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El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , la información que se nos ha entregado hoy confirma lo que todos intuimos: los chilenos estamos más pobres.
Hemos perdido, nada más que en fondos de pensiones, 22 mil millones de dólares. No es poca plata. Por lo mismo, creo que debemos estudiar qué hacer, porque la crisis es de una magnitud muy grande y, además, de duración indefinida y consecuencias todavía insospechadas.
Considero que nuestras autoridades (Ministerio de Hacienda y Banco Central, principalmente) han actuado de modo razonable y responsable. Y valoro esa acción.
Sin embargo, me parece que debemos mirar de manera distinta cómo sigue el camino hacia adelante.
Queremos más proactividad y, además, que haya compromiso de todos los sectores: no solo del público, sino también del privado.
¿Por qué, señor Presidente?
En primer término, porque es necesario monitorear día a día la información financiera, sincerarla y ver qué ocurre en cada minuto, qué impacto se produce y qué consecuencias hay al interior de cada sector.
Por otro lado, porque es indispensable coordinar mejor las eventuales acciones y medidas tanto en el ámbito público como en el privado. No hay que olvidar que este último sector maneja sobre 75 por ciento de los recursos que se mueven a diario en nuestra economía; el Ejecutivo solo responde por el resto.
En seguida, porque en el Congreso debemos adoptar decisiones. El aumento del gasto público sobre o bajo cierto nivel constituye una discusión técnica que hemos de abordar.
En estos tiempos se define el reajuste. ¿Cuál es el porcentaje no solo justo para los trabajadores sino además adecuado a las posibilidades del país?
La necesidad de actuar de manera coordinada exige medidas distintas.
Y, finalmente -quizá sea la razón principal-, porque es menester generar confianza pública. Se debe evitar tanto la sobrerreacción, la crisis de pánico, las corridas bancarias, cuanto la subreacción que nos lleva a sentirnos autocomplacientes, a pensar que lo estamos haciendo fantástico. Porque este discurso lo escuchamos a fines de los noventa, en tiempos del Presidente Frei y de Eduardo Aninat: "Estamos blindados ante la crisis asiática". Y resultó carísimo para los chilenos, porque actuamos tarde y mal.
Por lo expuesto, ante la situación actual, quiero hacer dos sugerencias concretas.
Primero, la realización de un encuentro público-privado que permita constituir un comité de seguimiento de la crisis día a día, al objeto de apoyar las gestiones de nuestras autoridades, con participación del sector privado, Gobierno, Oposición, empresarios, trabajadores, especialistas y técnicos, a fin de avanzar seria y responsablemente.
Y segundo, no solo pensar internamente en de qué manera podemos reaccionar unidos como país, sino también a nivel internacional.
Yo quisiera ver a las autoridades nacionales promoviendo encuentros a nivel de América Latina para una cumbre que permita al sector público-privado de toda la región actuar e influir en el mundo en algún sentido que favorezca las posiciones y planteamientos de Chile, evitando así un mayor impacto de la crisis financiera internacional al interior de nuestra economía.
He dicho.
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