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    • rdf:value = " El señor ORPIS.- Señor Presidente, aquí se ha debatido ampliamente sobre los distintos sistemas electorales. En una primera aproximación, creo que el asunto que nos ocupa no puede analizarse en términos de coyuntura, sino de mediano y largo plazos. Y resulta perfectamente legítimo y democrático privilegiar ciertos valores en una sociedad. En mi caso, al igual que el Senador señor Coloma , deseo ser absolutamente coherente y asumir la cuestión. Siempre he expresado -y también quiero hacerlo ahora- que no votaré por un sistema distinto al binominal, porque me interesa privilegiar la estabilidad. A este país le costó muchísimo encontrarla, y es un elemento que ha sido el gran secreto para poder progresar. Y me pregunto: ¿cuál es el sentido de hipotecarla? Cuando se inician procesos de esta naturaleza es muy difícil volver atrás. Ese es el efecto que se plantearía tras embarcarse en sistemas electorales proporcionales, donde se hace tremendamente complicado gobernar. Y reconozco que Chile posee una cultura más bien propia de un sistema proporcional que de uno binominal. Eso resulta evidente. Pero son los sistemas mayoritarios los que dan estabilidad a los países. Y la estabilidad es la condición del desarrollo. Al respecto, debo decir que no tengo prejuicio alguno contra el Partido Comunista ni contra ningún otro. La pregunta que habría que formularse es cómo se expresan la diversidad y la diferencia en un sistema binominal. En realidad, deberían manifestarse al interior de las propias colectividades políticas, que es lo que falta. Es algo que se ve poco. Si al final vamos legitimando un sistema electoral de esa naturaleza, tales efectos deberían observarse en el ámbito señalado. En los países con sistemas mayoritarios existen grandes diferencias al interior de las coaliciones. No es lo mismo que vaya un determinado candidato que otro. Y se aprecian competencias feroces dentro de los propios partidos, producto de posiciones distintas, muy significativas, dentro de los conglomerados. Lo que quiero demostrar es que un sistema binominal, con la estructuración de grandes alianzas, no impide la diversidad, porque ella debería darse al interior de las mismas coaliciones políticas. Estimo que ese elemento es determinante para no avanzar en un sistema proporcional. Hago presente que el sistema binominal no obsta para la conformación de mayorías. Si la Concertación, hasta hace poco tiempo, contaba con la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. Y hoy -no históricamente ni para la reflexión, sino en términos absolutamente reales- la perdió por circunstancias políticas. Ahora bien, resulta evidente que en un sistema unipersonal se excluye prácticamente a la mitad de un país. En cambio, en el binominal ese fenómeno se halla muchísimo más neutralizado. De modo que, en aras de la estabilidad, señor Presidente , es obvio que optaré por un sistema mayoritario. Y creo que la diversidad debe darse al interior de las propias coaliciones. Esa es la cultura que debe empezar a generarse en Chile. Voto que no. "
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