flexibilidad que se tuvo.
Por otra parte, se escucharon en sectores del empresariado voces que llamaban a congelar el salario mínimo, las cuales reflejan la idea, a mi juicio profundamente equivocada y falsa, de que este instrumento -en Chile no es muy alto; supera en poco el promedio del ingreso mínimo de América Latina, pero tenemos una economía bastante más desarrollada que la de muchos países de la región- es causa de desempleo.
Yo no comparto esa percepción.
La desocupación actual no tiene que ver con la flexibilización laboral, sino básicamente con la crisis mundial. En mi Región, los altos índices de cesantía de los sectores más críticos (por ejemplo, la exportación de madera) no obedecen a las leyes laborales, sino a la contracción de la demanda estadounidense producto de la crisis subprime.
También valoro el aumento de la asignación familiar y del subsidio único familiar. Este último se incrementa en 13 por ciento. Con dicha alza estamos mejorando una prestación de mucha importancia en el presupuesto familiar de los sectores que reciben el beneficio, los cuales no están incorporados plenamente a la economía como aquellos que perciben ingresos menores a 170 mil pesos.
Finalmente, respecto del debate suscitado sobre la crisis, discrepo de quienes -en particular del señor Senador que me precedió en el uso de la palabra- han sostenido que el Gobierno no ha enfrentado la crisis. La Presidenta Bachelet ha sido enfática en esta materia.
Aquí el que más se equivocó al comienzo fue el Banco Central,...
El señor NARANJO .-
Así fue.
El señor GAZMURI.-
...no el Ejecutivo , pues adoptó medidas completamente descaminadas. Pero luego se llegó a una convergencia entre la política fiscal y la monetaria, como se observa hoy día.
Si algo reconoce el país, es que el Gobierno ha hecho esfuerzos mayores por que el peso de la crisis, a diferencia de otras ocasiones, no recaiga en los sectores más débiles. El conjunto de medidas que se han ido tomando demuestran que el Gobierno ha enfrentado la situación con prontitud. Como es evidente, no pudo evitar todos sus efectos, pero ha realizado esfuerzos fiscales considerables para intentar reactivar la economía, impulsando una fuerte inyección de inversión pública destinada a estimular el desarrollo de la pequeña y mediana empresas, la contratación de mano de obra juvenil, la implementación de programas de distinto tipo.
El proyecto que nos ocupa forma parte de esa política y...
El señor NOVOA ( Presidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor GAZMURI.-
¿Me podría dar un minuto más, señor Presidente?
El señor NOVOA ( Presidente ).-
Ya le dimos uno adicional. Pero le concederé otro para que redondee su idea.
Continúe, Su Señoría.
El señor GAZMURI.-
Gracias, señor Presidente.
Decía que parte de esa política la estamos debatiendo en la presente sesión. Porque después del despacho de esta iniciativa vamos a aprobar -espero que por unanimidad- el proyecto que otorga el "bono de agosto", que sin duda representa un complemento significativo para una cantidad muy importante de familias en un mes donde el desempleo estacional tiende a subir. Y eso en mi Región es de mucha relevancia.
Por lo tanto, la iniciativa que nos ocupa y la que vendrá dan cuenta de una política que reafirma el hecho de que la crisis no la están pagando los sectores más débiles y desposeídos. La última gran crisis que afectó al país, la de 1983, sí fue asumida brutalmente por ellos.
Voto a favor.
Gracias por el tiempo adicional, señor Presidente.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor NOVOA (Presidente).-
Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (30 votos a favor y 3 abstenciones); por no haberse presentado indicaciones, se aprueba también en particular, y queda despachado en este trámite.
Votaron por la afirmativa las señoras Alvear y Matthei y los señores Allamand, Arancibia, Ávila, Bianchi, Cantero, Chadwick, Coloma, Escalona, Espina, Flores, García, Gazmuri, Gómez, Horvath, Kuschel, Letelier, Longueira, Naranjo, Novoa, Núñez, Ominami, Orpis, Pizarro, Prokurica, Romero, Sabag, Vásquez y Zaldívar.
Se abstuvieron los señores Muñoz Barra, Navarro y Ruiz-Esquide.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/640698/seccion/akn640698-po1
- bcnres:tieneProyectoDeLey = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/proyecto-de-ley/6568-05