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- rdf:value = " El señor MEZA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Jorge Ulloa.
El señor ULLOA.-
Señor Presidente, en primer lugar, quiero señalar algunas cuestiones que parecen fundamentales.
La más importante reforma de la Constitución Política de 1980 data de 2005, y mantiene el artículo 3º, que señala:
“El Estado de Chile es unitario.
La administración del Estado será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, de conformidad a la ley.
Los órganos del Estado promoverán el fortalecimiento de la regionalización del país y el desarrollo equitativo y solidario entre las regiones, provincias y comunas del territorio nacional.”
Su artículo 4º dispone: “Chile es una república democrática.”
A su vez, el artículo 5º establece: “La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta Constitución establece.”
¿Por qué he comenzado mi exposición de esta manera? Porque para cualquier persona que tenga un conocimiento básico o mínimo de política, en particular una de sus formas de conducción de gobierno, el proceso democrático, le queda claro que, en democracia, la mayoría se expresa a través de elecciones para elegir a sus autoridades. Pero no es, y en teoría democrática esto se sostiene con firmeza, absolutamente necesario que todas las autoridades deban ser electas directamente, porque en ese caso tendríamos que elegir de esa manera a los ministros, a los subsecretarios, a los intendentes, al presidente de la Corte Suprema, en fin.
Por lo tanto, constituye una falta grave a la teoría democrática señalar que las autoridades no electas directamente por el mecanismo democrático dejan de ser democráticas.
En segundo lugar, deseo expresar que los consejeros regionales, los miembros de los gobiernos regionales, tienen una raíz profundamente democrática en su concepción. Cualquier teórico de la democracia va a entender con facilidad esto, pues el cuerpo electoral que resuelve quiénes deben ocupar los cargos de consejeros regionales está compuesto por los concejales de las provincias que conforman la región.
¿Alguien puede negar que los concejales son representantes y fieles exponentes de lo que desea cada una de las comunas que componen una determinada provincia, que, a su vez, conforman un cuerpo y un universo electorales para elegir a los consejeros? ¿Alguien podría sostener con algún grado de firmeza intelectual que en Estados Unidos no hay democracia porque tiene cuerpos electorales que usan un mecanismo indirecto para elegir, por ejemplo, a quienes finalmente van a la elección?
Considero que la teoría democrática ha sido un poquito abusada para desconocer, independientemente de la calidad, que la membresía de los actuales consejeros regionales tiene una raíz y un mecanismo de elección basado en un cuerpo electoral democrático.
Aquí hay señores diputados que desean legítimamente un procedimiento de elección distinto para esos cargos: la votación universal; pero eso no los autoriza para descalificar el actual sistema. En consecuencia, considero que en el lenguaje deben apegarse más a la teoría democrática estricta en lugar de esa verborrea.
Algunos diputados señalaron que este país centralista y portaliano tiene gravísimos defectos. Sí, los tiene por cierto, como todos; pero me parece una inconsecuencia achacar a don Diego Portales la responsabilidad o, mejor dicho, la irresponsabilidad de este desarrollo tan desigual que se ha producido a lo largo del tiempo en nuestro país.
En los tiempos del ministro Diego Portales la capital administrativa era Santiago, pero la capital militar del reino era Concepción, como lo fue siempre, además de una gran ciudad en el norte con un desarrollo importante. Sin embargo, en aquel tiempo nunca se concibió un Santiago tan anormal como el actual.
Al respecto, quiero recordar que el principio de la descentralización en forma lo asumió el gobierno militar, el gobierno del Presidente Pinochet. Les guste o no a algunos reconocerlo, fue el Presidente don Augusto Pinochet quien comenzó el proceso de descentralización en el país en 1975. Ésa es la verdad, con los defectos propios de un país muy centralista, porque a través de los años el proceso de centralización ha sido fuertemente desarrollado por los propios gobiernos, independientemente del signo que representen.
Desde 1990 a la fecha el proceso de centralización se ha acentuado, de manera que el de descentralización comenzado durante el gobierno militar quedó, si no estancado, al menos en franco retroceso.
¿Se resuelve esa situación sólo con la elección de los consejeros regionales? Claramente, ésa no es la respuesta. El proceso de descentralización debe, necesariamente, empezar por desprenderse de las cuotas de poder que tiene el nivel central, pero eso no sólo no ha ocurrido, sino que la situación ha ido en creciente retroceso.
Por ejemplo, ¿por qué nadie señaló nada ni se preocupó cuando en la modificación que se efectuó a la Constitución Política se eliminó de un plumazo la disposición que establecía que los representantes de las regiones tenían que vivir -tener su residencia- al menos dos años antes de verificada la elección en la región respectiva? Todos nos hicimos los lesos. No obstante, fui yo quien impugnó el nombramiento de un intendente que venía de otra región, porque la norma señalaba que para ser intendente había que residir en la región, pero todos los demás se hicieron los lesos en esta Corporación.
¿De qué estamos hablando? ¿Acaso sólo con un mecanismo de elección vamos a resolver el problema de la centralización? No seamos infantiles. Eso no es así. La descentralización sólo podrá hacerse efectiva cuando los gobiernos derechamente decidan entregar las cuotas de poder de las que no quieren desprenderse. Por esa razón, hoy a nadie le basta con plantear sus inquietudes y sus problemas ante el gobernador provincial o ante la autoridad regional pertinente. Todos los días llega gente de distintas regiones a Santiago y al Congreso Nacional a presentar sus quejas y a dar a conocer problemas locales.
El señor WALKER (Presidente).-
Ha concluido su tiempo, señor diputado.
El señor ULLOA.-
Señor Presidente, voy a hacer uso del tiempo de mi segundo discurso.
El señor WALKER (Presidente).-
Sólo corresponde hacer uso de la palabra por diez minutos, señor diputado, porque estamos en la discusión particular.
El señor ULLOA.-
Excúseme, señor Presidente, sólo voy a redondear mi intervención.
El señor WALKER (Presidente).-
Solicito el acuerdo de la Sala para conceder un minuto adicional al diputado señor Jorge Ulloa.
¿Habría acuerdo?
Acordado.
El señor ULLOA.-
Gracias, señor Presidente.
Para finalizar, sólo quiero señalar que el proyecto no conduce a una descentralización, sino que es un signo más para dar confianza y exclusividad a los partidos políticos, lo que creo no ayuda a descentralizar el país.
He dicho.
"