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“Honorable Cámara:
Tengo a honra informar sobre la participación que le correspondió al diputado señor Roberto León Ramírez, Presidente del Grupo Interparlamentario ante la Unión Interparlamentaria, en la Conferencia Parlamentaria sobre la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se llevó a cabo en Ginebra, los días 11 y 12 de septiembre de este año.
Cabe recordar que la Unión Interparlamentaria en conjunto con el Parlamento Europeo llevan a cabo una reunión anual con ocasión de las Conferencias Ministeriales de la OMC, cuyo objetivo primordial es producir un intercambio de opiniones, de información y de experiencia, como también para la promoción de una acción conjunta sobre los temas relacionados con el rol de los Parlamentos y respecto de la organización de las funciones parlamentarias en materia de comercio internacional.
Sus principales objetivos pueden resumirse en la promoción de un comercio libre y equitativo que beneficie a las poblaciones de todo el mundo, acelerar el desarrollo y atenuar la pobreza.
En suma, esta Conferencia constituye el mecanismo a través del cual los Parlamentos ejercen el derecho a control sobre la OMC desde la óptica parlamentaria.
La Reunión se llevó a cabo en un momento crucial para la culminación de la Ronda de negociaciones comerciales de Doha, como también, por lo que significa el futuro del sistema comercial multilateral.
Mediante este mecanismo, se pretende tener una aproximación sobre la evolución de las recientes negociaciones de la OMC, a la vez que efectuar una contribución dentro del contexto de la revitalización del proceso desde la visión parlamentaria.
I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
Es preciso recordar que a partir de la Conferencia de Bretton Woods se dio origen a cuatro de las organizaciones supranacionales más conocidas, como son: la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio (OMC), cuya misión fundamental al momento de su creación fue estimular el intercambio internacional mediante la liberación del comercio.
También es necesario recordar que uno de los precursores de la OMC fue el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (Gatt), el que formó parte del plan de regulación de la economía mundial tras la Segunda Guerra Mundial, mediante el cual se contempló la reducción de aranceles aduaneros y otras barreras al comercio internacional.
La primera reunión del Gatt se llevó a cabo el año 1947, durante la Conferencia sobre Comercio y Trabajo de la Organización de Naciones Unidas, efectuada en La Habana y cuyo Acuerdo se basó en el “principio incondicional de la Nación más favorecida”, documento que fue firmado por 23 países.
A su vez, es preciso considerar que las negociaciones en el marco del Gatt se denominan rondas. La primera de ellas, se denominó la Ronda de Ginebra y se realizó el año 1948 y contó con la participación de 23 países. Con ella, entró en vigencia el Gatt.
Con posterioridad, se llevaron a cabo otras Rondas, como la de Annency (1949), donde participaron 13 países; la de Torquay (1951-1955), en que la participación aumentó a 38 países; la de Ginebra (1956-1961), cuyo acuerdo principal dijo relación con la reducción de aranceles aduaneros y se fijó la estrategia para las políticas del GATT respecto de los países en desarrollo.
Asimismo, la Ronda de Dillón (1962-1966) profundizó las negociaciones en torno a la reducción de aranceles.
En la Ronda de Kennedy (1967-1978) participaron 62 países y se continuó profundizando el tema de la liberalización del comercio. Por primera vez, se fijó una reducción general en los aranceles en lugar de especificar producto por producto.
Por otra parte, la Ronda de Tokio (1979-1985) amplió la participación a 99 países y profundizó la reducción de barreras no arancelarias. También, se acordaron reducciones en los aranceles de bienes manufacturados y el sistema Gatt se perfeccionó y amplió.
En lo que concierne a la Ronda de Uruguay (1986-1994), se destaca la participación de 125 países. Su importancia dice relación con la creación de la Organización Mundial del Comercio. (OMC), con miras a reemplazar al Gatt.
Entre sus metas, se pueden destacar los siguientes aspectos:
- Se profundizaron los acuerdos sobre la reducción de aranceles y subsidios a la exportación, reducción de límites de importación y cuotas sobre los próximos 20 años, acuerdos para reforzar patentes, marcas registradas y derechos de autor, extendiendo la ley comercial internacional al sector de los servicios y liberalización de la inversión externa.
También se introdujeron modificaciones en el mecanismo de solución de controversias al interior del Gatt.
Una gran parte de los Acuerdos de la OMC son el resultado de las negociaciones de la Ronda de Uruguay, los cuales fueron ratificados durante la Conferencia Ministerial de Marrakech, del mes de abril del año 1994.
Producto de estos acuerdos, se han concordado algunos instrumentos como el Acuerdo sobre Tecnología de la Información, Servicios y Protocolos de Adhesión.
Uno de los cambios más importantes que se introdujeron al Gatt se refiere a la creación de la OMC, organismo que se creó con la concurrencia de 75 países, miembros del Gatt y de la
Comunidad Europea.
El resto de los miembros se incorporaron durante los años 1996 y 1997.
Especial relevancia, tiene la Ronda de Doha del año 2001, ocasión donde se inició una nueva etapa en la ronda de negociaciones.
Entre las principales diferencias entre el Gatt y la OMC, corresponde subrayar las siguientes:
El Gatt es un sistema de reglas fijadas por las naciones, mientras que la OMC es un órgano institucional.
Del mismo modo, la OMC expandió su espectro desde el comercio de bienes hasta el sector de servicios y los derechos de propiedad intelectual.
Los Acuerdos de la OMC son generalmente de carácter multilateral.
Ahora bien, es necesario precisar que la Organización Mundial del Comercio (OMC) administra el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (Gatt) y en ese entendido promueve la reducción de aranceles en las transacciones comerciales internacionales, monitorea las políticas comerciales domésticas de los países miembros y actúa como árbitro en caso de disputa.
También, otorga apoyo técnico a organismos de promoción económica internacional y a algunos programas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Entre sus principales objetivos cabe señalar la eliminación de las barreras comerciales, la liberalización del comercio con miras a la capitalización total de los recursos.
En cuanto a sus objetivos de carácter más específico, se pueden enumerar los siguientes:
Administrar y aplicar los acuerdos comerciales multilaterales y plurilaterales.
Servir de Foro de negociaciones comerciales multilaterales y de marco para la aplicación de sus resultados.
Administrar los procedimientos de solución de diferencias comerciales.
Supervisar las políticas comerciales.
Cooperar con el Fondo Monetario Internacional y con el Banco Mundial para lograr una mayor coherencia en la formulación de la política económica a escala mundial.
La OMC fue creada el 15 de abril de 1994, en Marrakech y sustituyó al Gatt en 1995. Su sede está en Ginebra. Está compuesta por 150 países y su máxima expresión la constituye la Conferencia Ministerial, que se reúne a lo menos en forma bianual.
Sus principales órganos son el Consejo General, el Órgano de Solución de Diferencias y el Órgano de Examen de las Políticas Internacionales.
Básicamente su modo de operar es mediante las denominadas Rondas de Negociación de la Conferencia Ministerial, entre las cuales cabe destacar la de Uruguay, que duró 7 años, desde 1986 a 1994.
Con posterioridad, se desarrollaron otras, como la de Singapur del año 1996; la de Ginebra del año 1998; la de Seattle del año 1999; la de Doha del año 2001, en la cual se dieron a conocer varias declaraciones y decisiones importantes.
A partir de la Conferencia de Doha, se han celebrado otras, como:
La Ronda de Cancún del año 2003, donde no se logró concordar ninguna declaración debido al desacuerdo que se produjo entre los países desarrollados y la postura del G-21 (países del sur), en el tema de la eliminación de los subsidios agrarios en países desarrollados.
El año 2005, se llevó a cabo la Ronda de Hong Kong, donde se aprobó la Declaración Ministerial y se elaboró un cuestionario de preguntas a los Ministros, referidos al proteccionismo en la agricultura y otros aspectos relativos a productos no agrarios.
1. ¿Cómo funciona la OMC?
Constituye el único organismo multilateral con capacidad para sancionar a los países miembros por el incumplimiento de sus reglas.
