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El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
En seguida, corresponde tratar el oficio de Su Excelencia la Presidenta de la República mediante el cual solicita el acuerdo del Senado para prorrogar, por el plazo de un año, la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití, con informe de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, y con la urgencia establecida en el inciso segundo del número 5) del artículo 53 de la Constitución Política, que vence el 29 del mes en curso.
--Los antecedentes sobre el oficio (S 1057-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Se da cuenta en sesión 15ª, en 29 de abril de 2008.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores y Defensa, unidas, sesión 21ª, en 14 de mayo de 2008.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Señores Senadores, la señora Presidenta de la República expresa en su oficio que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con fecha 15 de octubre de 2007, resolvió prorrogar el mandato de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití hasta el 15 de octubre de 2008, con la intención de renovarlo nuevamente.
Destaca, asimismo, que la labor de nuestras tropas ha recibido altos niveles de reconocimiento. En consecuencia, considera indispensable continuar con dicha tarea, y para ello solicita al Senado autorización para prorrogar la permanencia del componente militar en dicho país, por el período de un año.
Las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, acordaron, por 7 votos a favor (Senadores señores Flores, Gazmuri -como miembro de ambas Comisiones-, Muñoz Barra, Pizarro y Romero -en su calidad miembro de ambas Comisiones-) y 2 abstenciones (Senadores señores Coloma y Larraín) aprobar la solicitud de Su Excelencia la Presidenta de la República , esto es, prorrogar por un año la permanencia de las tropas chilenas y de los medios correspondientes en Haití.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
A petición del Ministro de Defensa , señor Goñi, solicito autorización para que ingresen a la Sala el Subsecretario de Guerra, señor Gonzalo García, y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional , General de Aviación señor Iván Fabry.
Si le parece...
El señor NAVARRO.-
Señor Presidente,...
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
No hay acuerdo.
El señor NOVOA.- ¿Quién no da el acuerdo?
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
El Senador señor Navarro.
El señor COLOMA.-
¿Por qué?
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
En discusión la solicitud.
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente, me corresponde informar el debate habido en las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional sobre la petición de la Presidenta de la República para prorrogar por un año más la presencia de tropas chilenas en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití.
Ante todo, cabe hacer notar que esta es la décima ocasión en que el Senado discute este asunto. La primera vez lo hizo en la sesión de 2 de marzo de 2004, cuando nuestra Corporación aprobó la participación de Chile en la Fuerza Multinacional Provisional en Haití -propuesta por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas-, junto a otros tres países provenientes básicamente del mundo desarrollado.
Después de cierto incidente referente a atribuciones con el Presidente de la República de la época, el Senado autorizó la solicitud y hubo un despliegue muy rápido de nuestra participación en esa fuerza multinacional.
Con posterioridad, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas creó la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, que sucedió a la Fuerza Multinacional Provisional, a fin de evitar una crisis social y humanitaria más profunda y de iniciar un proceso de apoyo de las Naciones Unidas a la reconstrucción democrática, económica y social de ese país.
Dicha Misión se ha ido prolongando en el tiempo y hoy nuevamente se ha solicitado prorrogar por un año la presencia de nuestras Fuerzas Armadas en Haití. Y, de acuerdo con nuestro ordenamiento constitucional, le corresponde al Senado dar la autorización.
El Gobierno hizo una extensa presentación en las Comisiones unidas acerca de las razones de política internacional que llevan al país a tener una presencia activa en las Operaciones de Paz de las Naciones Unidas, particularmente en Haití; de las evaluaciones realizadas respecto de la Misión, y de las perspectivas a futuro.
Lo anterior generó una discusión bastante intensa en dos sesiones de las Comisiones unidas. Finalmente, la solicitud se aprobó por 7 votos a favor y 2 abstenciones. Estas últimas corresponden a dos señores Senadores quienes estimaron que todavía faltaban elementos de juicio como para formarse una opinión definitiva.
La presencia de Chile en las Misiones de Paz de las Naciones Unidas es consistente con una política exterior que prioriza el manejo multilateral de las crisis. Y, por lo tanto, privilegia nuestra presencia activa en la NU, como el órgano legítimo para garantizar estabilidad y paz y para intervenir, cuando sea necesario, en nombre de la comunidad internacional en países o regiones donde hay crisis que requieren ese tipo de participación.
Nuestro país, que exhibe una política exterior abierta, que tiene cierta dimensión estratégica internacional, que depende mucho del entorno mundial y regional de seguridad y de paz, debe contribuir también a los esfuerzos multilaterales.
Esa es la razón de fondo.
Por lo tanto, nuestra presencia en el marco de las Naciones Unidas en misiones de paz constituye un elemento muy central de nuestra política exterior, porque a Chile le interesa contribuir a la paz y a la estabilidad mundial.
En segundo término, parece evidente que esa contribución debería hacerse de manera preferente en nuestra área de inserción más natural desde los puntos de vista económico, político y cultural, como es América Latina. Por consiguiente, se ha priorizado, como política de cooperación al establecimiento de la seguridad y de la paz mundial, el área de América Latina. Esa presencia privilegiada es la que ha llevado al Gobierno a proceder en esos términos.
El tercer aspecto que se ha tenido muy en consideración respecto de las condiciones de nuestra permanencia en Haití es que la contribución a la estabilización de esa nación, desde el punto de vista de las fuerzas de paz, ha exhibido como elemento central un componente latinoamericano.
Más de 50 por ciento de las tropas desplegadas son latinoamericanas. El mando de la operación lo ejerce un alto oficial brasileño. Y también nos ha correspondido una participación muy directa en el alto mando de esas fuerzas.
Los contingentes desplegados allí mayoritariamente provienen de América Latina, principalmente de América del Sur: Brasil, Uruguay , Argentina, Chile, Ecuador , Perú, Bolivia , etcétera. Por lo tanto, ese ha sido un espacio, no solo de colaboración política, sino también en el plano de la Defensa, que es muy importante para nuestro país.
Otro factor que ha formado parte del debate dice relación a si se han cumplido los objetivos que se plantearon con la referida Misión. ¿Cuáles son los actuales desafíos? Y siempre ha rondado la pregunta ¿hasta cuándo va a ser necesaria la presencia de fuerzas en Haití? ¿Por cuánto tiempo más se va a requerir la participación militar chilena en esa nación? Por lo tanto, la idea del plazo de la Misión es un asunto que ha estado en el centro de la discusión que hemos tenido en las Comisiones unidas.
En cuanto a la primera cuestión, hay un acuerdo bastante amplio en que, en general, la Misión ha sido exitosa, en la medida en que se ha logrado estabilizar la situación y detener enfrentamientos que podrían haber llevado incluso a un genocidio en ese país; en que se ha conseguido realizar elecciones -que, sin duda, han sido las más democráticas que Haití ha tenido en las últimas décadas- que han permitido establecer un Gobierno legítimo, un Parlamento elegido, autoridades municipales, es decir, un proceso lento pero sostenido de reconstrucción institucional.
Sobre este aspecto, a mi juicio, hay una opinión, si no unánime, por lo menos muy generalizada.
Subsiste también la idea bastante extendida -que en cierta medida comparte el Gobierno- en el sentido de que el esfuerzo de solidaridad y apoyo a la reconstrucción económica y social de Haití, en particular el de los mayores donantes, vale decir, el de los países desarrollados, ha estado muy por debajo de las necesidades y expectativas. Por consiguiente, hay una mirada crítica sobre esta dimensión.
Existe la opinión -Chile está preocupado de ello- de que, en general, la participación de los donantes mayores de la cooperación para el desarrollo económico y social en Haití ha estado por debajo de las expectativas.
Hay igualmente la idea de que todavía la situación haitiana no es de plena estabilidad, de que las instituciones de su Estado aún son relativamente débiles.
