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La señora PASCAL, doña Denise (Vicepresidenta).-
Tiene la palabra el diputado señor Giorgio Jackson .
El señor JACKSON.-
Señora Presidenta, por su intermedio, quiero saludar al señor ministro de Transportes y Telecomunicaciones, al subsecretario de Transportes y al diputado Roberto Poblete .
Las metrópolis en la actualidad se hallan absolutamente congestionadas, diría que hasta casi colapsadas, por el crecimiento del parque automotor. Podríamos concordar en eso sin hacer un diagnóstico más profundo al respecto.
La aparente comodidad individual que nos prometía el automóvil ha terminado perjudicándonos a todos, en particular en los sectores donde se concentra mayor población flotante.
Frente a esta realidad, cabe la frase que se ha dicho numerosas veces: que una ciudad desarrollada no es aquella en la que todos los pobres tienen un auto, sino aquella donde los ricos ocupan el transporte público.
Me corresponde representar al distrito que tiene la mayor población flotante de nuestro país, lo cual se suma a la comuna que posee más estaciones de metro. Periódicamente estoy dando cuenta pública a la salida de dichas estaciones, y los vecinos me preguntan cómo vamos a solucionar el problema del transporte público, por qué los pasajes están tan caros y el servicio deteriorado. Ello es algo muy recurrente cuando uno se encuentra realizando trabajo en terreno.
La gente se pelea en los horarios punta para subirse a los vagones del metro; existe una pugna entre guardias y usuarios. Todos llegan enrabiados a sus casas o a sus trabajos, afectando considerablemente la convivencia diaria de las personas. Sin embargo, acá algunos parlamentarios se han dado el lujo de cuestionar el hecho de que el transporte público esté subsidiado para que no aumenten las tarifas. En este sentido, me gustaría preguntar cuántos de los diputados aquí presentes ocupan regularmente el metro; cuántos utilizan el transporte público de sus regiones. Me atrevería a decir que somos muy pocos quienes lo hacemos.
Una medida como el subsidio lleva a que una ciudad sea más desarrollada; es una forma de hacer del transporte público la opción para todos: un lugar de encuentro, un lugar donde todos estemos en igualdad en cuanto a decencia, no como un lugar reducido en el que hoy nos encontramos, esto es, casi como pescados enlatados en un sistema de transporte, sino como uno que ofrezca dignidad a las personas.
En lo personal, esperaría que el transporte público fuera aún más subsidiado, para que las personas no tuvieran que empobrecerse, como lo hacen actualmente, por tener que destinar buena parte de sus ingresos al desplazamiento. A veces incluso los mismos bonos que el gobierno asigna para paliar una situación de pobreza se van para que los desempleados paguen el costo del transporte en búsqueda de una oportunidad de trabajo. La situación es todavía peor en el caso de los adultos mayores, quienes gastan buena parte de su pensión -casi el 30 por ciento en transporte, o, peor aún, se quedan en sus casas destinados y condenados a la soledad.
Por eso, ministro, le hemos insistido tan fervientemente en que el gobierno dé urgencia al proyecto que presentamos hace más de un año junto con la diputada Cariola , el diputado Teillier y la diputada Vallejo respecto de la creación de un pase nacional del adulto mayor, a fin de ofrecerles oportunidades -lo digo con cariño a nuestros viejos para que puedan salir de sus casas y desplazarse hacia los consultorios. Esto, para no obligarlos al uso del transporte público en los horarios valle, porque con los horarios valle, con el metro y sin integración con los buses, ellos difícilmente podrán ir a los consultorios a las horas que les sean asignadas.
Entonces, debe tratarse de un sistema que se ocupe del bienestar de las personas.
Como manifesté, acá hay algunos que se están dando el lujo de cuestionar el hecho de que se pueda financiar el transporte público de pasajeros. Me rebelo contra eso. Pero también me rebelo ante el modelo de financiamiento actual de esta actividad, pues difícilmente contempla montos (tarifas) que favorezcan al usuario, a pesar de que tiene costos decrecientes. Esto bien lo conocen los personeros aquí presentes, pues ambos son ingenieros y saben que el sistema puede financiarse de manera distinta. Ello probablemente requerirá un proyecto de mayor magnitud, en el que se cuestione la lógica subsidiaria del Estado a las empresas privadas.
Cuenten conmigo de antemano para trabajar en un proyecto de tales características, en una iniciativa que realmente revolucione la forma en que financiamos el transporte, para que haya bienestar en la población. Reitero: yo al menos estaría ciento por ciento disponible para un proyecto que vaya en esa línea.
Sin embargo, descongestionar el metro o el transporte público en las metrópolis, y en particular en el Gran Santiago, requerirá no solo nuevas líneas, sino además una planificación urbana distinta y una serie de medidas que favorezcan a los diferentes servicios, para que estos se integren. En este aspecto, el presente proyecto se queda cojo: no pretende hacer todo eso; no lo busca.
Sobre el particular, sería interesante conocer los planes más estructurales que se tienen en consideración desde los ministerios de Transportes y de Vivienda, incluso desde los gobiernos regionales, para poder lograr una mejor gobernanza de las ciudades y no tener que estar siempre detrás de la marcha del sistema haciendo medidas parche como las que discutimos.
La ampliación del giro de la empresa Metro es algo bueno. Favorece la idea de un mejor servicio, ya que se podrán evitar los abusos y arbitrariedades que muchas veces cometen las empresas de microbuses contra los usuarios. Pero tampoco seamos condescendientes con la empresa Metro, que en numerosas oportunidades también incurre en abusos contra sus trabajadores, no solo porque externaliza servicios que forman parte de su giro principal, como la venta de tickets o la recarga de las tarjetas, sino también porque trata de manera indecente a sus sindicatos cuando estos le piden hacer reuniones. Así lo han denunciado los representantes de dichas asociaciones de trabajadores de Metro.
Manifiesto que quiero votar a favor de este proyecto, porque se trata de un tema de ideales; de la concepción, de qué significa el transporte, que, en mi opinión, debe ser un servicio público con un aporte común, desde los impuestos. Pero con la misma fuerza con que apoyo esa idea, seguiré denunciando aquellos aspectos que me parecen injustos y lucharé por un sistema distinto.
Este asunto es urgente. ¡Por supuesto que no queremos que suba la tarifa del Transantiago! Pero, ministro, le pido que antes de que cese en sus funciones presente un proyecto que cambie el modelo de financiamiento del sistema de transporte público remunerado de pasajeros, porque así como va, desde mi punto de vista, no da más.
He dicho.
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