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El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra la Senadora señora Muñoz .
La señora MUÑOZ.-
Señor Presidente, qué duda cabe de que este es un momento de gran gran importancia y solemnidad, porque después de muchos años estamos debatiendo una materia en la que todos nosotros tenemos una gran deuda con los trabajadores chilenos.
Desde que recuperamos la democracia hemos hecho varias reformas al Código Laboral. Todas ellas han apuntado fundamentalmente a derechos individuales de los trabajadores. Sin embargo, una transformación de la normativa laboral profunda y que resguarde efectivamente esos derechos es una enorme deuda que aún está pendiente.
Quiero en primer término, señor Presidente, hacerme cargo de algunas objeciones a este proyecto escuchadas durante todo este tiempo.
La primera, que se trata de una reforma retrógrada y paternalista, tal como lo señaló hace algunos días a través de un medio de prensa un empresario, quien afirmó que se plantea lo mismo que se discutía hace cuarenta años.
Y tiene toda la razón, porque aquí, en Chile, estamos atrasados cuarenta años en legislación laboral y necesitamos ser paternalistas cuando el empresariado busca una y otra vez la triquiñuela y el subterfugio para eludir la ley.
Ese es el origen de esta discusión: por una parte, los resabios de un Plan Laboral que redujo sustantivamente los derechos de los trabajadores y atomizó su organización; por otra, un empresariado tenaz para buscar el resquicio y no cumplir la ley.
Lo sorprendente es que muchos empresarios que hoy han dado una señal de alarma cumplen desde hace varios años las mismas disposiciones que contiene este proyecto en Argentina, Perú y otros países, donde tienen importantes inversiones.
Empero, no estamos ante una reforma extrema: nos encontramos apenas en la media de las normas del continente y de las legislaciones más avanzadas.
La segunda objeción que enfrentamos señala que no es el momento, que hay desaceleración y que una reforma de esta naturaleza hará caer la inversión.
Hago memoria: ¡nunca es el momento para efectuar este tipo de reformas...!
De verdad, es hora de terminar con esa lógica y con el chantaje que hemos vivido por ya cuatro décadas.
Cuando la economía va bien, no hay que frenar el desarrollo.
Cuando va mal, es tiempo de ocuparse de la reactivación.
No era el momento en 1990, al retornar la democracia con el Gobierno del Presidente Aylwin. Tampoco lo era el año 2000, al finalizar el Gobierno del Presidente Frei. No lo fue tampoco en 2010, cuando se hizo un importante intento por tener una reforma profunda, como la que estamos discutiendo hoy.
En tercer lugar, existe una desconfianza incomprensible respecto de los trabajadores.
Se dice que los trabajadores pedirán lo imposible.
Se sostiene que las huelgas excederán lo razonable, para hacer quebrar la empresa.
En verdad, eso es muy insensato. Ningún trabajador quiere causar daño a la fuente de sus ingresos. Lo que se reclama es un trato más justo y que se compartan los resultados de un esfuerzo productivo hecho en conjunto. ¡Nada más que eso!
¿Por qué pensar que el trabajador es irresponsable?
¿Acaso no son irresponsables los empresarios, como los de La Polar, quienes arriesgaron la empresa al alterar su situación contable y financiera?
¿No son irresponsables los dueños de la mina San José por desatender medidas básicas de seguridad y dejar sepultados a 33 mineros?
¿No es irresponsable que se coludan farmacias para afectar a los usuarios?
¿No fueron irresponsables las empresas salmoneras que con prácticas sanitarias colapsaron la actividad para luego ir a pedirle al Estado una solución?
¿No hay irresponsabilidad y desidia general en el hecho de incubar esa sensación de abuso y postergación, que constituye una bomba de tiempo social, al pagar sueldos miserables y establecer condiciones laborales indignas, mientras las empresas tienen utilidades gigantes?
¡Hay que confiar más en los trabajadores!
El buen clima laboral se logra con buen trato. Eso está en la ética de las relaciones humanas y de las convicciones, más que en las leyes.
Quien trata mal a sus trabajadores, evidentemente, tendrá temor a su respuesta.
Quien actúa con criterio solidario y se ocupa del bienestar de los trabajadores, de su seguridad y de su desarrollo personal no tiene nada que temer: ni de esta legislación ni de ninguna otra.
Este proyecto se hace cargo de los principales compromisos del Gobierno de la Presidenta Bachelet .
La Nueva Mayoría se propuso, a través del Programa de Gobierno, dar respuesta a las más sentidas demandas de la ciudadanía; esto es, hacer retroceder los abusos que día a día sufren miles de compatriotas y que fueron bien descritos en los ejemplos que señaló el Senador Montes.
Muchos de tales abusos tienen domicilio conocido en el mundo del trabajo. Esta reforma se hace cargo de ellos.
Sin embargo, los cambios, a la vez que se vinculan con sentidas demandas ciudadanas, son contraculturales, ya que en Chile el neoliberalismo no solo se ha traducido en la implantación de un modelo económico: su mayor logro ha sido la instalación de un paradigma cultural economicista.
Si alguna duda cabe, observemos nuestros propios discursos. Con demasiada frecuencia sentimos la necesidad de justificar toda iniciativa política desde el beneficio económico que ella supone. Nos cuesta salir de esta línea argumental, que ha calado profundamente en nuestra sociedad y en nosotros mismos.
Por eso, llevar adelante esta reforma supone un enorme desafío político y cultural; vale decir, mucho debate, harta información. De lo contrario, estas propuestas son presa fácil de estrategias de medios que desinforman y crean fantasmas y miedos, como está sucediendo con los cambios que debatimos en este momento.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Perdón, señora Senadora, pero terminó su tiempo, incluido el minuto adicional.
La señora MUÑOZ.-
Me queda muy poco que agregar, señor Presidente.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Puede concluir, Su Señoría.
La señora MUÑOZ.-
Muchas gracias.
Señor Presidente, en cuanto al fortalecimiento del sindicato, debo señalar que la extensión de beneficios a través de la titularidad sindical ha dado lugar al verdadero escándalo argumental que hemos escuchado en estos días.
Sin embargo, durante todos los años de prevalencia del Plan Laboral nadie ha dicho nada acerca de lo hecho unilateral y discrecionalmente por el empleador, quien en forma arbitraria ha extendido los beneficios y derechos emanados de la negociación colectiva. Pero hoy, cuando se le entrega titularidad al sindicato, hay un verdadero escándalo y se acusa de monopolio, de poder extremo para la organización sindical.
La reforma que ahora debatimos busca el reequilibrio entre capital y trabajo, en una relación de mayor igualdad y respeto de derechos, como dos grandes fuerzas que generan riqueza y crecimiento.
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