En las semanas precedentes hubo cierta crisis, producto de una movilización popular muy intensa debido básicamente al alza extraordinaria de los precios del arroz, que significó la caída del Primer Ministro . Pero está claro que hay una situación económica y social de fondo muy crítica, y a pesar de que existen algunos indicadores económicos favorables, los gravísimos problemas sociales del país todavía no son resueltos, obviamente.
Ello plantea el criterio de que, para garantizar la seguridad, será necesario la presencia de fuerzas internacionales.
Sobre este punto en general tampoco hay mayor discusión.
Naciones Unidas ha planteado la idea de que es indispensable desarrollar un programa de consolidación de la Misión en Haití para los próximos años, que ponga metas económicas y sociales, e indicadores para ir midiendo el desarrollo de los objetivos planteados.
Fue una materia ampliamente discutida en las Comisiones unidas, y llegamos a acuerdo con el Gobierno para que el Senado -veremos después los mecanismos- tenga una participación más activa en el debate sobre los contenidos y plazos del plan de consolidación.
Considero que este acuerdo es de mucha importancia.
Por último, debo agregar alguna información adicional que puede ser útil para la resolución de la Corporación respecto al asunto que nos convoca.
El primer punto tiene que ver con la magnitud de nuestra presencia militar y policial.
En lo militar, básicamente tenemos desplegados un batallón (Batallón Chile), compuesto por personal del Ejército y de la Armada, que tiene como función principal ser la fuerza de seguridad más importante de la segunda ciudad de Haití, que es Cabo Haitiano.
Es preciso señalar que, en general, esta fuerza ha tenido mucha consideración por parte de la Dirección de la MINUSTAH y que, también, en Cabo Haitiano en general las condiciones de seguridad son muy superiores a las de la capital.
También existe una Compañía de Ingenieros, cuya función fundamental es apoyar las obras de infraestructura en Haití. Tiene la particularidad de ser una compañía combinada chileno-ecuatoriana bajo el mando de nuestro país.
Pienso que es un buen ejemplo de cooperación a nivel militar con una nación particularmente amiga de Chile en todos los terrenos.
Y mantenemos, además, una escuadrilla de helicópteros, unidad compuesta por 52 personas de la Fuerza Aérea y de la Brigada Aérea del Ejército de Chile, que realiza tareas de apoyo muy importantes para el comando de la MINUSTAH en Puerto Príncipe y en todo el país.
Asimismo, tenemos presencia en lo policial, menos significativa desde el punto de vista numérico.
Hay desplegado un total de diecisiete efectivos policiales, 14 carabineros y 3 detectives, que básicamente desempeñan funciones de instrucción para adiestramiento en las distintas unidades de la policía haitiana. Es decir, no desempeñan tareas propiamente policiales.
Se han desarrollado programas de cooperación permanente de formación de policías haitianos en la Escuela de Oficiales de Carabineros de Chile.
Finalmente, hay un anexo con el informe financiero, una parte de del cual las Comisiones unidas y el Gobierno la declaramos como de carácter reservado y secreto, pero que se encuentra a disposición de los señores Senadores en la Secretaría de la Corporación.
Las cuentas son relativamente complejas. Sus Señorías lo podrán apreciar, ya que hay gastos en que incurre el país, pero que de todas maneras deben hacerse, como los sueldos y salarios del personal que concurre a la Misión. También se contempla el adicional que paga Naciones Unidas en estas misiones, lo que aporta al despliegue de nuestras fuerzas, tanto en materiales como en insumos, y que son reembolsos. Y como estos se efectúan una vez hecho el gasto, existe un complejo sistema de contabilidad donde el Gobierno chileno hace el gasto, pero luego le es reembolsado.
Entonces, para hacer cuentas globales, lo que el país gasta, sin reembolso, son aproximadamente entre 4 y medio y 5 millones de dólares al año.
Ahora, existe un debate sobre si eso es gasto o inversión. Porque, en efecto, ello tiene cierta utilidad. Son equipos que vuelven, entrenamientos que añaden calidad a nuestro contingente militar. Pero, cualquiera sea la discusión, ese esfuerzo le cuesta a Chile esa cantidad.
La segunda cuestión que considero importante aclarar es que estos gastos -como básicamente son de material- se financian con recursos provenientes de los fondos de la ley reservada del cobre, que solo pueden ser destinados a estos asuntos y menesteres. Por lo tanto, no cabe la duda, que alguna vez se planteó en estas discusiones, de cuánto el país está restando a otros programas para gastar en Haití. Ello prácticamente no es así. No es una opción.
Lo que se gasta en Haití -es dable discutir la magnitud, cuánto se puede o no reponer- no podría ser destinado sino a los mismos usos también de material bélico.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor GAZMURI.-
Estoy terminando, señor Presidente . Concédame un minuto más.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Pero ya se le otorgaron dos minutos, señor Senador.
Serían tres minutos más.
El señor BIANCHI .-
Le cedo un minuto de mi tiempo, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Bien. Su Señoría puede disponer de un minuto más para terminar su intervención.
Tiene la palabra.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , quiero agregar un último elemento que ha estado presente en todo el debate, que entiendo que no es el central, porque la fundamentación para estar en Haití tiene que ver básicamente con nuestra política exterior (es la discusión sustantiva que debe haber).
En general, creo que hay una muy alta opinión, tanto de Naciones Unidas como de nuestros socios, acerca de la calidad del desempeño de nuestras Fuerzas Armadas y fuerzas policiales. Me parece un elemento intangible de esta operación, pero que nuestro país debe considerar.
Y, segundo, las Fuerzas Armadas tienen también una opinión muy positiva del perfeccionamiento profesional que significan estas misiones.
Como digo, estos aspectos han estado presentes en todos los debates que hemos tenido sobre esta materia.
Termino utilizando menos de los tres minutos que me dio de exceso, los cuales agradezco, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente, la lata intervención del señor Senador que me antecedió en el uso de la palabra me permite precisar algunos puntos que fueron del interés de muchos de quienes en las Comisiones unidas participamos en un debate informado y trascendente respecto de las misiones de paz.
En primer término, quiero destacar que el Ejecutivo , anticipándose a la dictación de la nueva ley orgánica relativa a la participación de tropas chilenas en operaciones de paz, se acogió voluntariamente al procedimiento que se propone en el proyecto pertinente y sentó un precedente que me parece muy auspicioso y que agradezco, porque en definitiva nos permite volcar el espíritu con que actuamos sobre la materia: el de una política de Estado. Porque se trata de una política internacional que tiene una serie de condimentos que ya se han explicitado y publicitado.
En esta parte, debo manifestar que el marco de participación de Chile en Haití no se generó unilateralmente, sino producto de una concertación, de una coordinación política entre los países del cono sur de América Latina.
Eso es destacable y motiva que siempre debamos tener en consideración el punto de vista de que no nos encontramos frente a una decisión unilateral, sino a la manera de enfocar en el futuro las resoluciones sobre muchos problemas que dicen relación a este tipo de asuntos.
En segundo lugar, siento que nos hallamos en una etapa completamente distinta de la que se planteó en un comienzo, hace cuatro años. El inicio de la participación de tropas chilenas en Haití tuvo por objeto evitar una suerte de enfrentamiento al interior de esa nación y, como consecuencia, muertes y un eventual genocidio.
La siguiente etapa consistió en institucionalizar el proceso político de Haití a través de elecciones, las que se llevaron a cabo dentro de los términos relativos en que se podía efectuar una acción de esta índole.
Y en la fase final debe procederse ya con la visión acerca de un país que necesariamente ha de contar con una serie de recursos para tener verdaderas posibilidades de desarrollo.
En cuanto al último punto, creo esencial que nos enmarquemos particularmente en los problemas de seguridad interior en Haití y, por cierto, en lo relativo a la institucionalización de diversos elementos de que esa nación debiera disponer para su desenvolvimiento.
