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La señora PASCAL, doña Denise (Vicepresidenta).-
Tiene la palabra el diputado señor Felipe de Mussy .
El señor DE MUSSY.-
Señora Presidenta, por su intermedio, saludo a la ministra del Trabajo y al ministro de Hacienda -desgraciadamente no se encuentran presentes en la Sala en este momento; imagino que están en otra reunión-, y les agradezco el haber estado aquí.
Obviamente, también saludo al subsecretario del Trabajo, quien sigue estoicamente en este hemiciclo y con quien compartimos varias sesiones de la comisión.
Fueron cinco meses de debate, cinco meses de conversación, cinco meses de un trabajo bastante intenso.
Quiero hacer la diferencia respecto de cómo fue la discusión de la reforma tributaria. Creo que vale la pena recordarlo, porque de alguna u otra manera dicha reforma fue, literalmente, una aplanadora que prácticamente no escuchó a nadie. En esta iniciativa por lo menos siento que se escuchó y que se conversaron muchos temas en profundidad, lo cual considero que hay felicitar y agradecer.
Además, quiero agradecer la participación de los diputados oficialistas y de oposición, como también a la exministra del Trabajo y hoy ministra de Justicia, Javiera Blanco , porque la verdad es que fue un bonito trabajo el realizado.
Escuchamos a bastantes personas, pero, digamos las cosas como son, desgraciadamente el Ejecutivo tomó muy poco de los diálogos efectuados con diferentes personas, dirigentes y representantes de distintos sectores.
Claramente, Chile avanza hacia el desarrollo, lo que es bueno; no hay que tener susto de avanzar hacia el desarrollo, porque, manifiestamente, este trae bienestar. Sin embargo, el desarrollo no puede ser la meta única -eso está claro-; debe ir acompañado de temas sociales profundos.
Chile -digamos las cosas como son- ha luchado y está triunfando contra la erradicación de la pobreza y la extrema pobreza. Creo que a veces nos olvidamos de esos logros. Décadas atrás, los niños corrían sin zapatos por las calles, y había desnutrición y malnutrición en nuestro país. Hoy, eso prácticamente no se vive.
Pero, por otro lado, hay que ser realistas: Chile es un país desigual. Sí, es un país desigual, y distintos índices, como el de Gini, el 10/10, el 20/20, demuestran efectivamente que es uno de los más desiguales del mundo. Ese es un tema que debemos trabajar.
Obviamente, el mundo laboral es fundamental en ese aspecto. Los trabajadores que se sacan la mugre trabajando, muchas veces más de 45 horas semanales, y que gastan gran cantidad de horas en movilizarse, como sucede en mi región, y qué decir en Santiago, con el Transantiago, se merecen tener la posibilidad de una vida digna, de soñar y de que esos sueños se cumplan para ellos y para sus familias.
Claramente, una reforma laboral es fundamental en ese sentido.
Personalmente, trabajé en una reforma laboral. Posteriormente, ella se convirtió en una reforma de partido, y terminó siendo una reforma de oposición, que entregamos a la entonces ministra Blanco.
Es esencial avanzar en esa línea.
Nuestra propuesta de reforma laboral no solo abarcaba materias relacionadas con la negociación colectiva, sino que también mejoraba la empleabilidad de las mujeres y los jóvenes. Ojo, porque lo que más critica la OCDE a nuestro país es que hoy las mujeres y los jóvenes no pueden encontrar trabajo, por la rigidez del mercado laboral para ellos.
También dijimos -es algo que aprovecho de celebrar- que hoy el mayor y peor empleador del país es el Estado, por lo que en nuestra reforma propusimos que se acabaran los funcionarios a honorarios. La Presidenta Michelle Bachelet hizo un anuncio en ese sentido para los trabajadores del gobierno central, lo que considero positivo y es algo en lo cual debemos avanzar y hacer que se cumpla. Espero que la iniciativa se extienda también a los funcionarios de las municipalidades y de todos los servicios que no forman parte del gobierno central.
Asimismo, propusimos una reforma a la Dirección del Trabajo.
Quiero manifestar que esta reforma laboral -así se ha dicho; yo también lo he hecho- es una reforma sindical y de negociación colectiva. Pero no lo expreso en forma peyorativa, sino que, por el contrario, creo que es algo positivo en lo que se tiene que avanzar.
Esta reforma laboral solo afectará de manera directa al 30 por ciento de los trabajadores. Al otro 70 por ciento no, porque son trabajadores independientes, trabajadores por cuenta propia, trabajadores de pequeñas o microempresas que no pueden formar sindicatos.
