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El señor GIRARDI.-
Señora Presidenta, esta es una iniciativa muy importante para la Región Metropolitana y para el país en general.
Nosotros hemos venido afirmando, sistemáticamente, que por desgracia en Chile no tenemos una política, ni en la Región Metropolitana ni en el resto del territorio, que contenga una reflexión sobre un gran proyecto de ordenamiento territorial o proyecto país que nos permita definir cuáles son las ciudades que anhelamos y cómo queremos que sean los territorios, cuáles son las características que estos deben reunir y cómo se debe desenvolver la vida en ellos.
Lo que hasta ahora hemos tenido en materia de transporte público son políticas de transporte que más bien obedecen a lógicas desde el punto de vista rentista, funcionales a la especulación del uso del suelo o que tienen que ver con ciertas visiones tecnocráticas, pero que no apuntan a poner en acción, justamente, un concepto de territorio para la vida, para vivir mejor, para la salud.
Hoy, las políticas son complejas; no son lineales, como en el pasado.
Yo siempre digo que una de las externalidades más importantes que tiene el transporte público se da en la salud. Cuando hay un mal transporte público, se generan, primero, grandes problemas de contaminación que agravan la calidad de vida -de hecho, Santiago ha vivido permanentemente con muy elevados niveles de material particulado fino, uno de los más tóxicos-, y además se producen, directamente, patologías de salud mental, problemas de obesidad, infartos, accidentes vasculares. Y eso, en la actualidad, no se resuelve en hospitales, sino a través de sistemas complejos.
Una ciudad es inteligente, no porque posea tecnología de internet, o wi-fi, o distintas aplicaciones; lo es porque cuenta con políticas inteligentes, hechas en función de la calidad de vida de las personas.
El gran adversario, el verdadero cáncer de una ciudad inteligente es el uso de autos particulares.
Toda ciudad que se precie, toda ciudad que quiera ser un territorio amable, un territorio para la vida, además de ofrecer seguridad ciudadana, debe generar seguridad y calidad en el ámbito del transporte público, que es el que moviliza a la gran mayoría de los habitantes.
Hoy, en Santiago, el 50 por ciento de los viajes en transporte público se hace en bus; el 26 por ciento, en combinación bus-metro, y solo el 22 por ciento a través de este último.
Algunos han querido sostener que el transporte estructural de Santiago debiera ser el tren subterráneo. Eso es totalmente equivocado. No hay posibilidad de metro si este no va acompañado de un sistema de transporte público de superficie. Son los buses, los taxis colectivos, etcétera, los que permiten la viabilidad del metro, porque son sus alimentadores.
Es imposible que el metro crezca a la misma velocidad con que crecen las ciudades. Por lo tanto, requiere un sistema de transporte público de calidad.
Cuando uno habla de seguridad y de calidad de vida, habla de disminuir los tiempos de viaje. Y esto último significa sacar los autos de las vías y privilegiar las vías para el transporte público en general; significa hacer del transporte de la mayoría, del transporte solidario, una prioridad.
Y hoy día estamos hablando, justamente, del subsidio al transporte público.
¿Por qué es importante el subsidio al transporte público? Porque viabiliza el transporte. No hay ninguna ciudad del mundo civilizado europeo donde el transporte público tenga un subsidio menor al 60 por ciento de los costos. Chile, paradojalmente, solo tiene un subsidio equivalente al 40 por ciento. Y sin embargo cuenta con un sistema de transporte público que funciona.
Algunos piensan que todo va al transporte público. Un tercio del subsidio es para las nuevas líneas de metro, para el pago del pasaje escolar, y el resto es lo que se destina a gastos operativos. Solo la mitad va a este ítem.
Por eso que esto es una prioridad.
Aquellos que no quieren apoyar el transporte público lo que están haciendo es dejar a la gran mayoría de los habitantes de Santiago de menores recursos sin una tarifa viable que permita construir niveles de equidad.
Aquellos que no quieren apoyar el transporte público lo único que están haciendo es traspasarles a las personas el financiamiento de la tarifa.
Y concluyo, señora Presidenta.
Pienso que debemos terminar con los discursos demagógicos, porque en el planeta no existe ninguna posibilidad de tener un sistema de transporte público que no vaya acompañado de un subsidio.
Hemos trabajado con el Ministro de Transportes un conjunto de medidas. La semana pasada los expertos más importantes del mundo participaron en un debate muy interesante sobre cómo mejorar el transporte público.
Hemos dicho que el Estado de Chile está en deuda con la infraestructura, con las vías exclusivas, con las vías segregadas. Tenemos una velocidad del transporte público que en algunos lugares se acerca a los 5 kilómetros por hora. Y podríamos llegar a los 25 o 30 kilómetros por hora, pero la eficiencia del transporte público equivale a tener más buses.
Sin embargo, eso depende de la voluntad de este Parlamento, de entender que lo que debemos hacer es legislar para el futuro, legislar para los sectores de menores recursos y legislar para el bien del país.
He dicho.
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