Por otra parte, me parece muy importante tener una mirada de alguna manera crítica respecto del plan de consolidación presentado por la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) -entendemos su espíritu, pero hemos de convenir en que sus parámetros son vagos y poco precisos- a fin de ordenar los objetivos centrales que deberíamos plantear.
En ese aspecto, invitamos al Ejecutivo, que es el encargado de conducir las relaciones exteriores, a asumir un rol mucho más activo en la materia y, dentro de él, a recibir también el aporte que pueda entregarle el Congreso Nacional.
Por lo demás, así se acordó en las Comisiones unidas: que haya una participación nuestra en el sentido de formular sugerencias sobre las medidas que se adopten y brindarles nuestro apoyo, incluso a través de los vínculos que tenemos con Comisiones de Relaciones Exteriores de otros países (desde luego, a mediados de junio habrá un encuentro con los miembros de nuestra homóloga del Senado brasileño para analizar esta clase de materias).
Es preciso resaltar que en esta ocasión los antecedentes entregados por el Gobierno acerca del cometido de nuestras tropas en Haití son bastante más completos que los anteriores y proporcionan una información más acabada.
Ahora, en las Comisiones unidas sugerimos implementar indicadores de eficiencia acerca de cada punto, con el propósito de mejorar nuestra participación en Haití o en cualquier otra misión de paz a la que Chile pudiera ser invitado.
De otro lado, hemos recogido con gran interés las declaraciones que hizo en Nueva York el señor Ministro de Defensa Nacional y las que formuló el señor Ministro de Relaciones Exteriores en las Comisiones unidas en el sentido de que las misiones de paz, por su naturaleza, no son indefinidas en el tiempo, sino limitadas, temporales. Es decir, tienen una fecha de inicio y otra de término.
Desde esa perspectiva, consideramos que, dentro del plan de consolidación de cuatro años que propone la MINUSTAH, debiéramos incluir algún elemento para establecer un parámetro de definición en cuanto al término de la Misión y, asimismo, para apelar a la solidaridad continental a los fines de que se produzca un reemplazo en el esfuerzo que llevan a cabo los nueve países que hoy participan en ella.
Al respecto, pienso que todos debemos colaborar -tanto el Ejecutivo como el Parlamento- para convencer a naciones que hasta ahora no han tenido la oportunidad de participar en la MINUSTAH de que efectúen un relevo a los efectos de que se materialice la solidaridad compartida a que nos referimos.
Con esos elementos, estimo del caso acoger la solicitud del Ejecutivo. Pero no debe ser una aprobación simple, en términos incondicionales. Al contrario, ella tiene que ser razonada, en cuanto a que dentro del plan de consolidación de la situación elaborado por la MINUSTAH se establezcan parámetros, definiciones y rasgos concretos acerca del término de la operación.
Del mismo modo, en esta etapa, que es distinta de las anteriores, resulta fundamental ver la posibilidad de realizar un aporte más eficiente y eficaz; por ejemplo, preparando oficiales o suboficiales de la Policía de Seguridad de Haití, como ocurre actualmente con no menos de 22 de sus efectivos en la Escuela de Carabineros, donde se les dictan cursos de perfeccionamiento y capacitación.
A nuestro juicio, ese es un hecho que visualiza lo que entendemos como una de las tareas que debe efectuar Chile.
También es trascendental respaldar a ciertos funcionarios, dentro de la institucionalidad del Estado haitiano, a fin de ir preparándolos para que en el futuro puedan autogobernarse, gobernarse a sí mismos. Porque yo y otros integrantes de las Comisiones unidas queremos que esta sea una misión de paz y no una operación que el día de mañana pueda ser denominada "misión de ocupación", porque al final este tipo de intervenciones cansa a los grupos de civiles a quienes se pretende beneficiar.
Termino manifestando que daré mi aprobación a la solicitud presidencial.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, al menos según mi registro, esta es la séptima vez que evaluamos la salida de tropas nacionales a Haití. Así consta en las actas que tuvimos a la vista los parlamentarios que asistimos a las sesiones de las Comisiones unidas.
Entonces, no es algo menor -además, es justo y necesario- que en cada ocasión hagamos un alto y una reflexión profunda respecto de lo que significa la salida de tropas al exterior. Porque por algo es solo el Senado el que otorga al Primer Mandatario -en este caso, a la Presidenta de la República - la autorización pertinente.
Se trata de algo excepcional. Porque el espíritu de la ley es que debe haber causas encuadradas en la Constitución y especialmente razonables como para validar la salvedad al criterio general de que las tropas chilenas deben permanecer dentro de nuestras fronteras.
Por eso, en cada caso hay que ser riguroso al examinar los motivos por los cuales se solicitan autorizaciones como la que nos ocupa esta tarde.
Mi primera reflexión tiene que ver precisamente con aquello, señor Presidente , pues resulta complejo entender que en siete ocasiones se hayan formulado siete argumentos distintos, o sea, siete principios excepcionales diferentes uno del otro.
La primera vez se sostuvo que la solicitud se formulaba para evitar un genocidio. Se trataba de una razón importante. Entonces, era entendible una excepción, para no repetir el ejemplo de Ruanda -se citó expresamente- en una nación de nuestro continente.
La primera prórroga, pedida en mayo de 2004, se planteó para generar condiciones de estabilidad y seguridad a fin de permitir a Haití iniciar un proceso político, siguiéndose por esa vía la lógica del deber cumplido.
La segunda prórroga, solicitada en mayo de 2005, tenía por objeto asegurar el desarrollo de las elecciones que habrían de verificarse entre octubre y diciembre de ese año.
Esa fue expresamente la argumentación.
Me parece menos relevante que evitar un genocidio o que dar inicio a un proceso político; pero, por último, uno puede validar la idea de garantizar la existencia de un proceso electoral.
La tercera prórroga, planteada en mayo de 2006, fue para mantener la estabilidad durante el período -y lo subrayo- inmediatamente posterior a las elecciones. Se dijo: "Aquí hay una argumentación adicional. Ya no se trata de un genocidio, ni de un proceso político, ni de una elección, sino de asegurar que no existan dificultades después de ella". Así se entendió, y se dio el apoyo necesario para cumplir tal finalidad.
La cuarta prórroga, solicitada en noviembre de 2006, se relacionaba con la culminación exitosa del proceso eleccionario, que se había iniciado hacía dieciocho meses pero que se entendería cumplido con las elecciones de diciembre de aquel año.
La quinta prórroga se planteó para consolidar los avances políticos y permitir el desarrollo de la capacidad administrativa y de gestión que tenía el Gobierno de Haití en ese entonces.
Y ahora nos encontramos con esta sexta solicitud de prórroga, es decir, con la séptima ocasión en que se nos formula un planteamiento sobre la materia, ahora en función de una lógica institucional de dicho país.
Y pongo énfasis al respecto, señor Presidente , porque opino que debemos hacer una reflexión sobre si las siete razones distintas que nos han dado son válidas por sí mismas para permitir la aplicación de la norma excepcional en comento.
En primer término, yo reconozco tener -así lo señalamos en las Comisiones unidas con el Senador señor Larraín -, no falta de juicio -al revés de lo que alguien planteó-, sino falta de antecedentes para formarme juicio, lo que es distinto. Porque, obviamente, uno debe entender si la razón aducida envuelve la suficiente excepcionalidad como para ameritar que las tropas chilenas salgan al exterior.
Y no me voy a referir, por esta vez, a la cuestión constitucional, pues entiendo que habrá una sesión especial,...
El señor ROMERO .-
Se verá en Comisión.
El señor COLOMA.-
...si los medios de comunicación no se molestan (porque algunos lo hacen cuando el Senado realiza sesiones o propuestas sobre determinadas materias), donde vamos a estudiar la naturaleza de las salidas de tropas o de las misiones de paz y lo que envuelve la seguridad nacional. Y esta es una cuestión no menor, pues algunos extienden -y pasa a ser paradójico- el concepto de "seguridad nacional" a un ámbito inasible, en circunstancias de que esta, por esencia, debe tener límites, pues de lo contrario deja de ser tal.
