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- rdf:value = " El señor OJEDA (de pie).-
Señor Presidente, señores obispos, pastores, presbíteros y fieles de la Iglesia Evangélica Pentecostal, en nombre de la bancada de la Democracia Cristiana, rindo homenaje a la Iglesia Evangélica Pentecostal al cumplir cien años de existencia. Es una de las más numerosas en cuanto a fieles, es la que tiene más presencia en el mundo evangélico, y de las más influyentes e importantes dentro de las iglesias evangélicas. El 90 por ciento de los evangélicos son pentecostales.
Desde hace un tiempo, Chile no es un país netamente católico. Muchas encuestas realizadas por universidades, centros de estudio y otros dan cuenta de un fenómeno que podemos corroborar a simple vista. Quienes profesan dicha religión se han ganado un espacio importante dentro de la sociedad, no sólo desde el punto de vista religioso, sino que también por la realización de una noble y loable misión, reconocida por quienes profesan otras confesiones religiosas.
Esta Iglesia nació en Chile a principios del siglo XX, precisamente acá, en la ciudad de Valparaíso. Sus orígenes se remontan a la división surgida en el seno de la Iglesia Metodista Episcopal, denominación de origen estadounidense, radicada en el país desde fines del siglo XIX y que contaba con varios templos en Santiago y otras ciudades de provincia, como Valparaíso. El movimiento es una consecuencia espiritual del Metodismo Episcopal, cuando el Espíritu Santo utilizó en 1739 al reverendo Juan Wesley en Inglaterra.
No podemos hablar de protestantismo en Chile y menos rendir homenaje a la Iglesia Evangélica Pentecostal sin referirnos a la iglesias Metodista Pentecostal. En la fundación de la Iglesia Metodista Pentecostal y Evangélica Pentecostal tuvo un papel protagónico el pastor Willis Collins Hoover Kurk , quien llegó en 1889 a Iquique desde Chicago, Estados Unidos, junto a su esposa Anne para enseñar en el Colegio Inglés, que dependía en ese entonces de la Iglesia Metodista Episcopal. Sólo once años antes había llegado a Chile esta denominación de origen norteamericana, bajo la dirección del obispo Bristol , con la misión de difundir su doctrina en varias regiones. En poco tiempo creó establecimientos educacionales y construyó templos en Santiago y en ciudades de provincia.
Después de establecerse en Iquique, mister Hoover formó algunas iglesias. Hasta 1902, fue pastor en la obra de habla hispana establecida allí, donde creó una congregación y un instituto bíblico. Ese año recibió la orden de trasladarse a Valparaíso para asumir la dirección de la Iglesia en el puerto, lo que se hizo efectivo el 13 de febrero del año 1909.
Un grupo de estas congregaciones vive la profunda experiencia de recibir el bautismo del Espíritu Santo, de modo similar a como la viviera la Iglesia Primitiva en Pentecostés, Hechos 2:1-4.
En el templo de la calle Olivares, en Valparaíso, el pastor Hoover inició una intensa búsqueda de renovación espiritual a través de la oración y del estudio de la Palabra. Poco a poco, empezó a gestarse una profunda comunión con Dios y un hambre y sed de justicia pocas veces visto. La congregación empezó a crecer rápidamente y se estableció en el seno de esa Iglesia un ambiente de mucha espiritualidad. Junto a eso llegó a manos del pastor Hoover un folleto que hablaba de los sucesos extraordinarios ocurridos en un hogar de niñas huérfanas que dirigía la misionera Pandita Ramabay , en la India. Se decía en ellos que habían sido bautizadas en el Espíritu Santo, el cual se había manifestado entre ellas con gran poder y gloria. Esa lectura despertó en la vida espiritual del pastor Hoover el deseo de conocer en carne propia aquella maravillosa experiencia de vivir ese fuego del Espíritu Santo. Cuenta la tradición que en dicho lapso se estudiaba el libro “Hechos de los Apóstoles”. En uno de esos estudios que realizaban los profesores de la escuela dominical los viernes, surgió la pregunta de uno de los guías de las clases: “¿Será posible el derramamiento del Espíritu Santo hoy?”. El reverendo Hoover contestó: “Si oramos creyendo, todo es posible.” Y se inició la oración al respecto en la oficina del pastor; la respuesta fue positiva. Comenzaron a orar todos los días, después de lo cual se manifestaron extraordinarios dones, idiomas extraños, llantos, risas, cantos, sueños, visiones, sanidades y, sobre todo, arrepentimiento, confesión de pecados y plena entrega a la voluntad de Dios. Los que tenían esa experiencia se sentían felices y generalmente cambiaron su forma de vivir.
Ese despertar espiritual en la Iglesia Metodista de Valparaíso sufrió la resistencia de los demás pastores metodistas, como también del obispo Bristol y del superintendente Rice, encargado de la obra en Chile. Ellos lo consideraban como un “desorden” que no podía ser tolerado, en razón de las manifestaciones de glosolalia, hablar en lenguas, y movimientos espasmódicos rítmicos, danzas, que los seguidores de Hoover consideraron una muestra irrefutable de los dones que el Espíritu Santo entregaba a través del bautismo en fuego, espiritualmente hablando, que la tercera persona de la Trinidad divina les daba. No obstante, la Iglesia crecía de una manera espectacular, ya que la asistencia los domingos llegó a unas 1500 personas, quienes iban testimoniando por doquier esta nueva experiencia del Santo Evangelio.