Opera a través del Órgano de Solución de Diferencias (OSD) y de los Paneles de Expertos, quienes actúan como tribunal y sus resoluciones son vinculantes y pueden llegar a aplicar sanciones de tipo comercial.
Los acuerdos se alcanzan por consenso explícito de todas las partes, de manera tal de que cualquier país puede en teoría bloquear un acuerdo. De allí, que en muchas ocasiones ha sido calificada como una institución antidemocrática.
Ahora bien, como ya se señaló, la OMC labora en base a las denominadas Rondas, pero entre una y otra se llevan a cabo las reuniones de trabajo de las distintas comisiones, lo que permite ir avanzado en los distintos temas.
Técnicamente hablando, a lo largo de la historia del Gatt se han llevado a cabo 8 Rondas de Negociación. En la actualidad, se desarrolla la primera Ronda de Negociaciones desde que se creó la OMC, la que se ha denominado “Ronda del Desarrollo”.
2. Críticas al funcionamiento de la OMC.
Las principales críticas dicen relación con la denuncia que han formulado los países del sur en torno a irregularidades en los procesos de negociación en el seno de la OMC, como las que se indicarán a continuación:
Mantener posiciones extremas hasta el último momento para conseguir acuerdos intermedios.
Negociar con pequeños grupos de países marginando a los países menos importantes.
Ofrecer beneficiosos acuerdos bilaterales a ciertos países para que acepten acuerdos más globales, presiones, coerciones, amenazas, etc.
La relación desigual que se produce entre los países ricos y la mayoría de los países empobrecidos, pasa a ser determinante en este tipo de negociaciones. Ningún país empobrecido está en disposición de hacer frente unilateralmente a un bloqueo de las negociaciones y cada país, presenta por lo menos algún punto vulnerable en su relación con Estados Unidos, la Unión Europea y /o Japón, en materias como exportaciones, ayuda, deuda, préstamos del Fondo Monetario Internacional entre otros.
Otro ejemplo de la irregularidad en el funcionamiento de la OMC es la forma en que se producen los documentos que deben ser aprobados en las Conferencias Ministeriales o de Trabajo, incluida la propuesta final de declaración de la Conferencia Ministerial, documento que sólo es elaborado por los moderadores y en que el resto de los miembros prácticamente no tiene participación.
De esta manera, se sostiene que son los jefes o moderadores de las diferentes comisiones quienes elaboran las propuestas, de modo que en vez de mediar entre los distintos miembros, los “interpretan” y presentan las versiones que suelen coincidir con los intereses de los países ricos.
Del mismo modo, estos documentos no son distribuidos con el tiempo suficiente para formular observaciones, especialmente en los casos de países que no cuentan con recursos o con técnicos calificados para su evaluación.
Así, por ejemplo, la propuesta final de declaración de la Conferencia Ministerial de Cancún fue entregada sólo 30 horas antes del tiempo límite para alcanzar un acuerdo, lo que originó que se ignoraran las reclamaciones de algunos países del sur y todo se llevó a cabo en un clima de tensión máximo.
Otra de las críticas dice relación con las negociaciones de “sala verde”, que consiste en un serie de reuniones informales establecidas durante la Ronda de Uruguay, donde un reducido número de países participa en la discusión, pero que sin embargo, debe ser ratificado por consenso entre todos los países miembros, donde muchos de ellos no han sido invitados a las reuniones.
Es el caso de muchos países africanos. Asimismo, muchas de las reuniones son de carácter informal, es decir, “off de record”, mecanismo que se ha utilizado en Doha y Cancún.
3. Ronda de Doha.
Consiste en una gran negociación destinada a liberalizar el comercio mundial.
Su objetivo principal tiene que ver con el tema del comercio agrario, pendiente de la Ronda de Uruguay.
Es así como los países en desarrollo tratan de obtener un acceso libre de obstáculos para sus producciones agrarias en los mercados de los países centrales. Esto significa que las grandes potencias deberán eliminar o reducir, en forma significativa, la protección que dan a su agricultura por la vía de subsidios directos a los agricultores o de subsidios a las exportaciones.
Durante la Ronda de Cancún nació el Grupo de los 20 (G20) como una necesidad de los países agrarios de lograr la libertad comercial de bienes alimentarios.
En Doha se estableció como límite el año 2013 para eliminar totalmente los subsidios a las exportaciones agrarias. También se defendió una fuerte reducción efectiva de los subsidios internos, “proporcional” a las concesiones sobre el comercio de bienes industriales que deben hacer los países en desarrollo. Estas negociaciones hasta ahora han fracasado.
En 2006 las negociaciones produjeron un quiebre entre los Estados Unidos de América, la Unión Europea y Japón, por un lado, y los mayores países en vías de desarrollo, representados por el Grupo de los 20 (G20), liderados principalmente por la India, Brasil, China y Sudáfrica.
De acuerdo a los representantes de los países en vías de desarrollo, la propuesta presentada por los Estados Unidos y la Unión Europea habría sido devastadora para su propia agricultura.
La Ronda de Doha se inició con la Conferencia Ministerial en Doha (Qatar), en Noviembre del 2001 y continuó con las conferencias respectivas de Cancún (México) en 2003 y Hong Kong (China) en 2005. Otras negociaciones relacionadas tuvieron lugar en Ginebra (Suiza), Paris (Francia) y nuevamente en Ginebra. La Ronda debería haber comenzado ya en 1999 en Seattle y debería llamarse Ronda de Seattle, pero la violencia desatada en esta ciudad durante la tercera conferencia ministerial, denominada la “Batalla de Seattle”, imposibilitó la Conferencia, postergando las negociaciones hasta la Conferencia de Doha. El propósito de esta conferencia fue acordar la Agenda de Desarrollo de Doha (Doha Development Agenda) como punto de partida para las negociaciones en torno a la apertura de los mercados de productos agrícolas y manufacturados. Para los países en vías de desarrollo esta ronda es de suma importancia, ya que pretende convertir en más justas las reglas del intercambio.
Los detractores de esta estrategia argumentan que la ronda extendería el sistema de reglas de intercambio nocivas para el desarrollo y que interferiría excesivamente con el espacio de políticas públicas (policy) interno/ local.
A su vez, la conferencia ministerial realizada en Cancún (2003) - cuyo objetivo era forjar un acuerdo concreto sobre los objetivos formulados en Doha (2001) - fracasó después de cuatro días de arduas negociaciones en las que no se pudo llegar a un acuerdo sobre subsidios y acceso a los mercados.
Las negociaciones se concentraron en cuatro aspectos fundamentales: agricultura, bienes industriales, comercio de servicios y códigos aduaneros actualizados.
Las divisiones entre norte y sur se produjeron básicamente en los tópicos de agricultura, tanto de la Política Agraria Común de la Unión Europea (EU’s Common Agricultural Policy) como de los agro-subsidios de Estados Unidos. Los países en vías de desarrollo finalmente fueron capaces de rechazar un acuerdo que les sería desfavorable. Este rechazo se materializó en un área de libre comercio entre los países del G20.
Las negociaciones de agosto 2004 en Ginebra alcanzaron un acuerdo marco sobre la apertura del comercio global. Los Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Brasil acordaron terminar con los subsidios a las exportaciones -políticas públicas destinadas a desincentivar el comercio en mercados locales y a incentivar la exportación, a través de estímulos tributarios o crediticios- reducir los subsidios agrarios y disminuir las barreras tarifarias. Los países en vías de desarrollo acordaron reducir los aranceles aduaneros para bienes manufacturados pero ganaron el derecho de proteger industrias claves de sus economías. El acuerdo también simplifica los procedimientos aduaneros y otorga reglas más estrictas para la ayuda gubernamental al desarrollo de las zonas rurales.
En París los negociadores buscaron convertir en tangibles los avances alcanzados antes de su encuentro en Hong Kong en diciembre 2005, así como firmar el acuerdo antes de 2007, año en el que expira la legislación norteamericana que permite el fast track. Sin el fast track será mucho más difícil que el Senado de Estados Unidos ratifique cualquier acuerdo.
