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El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
En primer término, corresponde tratar el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que modifica el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros, en los requisitos para obtener la carta de nacionalización, con segundo informe de la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización y urgencia calificada de "simple".
--Los antecedentes sobre el proyecto (9.455-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 73ª, en 10 de diciembre de 2014 (se da cuenta).
Informes de Comisión:
Gobierno, Descentralización y Regionalización: sesión 49ª, en 2 de septiembre de 2015.
Gobierno, Descentralización y Regionalización (segundo): sesión 79ª, en 9 de diciembre de 2015.
Discusión:
Sesión 54ª, en 16 de septiembre de 2015 (se aprueba en general).
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
La iniciativa fue aprobada en general en sesión de 16 de septiembre de 2015.
La Comisión deja constancia, para los efectos reglamentarios, de que no hay artículos que no hayan sido objeto de indicaciones ni de modificaciones.
En seguida, informa que las tres indicaciones formuladas a la iniciativa fueron rechazadas, por lo que propone aprobarla en particular en los mismos términos en que fue aprobada en general.
Sus Señorías tienen a la vista un boletín comparado que transcribe el texto aprobado en general, al que no se introdujeron modificaciones en el segundo informe.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
En discusión particular.
Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.
El señor PROKURICA.-
Señor Presidente, a lo largo de nuestra historia se pueden constatar procesos de migración desde diversos países del mundo a Chile.
Es el caso de la migración italiana, entre 1880 y 1930, y de la árabe, entre 1885 y 1950.
También existen registros de migrantes británicos.
Por otro lado, está la migración judía.
La migración croata, a partir de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, se estableció en distintas regiones del país: en el Norte Grande, atraída por el salitre y el cobre; y en Magallanes.
A su vez, los colonos alemanes llegaron a Valdivia y Llanquihue entre 1850 y 1910, inicialmente, como parte de una política chilena de captación de inmigrantes con miras a impulsar el desarrollo económico de las distintas regiones.
No hay ninguna duda del aporte que los inmigrantes han hecho a Chile y a otros países de América.
Y, dada su estabilidad económica y política respecto de otros países de la región, Chile es percibido en la actualidad como un destino atractivo para muchos inmigrantes.
Según el Director del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), señor Miguel Jaksic , el número de inmigrantes en nuestro país llegaría a un millón en ocho años más.
En este mismo sentido, un informe de la Biblioteca del Congreso establece que la inmigración en Chile pasó de 184.464 personas el 2002, a 441.529 personas el 2014. Es decir, hay una variación de 239 por ciento.
El 82 por ciento de esa inmigración se distribuye entre 10 países: Perú (37,8 por ciento), Argentina (15 por ciento), Bolivia (7,7 por ciento), Ecuador (5,2 por ciento), Colombia (5,1 por ciento), España (2,9 por ciento), Brasil (2,7 por ciento), Estados Unidos (2,6 por ciento), China (1,7 por ciento) y Alemania (1,6 por ciento). Es decir, el 61 por ciento de esta inmigración corresponde a países fronterizos con Chile.
Este proyecto de ley tiene por objetivo rebajar de 21 a 18 años la edad para optar a la nacionalidad chilena y permitir la nacionalización de hijos de extranjeros mayores de 14 años autorizados por quienes estén a cargo de su cuidado personal, así como de los hijos menores de 18 años de padre o madre que Chile reconozca como refugiado desde el momento en que uno de ellos obtenga su carta de nacionalización, para evitar que queden como apátridas.
Señor Presidente, voy a votar a favor de esta iniciativa. Sin embargo, echo de menos algo que hemos planteado tanto a este Gobierno como a los dos anteriores, al Ministro de Defensa Nacional , al Ministro del Interior, en fin: la urgencia de que nuestro país cuente con una verdadera política de Estado en materia de inmigración.
La idea es no solo recibir al que quiera venir a Chile, sino llevar adelante una política más activa, de manera de captar a inmigrantes de otros países que estén orientados a nuestras necesidades: especialistas médicos, ingenieros en minas, geólogos, científicos u otros profesionales o técnicos.
Lo anterior, con la finalidad de que realicemos una política más activa -como decía recién- en materia de inmigración.
Este es un buen proyecto de ley. Sin embargo, si lo discutimos línea por línea, observaremos que, en verdad, hay una desregularización total, ya que lo que hoy día se hace es ver quién quiere venir a Chile. Llega gente buena, pero también gente no tan buena. Y no contamos con un filtro para poder ordenar el ingreso de personas al país.
En la actualidad tenemos serios problemas con microtraficantes, clonadores de tarjetas o carteristas que entran a nuestro país porque las policías no disponen de los mecanismos adecuados para evitar su ingreso.
Queremos que vengan inmigrantes, pero a aportar y no a incrementar los índices de delincuencia.
Hace unos días, ocurrió un hecho que me parece gravísimo: una banda narco pagó 600 mil pesos por el asesinato de un menor, en pleno centro de la población La Legua, en San Joaquín, lo que desnudó el primer crimen cometido por sicarios colombianos en Chile.
Eso debiera prender una luz roja a todas las autoridades chilenas para evitar que sigan ocurriendo hechos semejantes.
En Chile el sicariato no ha cundido, pero sí hay países en que es muy común.
Finalmente, quisiera decir que debiéramos imitar a naciones como Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, que tienen políticas activas en esta materia y que entregan beneficios a los inmigrantes en función de sus propios requerimientos, fomentando el ingreso de médicos especialistas, ingenieros y otros profesionales y técnicos difíciles de encontrar y necesarios para el país.
El señor HARBOE.-
¿Se puede abrir la votación, señor Presidente?
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Hay varios inscritos y no sé si habría acuerdo para comenzar a votar y hacer un solo pronunciamiento.
El señor COLOMA.-
¿Se vota la idea de legislar?
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
No, estamos en la discusión particular.
El señor COLOMA.-
Lo que ocurre es que tengo una duda técnica.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Entonces, no se abrirá aún la votación.
Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente, en primer término, debo reconocer la iniciativa del Diputado Jaime Pilowsky a través de la cual hace un tiempo en el Senado le concedimos la nacionalidad por especial gracia a un joven deportista descendiente de madre japonesa, quien no podía competir por Chile a pesar de haber vivido toda su vida en nuestro país.
En esa oportunidad se tuvo que hacer una excepción, ya que tanto el Diputado Pilowsky como los otros parlamentarios que patrocinaron esa iniciativa se percataron de que además se daba el problema de que para el reconocimiento de la nacionalidad todavía existía la exigencia de tener al menos 21 años y el requisito de residencia continua. Como todos sabemos, en nuestro país la mayoría de edad se alcanza a los 18 años.
Eso es lo primero.
Lo segundo es que esta normativa tiene que estar enmarcada dentro de una evaluación, de un análisis del problema migratorio en todas sus dimensiones.
A propósito de la intervención del Senador Prokurica, me parece muy importante que Chile fije políticas de Estado en materia de migración. Sin duda, el desafío de las migraciones es, en la actualidad, un desafío a nivel global.