Entonces, señor Presidente , no me queda claro que estemos ante una razón de suficiente valía como para explicar o justificar la medida excepcional de salida de tropas chilenas al extranjero, más aún cuando, al menos desde mi perspectiva -y así lo explicité-, la situación actual de Haití no es mejor que la de hace un año o dos.
Estuve en República Dominicana -país al que le interesa que haya tropas en Haití-, donde me señalaron que existía un empeoramiento de la situación haitiana, lo que refleja en forma clara que, institucionalmente, los objetivos que se había fijado el mundo no se están cumpliendo. Y esto no es culpa nuestra; pero se trata de un hecho de la causa, en el sentido de que la situación no mejora (y entregaré un antecedente en tal sentido).
Entonces, ahí existe un primer punto.
Pero hay un segundo punto, que me parece mucho más significativo.
Quiero recordar -porque sé que todos han revisado de manera meticulosa lo que ha hecho el Senado- que en mayo de 2005 las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, a propósito de la segunda prórroga, dejaron constancia en esta Sala de "que la actual solicitud de autorización de la "prórroga de la permanencia de las tropas y los medios nacionales en Haití, por seis meses prorrogables por un nuevo período de seis meses", implica la intención de no renovar dicho mandato el 1º de junio del 2006, y, además, reemplazarlo por uno de cooperación económica y social.".
Esto lo dijimos nosotros, por una cuestión de sentido común, el año 2006 -estamos en 2008: "No puede haber una mantención permanente de las tropas en el extranjero".
No se trata de que uno se desentienda de Haití. Pero vayamos reemplazando dicho mandato por un programa de cooperación económica y social.
Tampoco se trata de minusvalorar la acción de las Fuerzas Armadas chilenas. Uno la reconoce. Y creo que todos nos hemos sentido orgullosos de aquellas porque han estado a la altura de las circunstancias. La duda -y eso es lo que quiero plantear una vez más aquí, en el Senado- estriba en determinar si a Chile le corresponde mantener una presencia armada en Haití, con los riesgos crecientes que ello supone, o si es hora de aplicar una estrategia de retorno de las tropas.
Es lo que con el Senador señor Larraín planteamos y volvemos a plantear a los Ministros aquí presentes: si existe una estrategia de salida o si Chile se quedará para siempre en Haití.
Si alguien me dice que esto último resulta inevitable, puede ser una tesis. Pero discutámoslo en su mérito.
Como vamos, señor Presidente , cada año se vuelve a reiterar algo que ya es casi una letanía y, con una mayoría más o menos amplia, se termina prorrogando, por distintas razones, la permanencia de tropas en Haití.
Por consiguiente, quiero que el Gobierno me explique qué significa el acuerdo a que se llegó en términos de reemplazar la permanencia de tropas en Haití por una misión de cooperación económica y social, lo cual, insisto, no significa abandonar a esa nación, sino cambiar el sentido de la colaboración, para no hacer de Haití un Estado fallido, como aparentemente podría estar sucediendo.
Ese punto es muy relevante, señor Presidente . Y por eso nos abstuvimos en las Comisiones unidas, a la espera de un planteamiento del Gobierno con relación al plan de salida de las tropas desde territorio haitiano y al cambio de su permanencia allí por un programa de cooperación.
Se trata de interrogantes que, lamentablemente, no han recibido una respuesta adecuada, desde nuestro punto de vista. Es factible que quienes hicieron el planteamiento respectivo consideren apropiada la medida en comento.
Hay un tercer argumento que también quiero poner sobre la mesa, con miras a lo que puede ocurrir en el futuro.
En el informe que nos enviaron los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional -es un buen informe; yo lo valoro- se establece por primera vez que ya empieza a haber en Haití, en su Parlamento, problemas con este tipo de intervención.
Hace pocos días -lo leí en el informe que acabo de mencionar- se presentó una moción de censura contra el Gobierno haitiano: 25 por ciento de los miembros del Parlamento la aprobaron. Ya un porcentaje como ese muestra una oposición importante.
Recuerden, señores Senadores -creo que estábamos en esta Sala casi los mismos que debemos resolver ahora sobre la materia-, que una de las preguntas que surgieron desde todos los sectores se relacionaba con la reacción del Parlamento haitiano a la presencia de tropas extranjeras en su territorio; y se expresó que el sentimiento de aprobación era unánime. Sin embargo, hoy día un 25 por ciento de aquel manifiesta una diferencia, una distancia.
Entonces, señor Presidente , no quiero que las tropas en comento terminen siendo de ocupación o de intervención. Eso nos haría mal a todos. Y pienso que podemos estar ante el riesgo de que ello suceda. Entonces, ya no serían tropas pedidas de forma unánime por un pueblo para salvarse del genocidio, para consolidar la democracia; ahora serían tropas que empiezan a revestir la característica de ser de ocupación, según el Parlamento de Haití. En lo que a mí respecta, no conozco el país. La cuestión integra aquello que obviamente influye dentro de dicha nación.
Por mi parte, quiero dejar de lado los temas constitucionales, por los motivos que he explicado. Insisto en que me asisten dudas respecto a la constitucionalidad del envío de efectivos, en virtud del artículo 101 de la Carta.
Pero existen tres aspectos que no son menores y que no podemos soslayar.
El primero es el relativo a las razones de la excepción.
El segundo se refiere a la estrategia de salida. Cuidemos de que no se registre la transformación en un reemplazo de otras fuerzas internacionales. Tengo la sensación adicional de que el mundo ha sido muy mezquino con Haití, porque algunos no han asumido sus responsabilidades de carácter económico o institucional. Estamos haciendo descansar en nuestras Fuerzas Armadas, de modo excluyente, una opción muy discutible en el tiempo. Además, esto es exactamente lo contrario de lo que planteamos hace dos años en el Senado, por unanimidad, respecto a la forma de avanzar en la materia.
Por último, creo que debemos velar especialmente por la integridad de nuestras Fuerzas Armadas y la naturaleza de su intervención, lo que merece respeto, de manera de que esto no se transforme el día de mañana en una carga pública que haya que explicar en el ámbito internacional.
Planteo estas interrogantes al Ejecutivo , cuyas respuestas me parecen de utilidad para el Senado.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Me parece conveniente abrir la votación.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , me gustaría oír antes al Gobierno, porque puede ser importante en el pronunciamiento...
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Después de su brillante intervención, señor Senador, no cabe duda de que el Ejecutivo quedará motivado.
El señor COLOMA.-
No se trata de que haya sido o no brillante, sino de que se formularon preguntas.
El señor NARANJO.-
Pero eso no es incompatible con la apertura de la votación.
El señor COLOMA.-
No queremos que ello se haga todavía.
El señor LARRAÍN.-
Que hable el Gobierno.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
La medida de poner en votación el asunto constituye una facultad de la Mesa.
El primero en usar de la palabra será el Honorable señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Si el señor Ministro quiere intervenir antes, no tengo inconvenientes.
El señor GOÑI ( Ministro de Defensa Nacional ).-
Hágalo usted, señor Senador. No hay problema.
El señor ÁVILA.-
¡Que agradezca al final, no más...!
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
En votación.
--(Durante el fundamento de voto).
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente, estimados colegas, desde hace varios años hemos estado discutiendo esta materia, efectivamente. Y también es verdad que somos casi los mismos Senadores.
He respaldado plenamente cada una de las peticiones del Ejecutivo sobre el particular. Y sigo manteniendo la tesis de que debemos permanecer en Haití, de acuerdo con la solicitud del Gobierno.