Las negociaciones de París fueron muy complejas, sobre todo en materias relacionadas con los subsidios a productores agrícolas, y EE.UU., Australia, la Unión Europea (UE), Brasil e India fracasaron en sus intentos de acordar criterios comunes en torno a la comercialización de arroz, carne de vacuno y de aves de corral.
A fines de julio de 2005, se necesitaba concluir las negociaciones para el acuerdo que se firmaría en Hong Kong en diciembre 2005 y la ONG Oxfam acusó a los negociadores de la UE de obstaculizar las conversaciones y de amenazar el éxito de la Ronda de Doha.
La sexta conferencia ministerial de la OMC se realizó en Hong Kong el año 2005. Durante la misma, los ministros responsables del comercio exterior de sus respectivos países alcanzaron un acuerdo que fija un plazo para eliminar los subsidios para la exportación de productos agrarios hasta el año 2013. La declaración final de estas negociaciones, que resolvieron una serie de puntos que obstaculizaban un acuerdo global sobre comercio, requiere que también los países industrializados abran sus mercados a bienes provenientes de las naciones más pobres del mundo, una meta de las Naciones Unidas desde hacía muchos años.
Esta declaración dio nuevos impulsos para que los negociadores trataran de concluir un conjunto de reglas comprensivas para el comercio internacional hacia fines del año 2006. Pascal Lamy, Director General de la OMC dijo: “Ahora creo que es posible. No lo hice hace un mes.”
A su vez, las negociaciones de Ginebra del 2006, fallaron en su cometido de producir un compromiso acerca de la reducción de los subsidios agrarios y de la disminución de tasas arancelarias.
4. El Grupo de los 20.
El Grupo de los 20, conocido también como G20, es una agrupación de países creada tras el final de la Quinta Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en Cancún del 10 al 14 de septiembre 2003.
En un comienzo, el bloque estuvo conformado por 22 miembros y actualmente son 19.
El grupo busca encarar las distorsiones y restricciones que afectan al comercio de productos agrícolas, en particular, subsidios de exportación y otras medidas, subsidios que distorsionan el comercio, y obstáculos al acceso de los productos de los países en vías de desarrollo.
Sus miembros son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Cuba, Egipto, Filipinas, India, Indonesia, Japón, México, Nigeria, Pakistán, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia, Tanzania, Venezuela y Zimbabue.
El “núcleo duro” del G20 es el G4, compuesto por la República Popular China, India, Brasil y Sudáfrica, países que albergan aproximadamente el 65% de la población mundial, el 72% de sus productores agrícolas y cerca de dos tercios de la producción agraria.
Después de la Conferencia Ministerial de Cancún (septiembre 2003), las negociaciones fueron interrumpidas para ser reanudadas en julio 2004 en Ginebra y declaradas fracasadas el 25 de julio de 2006 (Ginebra). En febrero 2007 las negociaciones se reiniciaron en torno al controvertido tema del comercio de productos agropecuarios. Para tal efecto, el Presidente de la OMC había presentado una nueva propuesta al grupo negociador de asuntos agrarios. Los ministros de comercio exterior de los Estados pertenecientes al G6 acordaron en Nueva Delhi (abril 2007) hacer un esfuerzo por concluir la Ronda hacia fines del año 2007.
En julio de 2007 la Ronda de Doha fue suspendida debido a que había caducado la autorización otorgada al Presidente Bush por parte del Congreso estadounidense en 2002 para negociar acuerdos comerciales en bloque, sin poder introducir enmiendas (Trade Promotion Authority o Fast Track). Dicho plazo para el fast track expiró sin que se hubiera cerrado un acuerdo entre los principales países. Hay que recordar que la política comercial en EEUU es de competencia del Congreso y para que el Ejecutivo pueda negociar acuerdos comerciales el Congreso debe otorgarle el Trade Promotion Authority.
Un mes antes, en junio de 2007, se había producido un último intento para alcanzar un acuerdo. Sin embargo, a los países emergentes (o en vías de desarrollo) las ofertas de liberalización agrícola de la UE y de EEUU les parecieron insuficientes y a su vez se negaron a reducir sus aranceles en manufacturas en la cuantía reclamada por los países industrializados.
Además, demandaron que la regulación de la OMC no les restara margen de maniobra (policy space) para poner en práctica políticas industriales activas.
De acuerdo a Federico Steinberg, catedrático del Real Instituto Elcano en Madrid, el colapso temporal de las negociaciones “no significa necesariamente el final de la Ronda de Doha, ni mucho menos el final de la OMC. La Ronda podría reabrirse cuando en 2008 el próximo presidente estadounidense intente obtener un nuevo Fast Track del Congreso, de mayoría demócrata.
Sin embargo, el hecho que las negociaciones hayan fracasado temporalmente constituye un problema para la consolidación de un régimen multilateral de comercio basado en reglas transparentes y predecibles. También hará más difícil que se produzcan avances en algunas de las iniciativas destinadas a beneficiar a los países más pobres, a los que se les prometió que la Ronda sólo les reportaría beneficios (en términos de acceso a mercados para sus exportaciones y ayuda para el comercio). Por lo tanto, el peligro consiste en que este fracaso afecte la credibilidad del sistema de “gobernanza” del comercio mundial, reduzca las oportunidades de crecimiento, sobre todo para los países en desarrollo y dé lugar a una nueva espiral de acuerdos bilaterales y regionales discriminatorios.
La meta de Nueva Delhi no pudo alcanzarse, por lo que se acordó celebrar una nueva reunión en Ginebra en julio del 2008, con lo que la Ronda debería recibir un impulso significativo y conducir a resultados medibles. La meta principal de la reunión actual en Ginebra es de acuerdo al Presidente de la OMC, Pascual Lamy- lograr acuerdos sobre la reducción de los aranceles proteccionistas así como de las subvenciones agrarias.
Liderada por EEUU y la UE, el objetivo de la Ronda de Doha es fortalecer el multilateralismo en un contexto de fuerte incertidumbre geopolítica internacional. Sin embargo, la Ronda ha tenido una evolución lenta y no ha logrado acuerdos sustanciales en prácticamente ninguno de los temas clave. A lo largo de las negociaciones se han ido excluyendo los temas más controvertidos, aquellos en los que resultaba evidente que no iba a ser posible el consenso, como la política de competencia o el tratamiento de las inversiones y de las compras públicas.
Ello permitió que desde 2004 se acotaran las negociaciones a la agricultura, las manufacturas y los servicios, áreas en las que era posible vislumbrar un acuerdo recíproco basado en el intercambio de concesiones que fuera políticamente aceptable para los principales países.
Sin embargo, incluso con esta agenda reducida y centrada en el acceso a mercados, ha sido imposible cerrar la Ronda antes de que el Presidente Bush perdiera el Fast Track. La actual situación de impasse es consecuencia de la oposición de los países avanzados a reducir su proteccionismo agrícola (tanto aranceles como subsidios) y de los países emergentes agrupados en torno al G-20 a reducir sus aranceles máximos permitidos para bienes manufacturados, así como de liberalizar en mayor medida sus sectores de servicios. Todos se han mostrado dispuestos a ceder en estos aspectos, pero no ha sido posible acordar en qué cuantía, lo que ha impedido cerrar la Ronda.
Por otra parte, es necesario tener en consideración que el impacto de un eventual fracaso de las negociaciones de la Ronda de Doha tendría consecuencias severas sobre la economía internacional en al menos tres aspectos:
a) Respecto de los aranceles.
El eventual colapso de las negociaciones no elevará el nivel de proteccionismo a corto plazo porque lo que se negocia en la OMC es una reducción de los aranceles y subsidios máximos permitidos, no de los aplicados en la realidad.
Como en las últimas décadas, casi todos los miembros de la OMC liberalizaron su comercio para insertarse en la economía globalizada; en la práctica, la mayoría de los aranceles que aplican están por debajo de los máximos permitidos por la OMC (lo que se suele conocer como bound tariffs).
