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El señor OMINAMI.-
Señor Presidente, escuché con mucha atención la intervención del Senador señor Larraín , la cual me pareció bastante impactante.
Sostener que lo que hoy nos convoca es un asunto puramente técnico; que el sistema en examen es como cualquier otro por el cual se pudiera optar, independientemente de los resultados que provoca, es una argumentación que causa el efecto que señalo. Porque, en los hechos, el mecanismo electoral genera exclusión, apatía y descrédito en la gente, particularmente en los jóvenes; se halla crecientemente en vías de pervertirse, y -lo explicaré en estos breves minutos- está conduciendo a la ingobernabilidad del país.
La exclusión es un hecho ampliamente establecido. Ninguno de los principales partidos políticos podría franquear, por sí mismo, el umbral de 30 por ciento de la votación. Para alcanzarlo se requiere un pacto. Es evidente que un porcentaje de esa magnitud está llamado a operar como una barrera muy difícil de superar.
Desde ese punto de vista, la eliminación del antiguo artículo 8º del texto constitucional fue una suerte de "cheque sin fondos": se suprimió la exclusión por razones ideológicas, pero, a través del sistema electoral, se consagró, en los hechos, la marginación de distintas fuerzas políticas en el Parlamento.
Y debo expresar, con mucha franqueza, que en materia de "cheques sin fondos", de compromisos incumplidos, Renovación Nacional lleva la batuta. Creo que también tiene algo de impactante que sea el Senador señor Larraín quien la lleve en la defensa del actual sistema, pero lo cierto es que quienes debieran darle explicaciones al país son los Senadores de dicho partido. Ellos se comprometieron con la Concertación, ya a finales de los años ochenta, a aprobar un conjunto de modificaciones, lo que quedó como palabra incumplida. En esa trayectoria, pienso que Sebastián Piñera , con sus anuncios no materializados de la última campaña presidencial, viene a ponerle la rúbrica a una historia de "cheques sin fondo", de promesas no concretadas, de expresiones que finalmente se lleva el viento.
Junto con la exclusión, es evidente que el sistema electoral genera una gran apatía. Todos los estudios e indicadores así lo demuestran.
Y, tal como señalé anteriormente, se encuentra en vías de pervertirse. Si bien se ha intentado establecer un sistema de competencia regulada, en el cual al menos compitan dos fuerzas al interior de una alianza, lo cierto es que hemos terminado con un número creciente de senadores prácticamente designados, respecto de los cuales se sabe de antemano que resultarán electos, porque no son objeto de ningún tipo de competencia al interior de sus propios pactos.
Por lo tanto -reitero-, se observa una fuerte perversión del propio sistema.
El último punto en el que me interesa detenerme se refiere al gran argumento que se da a favor del sistema binominal, cual es el de la estabilidad. Pues bien, creo que ella está conduciendo a una suerte de ingobernabilidad. Se trata de una ingobernabilidad particular, por cierto, no escandalosa: no es este el Parlamento de Taiwán, donde permanentemente se cae en rencillas, en agresión física, sino uno que cada día es más impotente y que, en función de la inexistencia de mayorías y del empate estructural al cual lleva dicho sistema, no tiene posibilidad de resolver sobre nada importante.
Eso es lo que nos está ocurriendo, y constituye la fuente principal de la apatía ciudadana, de la deslegitimidad.
A mí me llama la atención que la Derecha, que piensa -y con razón- que puede ganar una elección presidencial, no se plantee el problema de constituir mayoría. ¡Porque con este sistema ello no es posible! Esa es la verdad. Y cualquiera que quiera gobernar el país y sacar adelante los compromisos contraídos en una campaña presidencial requiere una mayoría parlamentaria que sea coherente con ellos. Y eso no se está...
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo ( Presidente ).-
Concluyó su tiempo, señor Senador.
El señor OMINAMI.-
¿Me concede un minuto más, señor Presidente?
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).-
Con todo gusto, señor Senador, en forma excepcional.
El señor OMINAMI.-
Muchas gracias.
Señor Presidente, termino haciendo un llamado a discutir en serio sobre este tema. El resultado de esta votación era perfectamente anticipable, pero yo quiero destacar el hecho de que, con el sistema actual, se produce un fuerte elemento de deslegitimación, de ingobernabilidad, que puede jugarle una muy mala pasada a esta joven democracia chilena.
Por esa razón, voto a favor.
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