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- rdf:value = " El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , estimados colegas, el 13 de junio de 1980 se promulgó el decreto con fuerza de ley N° 1-3063, con la firma del Mandatario de ese entonces, don Augusto Pinochet ; de don Sergio Fernández , Ministro del Interior , y de don Sergio de Castro, Ministro de Hacienda .
Mediante un decreto que hace muy feliz a un querido y estimado amigo y colega, se determinó el traspaso del sistema de educación pública a los municipios del país,...
El señor CHADWICK .-
¡Descentralizaron...!
El señor MUÑOZ BARRA.-
...asignándole al Estado chileno lo que todos sabemos: solo una condición de subsidiariedad.
Lo ocurrido ese año y que comenzó a aplicarse en 1981 no fue la conclusión de un debate plural de expertos en educación que, con fundamentos técnicos, hubiesen podido concluir que la nueva institucionalidad era superior a la educación pública que habíamos conocido históricamente en el país.
Dentro de las iniciativas extrañas que transcurrieron durante ese proceso, no puedo dejar de recordar, por ejemplo, la abolición de las escuelas normales, donde se formaban los maestros de la Educación Básica, profesionales de tal calidad y excelencia, que muchos de ellos eran llamados a organizar sistemas educacionales en otros países de América Latina.
Por eso, con el mayor de los respetos, permítanme decir que no comparto -incluso, lo considero injusto- que el día de ayer la distinguida Ministra del ramo, señora Mónica Jiménez , haya dicho que la calidad de la educación pública no solamente era una leyenda, sino que quedaba en el pasado. Si revisa su intervención de ayer, confirmará que hizo tal afirmación.
Me parece injusto, porque hay toda una historia en torno de la educación pública en el país.
Pero no me detendré en un debate pequeño ni entraré a discutir -como algunos sostienen- para sacar dividendos políticos. Quiero plantear solo hechos concretos.
Han pasado 27 años del momento en que se declaró que la educación tendría carácter municipal. Y desde 1990 a 2008, el presupuesto de Educación se incrementó en 6 veces.
Tengo a la vista la cifra de 1990: 631 mil 339 millones de pesos. En 2006 se gastaron 2 billones 461 mil 468 millones de pesos. Esa es la inversión que llevamos hasta este minuto.
Entonces, en un debate reposado, sin dogmatismos, deseo señalar que, al calor de esos 631 mil 339 millones del año 90, de los 2 billones que acabo de dar a conocer y de los años que han pasado, resulta lícito que -con ponderación, por supuesto- veamos los resultados de esta educación que se halla bajo el alero de los municipios desde 1981.
A partir de esa fecha, la matrícula en colegios municipales ha ido en regresión. Lo planteo debido a que muchas veces decimos que el Estado tiene el deber ineludible de entregar una educación pública de buena calidad para las personas de sectores más humildes.
Escuchen bien los señores Senadores: 48,8 por ciento de los estudiantes de Enseñanza Media se matriculó en establecimientos municipales; 51,2, en los subvencionados, y 7,9 en los privados.
Esos porcentajes no solo se encuentran lejos de lo que ocurre en países desarrollados, sino también de lo que sucede en naciones de América Latina, como Argentina, Brasil, México y Uruguay .
Pero sigamos el debate con hechos concretos, una vez transcurrido tanto tiempo del invento hecho con la educación pública municipalizada.
Ese tipo de educación, después de 27 años y con todos los recursos entregados, muestra la triste realidad de que 40 por ciento de los alumnos no alcanza el mínimo en lenguaje; 40 por ciento de los jóvenes tampoco llega a ese nivel en matemáticas, y solo 43 por ciento lo consigue en ciencias naturales.
Entonces, uno tiene que preguntarse: ¿por qué ocurre eso? ¿Por qué, pese a tanta inversión, se dan resultados tan lejanos a lo que queremos?
Es el momento de que comencemos a analizar la estrategia que está empleando el Ministerio, o mi Gobierno.
Dentro del cuadro sinóptico de esta intervención, que está acotado en el tiempo, también quiero ir mostrando otras realidades de lo acontecido en estos 27 años.
¿Qué pasa con la parte económica? Reparen Sus Señorías en los recursos envueltos. Me voy a referir solo a la última deuda municipal en materia educacional: solo la Municipalidad de Santiago tiene un déficit de 11 mil millones pesos; y en su conjunto, la deuda de los municipios asciende a 98 mil millones.