El comercio manufacturero está prácticamente liberalizado en los países industrializados, que sólo mantienen aranceles algo más altos en textiles. Los países en vías de desarrollo, por su parte, siguen manteniendo aranceles mayores, pero siempre dentro de valores relativamente bajos en promedio (sobre todo si se los compara con las cifras de cualquier otro período de los últimos cien años). Por su parte, los aranceles agrícolas continúan siendo elevados, tanto en los países avanzados como en los países en desarrollo.
b) Respecto de los subsidios.
Otra importante distorsión en el comercio agrícola continúan siendo las subvenciones a la producción y a la exportación, en las que los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) gastan más de 350.000 millones de dólares anuales. Éstas dan lugar a la sobreproducción, reducen los precios en los mercados mundiales y no permiten competir en igualdad de condiciones a los países en vías de desarrollo.
Los perjudicados por el proteccionismo agrícola son los agricultores de los países que tienen ventajas comparativas en productos primarios. Incluyen desde grandes exportadores agropecuarios, como Brasil y Argentina, hasta pequeños países muy dependientes de la exportación de un solo producto agrícola, como Malawi (tabaco) y Chad, Burkina Faso, Benin y Malí (algodón). Estos países tienen difícil acceso a los importantes mercados de los países avanzados y tienen dificultades para competir con sus exportaciones subsidiadas.
En el conjunto de los países en vías de desarrollo viven cerca de 900 millones de agricultores en pobreza extrema, cuyos ingresos crecerían gracias a la liberalización agrícola, porque serían capaces de producir para mercados externos. Son los grandes perdedores del fracaso de las negociaciones de la Ronda porque muchas de las medidas acordadas en la cumbre de Hong Kong de 2005 estaban destinadas a ayudarlos, pero si la Ronda no se cierra, la mayoría de las mismas podrían quedar en suspenso.
Hay que señalar que la liberalización agrícola también podría perjudicar a algunos agricultores en los países en desarrollo, sobre todo en África. Se trata de aquellos que tienen acceso preferente a los mercados europeos y que sufrirían una erosión de sus preferencias o de los que producen fundamentalmente para mercados locales y no son capaces de exportar, quienes verían peligrar su subsistencia debido al aumento de la competencia. Para ellos sería necesario buscar sistemas de compensación.
c) Respecto de los aranceles progresivos.
Otro instrumento proteccionista especialmente perjudicial para los países en vías de desarrollo son los aranceles progresivos, que son aquellos que se incrementan en función del nivel de valor agregado que incorporan las importaciones que entran en los países avanzados.
Esto significa que las materias primas, algunos productos agrícolas y manufacturas poco elaboradas que exportan los países en desarrollo se enfrentan a bajos aranceles en los países ricos, pero éstos se incrementan rápidamente en cuanto se vuelven bienes más sofisticados, por ejemplo los alimentos procesados.
Este tipo de protección es perjudicial para el desarrollo porque al introducir un desincentivo a la innovación para aumentar el valor añadido de las exportaciones, dificulta a los países emergentes para diversificar su oferta productiva.
Los hechos más recientes se remontan al mes de julio 2008, donde se reunieron los Ministros de Comercio en Ginebra de cerca de 40 países miembros de la OMC para lograr concluir de manera exitosa la ronda de negociaciones en torno a la liberalización del comercio de productos agropecuarios e industriales iniciada hace 7 años en la capital del emirato árabe de Qatar, Doha.
Con tal acuerdo, los mercados de los países llamados “emergentes”, “periféricos” o “en vías de desarrollo” se habrían hecho más penetrables para las economías avanzadas y éstas se habrían abierto para las del “tercer mundo”.
Sin embargo, a siete años del inicio de las negociaciones, una serie de interrupciones y augurados fracasos, persistían en cerca de 200 puntos controvertidos en los cuales no se pudo llegar a un acuerdo. Tal vez los puntos más importantes y controvertidos son los relacionados con la cuantía en la que los países industrializados deben bajar los aranceles proteccionistas y la cuantía con la que pueden ser subvencionados los productores agrícolas en los países del norte. Para los países del sur, además, es de vital importancia conquistar mecanismos de protección especiales para evitar una “inundación” de sus mercados con productos agrarios del norte.
Mercados grandes de países emergentes, tales como India, Brasil e Indonesia, fueron instados a reducir sus aranceles proteccionistas para el ingreso de productos industriales provenientes del norte, una medida que habría favorecido claramente las economías de los países industrializados y sobre todo de China, a quien le interesaban los plazos especiales para la liberalización de su comercio exterior.
La Ronda de Doha fue llamada “Ronda de Desarrollo” debido a la importancia para los países del sur. Sin embargo, para merecer este nombre, los países industrializados deberían haber otorgado mayores beneficios a los países en vías de desarrollo. Éste no fue el caso, lo que provocó el rechazo de los países del sur en varias ocasiones y probablemente haya contribuido al fracaso de la reunión de Ginebra de julio 2008.
Como último comentario, cabe señalar que ninguno de los eventualmente alcanzables objetivos positivos para los países del sur habría sido de duración, debido a que los representantes del ejecutivo norteamericano se presentaron a las negociaciones sin contar con la autorización del parlamento de su país (el ya mencionado fast track), además de representar posiciones que la mayoría de los representantes norteamericanos, tanto republicanos como demócratas, rechazan. Incluso el sucesor del Presidente George W. Bush deberá enfrentar similares problemas, como la crisis inmobiliaria, el colapso de bancos, la estagnación económica y la disminución de los ingresos reales de sus ciudadanos, así como la pérdida de 3 millones de empleos industriales y de 300 mil granjas familiares, factores que provocan un rechazo de gran parte de la población hacia un incremento de la liberalización y de la neoliberalización.
5. Conclusiones.
En definitiva, la suspensión de las negociaciones no permitirá avanzar en algunos frentes en los que existen claras ganancias potenciales de la liberalización, sobre todo en algunos productos agrícolas y servicios, pero no significará un aumento del proteccionismo a corto plazo ni un colapso del sistema multilateral de comercio. Además, es posible que las negociaciones se retomen si el próximo presidente estadounidense elegido en 2008 obtiene un nuevo Fast Track del Congreso. Pero esto dependerá de que no se agudice aún más la severa recesión que aumenta las tensiones proteccionistas y de que el Congreso, dominado por el partido demócrata (que tradicionalmente ha sido más proteccionista que el republicano), no siga alimentando un neo nacionalismo económico que se sustenta en el elevado déficit por cuenta corriente estadounidense, sobre todo con China.
Por todo ello, habría que recomendar restar dramatismo al fracaso de las negociaciones de julio 2008 en Ginebra. Si tenemos en cuenta que las dos anteriores Rondas del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio o GATT (la de Uruguay y la de Tokio) duraron ocho y seis años respectivamente y se cerraron con cuatro años de retraso sobre el calendario previsto.
Por tanto, retrasar la de Doha hasta finales de la década no debería considerarse extraordinario. Parece poco probable que las negociaciones se reanuden dentro de los próximos 12 meses, debido a las elecciones presidenciales en EE.UU. En lo que a efectos inmediatos se refiere, concierne que se dejen de identificar ya ganadores y perdedores del fracaso de Ginebra
2008.
Del lado de los primeros se encuentran claramente los agricultores europeos y estadounidenses que pueden seguir contando con los subsidios y otras ayudas a la producción y exportación.
El arroz japonés seguirá gozando de un derecho de aduana del 700%. También los sectores industriales (especialmente automotrices y farmacéuticos) en los países en vías de desarrollo seguirán a salvo de derechos aduaneros elevados y en el plano ideológico serán fortalecidas las posturas de Venezuela y Bolivia que exigen un trato asimétrico entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo.
Entre los perdedores se encuentran los países del sur (con la salvedad de los países más pobres, en su mayoría de la África subsahariana, que contaban con excepciones respecto de la apertura de sus mercados) que no se beneficiarán de la esperada supresión de los aranceles aduaneros para acceder a los mercados del norte que afectan al 97% de sus exportaciones. La globalización del sector de los servicios desde el norte hacia el sur, deberá esperar unos años, ya que no contará con los beneficios esperados.