Estamos enfrentando crisis muy relevantes en zonas donde uno no se imaginaría, como el Medio Oriente, y además está toda la situación que se vive en Europa. La normativa del Parlamento Europeo complicó hace unos años tanto los flujos migratorios desde América Latina hacia Europa como después desde Europa -a propósito de la crisis- hacia América Latina.
En ese sentido, considero fundamental tener claridad conceptual en lo siguiente.
Hoy existe un marco regulatorio de derechos internacionales, de derechos de los migrantes, en virtud del cual, en primer término, no se puede criminalizar a ningún migrante, sea cual fuere su condición, por situación económica o social.
Los migrantes en situación irregular son millones en todo el mundo y a veces la gente los considera verdaderos delincuentes. En varios países las normas son extraordinariamente estrictas e incluso los detienen.
En la actualidad la migración es un fenómeno que ha variado en términos de su conformación. Ha crecido el número de mujeres que viajan con sus hijos o que lo hacen acompañadas de sus familias. Eso obliga a los países a contar con políticas que garanticen los derechos más esenciales: a la educación, al acceso a la salud y al trabajo y, lógicamente, a regularizar su situación.
Es cierto lo que se ha planteado acá en cuanto a que el desafío de un país como Chile es determinar el tipo de migración que le interesa promover, a los efectos de compatibilizarla con su proceso de desarrollo económico y social.
Tampoco podemos discriminar y actuar en la misma forma como lo han hecho algunos países europeos, entregando "tarjetas verdes" solo a migrantes calificados, sin cumplir una función social.
Como se ha indicado, normalmente las migraciones son, o económicas, o sociales, o de refugiados que huyen de sus países de origen por no tener garantizados sus derechos más elementales.
Entiendo que tanto este Gobierno como el anterior han trabajado en la implementación de una suerte de marco migratorio, de leyes migratorias que puedan garantizar estos derechos, de manera de contar con políticas públicas permanentes que garanticen el reconocimiento de los derechos individuales de los migrantes, cualquiera que sea su condición.
Este proyecto toca los temas más prácticos: cómo los hijos de extranjeros pueden obtener su residencia y de qué manera es posible lograr el reconocimiento de la calidad de refugiado.
Por estas razones, señor Presidente, nosotros lo vamos a respaldar.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, a mi juicio, aquí nos encontramos con dos temas diferentes.
El primero es el que planteó, con razón, el Senador Prokurica y al cual también hizo referencia el Senador Pizarro respecto al sentido de la migración. Para mí, es un debate pendiente e importante de efectuar en una sociedad como la nuestra. Además, ahora es un problema planetario y sobre el cual considero necesario generar una discusión.
Una cosa distinta es esta iniciativa en sí misma, la que, en mi opinión, tiene una connotación diferente del asunto estrictamente migratorio.
Ella contiene tres ideas centrales que me parecen bien formuladas. Sin embargo, quiero hacer una precisión para los efectos del buen entendimiento de la normativa.
En primer término, se rebaja la edad mínima para obtener la nacionalidad chilena y se elimina, además, el requisito de la residencia continuada.
Se rebaja de 21 a 18 años la edad para solicitar la nacionalidad, lo cual se halla acorde con el resto de nuestra legislación y me parece correcto. Y lo otro, que no sé si sea tan relevante, es que los cinco años de residencia no sean necesariamente continuos, sino que también puedan ser discontinuos. Ello se enmarca en la lógica -se señala en el primer informe- de que hay personas que entran y salen por estudios, turismo, etcétera. Como digo, no tengo tan claro si esto es tan importante como lo anterior. A mi juicio, la rebaja a 18 años es más relevante, mientras que no estimo tan complejo que los cinco años no sean continuos.
Así que creo que esa primera parte del proyecto, con el comentario que estoy haciendo, se halla bien formulada.
La segunda idea es un poco más compleja y por eso deseo hacer una precisión. Se refiere al otorgamiento de la nacionalidad chilena a los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años.
En la actualidad la norma exige 18 años. Y en este caso se genera una excepción que quiero entender en buena forma, tal como se lo planteé a algunos miembros de la Comisión de Constitución.
Consiste en que los menores de 18 años pero mayores de 14 puedan solicitar la nacionalidad chilena. Es una diferencia con la norma general, en virtud de la cual esto no se podría hacer. Pero la disposición contiene una frase que es muy importante que quede clara: "con la autorización de quienes estén a cargo de su cuidado personal".
¿Qué pretendo dejar despejado? Que "estar a cargo de su cuidado personal" no se refiere a una situación de hecho que pueda plantear alguien, sino a una situación de derecho que dice relación con la lógica moderna de tener la representación.
Me explicaban -y así lo entiendo- que en la ley de filiación se usó este nuevo concepto, por así decirlo. Pero considero bueno dejar explicitado que el menor de 18 años y mayor de 14 que manifieste su voluntad de nacionalizarse una vez cumplido el requisito de tiempo de permanencia deberá ser autorizado por quien antes se llamaba "representante legal" -dejémoslo planteado de este modo- y que hoy se conoce como "el que está a cargo del cuidado personal". De otra manera alguien simplemente podría decir: "Yo estoy a cargo de este joven de 15 años".
Con esto se da un paso -y ojo, porque aquí está el punto- que, dependiendo de la nación de origen, puede ser irreversible. En efecto, si bien en algunos países se entrega una especie de derecho especial al cumplir los 18 años, en otros no ocurre lo mismo, en términos de que si alguien ha renunciado a su nacionalidad de origen a los 15 años no puede recuperarla con posterioridad. Ello dependerá, como digo, del país del que provenga el interesado. Y por eso es importante dejar constancia de que quien deberá prestar la autorización es alguien con el que el menor tenga un vínculo legal de por medio y no solo una situación de hecho.
Y lo último -que al final es, quizás, lo más relevante y lo que tendrá más efectos prácticos- se relaciona con el tema de los refugiados, que ha sido abordado en otros proyectos que incluso fueron unidos a pesar de encontrarse en distintas etapas.
Se agrega un inciso que habla de los menores de 18 años cuyos padres tengan la calidad de refugiados reconocida por Chile. O sea, no se trata de cualquier menor hijo de un extranjero que se encuentre en nuestro país, sino de hijos de refugiados reconocidos por Chile.
Entiendo que la norma aborda una situación que ya se ha producido con personas a las que se les ha reconocido dicha calidad pero cuyos hijos menores de 18 años han quedado, en la práctica, como apátridas. Y como la idea es que obtengan la nacionalidad se genera una excepción por esta vía.
Por eso, señor Presidente, con estas explicaciones, especialmente en relación con el segundo punto, nosotros vamos a apoyar el proyecto, dejando las constancias respectivas para la historia fidedigna de la ley.
)---------------(
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).-
En este momento han llegado a la Mesa los siguientes documentos:
Oficio
De la Honorable Cámara de Diputados, con el que señala que aprobó las enmiendas propuestas por el Senado, con la excepción que señala, al proyecto de ley que crea el plan de formación ciudadana para los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado (boletín N° 10.043-04) y propone la nómina de Diputados que integrarán la Comisión Mixta que debe formarse al efecto.
