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El señor NÚÑEZ, don Marco Antonio (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Roberto Poblete .
El señor POBLETE.-
Señor Presidente, en primer lugar, saludo a todos los dirigentes sindicales y a los trabajadores presentes en las tribunas.
En el programa de la Presidenta Michelle Bachelet existen reformas que son de la máxima importancia para el destino de los millones de trabajadores que hoy mueven a Chile, como, por ejemplo, la que estamos discutiendo, que introduce modificaciones al Código del Trabajo. Esta reforma busca morigerar en algo los efectos feroces del código laboral neoliberal heredado de la dictadura, que dejó, entre muchas otras pérdidas, sin derecho a huelga efectiva a todos los trabajadores del país, quienes han sido el puntal sobre el cual se ha construido el país moderno que tenemos hoy.
Basta hacer una retrospectiva. En el presente hay cientos de miles de trabajadores sin mayores derechos laborales que los que brinda un débil Código del Trabajo, los cuales han sido obligados a cotizar en las administradoras de fondos de pensiones, las que han acumulado cientos de miles de millones de dólares y han contribuido a formar un gigantesco mercado de capitales que invierte en las más diversas empresas, que renta formidablemente para sus dueños, pero que, sin embargo, entrega pensiones de hambre a miles de chilenas y de chilenos. Si no fuera por el pilar solidario implementado en el anterior gobierno de nuestra Presidenta, la catástrofe previsional en la primera gran masa de pensionados del sistema de AFP sería total.
Otro tanto ocurre con las isapres, que han acumulado inmensas ganancias con altas cotizaciones, pero que no se reflejan en las prestaciones de salud que los chilenos necesitan. Ellas buscan jóvenes de altos ingresos y sin siniestralidad, pero dejan afuera a embarazadas, ancianos y niños, salvo que les paguen altísimos planes de salud. Asimismo, modifican unilateralmente los contratos de prestación de servicios de salud, entre otras tantas cosas. Si no fuera porque los tribunales de Chile han ido corrigiendo los enormes abusos que cometen, estaríamos en el peor de los mundos en materia de salud privada.
Por eso, el que hoy nuevamente busquemos corregir las enormes inequidades que nos dejó por herencia el Código del Trabajo de 1980 no solo nos debe llenar de alegría y de esperanza, sino que además nos pone un desafío enorme, cual es recuperar el tranco modernizador, pero a la vez reformista, que Chile necesita.
Por eso, nos debe mover a orgullo la idea fundamental de este proyecto, que es actualizar nuestro sistema de relaciones laborales para garantizar un adecuado equilibrio entre las partes, con pleno respeto a la libertad sindical, tan vapuleada en nuestro ordenamiento jurídico. A pesar de los errores, de las dificultades y de todas las campañas políticas y comunicacionales que tengamos en contra, vamos avanzando.
Hoy, en un Chile del siglo XXI, la democracia no puede estar limitada al ejercicio de las libertades civiles y políticas; también conlleva el compromiso de todas y de todos para el ejercicio pleno de los derechos económicos, sociales y culturales, entre los que se encuentran las libertades sindicales.
La organización de los trabajadores en sindicatos y órganos superiores de representación es fundamental para formular propuestas destinadas a participar de los frutos del crecimiento económico de las empresas. Además, es la manera inteligente y contemporánea de conseguir una sociedad más justa, solidaria e igualitaria.
Por más de treinta años nuestro país ha vivido con una mordaza sindical para evitar la proliferación de conflictos. Esa política de evitar conflictos por la vía de taparlos, negando derechos universales, solo esconde mecanismos institucionales no adecuados para su resolución acertada, democrática y justa, ya que los conflictos recrudecen de igual forma, proliferando el descontento y la sensación de impunidad entre los trabajadores que ven cómo sus demandas y sus peticiones son palabras sin valor que carecen de todo poder negociador.
El contrato social debe reconocer toda la gama de derechos sindicales, pues el bien común pasa, sin duda alguna, por el bienestar de los trabajadores, y este se cimienta en la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de la población. Es parte legítima del pacto social admitir la diversidad de intereses, la redistribución del producto económico y la solución de los conflictos y de las controversias con pleno respeto de los derechos fundamentales.
Por eso celebramos que se nos plantee, como cuerpo legislador, una ampliación de la cobertura de la negociación colectiva a trabajadores que hoy están excluidos de ejercer ese derecho, eliminando parte de las prohibiciones y exclusiones que hoy existen. Lo mismo respecto de los trabajadores sujetos a contrato de aprendizaje.
Argumentos, razones y buenas intenciones sobran. Es el momento de pensar en los trabajadores, de entender al Chile constructor de su futuro. Es, quizá, el instante de que la patria mire hacia adentro, preocupándose del futuro de sus habitantes.
He dicho.
-Aplausos.
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