II. REUNIÓN PARLAMENTARIA.
De conformidad con lo señalado en la primera página y de acuerdo con la agenda aprobada, los representantes de la UIP y del Parlamento Europeo, señores Geert Versnick y Manuel Antonio Dos Santos, respectivamente, iniciaron la discusión al tenor de los discursos que se adjuntan como Anexos Nos 1 y 2, y en seguida los parlamentarios se abocaron a discutir acerca de de las consecuencias a largo plazo que producirá un bloqueo prolongado de las negociaciones en la OMC, en aspectos como:
El futuro de un sistema comercial multilateral centrado en la OMC, para el caso de que la Ronda de Doha no cumpla con las promesas en materia de desarrollo.
De esta manera, se analizó si era factible que una serie de acuerdos bilaterales pudieran reemplazar al sistema multilateral y otras interrogantes como:
¿Será visto el creciente proteccionismo como un obstáculo para la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio?
¿Son las normas y los procedimientos que rigen la adhesión a la OMC lo suficientemente transparentes?
Entre otros aspectos, se analizó, además, la efectividad del control legislativo sobre las negociaciones comerciales, específicamente a través del aporte que representan este tipo de Conferencias.
1. “Mirar más allá de Doha.”
El primer debate dijo relación con el tema “Mirar más allá de Doha” donde participó el Director General de la OMC, señor Pascal Lamy, cuyo discurso se inserta como Anexo N° 3.
En esta materia, el diputado señor León se refirió a los resultados de la reunión sostenida en Ginebra entre el 21 y 29 de julio de este año, donde concurrieron 153 ministros de Comercio de los países miembros de la OMC y donde no se obtuvieron acuerdos respecto de la liberalización del comercio de productos agropecuarios e industriales, lo que ha llevado a un cuestionamiento sobre el futuro de la Ronda de Doha.
Sobre el particular, recordó las palabras del Director General, quien declaró que los principales obstáculos dicen relación con “la creación de un mecanismo especial de salvaguarda agrícola para los países pobres”, a partir de lo cual se posibilita la introducción de aranceles extraordinarios sobre determinado producto en el caso de un abrupto incremento de las importaciones de un señalado producto agrícola o de una caída sostenida en los precios de éste en los mercados internacionales. El citado mecanismo de salvaguardas agrícolas fue rechazado por los países industrializados, quienes estimaron que la medida significaba el regreso a los tiempos del proteccionismo.
Pese a los fracasos relativos a los acuerdos comerciales de la Ronda, subrayó la necesidad de que los parlamentarios hagan todos los esfuerzos posibles para reiniciar las negociaciones con el objeto de lograr pactos comerciales que permitan la profundización de la liberalización del comercio agrícola e industrial entre los países miembros.
Asimismo, el diputado señor León coincidió con el Presidente de la Comisión Europea, señor José Manuel Durão, en cuanto a que el fracaso de las negociaciones de la Ronda y la falta de consenso para lograr la liberalización comercial entre los países miembros, ha traído como consecuencia una profunda decepción, lo que ha acarreado una retroceso a los impulsos destinados a obtener la liberalización de la economía mundial.
Pese a este impasse, reconoció, al igual que el Presidente de la Comisión Europea, la necesidad de avanzar en el proyecto de Doha con el objeto de beneficiar, fundamentalmente, a los países en desarrollo.
También se refirió a las declaraciones del Secretario General de la OEA, don José Miguel Insulza, quien destacó que el reciente fracaso en los acuerdos para la liberalización del comercio mundial, representa un golpe para los países en desarrollo.
Es por ello que el parlamentario chileno recalcó que la ausencia de consenso conlleva un impacto negativo sobre los países en desarrollo, dada la combinación de falta de acuerdo con los índices actuales de desaceleración de la economía mundial, la crisis alimentaria y energética.
Asimismo compartió los dichos del Secretario General de la OEA en torno a recordar que la Ronda de Doha busca un equilibrio de las normas del sistema de comercio en favor de los países en desarrollo, y de la necesidad de reiniciar las negociaciones destinadas a retomar los acuerdos alcanzados y de dar solución a los problemas pendientes.
Por ello, instó a sus pares a dar cumplimiento a sus deberes constitucionales de fiscalizar y supervisar la acción de los gobiernos en el ámbito del comercio internacional.
Sobre la base de esa idea, insistió en la obligación que les compete en cuanto a profundizar los avances sociales que contemplan las nuevas reformas que se estudian para la OMC, y muy especialmente en cuanto a promover la equidad de las negociaciones en torno a la liberalización del comercio internacional.
Recalcó que un sistema comercial basado en reglas claras y fuertes es fundamental para países pequeños como Chile. Visión que a su juicio, sería compartida por el sector empresarial, los consumidores, el mundo académico y ciertamente que por el Congreso Nacional.
Recordó los numerosos Acuerdos de Libre Comercio firmados por Chile, y el progreso y bienestar que ha acarreado la liberalización autónoma para el país, pero también señaló que no eran suficientes, puesto que los tratados comerciales no regulan disciplinas como los subsidios agrícolas o las medidas antidumping que tan injustamente castigan a nuestros exportadores.
Por eso recalcó que el éxito de la Ronda era fundamental.
En ese orden de ideas, argumentó que la liberalización del comercio agrícola y la reducción sustancial de los subsidios agrícolas mejorarán sustancialmente las oportunidades de negocios para los países en desarrollo.
Lo mismo que la liberalización del comercio de servicios, en especial en sectores de interés de los países en desarrollo como servicios profesionales y turismo, entre otros. También producirán beneficios otras disciplinas más fuertes y predecibles en subvenciones y antidumping, incluyendo la eliminación de las subvenciones a la pesca; que no sólo distorsionan el comercio de los productos marinos sino que afectan la sustentabilidad de los mismos.
Todo lo anterior, debería lograrse como parte del paquete de Doha, pues todo se podría perder si el colapso de julio se convierte en permanente.
Finalmente, instó a hacer un llamado a los negociadores para que vuelvan a la mesa con espíritu de responsabilidad histórica y, con la necesaria flexibilidad, para de esta manera llegar a un pronto acuerdo durante las próximas semanas.
Entre otras materias que ocuparon el debate, corresponde referirse a los siguientes:
2. “Desarticular las amenazas de los conflictos en relación a los productos alimenticios y la energía a través del comercio”.
Sobre el particular, se produjo un intercambio de opiniones sobre la escasez de alimentos y el aumento de los precios de la energía, desde un ámbito del comercio internacional como medio para ajustar la oferta y la demanda en una escena donde los países se disputan los mercados al ver que sus ingresos disminuyen. También, se discutió acerca del tema de los subsidios y de los derechos aduaneros que distorsionan el comercio y sobre la necesidad de reforzar las normas que rigen a la OMC.
En esta materia, el diputado señor León formuló una interrogante respecto al rol que le cabe al comercio internacional y específicamente a la OMC respecto de la amenaza de conflictos provenientes de la crisis derivada de las alzas en los precios de los alimentos y de la energía a nivel mundial. Frente a lo cual, no existe una respuesta clara y precisa.
Desde otro ángulo, recordó la Declaración de la Conferencia Parlamentaria sobre la OMC que tuvo lugar en Bruselas el año 2004, donde los parlamentarios se comprometieron a promocionar un comercio libre y justo, destacando, a la vez, la necesidad de que las negociaciones de la OMC involucren a los miembros de todos los niveles, poniendo énfasis en las ganancias reales que de ellas deriven para los países menos desarrollados.
Destacó, las dificultades que se han presentado en las negociaciones comerciales internacionales y la realidad actual, lo cual demuestra que tales anhelos no se han concretado.
Asimismo, formuló un par de comentarios respecto de la naturaleza de la crisis que se vive en la actualidad, cuyos elementos principales dicen relación con las situaciones negativas que han afectado a las distintas economías, como el tema del petróleo y otras de car��cter medio ambiental. Todas las cuales, si bien es cierto han producido efectos ya sea de mayor o menor envergadura en las distintas regiones del mundo, constituyen desafíos urgentes que no pueden ser soslayados.