--Se toma conocimiento y, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 46 del Reglamento de la Corporación, se designa a los integrantes de la Comisión de Educación y Cultura para integrar la referida Comisión Mixta.
Mensaje
De Su Excelencia la Presidenta de la República:
Con el que hace presente la urgencia, calificándola de "suma", para la tramitación del proyecto de ley que crea el plan de formación ciudadana para los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado (boletín N° 10.043-04).
--Se tiene presente la calificación y se manda agregar el documento a sus antecedentes.
)---------------(
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
¿Podríamos abrir la votación, con la constancia del Senador Coloma?
El señor QUINTEROS.-
Señor Presidente, pido que no se abra todavía.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Entonces, no se abrirá.
Hay varios inscritos y vamos a ir en el orden correspondiente.
En primer lugar, tiene la palabra el Senador señor Quinteros.
El señor QUINTEROS.-
Señor Presidente, he pedido la palabra porque creo que en este proyecto de ley existe una omisión de la que los juristas al parecer no se han percatado.
Quiero agregar, sí, que la iniciativa que estamos debatiendo tiene objetivos acotados que pueden facilitar la obtención de la carta de nacionalización en determinados casos.
Por una parte, se rebaja la edad para obtenerla, de 21 a 18 años, ajustándose, de esta manera, a la nueva mayoría de edad establecida desde hace varios años en nuestro país.
Pero también se abren nuevas opciones, en primer lugar para los hijos de extranjeros mayores de 14 años que tengan residencia por más de cinco años y cuenten con la autorización de su cuidador, quienes, sin esta normativa, deberían esperar hasta los 18 años.
Cuando examinamos este proyecto en la Comisión de Gobierno, este concitó un apoyo transversal. Sin embargo, en el debate particular no nos percatamos de la omisión en que incurre el proyecto en el N° 1 de su artículo único, a través del cual se modifica el artículo 2° del decreto supremo N° 5.142, que fija el texto refundido de las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros.
En su letra a) se elimina la expresión "continuada", con lo cual ya no se exige una residencia continuada en el territorio de la República para acceder a la carta de nacionalidad, en línea con la realidad actual, en que hay mayor movilidad y las salidas ocasionales al extranjero no alteran la voluntad de residencia definitiva.
Sin embargo, no se derogó la norma del inciso tercero del mismo artículo 2°, que señala: "Corresponderá al Ministerio del Interior calificar, atendidas las circunstancias, si viajes accidentales al extranjero han interrumpido o no la residencia continuada a que se refiere el inciso precedente", que debe entenderse como una referencia al inciso primero.
Por lo tanto, solicito la unanimidad de la Sala para resolver este vacío, que podría provocar problemas de interpretación en el futuro.
Para ello, bastaría con aprobar una indicación para reemplazar la letra b) del N° 1 del artículo único, pasando la actual letra b) a ser c), y así sucesivamente.
Esta letra b) debiera ser del siguiente tenor: "Elimínase el inciso tercero".
Si la Sala lo tiene a bien, señor Presidente, podemos resolver el problema y asegurar, de este modo, que las nuevas disposiciones aprobadas, que valoramos, tengan plena aplicación.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
No sé si todos entendieron lo que acaba de plantear el Senador Quinteros, quien tiene toda la razón.
Pido perdón por opinar desde acá, pero la verdad es que Su Señoría está en lo correcto.
Desde el momento en que la estadía de los cinco años deja de ser continuada, no tiene ningún sentido mantener la facultad del Ministerio del Interior para calificar si viajes accidentales al extranjero la han interrumpido o no, puesto que ya no importará si es continua o discontinua.
El señor COLOMA .-
Primero hay que aprobar los cinco años.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Los cinco años ya figuran en la norma vigente, señor Senador.
Entonces, si se suprime la palabra "continuada", tiene toda la razón el Senador Quinteros.
Por eso, les sugiero realizar la votación sobre la base de incorporar la indicación que Su Señoría propone, consistente en eliminar el inciso tercero del artículo 2°.
¿Habría acuerdo para abrir la votación considerando la indicación del Senador Quinteros?
El señor PIZARRO .-
Sí.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Acordado.
Por lo tanto, en votación particular el proyecto en los términos recién indicados.
--(Durante la votación).
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Espina.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente, el Senado debe estar consciente del camino que ha tomado.
Se está disponiendo que el período de cinco años podrá ser continuo o discontinuo. Debemos tener claro lo que hemos hecho y, en ese sentido, la lógica indica que hay que eliminar el inciso tercero.
En cuanto al proyecto en sí mismo, deseo formular dos comentarios.
El Senador Prokurica señaló algo a lo cual nosotros no queremos darle la importancia que tiene.
Yo siento que Chile carece hoy de una política de inmigración suficientemente clara, lo cual puede generar muchas dificultades en el futuro, como las que han vivido países sin una legislación clara al respecto.
Existen muchas zonas y lugares de nuestro territorio donde la inmigración de ciudadanos extranjeros ha generado problemas con un sector importante de la población. Y creo que negar esta realidad sería actuar exactamente en la forma en que lo han hecho las naciones que después no han sabido cómo resolverlos.
Chile es un país que se ha caracterizado por permitir el ingreso de extranjeros y por dar a estos todo tipo de facilidades, lo que me parece muy bien, pero ello debe tener una regulación, un límite.
Vayan ustedes a la ciudad de Antofagasta y hablen con los alcaldes de las distintas comunas, quienes les contarán el gravísimo problema que enfrentan con los extranjeros que han llegado a la zona.
No estoy emitiendo un juicio de valor, ni a favor ni en contra, sino solo expresando que debemos discutir y fijar políticas de Estado sobre la materia. Ayer me reuní con vecinos de Santiago que me describieron el conjunto de dificultades que se han producido con los extranjeros que residen en ciertos sectores de dicha comuna.
Entonces, ¿cómo vamos a encarar este problema? ¿Nos vamos a hacer los lesos, o vamos a regularla estableciendo normas que permitan una sana compatibilidad, un entendimiento, una forma de mirar en conjunto una situación que se está haciendo cada vez más recurrente? Como en Chile tendemos a reaccionar tarde, espero que esta vez no tengamos que hacerlo cuando se haya producido, seguramente, algún hecho del cual todos nos lamentemos.
En consecuencia, pido que se oficie en mi nombre al Ministerio de Relaciones Exteriores pidiéndole indicar cuál es la política de inmigración que existe y cuáles son los cambios y precisiones que estima conveniente efectuar para lograr la armonía que se debe producir en una materia de esta envergadura y que forma parte de la historia y la tradición chilenas.
Me tocó analizar el proyecto como Presidente de la Comisión de Gobierno y me parece que está superbién enfocado. Establece dos normas que son de toda justicia.
En ese sentido, felicito al Diputado Jaime Pilowsky , que fue quien siguió y estuvo encima del proyecto en el Senado y el que nos pidió ponerlo en tabla. Y, como los parlamentarios tendemos a tener muy poca participación en los proyectos de ley -aunque son nuestros, finalmente el Ejecutivo termina apoderándose de ellos, situación que hemos vivido en carne propia-, quiero destacar el rol cumplido por el Diputado Pilowsky , que no pertenece a mi sector político, pues fue él quien empujó esta iniciativa en la Comisión de Gobierno para sacarla adelante.