Yo señalaba aquí que en el año 90, cuando llegaron los Gobiernos democráticos, en Unidad de Subvención Educacional se gastaba por sobre los 631 mil 339 millones de pesos -repito: 631 mil 339 millones-; ahora se paga en USE por encima de 2 billones 461 millones 468 mil pesos. O sea, se trata de un buen negocio.
Por eso, la educación actual se halla en el mercado y muchos empresarios, en vez de incursionar en otras actividades comerciales, no encuentran nada mejor que instalar un colegio de Educación Básica o Media.
Dentro de esa estrategia educacional -que, con buena voluntad, tenemos que corregir entre todos-, se creó, por ejemplo, la Jornada Escolar Completa, que fue anunciada con bombos y platillos. Pero, dentro de este carácter tan abstracto de la estrategia desarrollada en la materia, aquella no tiene novedad ni interés para los jóvenes, porque no se elaboró en ella un currículum educacional, de contenido, que realmente implicara preocupación en los alumnos para participar en forma positiva en la Jornada Escolar Completa. Incluso, se ha llegado a decir que el sistema tiene como objetivo que los niños permanezcan más tiempo en la escuela -porque en esta sociedad de consumo trabaja el papá y la mamá-, a fin de que no anden en la calle y formen pandillas en las poblaciones. ¡Dejémoslos en los colegios, pero sin un programa de contenidos ni una malla curricular que realmente apunte a una mejor educación!
Es tal la precariedad de nuestro sistema educacional que, aunque pronunciemos los más hermosos discursos o presentemos los mejores folletos, ahí está la realidad, porfiadamente ante nosotros.
En Chile, de un total de 10 mil escuelas básicas, 4 mil son rurales. En estas -hay muchas en los distritos de los señores Senadores aquí presentes- no se da el problema de la masividad. A veces se sostiene, y con razón, que en muchas ocasiones los cursos en los colegios públicos de las ciudades tienen demasiados alumnos -40 ó 45-, lo cual impide que se imparta una educación personalizada. Se realiza una especie de monólogo en donde el profesor imparte su materia y los alumnos escuchan en forma pasiva. En el sector rural no ocurre eso. Allí no se produce masividad. Las escuelas rurales tienen 14, 16, 18 alumnos. Sin embargo, el resultado de ellas no solo es malo, sino pésimo.
Por consiguiente, cabe preguntarse: ¿cuál ha sido el efecto positivo de los dineros entregados desde 1990 a la fecha? Algo pasa.
La institucionalidad tiene aquí una responsabilidad que tenemos el derecho a plantear y enfrentar, para ver si se genera una meditación que permita corregir un problema cuya solución tanto interesa.
Por ejemplo, muchas veces escucho a señores Senadores decir con absoluta convicción que debemos modernizarnos; que tenemos que llevar nuestra educación al mismo nivel de los países desarrollados.
Pero les demostraré a Sus Señorías que vamos por el camino contrario, en una estrategia al revés.
La participación del Estado en educación básica y media es la siguiente, según una muestra representativa de países desarrollados.
-En Alemania, el 92 por ciento de los estudiantes se matricula en establecimientos públicos y el 8 por ciento, en planteles privados.
-En Canadá, el 94 por ciento se matricula en establecimientos públicos y el 6 por ciento, en privados.
-En Estados Unidos, el 94 por ciento se matricula en establecimientos públicos, o con financiamiento estatal, y el 6 por ciento, en privados.
-En Finlandia, el 93 por ciento se matricula en establecimientos públicos y el 7 por ciento, en privados.
-En Italia, el 96 por ciento lo hace en establecimientos públicos y el 4 por ciento, en privados.
¿De dónde sale esta información? De la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Si observamos el porcentaje de estudiantes matriculados en enseñanza básica según tipo de institución, siguiendo la misma fuente de información, encontramos los siguientes resultados.
-En Australia, el 71,1 por ciento se matricula en establecimientos públicos y el 28,3, en instituciones subvencionadas por el Estado.
(Estos datos son mucho más concretos que un discurso de análisis, porque corresponden a hechos reales del mundo de hoy).
-En Finlandia, donde las entidades que financian la educación son el Estado y los municipios, el 95,8 por ciento corresponde a establecimientos públicos y el 1,2, a planteles subvencionados.