La primera vez se argumentó que se trataba de un cuasigenocidio y que la posibilidad de que los demás países pudieran colaborar -y el nuestro también- era absolutamente lógica. Ello, conforme a mi punto de vista respecto de la solidaridad internacional. Y esta última obligaba, en ese momento, a que realizáramos un esfuerzo especial -más aún cuando las propias Fuerzas Armadas consideraban que era algo ventajoso para ellas, también, en términos de preparación, de inserción en el mundo, como lo manifestó el Ministro de Relaciones Exteriores en aquel entonces-, dando cuenta de nuestra visión, concreta y clara, en cuanto a lo que debemos hacer en el ámbito mencionado, en términos de que ojalá, así como se produce cada día un aumento de la globalización comercial, igualmente pudiera darse cada vez más una globalización solidaria, específicamente en estos casos.
Tanto en la primera como en las siguientes oportunidades en que se debatió la cuestión mencioné que una de las reservas que se requería mantener era, específicamente, que la gente de Haití no nos considerara una fuerza de ocupación. Tal conclusión resulta razonable y lógica, como expresaba el Senador señor Coloma , puesto que ningún país acepta por mucho tiempo la presencia de fuerzas extranjeras, salvo en situaciones muy puntuales.
Al respecto, creo que efectivamente persiste la necesidad de nuestra presencia, si bien tal vez de una manera menos llamativa, menos ostensible.
He viajado a Haití en dos oportunidades. La primera fue después de la autorización original. Debo reconocer que difícilmente se puede encontrar otro país latinoamericano -quizá en África, donde no he estado, se puede dar una situación semejante- con esos niveles de subdesarrollo, de confusión y enfrentamiento políticos, de locura en la forma de relacionarse entre las personas, y, sobre todo, con un pasado político tan triste.
Recojo algunas de las observaciones formuladas.
A través de los años, he mantenido contacto con efectivos del Ejército que fueron destinados allá y con personas a las cuales conocí en aquel entonces, y no tengo la sensación real de que ese país haya pasado el período de violencia interna y de peligro de reapertura de la confusión existente hace seis años.
En cada momento, su afán. Pueden ser distintos los afanes en seis años, pero me encuentro absolutamente convencido de que se requieren por lo menos diez o quince años de presencia de una fuerza morigeradora, de desarrollo, de asistencia técnica. No me cabe ninguna duda de eso, porque, a pesar de todo lo que se ha avanzado, los mismos oficiales que se desempeñaron allá me han dado cuenta de que no ha sido lo suficiente como para poder decir que llegó el instante de retirarnos.
En esas condiciones, y también por razones éticas y de moral internacional, comparto la opinión de que el mundo ha sido mezquino. Así es. Y muy específicamente las grandes potencias, que, en definitiva, o han sido causal de lo ocurrido en Haití, o se han aprovechado política o económicamente de este.
Ese es un país devastado. El solo mirarlo desde el aire demuestra la situación en que se encuentra. Por lo tanto, en las condiciones actuales, más allá de lo que nos convenga -sin poner sobre la mesa las dificultades que pudieran tener las Fuerzas Armadas, que es otro tema- estimo bueno prolongar nuestra permanencia, porque no estamos ajeno a lo que pasa en el mundo.
Esa es la razón por la cual votaré favorablemente.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente, hasta las estadísticas se tornan un tanto brumosas a estas alturas. El señor Ministro de Defensa me señalaba hace un momento que llevamos cuatro años en Haití, pero la acuciosa exégesis que acaba de efectuar el Senador señor Coloma indicó que esta es la séptima vez que enfrentamos un debate¿
El señor COLOMA .-
En un principio, las autorizaciones eran cada seis meses.
El señor ÁVILA.-
Me aclaran que hubo algunos años en que ello era doble.
El señor VÁSQUEZ.-
¿El debate?
El señor ÁVILA.-
Naturalmente.
Pero se ahonda un conjunto de preocupaciones.
Desde luego, el orden más elemental y la paz en Haití sobreviven con "respiración mecánica", la cual brindan fuerzas armadas de diferentes países, entre ellos Chile. La interrogante más obvia es qué pasará una vez que se retiren. La respuesta es que volverá el caos que se encontró al comienzo. La razón es muy sencilla: la intervención no apunta a las cuestiones de fondo que motivan la lamentable situación social, económica y política que se vive.
¿Qué habremos hecho, entonces, a lo largo de estos años? Sencillamente, sostener de manera artificial un proceso signado por la tragedia, por la miseria más espantosa, por la corrupción, por la fragilidad de todas las instituciones, por una falta de atención en todos los aspectos al pueblo haitiano.
En ese contexto, lo único que cabe esperar de una intervención armada es cautelar de modo mínimo un cierto y precario orden social, que se derrumbará en el instante mismo en que todos los efectivos deban retornar a sus respectivos países.
A mi parecer, el balance que se haga en su momento constituirá un rosario de frustraciones. No imagino qué elementos positivos, aparte de que un oficial habría adoptado una niñita y la habría traído a Chile, podamos exhibir como logro después de todo el esfuerzo que desplegamos como nación.
Las discusiones que año a año se llevan a cabo en esta Corporación me recuerdan la que los presidentes de Estados Unidos, en su minuto, deben efectuar ante el Senado para mantener el financiamiento de tropas en el exterior, cada vez más numerosas y con los destinos más diversos. Pero esa situación corresponde a una potencia que, ya sin pudor de ninguna naturaleza, asume que debe proteger sus intereses aun con la fuerza de sus armas.
No es el caso de Chile. Nosotros estamos colaborando, como nación periférica, en una tarea que es fruto de la falta de atención de los países desarrollados hacia todos aquellos que han sufrido las penurias de un mundo completamente injusto, en donde los territorios productores de mano de obra barata y con recursos naturales renovables ven explotadas todas sus riquezas, sin una compensación apropiada que redunde en su desarrollo efectivo.
Señor Presidente , no sé si puede darme la posibilidad de concluir.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
A Su Señoría ya se le otorgó un minuto adicional. Sin embargo, contará con otro más para redondear su idea.
El señor ÁVILA.-
Solo quiero decir que este es uno de los proyectos en que aprovecho de autolacerarme en honor a la Presidenta de la República.
Eso sí, no sé cuánto más resistirán mis sufridas espaldas.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente, no voy a entrar a los términos del informe. Considero que el Senador señor Gazmuri fue demasiado explícito en ese aspecto.
Pero sí deseo hacer el intento, a partir de las intervenciones de algunos Honorables colegas -planteando los mismos asuntos y siguiendo iguales pasos de raciocinio-, de llegar a una conclusión distinta.
Una evaluación de lo hecho en estos años -tal como se dijo-, indica, primero, que evitamos una guerra civil, un genocidio, una matanza. El segundo objetivo era lograr la pacificación, alcanzar mínimos en seguridad interna; el tercero, generar un proceso, una vez estabilizado el país, de democratización e institucionalización básicas; el cuarto, avanzar en el establecimiento de fundamentos económicos y sociales que permitan a Haití tener la posibilidad de autosustentarse.
Ello lo realizamos obedeciendo la política nacional de privilegiar el multilateralismo -por eso, estábamos muy contentos de actuar dentro de la institucionalidad de las Naciones Unidas- y forma parte de los objetivos permanentes de Chile. Y no me parece que sea una cuestión menor, como se ha dicho. Al revés.
A partir de ahí, uno tiene que decir: "¿Cómo estamos en este momento en relación con nuestra primera decisión?". Evidentemente, la evaluación resulta muy distinta. Y creo que lo es en el sentido positivo.
El que hoy nos estemos planteando la urgencia de pacificar ese país y evitar matanzas significa que avanzamos. El que en la actualidad la demanda sea llevar adelante un plan de consolidación en los próximos tres años, para terminar un proceso con una nueva elección presidencial, con un nuevo Congreso, también significa que avanzamos, porque hace cuatro años lisa y llanamente era impensable en Haití llegar a la conclusión de que se podía concluir un período presidencial.