En definitiva, el proyecto contempla una norma que establece algo que tiene bastante sentido común: permitir que la carta de nacionalización a los hijos de padre o madre nacionalizados chilenos sea otorgada a quienes han cumplido 14 años de edad. No hay ninguna razón para limitarla solo a los mayores de 18. Sería absurdo, además, porque no estamos hablando de un acto que pueda celebrar un menor de edad por sí mismo. Quiero dejar constancia de esto.
Aquí vendrán una serie de iniciativas en el futuro a fin de otorgar ciertas atribuciones a los menores de 18 años; y, sobre todo tratándose de los más chicos, es bueno tomar resguardos y que la solicitud de nacionalización se haga con autorización y conocimiento de sus padres.
Por eso, en esta norma -que está en la página 3 del comparado- se señala que podrán pedir carta de nacionalización los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años y que cuenten "con la autorización de quienes estén a cargo de su cuidado personal y hayan obtenido permiso de permanencia definitiva".
Esa es la autorización que se requiere. Y, a mi juicio, es un paso bien importante.
Por lo tanto, estamos de acuerdo con este proyecto por las razones que otros señores Senadores ya han dado.
Asimismo, la iniciativa aborda el tema de los refugiados, que es algo que el país deberá saber aceptar.
En consecuencia, los Senadores de Renovación Nacional votaremos a favor.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra la Honorable señora Von Baer.
La señora VON BAER.-
Señor Presidente, el texto de este proyecto de ley quizás puede parecer corto y, por lo tanto, de poca discusión. Pero pienso que es tremendamente relevante, y así lo estimamos en la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización.
Es relevante, primero, porque hace una modificación que uno puede considerar increíble que todavía no se haya efectuado. ¡Pero es así! Se rebaja de 21 a 18 la edad para optar a la nacionalidad chilena.
Eso deriva de una incongruencia de nuestro ordenamiento institucional vigente: no se modificó expresamente el decreto que consagra las disposiciones sobre nacionalización de extranjeros en el momento en que se determinó la mayoría de edad a los 18 años. De modo que se puede optar a la nacionalidad chilena a los 21 años cuando en Chile la mayoría de edad se alcanza a los 18.
Ahora se pone en concordancia que se pueda elegir la nacionalidad chilena a la misma edad en la que hoy las personas son mayores para el resto de los derechos.
Por otra parte, en la letra c) del artículo único del proyecto se señala algo que también me parece muy importante: "Los menores de 18 años, cuyo padre o madre tenga la calidad de refugiados reconocidos por Chile, podrán nacionalizarse chilenos desde el momento en que, al menos, uno de sus padres haya obtenido la carta de nacionalización".
Eso resulta primordial en momentos en que el tema de los refugiados es importante a nivel internacional, pero también cada vez más fuerte a nivel nacional. Porque estamos recibiendo familias de refugiados y es posible que sus hijos no tengan nacionalidad -o sea, que sean apátridas- y que no puedan ser chilenos sino hasta los 18 años. Es decir, seguirían siendo apátridas, a pesar de que sus padres ya hubieran accedido a la nacionalización.
En tal sentido, me parece que este proyecto de ley apunta en la dirección correcta para que esos niños puedan optar a la nacionalidad chilena. Y, con ello, se soluciona esta problemática en el caso de los refugiados.
Opino que con estos puntos se cubren dos realidades importantes, en especial cuando pensamos que nuestro país recibe cada vez más inmigrantes, y debemos hacernos cargo de esa situación.
Comparto lo manifestado por Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra en cuanto a que Chile todavía no tiene una política de inmigración a la altura que corresponde. Porque la realidad de la inmigración, en particular en el norte del territorio -y el Senador Prokurica la conoce mejor-, es sumamente compleja.
Por ejemplo, los campamentos nortinos -esto lo sabe también la Ministra de Vivienda , pues lo conversamos en su momento en la Comisión Especial Mixta de Presupuestos- están integrados mayoritariamente por personas provenientes de otros países. Esto obedece a que Chile atrae cada día a más personas de otras naciones, y debemos hacer frente a esa realidad.
El tercer punto -según el orden del proyecto es el segundo- es el que a mí por lo menos me generó más dudas en la Comisión, y también lo señaló el Senador Coloma .
Se trata de que también podrán solicitar carta de nacionalización los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años de edad y tengan más de cinco años de residencia en el territorio.
Es decir, no son menores que hayan accedido a la nacionalidad chilena, sino que mantienen la de sus padres. Esto significa que un niño de 14 años, cuyo padre y madre son extranjeros puede pedir cambiar su nacionalidad por la chilena.
Me parece complejo que esa decisión, que es muy importante, la tome un niño. Y quiero hacer un punto sobre esto, pues a los 14 años podrían no sopesarse bien las consecuencias de aquello.
En consecuencia, considero muy relevante lo que aquí se determina, en el sentido de que tal solicitud debe hacerse con la autorización de quienes están a cargo del cuidado personal del menor. O sea, que realmente no sea una decisión que tome el niño solo, sino también con las personas jurídicamente a cargo de él.
A mí me complicaba -ya se aclaró- que se pudiera perder algún derecho de la nacionalidad anterior...
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Concluyó su tiempo, Senadora señora Von Baer.
¿Habría acuerdo para darle un minuto más?
Acordado.
Puede continuar, Su Señoría.
La señora VON BAER.-
Gracias, señor Presidente.
Decía que podría haber un problema si a los 18 años ese joven se arrepintiera de la decisión que tomó a los 14. Entonces, ¿perdería algún derecho?
Creo que hay que hacerse esa pregunta. Y, por las conversaciones que hemos sostenido, entiendo que no es así, porque, en general, en los ordenamientos de otras naciones también a los 18 se debe optar por qué nacionalidad se quiere tener.
Entiendo que esta modificación se realiza por los niños que participan en deportes de alto rendimiento. Pero igual debe tomarse en consideración que quienes deben tomar esta decisión son menores.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente, de nuevo quiero relevar la importancia de los inmigrantes en la conformación de nuestro país.
Acá se recordó a españoles, alemanes, croatas, italianos, árabes, belgas, israelíes, chinos, coreanos y, por un asunto humanitario, a sirios, que han llegado al territorio nacional.
La verdad es que hay que analizar esta materia en profundidad. De hecho, en las intervenciones anteriores se ha resaltado que en Chile no existe una política de Estado al respecto, como sí la hubo en su minuto con los colonos europeos, lo cual quedó muy bien descrito en Recuerdos del pasado, de Vicente Pérez Rosales.
Esta iniciativa va en una línea humanitaria y correcta al bajar de 21 años a 18 el requisito para solicitar la nacionalidad chilena y al permitir que los hijos extranjeros que cumplan 14 años puedan optar a ella.
Me queda una duda en relación con la exigencia de renuncia a la nacionalidad anterior, como se halla establecida en la ley. Esta es una medida bastante dura para una persona que elige venirse a Chile y ser chileno, pero que no necesariamente tiene que renunciar a sus raíces, a su cultura y, en forma expresa, a su nacionalidad.
