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El señor ULLOA (Vicepresidente).-
En el tiempo de la Unión Demócrata Independiente, tiene la palabra el diputado Carlos Recondo .
El señor RECONDO.-
Señor Presidente, a través de los medios de comunicación hemos presenciado una puesta en escena estudiada y producida con anticipación, pero profundamente cuestionable.
Primera escena: Yasna Provoste de cuasimodista el domingo antes de la votación de la Cámara.
Segunda escena: Yasna Provoste retirada en una casa de religiosos una vez suspendida por la Cámara.
Tercera escena: Yasna Provoste junto a una destacada imagen de la Virgen, a la espera de la votación del Senado.
A partir de estas tres actuaciones concretas podemos, con seguridad, agregar un vaticinio: Yasna Provoste de rodillas en la tumba de San Alberto Hurtado , una vez conocida la decisión de la Cámara Alta.
La fe de Yasna Provoste, su cristianismo, se han manifestado como la línea conductora de su imagen pública. Algún asesor, quizás; su conciencia, tal vez; le han indicado que debe proyectarse como una mártir cristiana ante los sentimientos nacionales. Ha escogido la fórmula, tan fácil como lamentable, del aprovechamiento mediático de la fe; de la exhibición pauteada de su catolicismo. Eso se llama clericalismo.
Que algún curita, entre cien, asuma una parroquia con afanes de influencia sociopolítica con los fieles puede explicarse, porque él sabe que forma parte de la jerarquía eclesial; que algún fraile, entre cien, quiera mangonear ciudadanos dirigiéndolos hacia fines partidistas puede explicarse, porque quizás no entendió bien la vocación que lo llama a vivir apartado del mundo.
El clericalismo de un clérigo, entre cien, es dañino, pero, por último, no pasa de ser una deformación profesional; pero cuando un laico, un ciudadano creyente, una cristiana que ha asumido tareas públicas por sus convicciones opinables utiliza la fe para distinguirse con ella de los malulos que la victimizan, ese clericalismo no debe aceptarse porque daña seriamente tanto al cristianismo como al servicio público.
En todo caso, ella está asumiendo algo de lo cual no es autora intelectual. No ha inventado nada. Su partido, la Democracia Cristiana, impuso este clericalismo desde hace muchos años, cuando algún obispo lo consideró fórmula única para resolver los problemas desde el cristianismo y cuando, por lo tanto, sus militantes comenzaron a descalificar en su fe y en su vida cristiana a todo aquel que no concordase con las reformas estructurales propuestas y desarrolladas por este partido político.
¡Vaya mezcolanza! ¡Vaya desprecio de la libertad de los cristianos en lo opinable, en lo coyuntural, en lo temporal!
Esta postura de clericalismo permanente produjo en la Democracia Cristiana una consecuencia obvia: mientras más convicción ponían los democratacristianos de los sesenta en adelante en su ideología, menos valor le daban a su fe; mientras más amparados por algún obispo reformista creían estar, menos caso iban a hacerle a todas esas antiguallas retrógradas de la moral cristiana.
El cristianismo, entonces, le sirve para defender lo opinable, dogmatizándolo; pero al cristianismo lo desechan como criterio válido respecto de lo fundamental, relativizándolo.
Si no hicieron bien su trabajo ministerial, como en este caso Yasna Provoste , la fe los ampara; si reparten condones y píldoras, la libertad absoluta los justifica. El clerical no es más que un secularizado vestido de fiel.
He dicho.
La señora ISASI (doña Marta).-
Señor Presidente, como mi colega Recondo no pidió el envío de un oficio, quiero dejar constancia de mi adhesión a sus palabras.
"