Estimo además que, en la medida en que se han ido cumpliendo esos objetivos, las preguntas que hay que hacerse son las relacionadas con el momento en que retiraremos las tropas y con la forma en que seguiremos actuando en ese país.
Desde el primer instante se dijo que la tarea no era fácil; que se trataba de una situación compleja, delicada. Las primeras dudas que abrigábamos respecto al desenvolvimiento de nuestras Fuerzas Armadas se disiparon. Ese aspecto no se halla en discusión. Más bien lo que debemos hacer ahora es rendir un homenaje a la seriedad y el profesionalismo con que han actuado.
Me parece injusto con los chilenos que han participado en estas misiones manifestar que no hemos sacado nada positivo, porque solo la experiencia para nuestras Fuerzas Armadas ya justificaba la intervención.
Creo, además, que estamos en el camino correcto. Pero, indudablemente, existen insuficiencias en la cooperación, tanto internacional -creo que en ello Chile ha hecho un esfuerzo, aunque insuficiente- como bilateral.
Algunos Honorables colegas han manifestado aquí que no hemos hecho nada; que no hemos sacado ni aportado nada positivo, salvo una adopción.
Estimo que eso representa una injusticia en cuanto al esfuerzo realizado en Haití, el cual dice relación, de partida, a la policía haitiana; al ámbito del apoyo a proyectos sobre la infancia, la educación preescolar. Y se está desplegando otro muy importante en lo relativo a fortalecer la ruralidad. ¿Por qué? Porque eso significa dar a sus habitantes la posibilidad de acceder a un tipo de producción que les permita autosustentarse. Además, creo que se ha efectuado un aporte en asuntos sanitarios y de salubridad.
¿Que este último es insuficiente? ¡Claro! Pero lo es tanto o más que lo que Chile realiza en materia de cooperación en el resto de América Latina, en la medida en que en este Congreso, cada vez que se discuten las partidas para ver cuánto aportaremos por ese concepto, nosotros mismos nos limitamos y no entregamos los recursos necesarios. De manera que también esto es preciso verlo con un sentido de las proporciones.
¿Cuándo, cómo y con quién nos retiramos? Estimo que ese es el problema más delicado de todos.
Sobre el particular, sentaría algunos criterios:
-No podemos irnos solos de Haití. Tenemos que hacerlo en conjunto y de acuerdo con los otros países con que hemos actuado.
-No podemos proceder a ello antes de que el proceso de consolidación esté total y absolutamente implementado.
Y creo, también, que se debe pensar seriamente en quiénes van a reemplazar a las fuerzas latinoamericanas que están actuando en dicho territorio. No da lo mismo que sean sustituidas por otras de las naciones que se encuentran colaborando ahora que lo sean por tropas de países que pueden dar una connotación distinta a la intervención.
Quería tratar varios temas más, señor Presidente , pero, como mi tiempo se agota, termino manifestando mi voto favorable a la petición del Ejecutivo.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Ha solicitado la palabra el señor Ministro , a quien le hago presente que queda un solo orador inscrito: el Senador señor Orpis. Así que el señor Canciller puede hablar de inmediato o, si lo prefiere, hacerlo a continuación de Su Señoría.
El señor FOXLEY ( Ministro de Relaciones Exteriores ).-
Lo haré después, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Entonces, tiene la palabra el Honorable señor Orpis.
El señor ORPIS.-
Señor Presidente, seré muy breve, para efectuar el siguiente planteamiento.
Básicamente, quiero señalar que, cuando se ha solicitado la autorización del Senado para prorrogar la estadía de tropas nacionales en Haití, siempre se nos ha dicho que allí existe una situación social explosiva, que estamos frente a un país completamente destruido desde el punto de vista social. Sin embargo, el debate, en general, se ha centrado en torno a la prórroga.
Todos tenemos grabada la imagen de cuando nuestra ex Ministra de Defensa visitó el lugar y se quebró por la pobreza que observó ahí. Eso nos impactó a todos.
En consecuencia, señor Presidente, al abordar esta materia uno debe hacerlo con una visión más complementaria y preguntarse: ¿Es suficiente con enviar tropas? Si queremos comprometernos verdaderamente con Haití, ¿no será necesario desarrollar una acción mucho más integral, sin colocar el énfasis tanto en lo militar, sino en la búsqueda de cooperación internacional, etcétera?
Si la situación allí ha llegado a un grado de deterioro extremo, lo que uno espera de Chile es un mayor compromiso de su parte, que no se limite al envío de personal de nuestras Fuerzas Armadas, sino que también ponga un fuerte acento en otros aspectos, en particular en el tema de la pobreza y en el ámbito social. Y eso, en general -repito-, ha estado ausente en el debate.
Creo que el énfasis, al final, no debe estar en lo militar. Evidentemente, la presencia de nuestras tropas ha de tener un límite. Lo único permanente que podría exhibir nuestro país en Haití va, precisamente, por el lado de lo social. Por eso, me gustaría que se profundizara más en ese plano en lugar de discutir la simple prórroga de la permanencia de tropas nacionales en la isla.
Como no se ha fijado ningún límite a la estadía de fuerzas militares chilenas ahí y tampoco se ha puesto acento en el otro aspecto, me voy a abstener, señor Presidente , por cuanto a estas alturas yo esperaría una visión más profunda, más complementaria, más equilibrada, de nuestra estadía, como país, en Haití, que mantuviera la permanencia de tropas, pero que, por sobre todo, incluyera nuestra colaboración en el ámbito social.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Larraín, quien se inscribió para usar de ella durante la última intervención.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente, también seré muy breve, pues la argumentación del Senador señor Coloma representa con claridad lo que muchos pensamos. Sin embargo, considero importante insistir en un punto que de alguna forma planteamos en las Comisiones unidas, pero que me parece necesario reforzar en la Sala.
Pienso que todos valoramos el significado de la presencia de Chile en Haití, por distintos conceptos: militar, de cooperación, de señal internacional, en fin. Hay razones para sentirnos satisfechos, orgullosos, etcétera -según la mirada de cada cual-, por la realización de dicha labor. Pero, con igual claridad y honestidad, debo señalar que no tenemos la misma tranquilidad respecto del rol que Chile cumplirá en Haití en el futuro.
Y pienso que nosotros ayudamos al Gobierno cuando le pedimos que nos diga cómo continuará nuestra presencia en ese país. Porque no es razonable que Chile se mantenga ahí en una forma que, al final, más parece fuerza de ocupación que una colaboración a la institucionalización y al desarrollo económico y social de aquella nación.
Me parece que aquí se halla el nervio de lo que estamos decidiendo, no solo en esta oportunidad, sino también en lo que pase de aquí en adelante con nuestra participación.
Lo hemos dicho una y otra vez: no queremos que Chile se constituya solo en una fuerza de ocupación o en una presencia estrictamente militar. Entendemos que es necesaria la existencia de fuerzas que garanticen y ayuden al orden mientras Haití no pueda hacerlo por sus propios medios. Pero no queremos que nuestro país se identifique únicamente con eso. Por el contrario, lo que puede hacer es aportar más experiencia al desarrollo económico y social de esa nación. Haití necesita no solo orden y seguridad nacional, sino también paz social.
Y en esta materia, que es de Estado, yo quisiera oír del Gobierno algún plan que dé tranquilidad de que en el corto plazo cambiaremos el giro de nuestra presencia en Haití, hoy esencialmente militar, por uno que, en lo fundamental, sea de contribución al desarrollo social de ese país.
Ya lo hemos pedido. Se dice que se comparte esa filosofía o idea, pero, por un motivo u otro, no se presenta un programa concreto que dé seguridad de que hacia allá nos encaminamos.
Lo planteé al fundamentar mi voto en las Comisiones, esperando que el Gobierno nos trajera aquí, a la Sala, un plan concreto y preciso, que indicara cómo lo va a hacer, cuáles serán las etapas, cuáles los compromisos que se podrán adquirir, cómo vamos a compartir esta participación con países que hoy se han marginado de tal determinación. Desgraciadamente, nada se ha presentado.