Un primer aspecto, dice relación con algo tan esencial como son los alimentos y con algo tan específico como son el alza que han experimentado y su incidencia negativa en las economías y sistemas financieros.
Recalcó que lo más preocupante de estos efectos son los que dicen relación con la sobrevivencia de millones de seres humanos, y donde quienes se ven mayormente afectados, son precisamente los más pobres.
Un segundo aspecto abordado por el parlamentario chileno, no menos importante, y que junto con la dimensión comercial de la crisis, tanto en su origen como de sus consecuencias, se refiere a aspectos fundamentales para el desarrollo de los países pues incide en la calidad de vida de millones de personas.
Porque detrás de la producción de la agricultura se está haciendo referencia a la seguridad alimentaria, al desarrollo del sector rural, de su gente, de sus costumbres, del empleo de sus habitantes, a la sustentabilidad de las tierras y otras características ligadas a la temática medioambiental, aspectos todos que sobrepasan la interacción de la oferta y la demanda.
Es por ello, que señaló que los acuerdos internacionales deben considerar como esencial el desarrollo de los países y el bienestar de las mayorías y de ahí que se deba tener siempre presente la noción del comercio justo.
Entonces es aquí donde surge la necesidad de incorporar de manera más realista las condiciones mediante las cuales los países desarrollados deberían integrarse al comercio internacional, teniendo siempre en vista los importantes desequilibrios existentes en términos de tamaño y poder.
El equilibrio entre países pobres y países ricos en la realidad no es tal, en la medida que los primeros tienen poco que ofrecer en términos comerciales a los más desarrollados, como medida compensatoria para que éstos eliminen o cambien una medida que los perjudica.
De allí, que el diputado señor León sostuvo que era necesario transparentar más la información sobre los efectos reales de los actuales instrumentos de política en uso en países más adelantados, y ampliar la mirada más allá de las fronteras, teniendo presente su impacto respecto del resto.
En este orden de materias, señaló que era necesario evolucionar respecto del enfoque adoptado en las negociaciones, por cuanto no parecía posible encontrar soluciones reales sin avanzar hacia un comercio más justo, que contribuya al equilibrio entre los países y las regiones.
Por este motivo, recalcó que resultaba ineludible recordar el texto de la Declaración inicial de la Ronda de Doha en que se acordó situar los intereses y necesidades de los países en desarrollo en el centro de la agenda, como requisito esencial para avanzar hacia un sistema de comercio más justo y equitativo, de manera de alcanzar un desarrollo equilibrado entre los países y las regiones. Por tal motivo, formuló un llamado a los parlamentarios a estudiar mecanismos más justos y equilibrados, donde se generen oportunidades para todos.
Retomando el tema de la crisis alimentaria, argumentó que ella no tenía una causa única; pues era producto de múltiples factores. Pero claramente la protección del sector agrícola y las distorsiones al comercio y los precios jugaban un rol importante. Por ello, señaló que si bien la OMC no es la panacea, puede ayudar a la solución global. Para Chile, obtener un mayor acceso a los mercados agrícolas y menor distorsión es el camino a seguir.
Subrayó que había consenso en que el problema no era de disponibilidad de alimentos sino de su distribución en el mundo. En otras palabras, señaló, existe suficiente alimento para todos, pero la mala asignación de los recursos derivado de las políticas de subsidios ha implicado que los países ricos produzcan en exceso y los países pobres poco. La Ronda de Doha puede solucionar este dilema.
Una pronta y exitosa conclusión de la Ronda, según su criterio, implicaría el establecimiento de mejores reglas del juego en el comercio de bienes agrícolas. Específicamente, se pretende la eliminación de distorsiones y subsidios; un acceso a los mercados más estable y predecible; y en general, mayor transparencia en las reglas que rigen su comercio. En el mediano plazo, ello se traduciría, en un incremento de la producción de alimentos como consecuencia de la mejor asignación de recursos. Así, los productores agrícolas de los países en desarrollo obtendrían un incremento de sus ingresos y, más importante, mayores incentivos para invertir en el agro. La Ronda no sólo permitiría incrementar la producción de alimentos, sino que lo haría en donde más se necesita, esto es, en los países más pobres del planeta.
Al mismo tiempo, los países en desarrollo contarían con flexibilidades para dar solución a sus necesidades de desarrollo. Por ejemplo, no tendrían que limitar sus subsidios en casos de políticas de desarrollo agrícola y seguridad alimentaria.
Los mayores niveles de transparencia en las reglas del juego no sólo mejorarían las perspectivas de potenciales inversionistas en el sector, sino que generarían una cultura de políticas agrícolas no distorsionantes, que sumado a la cooperación técnica, abrirían la puerta a proyectos para mejorar la eficiencia de la producción y comercialización de alimentos en países en desarrollo.
Por otra parte, la Ronda de Doha también podría poner fin o limitar los subsidios que resultan de la sobre explotación de recursos marinos. Un porcentaje importante de la población mundial se alimenta de las proteínas derivadas de los productos del mar, sin mencionar los ingresos que se obtienen de esta actividad. Sin embargo, el uso indiscriminado de subsidios no sólo distorsiona el comercio sino que ha llevado a la depredación de la mayoría de las especies.
La sustentabilidad de los recursos frente a las costas y también en la alta mar, resulta ser para Chile una cuestión fundamental. En efecto, la seguridad alimentaria de las poblaciones costeras la mayoría con altos niveles de pobreza- dependen de reglas claras y fuertes que impidan la pesca subsidiada. Es por ello, que recalcó que era una irresponsabilidad para con las generaciones futuras seguir permitiendo que con millonarios subsidios se sigan depredando los mares.
En cuanto a la energía, recalcó que ella ha sido una de las áreas que ha concitado mayor grado de interés en la negociación de una mayor liberalización del comercio de Servicios. Un grupo de países presentaron una petición para una mayor apertura de mercado en las áreas de distribución de productos energéticos como construcción de tuberías o infraestructuras relacionadas con generación o distribución de energía.
Concluyó su intervención, señalando que Chile apoya algunas de estas peticiones y está abierto a mayores compromisos en la OMC, como ya se ha se ha venido haciendo en términos bilaterales. Ello porque nuestro país reconoce la importancia de asegurar la disponibilidad de fuentes energéticas variadas y a precios competitivos, ya que ello contribuirá a que los países puedan participar y competir adecuadamente en el mercado mundial.
3. “¿Puede contribuir el comercio internacional a atenuar el cambio climático?”
Sobre esta materia, se dio una importante discusión acerca de los efectos adversos del cambio climático sobre los ecosistemas naturales, la economía y la salud humana, donde aún resta por implementar políticas, como pudieran ser, la reducción de las emisiones de gas con efecto invernadero o terminar con los modelos de producción y consumo irresponsables.
Otras interrogantes que se plantearon dijeron relación con el tipo de normas comerciales que se requerirían para limitar el cambio climático causado por actividades relacionadas con el comercio o desde otro punto, sobre qué medidas se podrían adoptar para ampliar la capacidad del comercio internacional con el objeto de atenuar las tendencias ambientales desfavorables.
Sobre esta materia, la intervención preparada por el diputado señor León, destacó una frase de Albert Einstein que dice: “El mundo no sobrepasará su presente estado de crisis con los pensamientos que lo llevaron a la situación actual”, afirmación que mantiene su vigencia en la actualidad y que dice relación con la necesidad de construir un nuevo paradigma.
Del mismo modo, recordó el Cuarto Informe del Panel Internacional para el Cambio Climático, el Informe Stern sobre “La Economía del Cambio Climático” y el impactante documental de Al Gore, “Una Verdad Incómoda”, los que han logrado situar la temática del Calentamiento Global, o Cambio Climático, en el primer plano de todos los foros, discusiones y estudios que abordan el tema del desarrollo futuro de la humanidad.
