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El señor MOREIRA.-
Señor Presidente , quiero dejar constancia de la significación de este proyecto de ley -y, por cierto, de la discusión habida en torno de él-, cuyo despacho ha demorado tanto.
Al escuchar las diversas exposiciones, entiendo la línea argumental. Para algunos, es mejor que una materia quede en el reglamento; para otros, que quede en la ley. Se pregunta para qué les vamos a dar atribuciones a los ministerios para que a través de los reglamentos puedan hacer cambios. Y, con muchos planteamientos en favor y en contra, todos muy razonables, nos vamos demorando en el objetivo que persigue esta iniciativa, cual es resguardar la salud del daño que provoca el consumo de tabaco.
Yo quiero señalar que aquí lo importante es que la ley en proyecto se vote. Y cada uno expresará sus distintas sensibilidades.
Con respecto al inciso que se nos propone, debo decir que ¡hay sabores que matan...!
El señor COLOMA .-
¡Y también amores que matan...!
El señor MOREIRA.-
Así es, señor Senador. Pero aquí se trata de los sabores. Y estamos hablando de los cigarrillos.
En efecto, se procura prohibir "la comercialización en el territorio nacional de cigarrillos con sabores distintivos de reconocido consumo habitual entre niños, tales como sabores dulces, frutales, cacao y mentol".
Considero que hoy existe expresión científica que habla claramente de los efectos dañinos que puede tener el consumo de tabaco.
Pero, más allá de la cuestión técnica, me parece que, en el año y tanto que llevo como Senador, el debate de esta materia se ha ideologizado mucho. Hay descalificaciones, acusaciones, en fin. Y cuando se habla de las empresas, ellas son las malas, las malintencionadas. Varios hablan, no de prejuicios, sino de la necesidad de evidencia científica. Pero cuando esta se entrega, no se escucha.
Al parecer, para algunas personas el tema del tabaco es ideológico. Porque cuando se trata de las empresas se sostiene que son lo perverso, lo malo: el tabaco es lo malo, la perversidad. Pero cuando se trata de la marihuana -y no quiero hacer comparaciones- se habla de la democracia, de la libertad; todo es lindo, maravilloso. Y sucede que la evidencia científica indica claramente que el tabaco y la marihuana son dañinos para la salud: uno más y la otra menos.
Pues bien: hoy estamos legislando con respecto al tabaco. Ya llegará lo de la legalización o despenalización -como se quiera decir- de la marihuana; y ahí cada cual entregará sus argumentos.
En todo caso, cuando se legisla es importante la señal pública que le damos al país, a la ciudadanía.
Hace algún tiempo un señor se retiró del Congreso y dijo: "Yo no vengo más". No. Aquí se trata de que se queden todos y se escuchen las distintas opiniones, por diferentes que sean. Eso se llama "tolerancia", y también, "democracia".
Aquí lo más importante es que nadie pretende demonizar ni la industria del vino ni la del tabaco: la idea es que tratemos de que el impacto que ambas provocan en la salud sea menor.
Yo no tengo ningún complejo en votar algunas normas en contra y otras a favor.
En la que nos ocupa en este momento, voto a favor.
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