Y, mientras no haya claridad en ese sentido, considero que la mejor manera de ayudar a que Chile siga teniendo éxito en Haití es mantener una amigable presión hacia el Gobierno, a objeto de que formule un plan donde nuestra presencia militar se transforme en un programa de desarrollo económico y social para esa nación.
Me abstengo.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
No queda ningún otro orador inscrito.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor COLOMA.-
¿Y el señor Ministro no va a hablar?
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
No puede hacerlo hasta después de proclamada la votación.
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Terminada la votación.
El señor CANTERO.-
Quiero fundamentar mi voto, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Ya está cerrada la votación, Su Señoría.
--Se aprueba la solicitud de la Presidenta de la República para prorrogar por un año la permanencia de tropas nacionales en Haití (25 votos por la afirmativa, 2 por la negativa y 5 abstenciones).
Votaron por la afirmativa la señora Alvear y los señores Ávila, Bianchi, Escalona, Espina, Flores, García, Gazmuri, Girardi, Gómez, Horvath, Kuschel, Letelier, Muñoz Aburto, Naranjo, Navarro, Núñez, Ominami, Pizarro, Prokurica, Romero, Ruiz-Esquide, Sabag, Vásquez y Zaldívar.
Votaron por la negativa los señores Cantero y Novoa.
Se abstuvieron los señores Chadwick, Coloma, Larraín, Orpis y Pérez Varela.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Canciller.
El señor FOXLEY ( Ministro de Relaciones Exteriores ).-
Señor Presidente, le agradezco mucho que me conceda el uso de la palabra, pero estoy un poco confundido respecto de la naturaleza de la intervención que debo hacer. La verdad es que yo había pensado fundamentar por qué el Gobierno presentó al Senado la solicitud, pero, como esta acaba de aprobarse, le pido que me indique si solo tengo que remitirme a agradecer la aprobación de los señores Senadores y dejar el análisis del tema de fondo para otra oportunidad.
El señor COLOMA .-
¿Por qué para otra oportunidad?
El señor FOXLEY ( Ministro de Relaciones Exteriores ).-
Si hay tiempo, puedo hacer un desarrollo del planteamiento del Gobierno. Si no, me limitaría a agradecer.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Dada la trascendencia de la materia, señor Ministro , creo que usted debería referirse a ella. No me corresponde a mí decidirlo, pero, como muy bien expresó el Senador señor Coloma , aquí hay un problema de fondo en el cual resulta conveniente que se fijen posiciones.
El señor FOXLEY ( Ministro de Relaciones Exteriores ).-
Lo haré con mucho gusto, señor Presidente .
En primer lugar, deseo manifestar que este es un tema donde hemos ido construyendo en el camino la forma de abordarlo, lo cual ha representado un avance desde el punto de vista de la colaboración, muy activa, entre el Ejecutivo y el Legislativo, en particular el Senado, que se tradujo en la elaboración conjunta de un proyecto de ley que establece los marcos de referencia para las misiones de paz. Dicha iniciativa ya fue sancionada por esta Corporación y está a punto de serlo por la Cámara de Diputados.
Quiero decir que la solicitud recién aprobada fue formulada exactamente dentro del espíritu y la letra de ese proyecto de ley, que esperamos que pronto se convierta en ley.
Menciono lo anterior para enfatizar que trabajando en conjunto se pueden abordar cada vez más adecuadamente los desafíos que plantea nuestra participación en el mundo internacional y en especial en misiones de paz.
Sería bastante extraño que una nación como Chile, que hace unos 20 años decidió globalizarse y abrirse al mundo, sobre todo en el plano económico-comercial, prestara oídos sordos al hecho de que, junto con la apertura de oportunidades comerciales o económicas, un país que quiere ser escuchado, respetado y valorado en el mundo internacional y, en particular, en el ámbito multilateral, también debe asumir algunas "responsabilidades", dirán algunos, "obligaciones", dirán otros.
Y nosotros pensamos que es responsabilidad de un país como Chile -pequeño, vulnerable, pero exitoso en lo económico- asumir la tarea de colaborar, cuando pueda, en la consolidación de la paz, principalmente en zonas que no nos son por completo indiferentes, porque forman parte de la región en la cual vivimos.
Cualquiera de nosotros que haya estado en Haití -muchos hemos ido- no solo se habrá sentido sobrecogido con lo que ahí se observa, sino que también habrá entendido que un país como Chile, con los valores y el tipo de democracia que posee, no puede desoír el llamado efectuado por las Naciones Unidas. Cuando su Consejo de Seguridad, su Secretario General , en reiteradas oportunidades, y, hace dos semanas, el señor Hannabi , representante de la máxima autoridad de la Organización en Haití, con su presencia explícita acá, nos señalan: "Para nosotros resulta fundamental su presencia en la isla; son un ejemplo; lo están haciendo extraordinariamente bien y los necesitamos", no sé con qué cara podríamos pararnos para decirles: "Muy interesante lo que ustedes nos expresan, pero, ¿saben?, nosotros nos vamos".
Creo que ahí hay una visión parcial, asimétrica, de lo que constituye la experiencia para cualquier nación pequeña que aceptó globalizarse y que, al hacerlo, asumió responsabilidades.
Pongo como ejemplo a los países escandinavos, que, no siendo grandes, tienen un rol activo en la generación de un mundo multilateral equilibrado y presencia en todas las misiones de paz.
Aquí se señaló que la permanencia de tropas nacionales en Haití se ha justificado de distintas maneras. ¡Por supuesto! Porque este es un proceso en evolución. Efectivamente, al comienzo se trataba de una situación que podía terminar en genocidio. Y precisamente por el rol positivo de las fuerzas de la MINUSTAH ha sido posible ir transitando desde un punto en que podrían haber ocurrido asesinatos colectivos para lado y lado hasta la realidad actual, en la que existe un Gobierno democráticamente elegido, en que el Congreso se encuentra debatiendo quién será el próximo Primer Ministro y en que hay un calendario de elecciones hasta el 2011, año en que se elegirá a un nuevo Presidente de la República .
Hoy, gracias a la colaboración de la comunidad internacional, Haití cuenta con cerca de 7 mil policías. Cuando se produjo el colapso del régimen anterior, solo disponía de un puñado de ellos.
Además, no estamos actuando a ciegas. El señor Hannabi nos informó de un plan de consolidación definido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de aquí al 2011, en el cual se establecen roles bastante específicos. Y nosotros le planteamos el concreto que Chile quiere cumplir, que no es cualquiera.
Estoy de acuerdo con lo expresado por algunos señores Senadores -me parece habérselo escuchado al Honorable señor Romero - en el sentido de que estamos hablando de una situación que no puede entenderse estática. Y, ante eso, debemos tener la capacidad de anticiparnos a la evolución del papel de Chile en este proceso.
La nueva etapa que estamos planteando, señores Senadores, no la inventamos nosotros, sino que resultó del diálogo fructífero, productivo, que hemos sostenido con los integrantes de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa. ¿En qué consiste? Nosotros les hemos preguntado por dónde creen, honestamente, que debemos orientarnos. Y creo que hemos llegado a cierto acuerdo, aunque no quiero hablar de unanimidad.
¿En qué? Primero, en cuanto a que tenemos que entrar en una nueva fase, en una nueva etapa. Esto no significa que nuestra presencia militar deba desaparecer de un día para otro, pero sí que hemos de señalarles a la MINUSTAH y al Consejo de Seguridad nuestra intención de ir evolucionando desde un apoyo en lo militar hasta una colaboración orientada a la formación policial. ¿Por qué? Porque obviamente, como decía el Senador señor Romero , el de la seguridad interna es el tema esencial, ya que el hecho de que haya policías bien entrenados es lo que hace diferente la vida cotidiana de los ciudadanos.