Es por ello que señaló que el Cambio Climático ha sido definido como el mayor desafío de la humanidad actual y el consenso alcanzado por la comunidad científica internacional impide que se continúe soslayando el tema como se hizo durante varias décadas.
De esta manera, precisó que este fenómeno puede resumirse teniendo presente que las concentraciones en la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI) han alcanzado valores equivalentes a unas 430 partes por millón (ppm) de CO2 equivalente, en comparación con el valor de 280 ppm, el mayor registrado en la milenaria historia del planeta, con anterioridad a la Revolución Industrial.
Se refirió, además, al Informe Stern donde los cálculos señalan que los costes anuales de la estabilización a niveles de 500-550 ppm CO2 (cifra bastante por encima de los niveles actuales) sería del 1% aproximadamente del PIB para el 2050, nivel sin duda significativo aunque viable.
El diputado señor León destacó, principalmente, dos aspectos relativos al cambio climático:
El primero, relacionado con el fenómeno del calentamiento global en cuanto a que las temperaturas promedio de la superficie del planeta, incluyen variaciones de diferente signo dependiendo de las latitudes y geografías regionales o locales.
En ese entendido, sostuvo que el cambio climático se manifiesta por la existencia de fenómenos climáticos extremos más frecuentes, prolongados e intensivos: más sequías, más lluvias torrenciales destructivas, fríos y/o calores extremos más intensos, huracanes y tifones más frecuentes, derretimiento más rápido de los glaciares y hielos polares, etc.
En segundo término, precisó que era necesario tener en cuenta la contribución diferenciada de los países desarrollados y de los países en desarrollo. Ello se aprecia de modo más nítido si, en vez de estimar valores absolutos de las emisiones, se consideraran las emisiones per capita. En efecto, suele decirse que China e India, han pasado a ser los “principales culpables” del Calentamiento Global. Sin embargo, al analizar las emisiones per capita la realidad es muy diferente. Según datos del Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del año 2006, las emisiones per capita por país muestran una realidad muy distinta. Las emisiones per capita de un estadounidense promedio son más de 6 veces las emisiones promedio de un ciudadano chino o latinoamericano y más de 16 veces las de un ciudadano indio.
Hizo hincapié en que factores como la inestabilidad financiera, la inseguridad en el abastecimiento de energía limpia a precio razonable, la extrema fragilidad de la llamada seguridad alimentaria, la destrucción de las redes sociales en el campo, entre otros, constituyen desafíos para lograr el desarrollo equilibrado de los países. Sin embargo el Calentamiento Global se ha convertido en la principal amenaza en los últimos años. Todo esto muestra que la apertura del comercio por si solo, como única variable a considerar, no ha logrado estabilizar un rumbo de crecimiento sostenido y parejo para la humanidad en su conjunto.
Es por ello que sostuvo, que en caso de no revertirse los procesos en curso, los países más pobres y atrasados en su desarrollo sufrirán de manera más profunda sus consecuencias.
De acuerdo a la Organización Mundial de Comercio (OMC), la liberalización del comercio no es un fin en sí mismo: está vinculada a valores humanos y a objetivos de bienestar fundamentales, consagrados en la carta fundacional de la OMC y en el Acuerdo de Marrakech.
Estos objetivos son, entre otros, la mejora de los niveles de vida, la utilización óptima de los recursos mundiales de conformidad con el objetivo de un desarrollo sostenible, la protección y conservación del medio ambiente.
Sin embargo, el complejo equilibrio entre el respeto a las normas de un comercio internacional abierto, libre y equitativo, y la coherencia con compromisos adquiridos en el marco de convenciones y acuerdos internacionales en otros ámbitos, respecto del Cambio Climático, muchas veces se resuelve en base al criterio de que la remoción de barreras al comercio traerá, por si sola, la solución más eficiente y equitativa a todos los problemas del desarrollo.
Finalmente, el diputado señor León propuso incorporar en la discusión dos elementos básicos.
Para ello, trajo a colación la reflexión del señor Bernard Lietaer, ex Presidente del Banco Central de Bélgica, en cuanto a que el sistema monetario actual privilegia el corto plazo, conspira, y clausura cualquier posibilidad, para que se puedan introducir de forma gravitante y significativa, variables de largo plazo. La lógica de corto plazo en los negocios conspira contra la salud del planeta.
En segundo lugar, se refirió al informe de la ONU, que señala que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de la flota mercante mundial son casi tres veces superiores a lo que se creía hasta ahora. Esas emisiones han alcanzado 1,12 miles de millones de toneladas de CO2 equivalentes anuales, lo que representa el 4.5 por ciento del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). Estas equivalen a las emisiones de una población de 100 millones de personas que habitan en países desarrollados, o de 530 millones de personas de países con desarrollo humano medio.
Propuesta.
Considerando la gravedad de fenómeno del Cambio Climático, el diputado señor León propuso que el texto de Documento Final incorpore una invitación a los miembros de la OMC a que, en cada uno de los acuerdos y normas que adopten y en las recomendaciones que dirijan a los diferentes países miembros, consideren de forma prioritaria las consecuencias que puedan tener estas medidas en el agravamiento o mitigación del fenómeno del Calentamiento Global.
4. “El comercio en la era de la revolución digital.”
Durante la discusión se destacó la importancia de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en el crecimiento económico, y especialmente en los países en vías de desarrollo.
En este sentido, se discutió acerca del rol de los parlamentarios en la elaboración de un marco legislativo y reglamentario favorable al comercio electrónico y de fortalecimiento de las capacidades.
Sobre el particular, el diputado señor León, en su presentación, argumentó que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, llamadas TIC, posibilitan la creación, el desarrollo y la expansión a nivel global y local de un nuevo espacio social.
Precisó que no sólo estamos ante un conjunto de herramientas e instrumentos, sino ante una transformación de mayor envergadura, es decir, ante un nuevo espacio-tiempo de base tecnológica en el que puede desarrollarse la sociedad de la información.
Sostuvo que la importancia que la sociedad atribuye a las TIC en relación al crecimiento económico se manifiesta en el gran número de iniciativas adoptadas, especialmente a nivel internacional, para promover el desarrollo y la adopción de las mismas. Existe un acuerdo general en que las TIC afectan a todos los sectores de la sociedad y la economía, pero su función como instrumento de desarrollo y crecimiento económico merece especial atención.
Es así, como resaltó, lo que señala el Informe sobre Comercio Electrónico y Desarrollo publicado por la Unctad en 2003, en cuanto al efecto de las TIC en el funcionamiento, la competitividad de las empresas e industrias, lo que se logra por medio del aumento de las corrientes de información, que tiene por objeto la transferencia de conocimientos y la mejora de la organización. En general, destacó que las TIC se han transformado en importantes instrumentos para aumentar la capacidad productiva y la competitividad internacional bajando los costos de transacción de la producción, el intercambio de bienes y servicios y aumentando la eficiencia de las funciones de gestión y la información que las empresas pueden intercambiar y aprovechar.
Es así como las TIC ayudan a aumentar la rentabilidad de las actividades productivas actuales, pero también posibilitan el surgimiento de nuevas actividades, como la subcontratación de servicios en línea y la producción de diferentes tipos de productos.
Es por estas razones que los países, especialmente aquellos en desarrollo, pueden diversificar sus economías, aumentar la competitividad de sus exportaciones y producir servicios de alto valor agregado que potencian la economía nacional.
El diputado señor León, en el documento preparado, precisó que el aporte que representan en las diversas áreas antes mencionadas, hasta ahora las TIC se han desarrollado y adoptado solo parcialmente en los países en desarrollo.
Las causas de ello comprenden el desconocimiento de lo que pueden ofrecer las TIC, la insuficiencia de la infraestructura de telecomunicaciones y conectividad con Internet, el alto costo del acceso a Internet en algunos casos, la falta de marcos legislativos y regulatorios adecuados, la escasez de la capacidad humana necesaria, la falta de uso de idiomas y contenidos locales, y la falta de espíritu de empresa y de una cultura empresarial abierta al cambio.