En tanto, estos acontecimientos eran seguidos muy de cerca por los hermanos de la 1ª y de la 2ª Iglesias Metodistas Episcopales de Santiago. Los fieles que iban desde el puerto les contaban las maravillas que el Señor estaba haciendo con ellos, por lo que un grupo de ambas Iglesias en Santiago también comenzaron a orar para que Dios se manifestara en sus vidas.
Por lo anterior, el pastor Hoover , sus seguidores de Valparaíso y los simpatizantes de Santiago formaron la Iglesia Pentecostal en 1909, cuyos centenario se celebra hoy. El propio pastor Hoover fue su primer superintendente. Él pastoreó a los fieles junto a otros hombres idóneos, como su ayudante el pastor Guillermo Castillo Moraga y el pastor Víctor Pavez Toro, primer pastor chileno y pentecostal de la Iglesia en Santiago. Ese movimiento crece espiritualmente y sigue haciendo historia y desarrollándose tanto en Chile como en el extranjero.
Ese movimiento espiritual crecía de manera insospechada; sin embargo, ello trajo aparejado muchísimas complicaciones a sus seguidores, quienes fueron perseguidos e insultados por su fe. Incluso, hay quienes hablan de encarcelamientos y torturas motivados por esa razón. Mas la convicción y sobre todo la fe los hacía continuar a pesar de esos sufrimientos, lo que permitió seguir extendiendo el Evangelio y construyendo templos a lo largo del país. Ésta es la historia de la Iglesia, que a veces resulta muy difícil y demasiado confrontacional.
No fue sino hasta 1925, bajo el gobierno del Presidente Alessandri Palma, que se promulgó una nueva Constitución Política que garantizaba la separación de la Iglesia del Estado. Poco después, el 30 de septiembre de 1929, la Iglesia Pentecostal de Chile obtiene su personalidad jurídica de derecho privado por decreto supremo Nº 2.148. De a poco, con muchísimo trabajo y fe, gracias a la prédica callejera, que permanece hasta nuestros días; el acompañamiento musical y el acercamiento a las capas sociales más bajas de la población, muchas veces olvidadas, la Iglesia fue creciendo más y más. Sin embargo, la Iglesia fue puesta nuevamente a prueba cuando fue llevada al cisma en 1932. El pastor Hoover, padre de la Iglesia Pentecostal, junto a los pastores fieles a él, funda la Iglesia Evangélica Pentecostal, mientras que la Iglesia Metodista Pentecostal queda a cargo del pastor Manuel Umaña , quien luego se transformaría en su primer obispo presidente.
Después de ese cisma del pentecostalismo chileno, la Iglesia Evangélica Pentecostal toma una gran fuerza expansiva. El superintendente sucesor del pastor Hoover , el pastor presbítero Guillermo Castillo Moraga , junto a su cuerpo de presbíteros, comienzan a consolidar la expansión nacional de la iglesia, que sigue ganando adeptos hasta nuestros días.
Hoy el ministerio no solo se preocupa por la salvación de las almas, sino que también se ha convertido en un obligado referente en la lucha contra las drogas, el alcoholismo, en el trabajo con los jóvenes, en la lucha contra la injusticia social, entre muchas otras actividades a las que la iglesia está muy entregada.
Ello les ha ganado el respeto y admiración de muchas otras entidades religiosas, por el trabajo de calidad que realizan, por la responsabilidad con que lo hacen y, por sobre todo, por el amor que demuestran, por el sacrificio y esfuerzo hacia el prójimo que más sufre, siguiendo el ejemplo de Cristo.
En nombre de la bancada de mi partido, la Democracia Cristiana, he querido rendir un justo homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que con fe y amor, han honrado y honran periódicamente a Dios con sus buenas obras e intenciones, a aquellos que lucharon valientemente por su fe, a aquellos que en sus corazones tienen la paz y tranquilidad que sólo la fe otorga, y hoy especialmente a nuestros hermanos en Cristo, a aquellos que no tienen vergüenza ni miedo de expresar su amor a Dios y son sinceramente la sal de la tierra.
La Cámara de Diputados, estimados hermanos en la fe, ha tenido siempre una especial preocupación por las iglesias cristianas evangélicas dentro del contexto de las libertades, como la libertad de las personas, de cultos y credos religiosos.
Esta Corporación despachó el proyecto de ley sobre la libertad de cultos, hoy, ley Nº 19.638, de 14 de octubre de 1999, que establece normas sobre la constitución jurídica de las iglesias y organizaciones religiosas, y el proyecto de ley sobre la declaración de feriado, hoy ley Nº 20.299, de 10 de octubre de 2008, que estableció feriado el 31 de octubre, día nacional de las iglesias evangélicas y protestantes.
Por ello, hemos querido entregar este saludo y rendir este homenaje a esa iglesia poderosa, fuerte y muy entregada a las personas, sobre todo a las más necesitadas. Felicitaciones a los representantes y a los fieles de la Iglesia Evangélica Pentecostal.
He dicho.
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