En consecuencia, se trata de una reforma enfocada básicamente en los sindicatos y en la negociación colectiva. ¿Tiene algo de negativo? Para nada. Pero sí, digamos las cosas claras, hay prioridades que no se están abordando en ella, como el tema de las mujeres y de los jóvenes.
Existe una agenda laboral de gobierno. Esperemos que avance rápidamente y que de alguna manera tenga igual fuerza y la misma importancia que está teniendo la presente reforma.
Creo que la meta es más o menos similar, y de corazón pienso que debemos tener más y mejores sindicatos, pero que el camino es otro.
Simplemente para derribar algunos mitos, la Encuesta Laboral Encla 2011 (página 243) señala que solo el 5,3 por ciento de los trabajadores consultados dicen que no ingresan a un sindicato por “Actitud negativa de la empresa”. No lo digo yo, sino la encuesta Encla .
Además, la opción “Otras y no sabe” figura con el 5,7 por ciento. Si asumimos que todas las personas que no saben respondieron así porque también reciben presiones de su empleador, estaremos hablando de solo el 11 por ciento de trabajadores. Eso no es poco, pero no es la razón principal por la que los trabajadores no ingresan a un sindicato.
Obviamente, hay empresas y empresarios que abusan, pero a este respecto también digamos las cosas como son: hay muchas empresas y empresarios que hacen un muy buen trabajo, como también muchos dirigentes sociales y sindicales que realizan un muy buen trabajo, y otros que, desgraciadamente, no lo hacen. La verdad es que esto no es blanco o negro, razón por la cual debemos trabajar unidos para poder avanzar.
Hay varios puntos que no son positivos, como la titularidad sindical, respecto de la cual podremos hablar mañana; el “descuelgue” de la huelga, que también podremos abordar mañana. Pero quiero detenerme en un aspecto: la extensión de beneficios. Yo peleé para que ojalá la extensión de beneficios fuera automática, y -¡ojo!- tomando en cuenta el problema de los polizones.
Si hoy nuestro país tiene una tasa de sindicalización de alrededor del 14 por ciento, y la existente entre los países de la OCDE es de cerca de 16 por ciento -nuevamente-, sinceremos la discusión: no estamos muy por debajo del promedio de los países del mundo, y en particular de los que integran la OCDE. Eso no significa que las cifras nos deben dejar contentos; pero -otra vez- digamos las cosas como son: no estamos muy alejados del promedio.
Sí existe un problema, que es el que personalmente más me preocupa, y que les debería preocupar a todos los trabajadores, cual es la cobertura de la negociación colectiva, o sea, la cantidad de trabajadores que reciben los beneficios, que en Chile es de 8 por ciento, mientras que en los países de la OCDE alcanza el 60 por ciento o más.
Al respecto, la gran pregunta es: ¿Obligamos de forma directa o no directa, forzosa o no forzosa a que los trabajadores se unan a un sindicato, o vemos la posibilidad también de la extensión automática de beneficios, pagando los costos que significa el que un trabajador probablemente no haya arriesgado y gastado tiempo en una negociación? Esta es una de las formas en que muchos países de la OCDE han hecho que los beneficios puedan llegar a más y más trabajadores.
Por su intermedio, señora Presidenta, les digo a los dirigentes sindicales que nos acompañan en las tribunas que si ese trabajador que no quiere estar en el sindicato por diferentes motivos, sabe que el beneficio que le va a llegar no es consecuencia de su negociación directa con el empleador, sino que surge de la negociación de esos dirigentes sindicales, créanme que finalmente se van a terminar fortaleciendo más de lo que lo están haciendo ahora.
Simplemente, quiero manifestar que esta reforma laboral no es la que Chile necesita. ¿Contiene temas importantes? Sí.
Asimismo, con todo el respeto que merecen la CUT y cada una de las organizaciones que la componen (federaciones y confederaciones), quiero expresar lo siguiente:
Hoy la fuerza laboral es de alrededor de ocho millones y medio de trabajadores, y, según tengo entendido, la multisindical tiene alrededor de 700.000 afiliados. Si descontamos a los trabajadores que pertenecen al sistema público, a quienes esta reforma laboral no afecta, que a nivel nacional son alrededor de 500.000, la representatividad de la CUT, es decir, los trabajadores privados que se verán afectados por la reforma, es de aproximadamente 3,5 por ciento. ¿Importante? Sí; pero no son los únicos actores relevantes en esta discusión.
Por último, expreso al subsecretario que los temas señalados son importantísimos y que debemos discutirlos y avanzar en ellos.
Crean que en mí tienen a una persona que piensa que los sindicatos deben ser más y mejores; pero, desgraciadamente, siento que el camino que ha elegido el gobierno no es el perfecto, y además hemos dejado de lado a gente tan importante como las mujeres y los jóvenes.
He dicho.
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