Pienso que en el trabajo sobre la doble nacionalidad se debe hacer un avance adicional.
Y, por carencia de esa política, Chile ha perdido enormes oportunidades.
Lo señalo sin ningún afán discriminador. Está el caso de Europa Central, donde después de la bajada de la Cortina de Hierro y de la caída del Muro de Berlín hubo un ansia natural por venir a países con culturas similares, pacíficos. Asimismo, tenemos el caso de Ucrania, que hasta el día de hoy es fuertemente violentada.
Desde luego, existen muchos extranjeros dispuestos a trasladarse a Chile.
Tuvimos la experiencia de los matrimonios serbio-croatas, que no eran aceptados ni en Serbia ni en Croacia. A un grupo de ellos se los trajo acá y se les dio un sueldo mínimo, unos cursitos de español, y con eso se pretendía que quedaran asimilados. ¡Eso no es para nada una política de inmigración!
En España, el 55 por ciento de los jóvenes no tienen trabajo, y, desde luego, es una opción venirse a países como el nuestro.
Ahora, yo entiendo que el Gobierno no pueda hacerse cargo de una política de inmigración, pues recibe presiones de todo tipo de los países que circunstancialmente necesitan nuestra ayuda, por distintos motivos (económicos, humanitarios, de colonización, etcétera). Pero, si se quiere hacer una política de Estado, creo, pienso y postulo que el Senado es un buen lugar para que, entre las Comisiones de Derechos Humanos y de Relaciones Exteriores, se realice algo significativo.
¿Y por qué lo digo? Porque en el caso de la Patagonia tenemos una cantidad enorme de predios productivos, agrícolas, ganaderos -incluso algunos están mejorando con el cambio climático- que necesitan trabajadores. No obstante, permitimos que nuestra gente se vaya a buscar mejores horizontes a Estados Unidos, a través de programas como el Western Ranch, porque ni siquiera somos capaces de afirmar a los propios habitantes de esa zona con capacitación, con microemprendimientos efectivos, y de salirnos de esta cosa formal de dictar cursos y entregar tantos títulos y papeles que finalmente quedan colgados en una pared, porque, en el fondo, no sirven, no se utilizan.
Entonces, yo me permito resaltar, junto con apoyar y reconocer el trabajo del Diputado Pilowsky y de sus colegas que estuvieron en nuestra Comisión de Gobierno, el valor de esta iniciativa.
Sin embargo, postulo que lleguemos a un acuerdo, de manera que este tema sea tratado de forma prolongada en el tiempo en relación con nuestras reales posibilidades y, desde luego, partiendo con la caridad por casa, arreglando lo nuestro.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.
El señor CHAHUÁN.-
Señor Presidente, Honorable Sala, la aprobación de este proyecto de ley, originado en una moción de diversos Diputados, es de suma importancia, ya que tiene por objeto modificar un cuerpo legal muy antiguo, el decreto supremo N° 5.142, del Ministerio del Interior, del año 1960, referido a los requisitos establecidos para el otorgamiento de la nacionalidad, que a su vez contiene el texto refundido del decreto ley N° 747, del año 1925.
Por eso, en primer lugar, en virtud de las indicaciones introducidas, la iniciativa actualiza a 18 años la edad mínima para que los extranjeros puedan obtener la carta de nacionalización, que hasta ahora se mantiene en 21, la cual corresponde a la mayoría de edad que rigió hasta el año 1976. Y ello resulta del todo coherente.
Asimismo, en esta propuesta se permite que los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años, que tengan 5 o más años de residencia en Chile y que cuenten con la autorización de quienes estén a su cargo y hayan obtenido permanencia definitiva, puedan solicitar la carta de nacionalización. Estimamos que esta modificación es plenamente procedente y necesaria.
Sin embargo, la reforma de suma relevancia que esta moción pretende introducir es permitir a los menores de 18 años, cuyos padres tengan la calidad de refugiados reconocidos por Chile, nacionalizarse desde el momento en que al menos uno de ellos haya obtenido la carta de nacionalización, sin necesidad de cumplir otro requisito.
En la actualidad existen en nuestro país alrededor de 2 mil refugiados, de distintas nacionalidades, que han obtenido la condición de tales al amparo de la ley N° 20.430, del año 2010, y su reglamento. Ambos cuerpos normativos contienen exigencias concretas y precisas para que los extranjeros amparados por nuestro país puedan obtener la calidad de refugiados. Además, en el Ministerio del Interior existe una Comisión de Reconocimiento de la condición de Refugiados, de carácter multisectorial, que incluye la asistencia técnica de un representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
La acogida y la protección de los refugiados por nuestro país cobra singular importancia hoy, dada la dramática situación que se da en diversos países europeos, en los que diariamente ingresan, por diversos medios, miles de personas, especialmente de origen sirio, que huyen de los conflictos bélicos que azotan esa nación y que, en numerosos casos, dadas las precarias condiciones en que lo hacen, terminan con resultado de muerte y desintegración de familias, como lo hemos podido apreciar en las imágenes de hondo dramatismo que nos entregan los diversos medios de comunicación.
El mayor drama humanitario de este siglo es la existencia de 6 millones de personas desplazadas, 3 millones fuera del territorio sirio.
Por eso valoro la declaración de la Presidenta de la República en cuanto a que su Gobierno hará todos los esfuerzos para que nuestro país pueda recibir a muchas personas que conforman esta diáspora, a fin de otorgarles la calidad de refugiados y para que, una vez que cumplan los requisitos legales, adquieran la nacionalidad chilena, la que puede hacerse extensiva a sus hijos menores de edad con el objeto de que no queden en calidad de apátridas.
En tal virtud, estimo que este proyecto de ley, que se encuentra en segundo trámite constitucional, debe ser aprobado, a fin de permitir que los refugiados que residan en nuestro país puedan insertarse plenamente en nuestra comunidad, con los mismos derechos que asisten a todos los chilenos.
No puedo dejar pasar esta oportunidad para insistir en la urgente necesidad de que nuestro país cuente a la mayor brevedad con una ley de migrantes, dada la obsolescencia de la actual, que data del año 1975, aprobada en el decreto ley N° 1.094.
A este respecto, cabe precisar que el Presidente Sebastián Piñera ingresó a la Cámara de Diputados, en el mes de junio del año 2013, una completa iniciativa sobre esta importante materia (boletín N° 8.970-06), en la cual tuve la posibilidad de trabajar junto con la Iglesia católica y el Ministerio del Interior de aquel entonces, que fue calificada con urgencia "simple" durante su mandato, pero que, inexplicablemente, en este Gobierno no ha avanzado mayormente en su tramitación. Incluso, se ha anunciado que se enviaría un nuevo proyecto sobre el particular.
O sea, una vez más se aplica la retroexcavadora en materia legislativa.
Por eso, hago propicia esta ocasión para requerir al Gobierno que coloque la urgencia necesaria a la iniciativa en trámite, a fin de que se convierta en ley a la mayor brevedad, dada la importancia que reviste, considerando que en nuestro país actualmente hay más de 400 mil migrantes.
