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El señor NÚÑEZ, don Marco Antonio (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Nicolás Monckeberg .
El señor MONCKEBERG (don Nicolás).-
Señor Presidente, el diputado socialista que acaba de intervenir terminó diciendo que prefería que nuestro país creciera al 2 por ciento, pero con una mejor distribución del ingreso. Ahí está la razón por la cual estamos discutiendo esta reforma.
En efecto, al diputado le faltó explicar que cuando el país crece al 2 por ciento, el salario de los trabajadores sigue creciendo al 2, al 3, al 4 o al 5 por ciento, mientras que el empleo de quienes votan por él gracias a discursos como ese, cae en igual proporción; es decir, sube el desempleo.
La demagogia genera algunos votos, pero lo que más produce es desilusión, desencanto. Si el número de ciudadanos que rechazan esta reforma laboral es el doble de los que la aprueban, se debe precisamente a que la gente se cansó de la demagogia.
Estamos discutiendo esta reforma en un país que dejó de crear empleos o en el que los empleos los está creando solo el Estado; en un país en el que la calidad del empleo se vino al suelo, al punto de que los trabajadores sin contrato subieron al doble y los sin previsión aumentaron cuatro veces en un año; sin embargo, se sigue con los mismos discursos.
Señor Presidente, desde hace dos años las remuneraciones venían creciendo a un promedio de 4 por ciento, pero hoy lo hacen a menos 2 por ciento. Además, nuestro mercado laboral sigue siendo poco inclusivo.
En materia de capacitación, las cifras son vergonzosas. Hoy se capacita, en promedio, a un trabajador cada ocho años y medio, y solo el 8 por ciento de los trabajadores con enseñanza media recibe dinero para ese fin. No obstante, el gobierno paralizó la tramitación de todos los proyectos que la administración anterior ingresó para mejorar el Sence. ¡Y seguimos con los mismos discursos demagógicos!
¡Muy pocos chilenos negocian colectivamente! Ese es nuestro talón de Aquiles. Mientras en los países de la OCDE, con los que nos comparamos, el 45 por ciento negocia colectivamente, en Chile lo hace menos del 13 por ciento. Sin embargo, la reforma laboral no se hace cargo de ninguno de los puntos que he mencionado.
Me referiré a otros que aborda la iniciativa.
El proyecto establece la titularidad sindical, lo que significa que solo el sindicato podrá negociar colectivamente, sin importar de qué sindicato se trate, es decir, independientemente de si tiene alta representatividad al interior de la empresa, si tiene presencia en varias regiones y si representa a trabajadores de distintas áreas de la empresa. Nada de eso importa. Por ejemplo, el 65 por ciento de los 158 dirigentes sindicales registrados en Alsacia, empresa operadora del Transantiago, no representa a ningún afiliado; pero eso no tiene importancia para obtener titularidad sindical, lo que, a su vez, les permite votar en las elecciones de los sindicatos de trabajadores con derecho a voto.
Lo anterior prueba que en el proyecto no se hizo ningún análisis en profundidad sobre esa materia.
En consecuencia, al día siguiente de la entrada en vigencia de la reforma laboral, menos trabajadores tendrán derecho a negociar colectivamente, porque se exige obligatoriamente estar afiliado a un sindicato para hacerlo.
Entonces, ¿de qué trata la defensa de los trabajadores? La dignidad y la libertad del trabajador, ¿solo tienen valor en la medida en que esté afiliado a un sindicato? El trabajador que decide libremente no afiliarse por cualquier motivo, entre otros porque el sindicato de su empresa es solo de papel, ¿no merece respeto y resguardo legal? ¿Acaso ese trabajador no tiene dignidad y no debemos protegerlo? El proyecto nada señala al respecto.
En segundo lugar, ¿a quién le puede parecer justo que dos trabajadores que desempeñan exactamente la misma labor en una empresa, reciban distintos beneficios y sueldos, solo porque uno decidió afiliarse al sindicato y el otro prefirió no hacerlo? Francamente, no hay explicación alguna para eso. Lo que corresponde en justicia es que el trabajador no afiliado al sindicato reciba el mismo beneficio que percibe el que decidió afiliarse. Sin embargo, el proyecto dispone que se calificará como práctica antisindical extender el beneficio obtenido a un trabajador no afiliado al sindicato.
¿De qué se trata esto? ¿De defender al sindicato per se o al trabajador? Les aseguro que lo que corresponde éticamente es defender ante todo al trabajador. Eso significa reconocer su libertad para afiliarse a un sindicato; pero también debe reconocérsela si decide no hacerlo, por los motivos que estime conveniente.
El derecho a huelga es una facultad de los trabajadores. En consecuencia, ellos pueden delegarla para que se ejerza a través de un sindicato.
En consecuencia, ¿es justo obligar a un trabajador a ir a una huelga contra su voluntad, más allá del tiempo razonable y sin recibir remuneración alguna, solo porque el dirigente sindical decide por él? En ninguna etapa de la huelga se permite que el trabajador diga: “No puedo seguir la huelga en estas condiciones; no estoy de acuerdo”. Se le desconoce ese derecho. Este es de los pocos mandatos irrevocables que tendrá nuestra legislación.
