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- rdf:value = " El señor ULLOA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Gonzalo Uriarte .
El señor URIARTE.-
Señor Presidente, en la vida en general y en la política en particular, hay una conducta comparable, por su gravedad, a mentir, que es contar verdades a medias para después construir una gran mentira.
Cuando esa conducta se tiene con gente pobre, con personas vulnerables, con personas que deben levantarse mucho más temprano, que salen horas antes de sus casas y aun así llegan tarde a sus trabajos, el acto en sí mismo es mucho más grave.
Eso está pasando en la discusión de este proyecto, porque nadie se atreve a decir la verdad. Corríjanme si no es así. No he escuchado a nadie decir que se trata de un gran proyecto de ley, que bajará las tarifas del transporte público en Santiago y en regiones. Hasta donde sé, su artículo 7º transitorio dice otra cosa. Tampoco he escuchado a nadie decir que el proyecto garantiza que las tarifas no subirán el próximo año o que mejorará la calidad del servicio del Transan-
tiago. Todos están aferrados a verdades a medias, y al final, nadie dice la verdad completa.
El proyecto no se hace cargo de los problemas de calidad de servicio, ni del déficit estructural del Transantiago, ni muchos menos de la realidad del transporte rural. Por eso no hubo acuerdo.
Con el diputado Cristián Monckeberg hicimos un esfuerzo extraordinario, junto a muchos otros parlamentarios de la Comisión de Obras Públicas y Transportes, y lo volveríamos a hacer, porque nos duele profundamente la humillación y el sufrimiento de millones de chilenos que lo han pasado muy mal con el Transantiago y porque también veíamos en el proyecto la gran oportunidad para hacer justicia. Santiago no es Chile, queríamos un trato igualitario con el transporte rural. Les recuerdo que diputados de la Alianza fueron los que pusieron en discusión el tema.
Trabajamos arduamente en ese gran intento de acuerdo, porque queríamos que el kilómetro recorrido en regiones costara lo mismo que en Santiago. Fueron muchos los ejemplos, como el de Melipilla, donde la tarifa escolar es mucho más cara que en Santiago. Demostramos la inequidad con el transporte rural; esos 1.450 pesos que paga cualquier persona por recorrer una distancia de cuarenta o cincuenta kilómetros no guarda relación con lo que ocurre en Santiago.
El esfuerzo que hicimos fue gigantesco, pero comprobamos que el Gobierno no estaba dispuesto a aceptar ninguna de nuestras exigencias a la calidad del servicio para disminuir los tiempos de espera en los paraderos, para disminuir la cantidad de transbordos, para hacer el viaje más placentero y más corto, para tener un transporte más seguro y menos contaminante. No hubo ningún compromiso concreto.
En materia de déficit, para qué hablar: 52 millones de dólares al mes. No fueron capaces de disminuir el déficit y tampoco de anticipar el que se iba a producir mensualmente. En el proyecto nada se dice. Estas fueron las piedras de tope.
No hubo una operación política, con calculadora en mano, para decirle no al Gobierno. ¡No, señores! ¡Le hemos dicho no a la mentira! No aceptamos que se le mienta al país, no estamos dispuestos a avalar un sistema que no funcionará y que no mejorará en el corto plazo. Desmiéntanme, pero en el proyecto no hay ningún indicio que nos indique que en regiones la tarifa bajará mañana, como sí operará al momento de la publicación de la ley para el sistema de transporte público de Santiago.
Esa plata no va a ir al bolsillo de los chilenos que usan el Transantiago, sino que al de los operadores. Esa es la verdad, y como la Concertación lo sabe, tampoco ha firmado un acuerdo ni ha anunciando un voto a un proyecto de ley, sino que está haciendo un “acto de fe”. En eso termina todo esto. No sabíamos que el Congreso Nacional era el lugar para hacer actos de fe.
Los hechos demuestran que hicimos bien al desahuciar un intento de acuerdo, porque no tenía ninguna viabilidad como tampoco la tiene el Transantiago.
He dicho.
"
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