Señor Presidente, reitero mi voto favorable a este proyecto, con las acertadas modificaciones que se han introducido.
Quiero señalar que su texto es similar a uno que presentamos en el Senado. Pero, finalmente, tuvo mayor rapidez en su trámite legislativo la impulsada por el Diputado Chahín .
Sin perjuicio de ello, quiero insistir en que esto es urgente y necesario. Además, es un compromiso presidencial. La Primera Mandataria, al momento de otorgar la nacionalidad chilena a los refugiados palestinos que se encontraban en Iraq, cuyos hijos venían en condición de apátridas, acordó posibilitar un trámite que permitiera a estos jóvenes palestinos obtener rápidamente la nacionalidad chilena.
Es así, señor Presidente, que esos jóvenes nos llaman todos los días por teléfono para saber cuándo van a ser ciudadanos chilenos.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Lagos.
El señor LAGOS.-
Señor Presidente, ciertamente voy a concurrir con mi voto favorable a la aprobación de este proyecto de ley.
El tema de la migración no es ajeno a Chile. El Senador Horvath -que lo sintetizó muy bien- se refirió a las distintas nacionalidades que hoy forman parte de nuestra historia común.
Sin embargo, el tratamiento a la migración no está sistematizado orgánicamente en ningún cuerpo legal. Hay instituciones que se hacen cargo, que tienen opinión acerca de determinados aspectos, pero no hay una mirada oficial sobre qué hacer ante ella.
Los países tienen migraciones por diversas razones.
En los siglos XVIII, XIX, XX, hubo distintos criterios en nuestro país. Uno fue -si usted quiere- asegurar nuestras fronteras internas en materia de colonización, respecto a lo cual se hicieron esfuerzos y se aplicaron estímulos con el objeto de que ciertos inmigrantes vinieran y poblaran el sur de Chile. Así, se establecieron subsidios; se asignaron terrenos al lado de la línea del tren, la primera faja, la segunda faja, la tercera faja de tierra.
También, a veces hubo razones para complementar un déficit de recursos humanos. Y existieron migraciones que obedecieron a hechos y a políticas de Estado.
Hay países que reciben a extranjeros con fines humanitarios, como describió recién el Senador Chahuán, aludiendo a los refugiados palestinos y a la necesidad de darles nacionalidad a sus hijos.
Existen realidades que se suman a esto, que son las de los países vecinos o no tan vecinos, que, debido a dificultades económicas o políticas, pero sobre todo económicas, deciden emigrar y probar suerte en otros países, entre los cuales Chile, producto de sus condiciones, su estabilidad, etcétera, resulta ser un campo fértil y atractivo.
Ahora bien, hay otros criterios de política exterior. Le pongo un ejemplo que creo muy gráfico.
Existen países como Singapur, que han hecho de la migración una política exterior. Es una nación pequeña (cinco millones de habitantes), rodeada de cierta inestabilidad en la región. Por lo mismo, sus autoridades sostienen que invitar a extranjeros a vivir al país y becar a algunos les da la posibilidad de que parte de ellos permanezcan en el territorio, con lo cual ganan un profesional. Otros becados volverán a sus lugares de origen a trabajar en el sector privado, con lo cual ganarán un amigo. Además, aquellos que retornen a su nación luego de ser estudiantes becados tendrán una mirada de Singapur distinta de la que tendrían si nunca hubiesen salido de Malasia, Tailandia, Corea, etcétera, con lo cual se produce cierto roce internacional.
En consecuencia, la migración -en especial, el atraer a extranjeros- cumple distintas funciones.
Dicho lo anterior, reitero que en Chile no contamos con una normativa orgánica sobre el particular, pese a que hoy, crecientemente, nuestro país se ve envuelto en un tipo de migración distinta, ya sea aquella que consta de refugiados políticos, en muy menor medida, o la conformada por inmigrantes económicos -por así decirlo-, quienes buscan una mejor oportunidad de vida trabajando acá. Estos envían recursos a sus familias en su nación de origen, pero a veces, incluso, se vienen con ellas.
Sin embargo, adoptamos todavía un criterio muy rústico para definir a quiénes les damos residencia. El propósito de este proyecto es mejorar el mecanismo para darles nacionalidad a algunos de esos extranjeros.
Quiero hacer, sí, un reparo.
La ley establece como requisito para la concesión de la carta de nacionalización "que el extranjero renuncie a su nacionalidad de origen, o a cualquier otra adquirida o que pudiere corresponderle".
Debo recordar que algunos países no permiten la renuncia a la nacionalidad. Entiendo que Estados Unidos es uno de ellos. En consecuencia, con ese criterio un norteamericano no podría nacionalizarse chileno, pues la legislación de dicha nación le impide tal renuncia. Las autoridades estadounidenses le dirán que ello es improcedente.
Me parece que normas similares también se aplican en otros países, como Argentina.
Por último, considero muy atinado y correcto que menores de edad puedan regularizar su situación de nacionalidad, con la autorización del adulto que esté a cargo de su cuidado personal. Desde este punto de vista, es importante la disposición que permite solicitar carta de nacionalización a los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años.
También lo es la norma que favorece a los menores de 18 años cuyo padre o madre es refugiado. Ellos podrán adoptar la nacionalidad chilena, sin realizar mayores trámites, desde el momento en que uno de sus padres obtenga la carta de nacionalización.
Para concluir, deseo reiterar un concepto: exigir la renuncia a la nacionalidad puede convertirse en un elemento ficticio. El extranjero puede formalizar esa renuncia en nuestro país, pero no sé si el procedimiento establece que el interesado debe demostrar tal hecho. ¿Se le va a pedir un certificado de la nación de origen que diga: "Le aceptamos la renuncia a la nacionalidad", o bastará con la palabra del inmigrante? En este último caso, en realidad no le estamos pidiendo mucho.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Zaldívar.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés) .-
Señor Presidente, adhiero a todo lo que han manifestado diversos señores Senadores sobre la necesidad de contar con una política de inmigración. Eso es fundamental.
El economista John Galbraith, en uno de sus libros, sostiene que dos elementos son esenciales para impulsar el desarrollo de los países: la educación y la immigración.
El inmigrante es alguien que hace un esfuerzo de tal naturaleza que provoca un mayor potencial de desarrollo en las actividades que desempeña.
Y eso lo vemos en la realidad.
Chile experimenta una inmigración bastante fuerte desde las naciones vecinas, principalmente desde Perú. También se ha registrado una inmigración de profesionales en el último tiempo desde Ecuador , Venezuela , Argentina e, incluso, Colombia. Además, con motivo de la crisis económica en Europa, hubo una notoria migración de profesionales a Chile desde España, lo cual ha sido positivo.
En muchas partes de nuestro país uno ve la fuerte presencia de profesionales extranjeros, sobre todo del ámbito médico.
Por lo tanto, una nación que quiere desarrollarse debe contar con una política de inmigración.
Chile ha tenido en su historia varios momentos de inmigración: la alemana; la italiana; la española, a raíz de la Guerra Civil; etcétera.