Este año tenemos 22 policías haitianos formándose en Chile. Y con los Senadores de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa se ha analizado la posibilidad de aumentar ese número a 50 el próximo, y después, probablemente a 100.
Sus Señorías me podrán decir que eso es muy insuficiente. Pero me gustaría que conversaran con algunos de los que se hallan estudiando acá -hace poco fuimos a la Escuela de Carabineros- para que se dieran cuenta de cómo ellos valoran lo que les está ocurriendo en su rol profesional y, por lo tanto, la capacidad que tendrán allá, de vuelta en su país, para entrenar y formar a muchos policías con la misión de resolver el problema de fondo de mediano y largo plazos.
Algunos se preguntarán por qué no retiramos nuestras tropas ahora. La razón es muy simple. Primero, hay que considerar el rol que están cumpliendo los militares.
Y en esto quiero hacer un matiz respecto de lo que se dijo anteriormente. Me gustaría que hicieran una encuesta entre los militares, los aviadores y los marinos que se encuentran allá y les consultaran si ellos se sienten como fuerzas de ocupación. Me gustaría que vieran cómo se mueven en la comunidad, en los barrios más pobres de Cabo Haitiano; la relación que tienen con la población; el aprecio, el cariño y el afecto que les prodiga la gente, y el papel que juegan, que va mucho más allá de una labor de seguridad militar. Nuestros uniformados prestan un apoyo social y actúan en una forma que busca acoger a la comunidad y validarse o legitimarse ante ella.
Sin embargo, estoy de acuerdo en que nuestra presencia militar no puede ser indefinida. Y lo que nosotros estamos planteando, recogiendo las observaciones formuladas por los señores Senadores en las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa, es que, efectivamente, haya cierta rotación.
Hemos propuesto acudir a las instancias pertinentes de las Naciones Unidas para señalarles, como ya lo hicimos con el señor Hannabi , que los países latinoamericanos presentes en Haití -actualmente, nueve- no deberían ser siempre los mismos. Y la ONU tiene que ayudarnos a persuadir a otras naciones para que nos vayan reemplazando en nuestro rol de fuerza militar. ¿Para qué? Para que nosotros podamos concentrarnos en dos actividades principales.
Primero: la formación policial. Los haitianos tienen el más alto respeto por la calidad del entrenamiento que reciben en Chile por parte de Carabineros e Investigaciones.
Y segundo: ayudar en la implementación de un plan de desarrollo económico y social, que es lo que más necesitan.
El Presidente Preval le dijo en su momento al representante chileno: "No quiero que cualquier país me venga a ayudar a hacer mi plan de desarrollo. Yo tengo confianza en los países del ABC: Argentina, Brasil y Chile. Y les pido a ustedes que me ayuden en esto". Y lo hemos estado haciendo: hemos estado enviando gente, lo cual es una tarea extraordinariamente valorada, que no nos cuesta muy caro y que para ellos marca una diferencia enorme entre tener y no tener un plan de desarrollo.
Por otra parte, hemos querido hacer creíble el que nosotros de verdad deseamos dar un testimonio de apoyo, desde el punto de vista del Gobierno y de las organizaciones no gubernamentales, en favor del 70 por ciento de gente sin empleo y de quienes viven en la extrema pobreza en Haití. Y tenemos programas de desarrollo productivo para los sectores rurales más pobres; también, programas de cuidado infantil y de entrenamiento de educadoras de párvulos, para que las mujeres más pobres puedan salir a trabajar; y además brindamos apoyo institucional en materia de reforma de la justicia y en otros ámbitos.
Ahora bien, ¿estamos actuando como Quijotes, como un país raro que fue allá y no quiere salir sino quedarse en forma permanente como una fuerza militar en territorio ajeno? ¡No! Somos nueve las naciones latinoamericanas que estamos allá. Y esta presencia nos está haciendo posible coordinar y concordar acciones conjuntas con otros ocho países de la región. A nuestras Fuerzas Armadas -el Ministro señor Goñi podrá informarlo y detallarlo mejor- esta experiencia les permite intercambiar opiniones profesionales con las de otros países. Con Argentina ya tenemos una fuerza de paz integrada por un comando conjunto. Es decir, ello también demuestra que Chile quiere trabajar con otros pueblos de la región en tareas beneficiosas para la paz mundial.
¿Cuál es el beneficio para nuestra patria?
Nuestros amigos brasileros siempre nos dicen que el nuestro es un país muy pequeño, pero con un poder conceptual; que es respetado; que se le escucha, y que se le admira por su forma de actuar en el plano internacional. Eso constituye influencia, y esta significa beneficiar el interés nacional.
Por eso, resumiendo lo propuesto y aprobado hoy día, puedo decir que renovar por un año la permanencia de tropas chilenas, el paso gradual de apoyo militar a uno policial y el incremento de cooperación son elementos de una nueva fase o etapa.
En cuanto al último punto, hago presente a Sus Señorías que recién en Lima propusimos con la Unión Europea, como idea fundamental, realizar programas conjuntos de cooperación en países como Haití -con lo cual se va a multiplicar el esfuerzo y, también, los recursos- y trabajar en un plan gradual de retiro.
Deseo señalar algo muy importante. Como lo dijeron los Senadores señores Gazmuri y Romero , aquí estamos hablando de una política de Estado.
Por eso, considero extremadamente positivo -al menos para todos los que hemos estado involucrados en este ejercicio- el hecho de que, más allá de colores políticos y de las legítimas diferencias en muchísimos otros planos, hemos sabido reconocer en las misiones de paz una tarea de Estado y concordar mayoritariamente una posición común.
Sobre el particular, anuncio mi compromiso -y el señor Ministro de Defensa lo podrá corroborar- respecto del nuevo plan incluido en el respectivo proyecto de ley que está a punto de aprobarse en la Cámara de Diputados, en el sentido de que su espíritu y letra serán conversados, concordados e informados periódicamente a los señores Senadores, porque creemos que una política de Estado debe implementarse en forma conjunta por los Poderes Ejecutivo y Legislativo.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Ministro de Defensa Nacional.
El señor GOÑI ( Ministro de Defensa Nacional ).-
Señor Presidente , seré extraordinariamente breve, dado que el señor Ministro de Relaciones Exteriores fue muy claro y preciso, y argumentó en la misma dirección en que yo pensaba hacerlo.
En verdad, lo expuesto demuestra el trabajo conjunto que el Gobierno ha venido desarrollando con ambas Carteras.
La política internacional de Defensa es un instrumento de nuestra política exterior. Por lo tanto, lo que ha estado realizando nuestro Ministerio con la presencia de las Fuerzas Armadas y de Carabineros en Haití corresponde a los lineamientos diseñados por el señor Canciller , discutidos largamente durante los debates en las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas.
Por otro lado, debo insistir en que, como ya señaló el señor Ministro de Relaciones Exteriores , durante este año y el próximo vamos a aumentar de manera notable nuestra labor en materia de formación de la policía de Haití. Como expresó el señor Foxley , para los propios haitianos no es lo mismo que tal instrucción la efectúe cualquier policía del mundo a que la realice Carabineros de Chile, lo que tiene una importancia particular para el desarrollo que están experimentando.
Es cierto que la situación que se vive en esa nación es compleja. No cabe duda de ello, así como tampoco de que, para todos los que han seguido en detalle la situación y evolución de ese pueblo durante estos años, no habría sido posible lograr avances tan considerables si no hubiesen estado presentes allí las fuerzas de la MINUSTAH.
Por lo tanto, agradezco al Senado el haber aprobado la autorización de permanencia de tropas en Haití por un año más; y señalo que lo dicho por el señor Canciller respecto de los próximos pasos por seguir será labor del Gobierno, la cual naturalmente realizaremos en el contexto del espíritu y de la letra de la nueva ley, que esperamos sea promulgada en el transcurso de los próximos meses.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/648633/seccion/akn648633-po1
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/648633