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La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).-
Tiene la palabra el Senador señor Letelier .
El señor LETELIER.-
Señora Presidenta, hoy es un día histórico: estamos votando y se va a aprobar en general un proyecto de ley que empareja la cancha entre los trabajadores y empresarios.
Pero este debate solo se entiende a la luz de la historia de la humanidad y de la de nuestro país.
Hace cien años el derecho colectivo en materia laboral era un delito.
Gracias a lo que pasó en el siglo XX, con el desarrollo de las fuerzas productivas, se fueron conquistando derechos, que se hallan consagrados en el Derecho Internacional.
En nuestro país, como señaló el Senador Zaldívar, en los años setenta había sindicatos únicos, negociación por rama, sindicalización campesina obligatoria.
Pero recordemos las cosas como son: el golpe militar tuvo como propósito establecer un proyecto refundacional; y el Plan Laboral era una pieza del referido proyecto.
¿Cuál era la finalidad del Plan Laboral? Quitarles poder a los trabajadores; restarles fuerza a los sindicatos; impedir que hubiera paridad entre trabajadores y empleadores.
Por eso se pone fin a la negociación por rama; se destruyen los sindicatos; se persigue a los dirigentes; se debilita, se perfora la huelga, y se introduce una flexibilidad inusitada en el Código del Trabajo.
Esta iniciativa se discute, sin duda, a la luz del Plan Laboral. Desde esa perspectiva, constituye un tremendo avance. Sin embargo, comparándola con la legislación de otros países, es, como demostraré, un avance bastante moderado, básico.
Nuestro modelo de sistema laboral -y es bueno decirlo, pues muchos hablan de cosas generales; pero no sé si siempre desde el conocimiento- es único en el mundo. No es comparable con nada más que haya en el resto del planeta. Por tanto, las comparaciones llevan a equívocos.
Señora Presidenta, la libertad sindical, establecida en la Constitución, tiene tres pilares esenciales: sindicalización, negociación colectiva y derecho a huelga efectiva. Es una tríada que no se puede romper.
Hoy nos estamos poniendo al día con respecto a las exigencias de la OIT y a nuestras obligaciones internacionales.
Quizás por eso mismo muchos se sorprenden tanto con lo que hace la Corte Suprema. Algunos dirían que el Máximo Tribunal se halla muy a la izquierda del Congreso y del Código del Trabajo, pues está fallando de acuerdo a nuestras obligaciones internacionales y a lo que se encuentra consagrado en nuestra Carta: huelga efectiva sin remplazo interno o externo.
Eso señalan las normas internacionales, que nosotros suscribimos.
Señora Presidenta, he calificado de moderada esta reforma, y pretendo explicarlo.
Antes, permítanme decir que cuando hablamos de querer emparejar la cancha lo hacemos por un motivo.
En Chile, el ingreso per cápita alcanza a más de 22 mil dólares. Eso significa que, si se distribuyeran los recursos en forma pareja, una familia compuesta por tres miembros tendría un ingreso de más de 2 millones y medio de pesos al mes.
La realidad en nuestro país es que cerca del 70 por ciento gana menos de 425 mil pesos líquidos.
¿De qué se trata esta reforma? De un sistema con cinco componentes que no pueden separarse: titularidad sindical, huelga efectiva, pactos de adaptabilidad, servicios mínimos, prácticas antisindicales y prácticas desleales.
Es un sistema.
La titularidad sindical se halla relacionada con la historia reciente. Tiene mucho que ver con las prácticas desleales de parte del empresariado chileno con los grupos negociadores, que no existen en ninguna otra legislación laboral ni en otra parte del mundo.
La titularidad sindical la discutiríamos de otra forma si hubiera sindicatos fuertes y no atomizados como los que tenemos producto de nuestra actual normativa.
Pero, señora Presidenta, yo me quiero detener en la huelga efectiva sin remplazos. Y es importante hacerlo, pues aquí se han dicho muchas cosas.
En los países de la OCDE hay huelga por rama, huelga política, huelga solidaria; no se tiene que avisar en la huelga.
El remplazo no es automático. Si un trabajador no va a la huelga y le piden que remplace, debe dar su consentimiento.
Es mucho más complejo de lo que aquí se señala. Acá se habla con una ignorancia tremenda.
Se trata de naciones donde las diferencias de sueldos son muy distintas a las que exhibe Chile.
Pero quiero profundizar en este punto.
La Cámara de Diputados aprobó -yo les pido que lean el informe y que no hablen generalidades que no corresponden- que no se remplaza el puesto de trabajo. Y no se toca el artículo 12 del Código del Trabajo, sobre facultades de administración.
Siempre nos dan el ejemplo del sindicato chico que coopta a la empresa. Pero frente al peligro de una huelga no representativa, lo primero que habría que decir es que tendría que echarse tanto al gerente como al encargado de recursos humanos por no hacer bien su trabajo si un sindicato chico es capaz de parar la empresa
Lo segundo es que el artículo 12 del Código del Trabajo les da toda la flexibilidad para llevar a cabo los planes de contingencia, para que otros ocupen las funciones de quienes están en huelga.
Yo les pido, pues, que lean el proyecto de ley que estamos aprobando.
Señora Presidenta, hay muchos aspectos que discutir en esta reforma.
Pactos de adaptabilidad fuera de la negociación colectiva, no dentro de ella. Eso sería trágico para los trabajadores.
Servicios mínimos, sí. Es la contraprestación que nos pidieron la Derecha y el empresariado en este proyecto.
Estamos dispuestos a conceder aquello, pero contra huelga efectiva. Porque necesitamos emparejar la cancha. No se puede pedir un sistema desequilibrado para los trabajadores.
Una última reflexión.
Se ha hablado mucho de las mipes.
Queremos establecer una legislación para ellas. Pero para las verdaderas mipes, no para las que facturan miles de millones de pesos mensuales.
Necesitamos una normativa para las pequeñas y micro empresas, y estamos dispuestos a ello.
El Senador Montes -y con esto termino- y otros colegas lo dijeron bien: Chile no valora el trabajo, no valora a sus trabajadores; los sigue considerando un insumo más del proceso productivo.
Ese es el debate cultural de fondo.
Reclamamos que hay malas pensiones, que hay inseguridad ciudadana, que hay crisis en las familias.
¡Era que no!, con los niveles de desigualdad que existen.
¡Era que no!, con el maltrato de que se hace objeto a los trabajadores.
Señora Presidenta, un país que valora a sus trabajadores como lo hacen las naciones de la OCDE -por lo menos las de Europa- puede progresar.
Estoy seguro de que la reforma laboral que nos ocupa dará un espaldarazo a la dignidad de los trabajadores, va a ser un bien para Chile y para nuestra la historia.
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