Resulta que a quienes defendemos a los trabajadores, quieren hacernos creer que estos no tienen derecho a decidir por sí mismos. Se los trata como personas de segunda clase, incapaces de determinar cuándo irse a huelga y cuándo abandonarla.
Señor Presidente, quiero ser enfático respecto de la posición de mi partido. Nosotros sí creemos que se puede terminar con el reemplazo de trabajadores en la huelga. Pero hay una condición que es clave y de sentido común, cual es que el reemplazo en la huelga no afecte a los trabajadores que no tienen vinculación alguna con ella, ya sea porque tenían contrato colectivo vigente o porque no fueron parte de la misma. Esto no lo digo yo, sino la OIT en distintos pronunciamientos.
Sin embargo, mediante el proyecto se pretende terminar ideológicamente y de la peor forma con el reemplazo de los trabajadores en huelga, lo que afectará de paso a los trabajadores que nada tengan que ver con ella.
Entre hoy y mañana tendremos tiempo para abordar en detalle la iniciativa.
Lamentablemente, la reforma laboral contiene muchos errores que afectan directamente a los trabajadores. Quiero ser enfático al decir que no es mala porque afectará a los empresarios, sino porque perjudicará a los trabajadores de nuestro país.
El escándalo más grave de la situación laboral en Chile es que el 54 por ciento de los jóvenes más ricos encuentra trabajo, pero solo el 5 por ciento de los jóvenes de las familias más pobres lo consiguen. ¡Eso es desigualdad! ¡Ese es un escándalo! Pero nada hace la reforma para revertirlo.
Por otra parte, el 68 por ciento de los hombres son parte del mercado laboral, pero apenas el 44 por ciento de las mujeres forma parte de él. No obstante, nada hace la reforma para terminar con ese escándalo.
La reforma no representa a la mayoría de los trabajadores. Es más, es rechazada por la mayoría de los trabajadores de Chile.
-Manifestaciones en las tribunas.
El señor NÚÑEZ, don Marco Antonio (Presidente).-
Pido silencio en las tribunas.
Continúa con la palabra el diputado Nicolás Monckeberg .
El señor MONCKEBERG (don Nicolás).-
Señor Presidente, a algunos les gusta hablar de legitimidad respecto de otras reformas. También se ha sostenido que el Parlamento no tendría legitimidad para tal o cual cosa.
Señor Presidente, si somos realmente transparentes y democráticos, debemos reconocer que si existe una reforma que carece de representatividad es la que hoy estamos discutiendo, porque la inmensa mayoría de los trabajadores ya se han manifestado en su contra. El gobierno ha debido darse vueltas de carnero en forma vergonzosa, ha debido cambiar de posición en forma brusca porque solo escucha a una organización.
No deslegitimo a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), porque es un sindicato; pero es uno. Existen muchos otros que no piensan como la CUT, pero no se los escucha.
Señor Presidente, hace cinco meses el gobierno defendió públicamente, en canales de televisión y a través de la ministra Javiera Blanco , el artículo que establecía que la huelga debe ser ejercida pacíficamente y la sanción correspondiente en caso de que se vulnerara dicho precepto. No leeré los argumentos que esgrimió la señora Blanco para defender esa norma, porque no está presente. Pero sorprende que los haya cambiado radicalmente en solo cinco meses. Ese cambio de opinión solo es explicable desde la irracionalidad. ¡Nadie puede, en cinco meses, pensar exactamente lo contrario respecto de un tema! Lo mismo hizo en relación con varias materias importantes.
El proyecto despachado por la Comisión de Trabajo es peor que el que ingresó. Lamentablemente, el gobierno deberá explicar muchos de los referidos cambios.
Quiero expresar que nuestra convicción es que Chile necesita una reforma laboral, pero que no esté secuestrada por un grupo de trabajadores que no representa a la inmensa mayoría de la fuerza laboral de nuestro país. Deseo que la reforma laboral se haga cargo de la gran desigualdad e injusticia que afectan a muchos trabajadores en Chile; pero el gobierno actúa secuestrado por la CUT.
-Manifestaciones en las tribunas.
El señor NÚÑEZ, don Marco Antonio (Presidente).-
Recuerdo a los asistentes a las tribunas que serán desalojados si hacen manifestaciones.
El diputado señor Nicolás Monckeberg puede continuar con su intervención.
El señor MONCKEBERG (don Nicolás).-
Señor Presidente, cuando hago referencia a estos cambios de actitud inexplicables, la conclusión es muy simple: el gobierno actúa secuestrado por la CUT. Cuando uno observa a quién representa la CUT, que tiene poder para lograr el cambio de ministros, para impedir que se nombre a un subsecretario del Trabajo y para que la ministradel Trabajo tenga que cambiar de opinión en menos de cinco meses, uno se da cuenta que representa a una minoría de trabajadores de Chile, por lo que no resulta explicable el poder que tiene, porque la inmensa mayoría de los trabajadores de Chile decidió libremente no afiliarse a la CUT; sin embargo, el gobierno se pone de rodillas ante dicha organización.
Creo francamente que no hay legitimidad para jugar y transar con el derecho de los trabajadores de Chile.
He dicho.
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