Sin embargo, carecemos de una política estructurada y organizada sobre el particular.
Por otra parte, en materia de aplicación de la Ley de Extranjería, quiero destacar -me parece bastante positiva- la modalidad para otorgar visas de residencia y de trabajo a las personas que llegan a Chile, sobre todo desde los países vecinos.
Si uno entra a la página web del Departamento de Extranjería, notará que es posible seguir el trámite completo (hasta cuando la persona obtiene la documentación respectiva). El procedimiento es bastante eficiente.
Deseo destacarlo, porque se trata de un servicio muy valorado por el extranjero, no por el que está buscando la nacionalidad -esa es la última fase-, sino por aquel que necesita permiso de residencia, visa de trabajo, etcétera, documentos que para ellos son muy importantes.
Ahora bien, el proyecto de ley en análisis no regula la inmigración. Se vincula con esta indirectamente. La última etapa que busca cumplir un extranjero que se ha radicado en nuestro país es acceder a la nacionalidad chilena, para lo cual debe renunciar a la propia, de acuerdo con la norma constitucional.
Para que esa persona tome tal decisión, se le exige cierta mayoría de edad. Hace algún tiempo era a los 21 años; hoy es a los 18.
Como se dijo muy bien en la Sala, esta iniciativa fue impulsada y llevada adelante -quiero darle mi reconocimiento- por el Diputado Jaime Pilowsky , quien fue uno de los autores del texto sobre el cual hoy estamos pronunciándonos. Incluso participó en el análisis de la Comisión de Gobierno del Senado.
Se propone, primero, fijar la edad en 18 años -algo de toda naturalidad dentro de nuestro ordenamiento jurídico- para que el interesado decida solicitar la nacionalidad chilena.
Pero, además, se les permite acceder a la nacionalidad chilena a los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años, siempre que tengan más de cinco años de residencia y cuenten con la autorización de quienes están a cargo de su cuidado personal.
Por último, se contempla un caso especial: que los menores de 18 años cuyo padre o madre sea refugiado y haya logrado la carta de nacionalización -es lógico- podrán nacionalizarse, sin cumplir otros requisitos y siempre contando con su voluntad.
Insisto -y concuerdo con los demás Senadores al respecto- en que sería positivo implementar una política sobre inmigración. Lo relativo a la concesión de la nacionalidad es diferente; constituye solo una etapa final. La inmigración -el hecho de que los extranjeros lleguen a Chile; logren visa de residencia, y tengan las facilidades para desempeñarse bien en las labores que realizan- muchas veces enriquece la actividad del país en su conjunto.
Por esas razones, voto positivamente y hago un llamado para que en un próximo tiempo ojalá podamos debatir y analizar un proyecto sobre inmigración en Chile, que aborde tal fenómeno en forma permanente y con visión de futuro.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Montes.
El señor MONTES.-
Señor Presidente, votaré a favor de esta iniciativa en particular, pues creo que sus normas son bastante focalizadas, puntuales y parciales, y tratan acerca de un asunto en el cual Chile se encuentra muy atrasado.
Me parecen muy bien la ampliación de las edades para obtener la nacionalidad chilena y la posibilidad de que la consigan también los hijos de extranjeros que hayan cumplido 14 años, bajo determinadas condiciones.
Se ha constatado que en la actualidad hay muchos niños apátridas. En efecto, se da la situación de hijos de extranjeros nacidos en el país que, para adquirir la nacionalidad, requieren cumplir una serie de trámites luego de un período no menor. Incluso, algunos extranjeros han escrito libros para expresar su preocupación ante las dificultades que ello significa.
Recientemente me tocó asistir a un seminario internacional sobre inmigración en Chile, organizado por los jesuitas y por una serie de entidades cuya existencia desconocía. Yo fui porque nuestro Presidente no pudo acudir. Me pidieron los organizadores que participara en una mesa de debate acerca de la materia.
En verdad, yo no conocía mayormente el asunto, y tuve que escarbar y leer para hacer un planteamiento. No sabía que íbamos a tratar este proyecto ahora, por lo que no traje esos antecedentes.
De ese seminario, en que estuve en una mesa con argentinos, uruguayos y paraguayos, me quedó claro que necesitamos una política y una ley de migración. Estamos muy atrasados al respecto.
Los argentinos están mucho más allá que nosotros; los uruguayos y los paraguayos también. Tenemos harto que aprender de ellos, toda vez que esas naciones han avanzado; han probado fórmulas. Algunas han resultado y otras no.
Es importante consignar que en este momento en nuestro país tenemos 500 mil extranjeros -¡500 mil!-, principalmente peruanos, bolivianos y colombianos, que son los predominantes.
El señor QUINTANA.-
Con papeles.
El señor MONTES.-
No estoy seguro de si el dato es con papeles o sin ellos.
La reacción de los chilenos en estos momentos es que los extranjeros pueden quitarles el trabajo y, en la medida que se produzcan problemas de empleo, esa sensación va a ser mayor.
Y también tenemos choques culturales en los barrios, debido a las diferencias de hábitos.
Dije que hay 500 mil extranjeros en Chile.
Pero ¿cuántos chilenos viven en este momento en otros países? La estimación que entrega el programa de migraciones del Ministerio del Interior es de 850 mil. ¡Son 850 mil los compatriotas que han emigrado!
Y ello también representa problemas para la política de migración: ¿qué hacer para que algunos de los chilenos que están en el extranjero regresen a nuestro país?; ¿qué convenios interesa establecer con las naciones en que ellos residen?; etcétera.
La migración de que se habla en este debate, antes que nada -tal como han sostenido aquí varios parlamentarios-, es un derecho, sobre todo en el mundo moderno, donde hay flujos entre los países y movimientos de personas por razones muy diversas.
Ser refugiado es solo uno de esos factores. Cabe recordar que experimentamos una fuerte inmigración desde Colombia en determinado momento, producto de la guerrilla que afectaba a esa nación. Pero esa situación fue bien acotada.
Es muy importante contar con una política de migración que entienda que hay derechos involucrados. Me refiero, como recién me manifestó el Senador Prokurica, al derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a la expresión e identidad cultural.
Debemos respetar a los extranjeros en Chile y procurar que se respete en la misma medida a los chilenos en el exterior. En realidad, este fenómeno se da a nivel mundial, en un planeta cada día más globalizado y desarrollado.
Quiero rescatar algo que varios parlamentarios mencionaron acá y que también lo señaló recientemente el economista Ricardo Hausmann en su visita a Chile, referido a la importancia de estimular la venida de extranjeros en determinados rubros o con ciertas profesiones o conocimientos.
¿Qué planteó Hausmann? Que Chile estaba preparado para algo y, de repente, le cambió el escenario. Ante ello, el país debe tomar opciones, pero no cuenta con gente formada profesionalmente al efecto.
¿Qué hacer? ¿Preparar a personas? Sí. ¿Y basta con eso? Aún no.
Por ahora, va a tener que traer profesionales de afuera a fin de enfrentar la nueva realidad de la economía. Como no alcanza a preparar a los que necesita, deberá contratarlos en el exterior.