-En Francia, el 85,4 por ciento de los alumnos se matricula en instituciones públicas; el 14,3, en planteles con subvención estatal, y solo el 0,2, en independientes o privados.
-En Alemania, el 97,3 por ciento se matricula en establecimientos públicos y el 2,7 por ciento, en planteles financiados por el Estado.
-En Estados Unidos, el 89,2 por ciento asiste a establecimientos públicos y el 10,2 por ciento, a privados.
-En el Reino Unido, el 95,1 por ciento se matricula en establecimientos públicos y el 4,9, en privados.
Voy a dejar hasta aquí esta información, que es a prueba de cualquier desmentido.
Estimados colegas, ahora se nos pide que votemos la presente iniciativa. Con ella, se nos propone una nueva institucionalidad después de 27 años. ¡Después de 27 años nos presentan -si me permiten decirlo así- otro engendro raro!
Quiero señalar que nuestro actual sistema de educación -y esto no se puede refutar- no existe en ninguna otra parte del mundo. Solo lo tiene Chile.
En ese plano, uno podría sentirse orgulloso si los resultados estuvieran a la altura y al nivel de los recursos que se han entregado.
Hoy somos un país muy especial, pues prácticamente tenemos 346 Ministros de Educación (347 sumando a la actual Titular de la Cartera aquí presente). Ello, porque cada alcalde es ministro en su comuna. Y yo no sé si eso produce la vertebración o la homogenización del trabajo educacional.
Ahora nos proponen el presente proyecto de ley.
Quiero preguntarles a los señores Senadores si han captado bien su contenido. Porque se crean corporaciones educacionales integradas por municipios, por particulares, por padres y apoderados; es decir, se sugiere algo mucho más enredado y complejo que lo que tenemos hoy.
Además, se nos ha dicho que viene una iniciativa legal que afianzará la educación pública. Y se nos ha hecho llegar una minuta. Algunos señores Senadores que participaron en aquel acuerdo sellado en ese evento en que todos levantaron los brazos dijeron que había unanimidad para la redacción de las modificaciones requeridas.
Yo no estuve ahí en la levantada de brazos. Pero me he puesto a estudiar la minuta y algunos otros antecedentes. Y quiero decir a Sus Señorías, con la modestia y la humildad de ser profesor, que algo entiendo de esta materia.
¡No digo que fui un docente muy brillante, pero me desempeñaba como tal...! ¡Lo señalo, porque ya conozco a mis colegas...!
El señor PÉREZ VARELA .-
¡De ahí viene el problema de la educación...!
El señor MUÑOZ BARRA.-
En realidad, cuando egresé obtuve uno de los más altos rendimientos de mi generación.
El señor LETELIER .-
¡Es que eran muy poquitos entonces...!
El señor ÁVILA .-
¡Que muestre los documentos...!
El señor MUÑOZ BARRA.-
Uno de los más altos puntajes en práctica docente. Lo planteo para darme algún caudal profesional y moral en este debate.
Analicé la conformación de esas corporaciones públicas, locales, y creo que es una especie de puzzle. Si con lo que hay ahora resulta difícil desarrollar un sistema educacional exitoso y con buenos resultados, con la nueva modalidad las personas pasarán en reuniones o contestando correos electrónicos para poder interpretar lo que cada parte debe hacer.
Señora Ministra de Educación , con todo el respeto que usted me merece, quiero decirle que, hasta el minuto, mi voto es negativo a la iniciativa planteada. Y me pronuncio así por las conversaciones que he sostenido con muchos colegas profesores a través del país y porque conocí también el sistema de educación basado en un Estado docente, que daba la posibilidad de acceder a una enseñanza de buena calidad a personas que veníamos de los orígenes más humildes de nuestra sociedad.
Esa es mi posición como Senador. No digo que corresponda a la de mi Partido. Mi colega fundamentará su postura sobre el particular.
Tales argumentos, muy rápidamente esgrimidos por efecto del poco tiempo que se nos da, me llevan a tener esta actitud muy clara y muy responsable. Por eso señalo a la señora Presidenta -como expresó otro señor Senador- que lo lamento mucho, pero aquí estamos por elección popular y votamos en conciencia.
Por todo ello, en conciencia y en representación de lo que yo creo, votaré en contra de la idea de legislar.
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