De esta manera, destacó que la convergencia de diversas tecnologías TIC (telefonía, televisión, dinero electrónico, redes telemáticas, digitalización, hipertexto, multimedia, videojuegos, realidad virtual, satélites de telecomunicaciones, etc.) ha generado desde fines del siglo veinte, un sistema tecnológico, que se ha difundido muy rápidamente por los diversos países y sectores sociales. Este espectacular desarrollo tecnológico llevado a cabo durante la última década, ha tenido como una de sus consecuencias fundamentales la proliferación del comercio electrónico, pasando así las cuestiones relativas al mismo y su aporte al crecimiento económico a ocupar un lugar destacado.
En ese sentido, el comercio electrónico se podría definir como aquel que está basado en el tratamiento electrónico y de transmisión de datos, que abarca actividades muy diversas que van desde el intercambio de bienes y servicios a la entrega en línea de información digital, pasando por la transferencia electrónica de fondos, la actividad bursátil, la contratación pública, servicios de post venta, marketing y publicidad, etc.
Precisó que la “Sociedad de la Información” ha encontrado en Internet un canal de flujo hecho a medida, rápido, barato y cada vez más extenso y eficiente, por lo cual ha sido adoptado como una de las herramientas más eficaces para llevar a cabo el comercio electrónico.
En resumen, las grandes ventajas y efectos económicos del comercio electrónico pasan por el cambio en la estructura de empresas y sectores, el mayor y mejor acceso a la información, la reducción de costos, una mayor rapidez en las transacciones, la entrada de nuevos participantes (por ejemplo PYMES) y la facilitación en la investigación y comparación de los mercados.
En razón de lo anterior, subrayó que en su rol de parlamentario destacaba el consenso general existente respecto a que las nuevas tecnologías de la información y comunicación ofrecían extraordinarias oportunidades para el comercio electrónico, siendo un instrumento relevante para el desarrollo y crecimiento económico.
Es por ello, que sugirió que en el marco de la OMC los parlamentarios deberían impulsar la adopción de normas y reglamentos que faciliten el despliegue del comercio electrónico, que favorezca el acceso universal a las TIC superando la brecha digital, especialmente para aquellos que corren peligro de quedar rezagados y aún más marginados.
Por último, tuvo presente que precisamente este año, se habían cumplido 10 años (20 de mayo de 1998) desde que los Ministros adoptaran la “Declaración de la OMC sobre Comercio Electrónico”. En ella hacían un doble compromiso. Por una parte, que los Miembros de la OMC mantendrían “su práctica actual de no imponer derechos de aduana a las transmisiones electrónicas” (la llamada moratoria). Por la otra, establecerían “un programa de trabajo amplio para examinar todas las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico mundial que afectan al comercio”.
Este plan de trabajo fue adoptado ese mismo año y se encomendó a los principales órganos de la OMC (el Consejo General, los Consejos de Mercancías, Servicios, Propiedad Intelectual y el Comité de Comercio y Desarrollo) que examinaran estas cuestiones. Esto se ha traducido en la redacción de notas preparadas por la Secretaría sobre los distintos temas y presentaciones de los Miembros de la OMC. Además, el Consejo General ha destinado cinco sesiones a temas “transversales” del comercio electrónico, es decir a temas relacionados con más de uno de los acuerdos de la OMC, entre los cuales se pueden mencionar la clasificación del contenido de ciertas transmisiones electrónicas, temas de desarrollo, implicancias fiscales del comercio electrónico y el cobro de aranceles a las transmisiones electrónicas.
Por último, se refirió a que tanto la moratoria como el plan de trabajo se han ido renovando cada vez que hay una reunión ministerial, sin embargo, en lo que respecta al plan de trabajo, éste no ha sido abordado con la intensidad debida. Lo anterior ha ocurrido probablemente porque a solo tres años del lanzamiento del plan de trabajo nació la Ronda de Doha y por lo tanto, los Miembros se han abocado a estas negociaciones.
Diálogo con los negociadores de la OMC.
La Conferencia también contempló un importante espacio de diálogo con los negociadores de la OMC en un momento especialmente difícil para el futuro de la Ronda de Doha, debido a las posiciones divergentes que mantienen los diversos miembros de la OMC sobre cuestiones claves en la agricultura, el acceso a los mercados de los productos no agrícolas y los servicios, lo que hacen que su futuro sea incierto.
Uno de las cosas destacables, fue el inicio de un debate sobre temas donde la OMC tiene mucho que aportar, pero donde hasta la fecha no se ha hecho nada, porque los esfuerzos han estado centrados en la Ronda.
Básicamente, se sostuvo que era indispensable avanzar sobre los acuerdos ya consensuados de manera de no perder el impulso de las negociaciones.
5. “Proposiciones de enmiendas a las normas de procedimiento de la Conferencia Parlamentaria sobre la OMC.”
Las normas vigentes fueron aprobadas en Bruselas el año 2004 y, transcurridos algunos años, se estimó necesario introducir determinadas modificaciones con la finalidad de instaurar un sistema de rotación de los miembros del Comité de Conducción entre los diferentes parlamentos nacionales.
Tales enmiendas serán implementadas de manera progresiva y para tales fines se estableció una lista de las regiones geográficas para llevar a cabo la señalada rotación.
En este orden de ideas, se analizó una propuesta que se adjunta como Anexo N° 4 de este informe, y que básicamente introduce modificaciones al artículo 4°, relativo al Comité de
Conducción y de Secretaría, la cual fue aprobada por unanimidad.
El señalado Comité está constituido conjuntamente por la Unión Interparlamentaria y el Parlamento Europeo.
Sus objetivos se refieren a la organización de la Conferencia y sus decisiones se adoptan por consenso.
La modificación planteada dice relación con una ampliación de los participantes, de establecer ciertos criterios de permanencia en cuanto a la participación de los distintos representantes, teniendo siempre presente los criterios de distribución geográfica equitativa, duración del cargo en el Comité de Conducción y el establecimiento de las regiones geográficas para los fines de la rotación.
Finalmente, cabe tener presente que los representantes de Nigeria, como miembros de la asociación de parlamentos francófonos, solicitaron recibir el mismo trato que tiene la OMC con los parlamentos miembros de la Commonwealth, esto es que puedan participar en el Comité de Pilotaje, situación que será estudiada durante la próxima reunión por parte del Comité Directivo.
6. “Código de Conducta de las relaciones entre los gobiernos y los parlamentos en lo que concierne a las cuestiones comerciales internacionales.”
Finalmente, la agenda contemplaba el tema relativo al Código de Conducta de las relaciones entre los Gobiernos y los Parlamentos, cuyo texto se adjunta en Anexo N° 5, y que fuera también aprobado por unanimidad.
Las principales ideas de este documento se refieren a ejercer un control sobre las políticas comerciales que practican los gobiernos, tanto en los planos bilaterales como multilaterales, de manera que los parlamentarios puedan aumentar su grado de influencia.
Se destacaron, asimismo, tres elementos fundamentales, como son: cantidad, calidad y oportunidad de la información que reciben los parlamentarios sobre estas materias.
Que ella sea entregada en tiempo a fin de que puedan analizarla y de esta manera participen de un modo más activo en la adopción de decisiones importantes y así puedan influir de un modo más directo en las decisiones de los gobiernos.
El Comité Directivo se centró en el análisis de las causas del fracaso de la reunión de julio, en temas como el agrícola y el del acceso a los mercados no agrícolas (Nama), aspectos fundamentales para la conclusión de la Ronda.
III. DOCUMENTO FINAL.
El proyecto de documento final de la Conferencia Parlamentaria de la OMC fue objeto de variadas observaciones. Fue así como el diputado señor León presentó un texto que contempla diversas modificaciones, el cual se adjunta como Anexo N° 6.
El texto final de la declaración adoptada por unanimidad, se adjunta en Anexo N° 7.
Cámara de Diputados, a 15 de septiembre de 2008.
(Fdo.): JACQUELINE PEILLARD GARCÍA, Dirección de Asuntos Internacionales”.
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