Hoy en la mañana aprobamos la iniciativa que amplía el giro de la ENAP. A partir de ello, dicha compañía podrá asociarse con una empresa extranjera en la obtención de energía solar. Para aprovechar esa instancia habrá que traer profesionales extranjeros, quienes nos permitirán avanzar mucho más rápido y, a su vez, podrán formar a la gente de nuestro país para que aprenda a desarrollar esa tecnología y a utilizar los instrumentos necesarios en ese ámbito.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Concluyó su tiempo, señor Senador.
Le doy un minuto adicional para redondear su idea.
El señor MONTES.-
Gracias, señor Presidente.
En el fondo, la migración es parte de una política de desarrollo para Chile, tal como ha sido históricamente.
Por último, señor Presidente , hago presente que necesitamos efectuar una discusión en serio sobre esta materia. Quizás esto debería ser abordado por una comisión especial, en marzo o en otro momento. El Senado debiera ponerse a la cabeza de ese debate. Se trata de un problema internacional y nacional en cuya solución nosotros debemos participar.
Recién lo dijo el Senador Chahuán: hay que tener muy presente lo que ocurre en Europa, en especial en Francia. Si no enfrentamos la situación en forma oportuna, se nos puede transformar en una dificultad tremenda. Hagámonos cargo de ello a tiempo; que sea una oportunidad para nuestro desarrollo.
Valoro mucho el proyecto que nos ocupa, aunque sea muy puntual, porque avanza en la dirección correcta. Pero todavía estamos muy atrasados como país en este ámbito.
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Guillier.
El señor GUILLIER .-
Señor Presidente, el asunto que aborda esta iniciativa es de enorme importancia para la Región de Antofagasta, que el año pasado concedió más de 25 mil visas a extranjeros.
Históricamente, gran cantidad de bolivianos y peruanos reside en la zona norte de Chile. Y en los últimos cinco o seis años, también han llegado ciudadanos colombianos. Según datos proporcionados por el INE, en Antofagasta viven aproximadamente 57 mil inmigrantes, sin contar las migraciones internas, que son aún más masivas.
Antofagasta es la segunda región de Chile que presenta mayor número de solicitudes de refugio para inmigrantes, fundamentalmente por razones de ausencia de paz en sus países de origen.
Además, se observa una deficiencia: los procesos migratorios no van acompañados de políticas públicas para acoger a los extranjeros con la dignidad que corresponde. De hecho, somos la Región que recibe menos aportes del Estado per cápita para proyectos de salud; es decir, menos inversión por ciudadano.
Junto con la Diputada Paulina Núñez, estamos trabajando, a la par con el Departamento de Extranjería, en un proyecto de ley sobre migración, pues el tema afecta muy fuertemente a nuestra Región.
La iniciativa que estamos votando es pertinente, primero, porque Chile ha hecho, en una economía globalizada, una opción de apertura al mundo, lo cual significa desplazamientos y movimientos de población que va y viene.
Muchos chilenos emigran. Nuestro país aún presenta una relación de dos a uno entre los compatriotas que se van a vivir al exterior (a trabajar o a estudiar) y los extranjeros que llegan a Chile.
Asimismo, dado el criterio de reciprocidad al trato, cabe señalar que estamos al debe, fundamentalmente, respecto de los extranjeros de países vecinos.
Por tal razón, existe una obligación práctica y también moral de perfeccionar la legislación para que sea más recíproca y equilibrada con relación al trato que se da a los extranjeros en comparación con el que se brinda a los chilenos en nuestra región.
Por otra parte, comparto lo señalado por el Senador Lagos Weber: no se puede exigir la obligación de renunciar a la nacionalidad de origen. De hecho, mis tres hijos poseen dos nacionalidades, y en el otro país -en este caso, España- no les impusieron el requisito de renunciar a la chilena. Incluso, hipotéticamente, también podrían nacionalizarse ecuatorianos. Y pasaría lo mismo. En teoría, sería factible que tuvieran tres nacionalidades.
A mi juicio, debemos ajustar nuestra legislación a criterios y convenios internacionales que Chile ha firmado. No podemos suscribir tratados y después no hacernos cargo de sus consecuencias.
Además, parece de toda lógica que puedan acceder a la nacionalidad chilena los hijos de extranjeros mayores de 14 años que tengan más de cinco años de residencia en el territorio nacional y cuenten con la autorización de quien esté a cargo de su cuidado personal. Si en nuestro país, por ejemplo, un adolescente mayor de 14 años y menor de 18 es responsable penalmente de sus acciones, con mayor razón a aquellos se los puede considerar capaces de elegir su nacionalidad, siempre autorizados por el adulto a su cuidado.
En cuanto a los hijos de refugiados, si cualquiera de los padres obtiene la nacionalidad chilena, parece absolutamente lógico y humanamente correcto permitir que sus hijos tengan la misma nacionalidad, independiente de su edad.
En consecuencia, me parece que esta iniciativa representa un avance dentro del contexto de una política migratoria.
Esperamos en un futuro pr��ximo presentar el proyecto de ley sobre migración, que estamos trabajando con el Gobierno.
Voto a favor.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
El Honorable señor Coloma ha pedido la palabra para hacer una precisión, que la Mesa comparte.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, seré muy breve.
Pido que se haga llegar al Ejecutivo la enmienda propuesta por el Senador señor Quinteros.
En mi opinión, es acertado lo que planteó la Secretaría de la Comisión y la Comisión misma en cuanto a eliminar cierta facultad del Ministerio del Interior. Pero, para ser franco, pienso que ello es una materia de iniciativa exclusiva del Gobierno.
Estamos derogando un inciso respecto del cual la titularidad de la acción corresponde al Ejecutivo , no a nosotros.
Ese es el problema que se presenta a veces cuando se hace trabajo de Comisión en la Sala.
Pero esto ya está resuelto. Se votó en esos términos.
Ante ello, sugiero, como el proyecto debe ir a tercer trámite constitucional a la Cámara de Diputados, que se haga ver esta cuestión al Gobierno, para que patrocine tal modificación. Así evitaremos cierto problema de constitucionalidad.
Si ustedes revisan lo propuesto, se darán cuenta de que se trata de una facultad exclusiva del Ejecutivo. Eso parece claro. Entonces, para la referida derogación, se requiere ese patrocinio, lo que se podría solicitar en el trámite siguiente.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).-
Si le parece a la Sala, podemos enviar un oficio a la Presidenta de la República para pedirle su patrocinio, con el objeto de que, en el tercer trámite constitucional, se haga efectiva esta solicitud.
¿Habría acuerdo?
Muy bien.
Se enviará el oficio, con el acuerdo unánime de la Sala.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba el proyecto en particular (29 votos a favor), incluida la supresión del inciso tercero del artículo 2° del decreto supremo N° 5.142, con la prevención acordada por la Sala, y queda despachado en este trámite.
Votaron las señoras Allende, Goic, Muñoz, Lily Pérez y Van Rysselberghe y los señores Araya, Chahuán, Coloma, Espina, García, García-Huidobro, Guillier, Harboe, Horvath, Lagos, Letelier, Matta, Montes, Moreira, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.
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