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La señora PASCAL, doña Denise (Vicepresidenta).-
Tiene la palabra el diputado señor Tucapel Jiménez .
El señor JIMÉNEZ.-
Señora Presidenta, en primer lugar, quiero saludar al señor subsecretario del Trabajo y hacer un reconocimiento a la labor de la exministra del Trabajo, señora Javiera Blanco ; también a la gestión de la actual ministra del ramo, señora Ximena Rincón .
Comenzamos a ponernos al día con nuestros trabajadores. Hay muchas personas que piensan que con esta reforma laboral se acaba la agenda laboral. Sin embargo, hay muchos temas pendientes que debemos abordar en la Comisión de Trabajo.
Decía que estamos comenzando a ponernos al día con uno de los mayores problemas de Chile. Creo que la unanimidad o la mayoría de los diputados presentes están de acuerdo respecto de la desigualdad existente en nuestro país. La desigualdad ha sido la herida abierta de Chile. Esa situación afecta a nuestros compatriotas en el ámbito de la salud, de la educación y del trabajo.
Amarga es la experiencia que viven nuestros trabajadores y trabajadoras cuando se enteran de que las pensiones que van a recibir ni siquiera alcanzan el monto del sueldo mínimo. El 1 por ciento más rico de la población concentra el 31 por ciento de los ingresos del país. Esa es desigualdad pura.
Con esta iniciativa -no lo digo yo, sino los informes de la OIT-, comienza a ponerse fin al problema de la desigualdad, porque los trabajadores, empoderados y unidos con fuerza, contarán con mejores condiciones laborales y percibirán mejores sueldos.
Es bueno hacer un poco de historia.
Si hay un personaje que le ha hecho daño a nuestro país es José Piñera . No solo nos dejó un sistema de pensiones que hoy todo el país señala que hay que modificarlo, porque no entrega las pensiones que merecen nuestros adultos mayores, sino que además nos legó el famoso plan laboral. ¿Qué buscaba ese plan? Primero, que la huelga no fuera efectiva al disponer el reemplazo de los trabajadores en huelga. El objetivo de una huelga es siempre detener la producción. Hoy, con el reemplazo, ello no es posible. Estas prácticas se traducen en las famosas tocatas fuera de las empresas, en las que los trabajadores, con tambores, protestan y meten ruido, pero la producción no se detiene.
En segundo lugar, el plan laboral reservó la negociación colectiva solo a nivel de empresas. También incluyó a los famosos grupos negociadores. Esa es más o menos la historia del plan laboral, que ha debilitado a nuestro movimiento sindical.
Recordando los datos de la desigualdad en Chile y los pilares del plan laboral de José Piñera, es posible señalar que la actual situación laboral está directamente relacionada con el profundo desequilibrio existente entre los trabajadores y los empleadores a la hora de sentarse a la mesa a discutir sobre mejores condiciones en esta materia. Por eso insisto en que la unidad hace la fuerza y en que los trabajadores unidos y empoderados pueden lograr mejores condiciones salariales y laborales.
Cuando digo que la mejor herramienta para luchar contra la desigualdad -sin mencionar la educación y el crecimiento económico- es la negociación colectiva -para ello debe haber sindicatos fuertes y trabajadores organizados- es porque la realidad así lo ha demostrado y la OIT lo ha corroborado en varios informes.
Tanto creo en los sindicatos fuertes, empoderados, grandes y unidos, que en 2007, con el entonces diputado Álvaro Escobar presentamos un proyecto de sindicalizaci��n automática. Estábamos convencidos de que era la mejor manera de fortalecer los sindicatos, y también una buena forma para que los propios trabajadores, sentados a una mesa con los empleadores, pudieran negociar sus condiciones y sus salarios, a fin de tener una mejor calidad de vida. Hoy, eso no se hizo realidad, pero lo de la titularidad es mejor. ¿Qué dice nuestro proyecto? Habla de la titularidad sindical.
Al respecto -por supuesto-, hemos escuchado a nuestros colegas de oposición decir que esto es una sindicalización automática encubierta. Con el mismo argumento, uno podría decir que lo que existe hoy es justamente una desmotivación sindical encubierta, porque cuando los empresarios extienden un beneficio -muchos hacen eso de buena fe-, podemos pensar que lo hacen porque efectivamente quieren extenderlo; pero también podemos pensar que su única motivación es que los trabajadores no se sindicalicen. Porque es muy distinto que un trabajador se quede sentado en su escritorio y que el 10 por ciento de los trabajadores, los sindicalizados, se sacrifique, se lleve el desgaste, los despidos, los descuentos, y que además los beneficios que ese 10 por ciento consiga le lleguen también a aquel. La situación es muy diferente para el sindicato si sigue siendo pequeño, porque cuando tenga que negociar a futuro, los beneficios que consiga esa asociación, que representa al 10 por ciento, serán mucho menores que si se tratara de un sindicato que representa al 70 o al 80 por ciento.
Eso es, en definitiva, el fin de los beneficios.
Respecto del fin al reemplazo en huelga, ya dijimos el significado que eso tiene. En este punto hay que hacer una defensa de los dirigentes sindicales, porque se dijo mucho en la comisión que lo único que quieren ellos en este país es la huelga, y no es así. La huelga es el último instrumento, el último recurso que tienen los dirigentes sindicales. Nadie quiere llegar a la huelga, pero cuando eso sucede, lo que se tiene que conseguir, el objetivo principal, es parar la producción. No existe otro mecanismo; si no, no tiene ningún sentido.
Tal como lo expresó el subsecretario, y se lo copio, quiero decir que el piso de la negociación es superimportante. Cuando se le pregunta a un sindicato cómo le fue en la última negociación colectiva, sus integrantes siempre responden: “Nos fue superbién; mantuvimos lo que teníamos.”. Eso no puede seguir así, y cambia con la presente iniciativa.
Por último, tengo la esperanza de que los empresarios se sumen al proyecto, porque no solo beneficia a los trabajadores, sino también a la empresa. Cuando hay trabajadores contentos, trabajando en buenas condiciones, con buenos sueldos, la producción, por supuesto, aumenta, lo cual va en directo beneficio no solo de los trabajadores, sino también de la empresa y del país.
He dicho.
-Aplausos.
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