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El señor ZALDÍVAR (don Adolfo) .-
Señor Presidente , cuando varios Senadores me solicitaron convocar a esta sesión, no dudé en acceder, dada la magnitud del problema por el cual está atravesando no solo nuestro país, sino también la economía a nivel mundial.
Ahora bien, creo que era importante hacerlo -me alegra que las autoridades de Gobierno lo hayan entendido así- y que ello se haya llevado a cabo con la transparencia que expresó muy bien el Honorable señor Romero , por cuanto estamos ante un problema que no es solo nuestro, sino, asimismo, de todo el país. Por lo tanto, resulta relevante enfrentarlo unidos, con responsabilidad y prudencia, pero, principalmente, en una forma que la gente sienta que las medidas que se toman van realmente en la dirección adecuada.
Digo esto porque en ocasiones uno escucha juicios en el sentido de que estamos muy bien, que aquí no va a llegar ningún efecto, que nuestra economía se halla sana. Y, claro, no cabe duda de que tenemos una macroeconomía que funciona y ha funcionado bien. Eso es indesmentible. Pero hacer a veces esa clase de afirmaciones con tanta pasión, diría, por justificar algunas cosas, no lo considero prudente.
Hoy día, por ejemplo, en el diario "El Mercurio", en su página de opinión, aparece un muy buen artículo del señor Ricardo Claro Valdés , quien no puede ser considerado precisamente un crítico del modelo económico. ¿Qué dice? En cuanto a afirmaciones como las que he señalado, observa que una de las primeras cosas que mostraron la forma equivocada como Estados Unidos estaba enfrentando la situación fueron las declaraciones de su Secretario del Tesoro , equivalente a nuestro Ministro de Hacienda . ¿Y qué expresaba este caballero? "Yo no pienso que plantee un riesgo serio para la economía en su conjunto" -se refería al problema que se les venía encima- "porque tenemos una economía diversa y sana".
Pues bien, la verdad es que a veces uno escucha esas mismas tesis acá, con mucha fuerza y reiteración. Y creo que es preciso ser más cuidadoso, en particular porque la actual crisis, después de la de 1929, es quizás la crisis más grande y profunda, claramente construida de manera artificial por la forma como se manejó la economía nada menos que de los Estados Unidos por quienes creen que se pueden hacer las cosas sobre la base de ciertos artilugios y abandonar la economía real o lo que la gente aprecia como aquello que realmente debe promoverse. Cuando se construyen esquemas económicos dogmáticos y, principalmente, al margen de la realidad, se llega a calamidades como la que hoy estamos enfrentando, en las cuales, curiosamente, no pagan las consecuencias los que las causan, sino la gente más débil y menos protegida.
Por eso, acojo con gran interés uno de los planteamientos que usted hizo, señor Presidente : la creación de un comité de crisis -o como quiera llamársele-, integrado por representantes de los sectores público y privado. El Gobierno debería entender que eso incluso sería mejor para él mismo, porque, de esa forma, sería posible actuar más apegado a la realidad, sin caer en definiciones teóricamente muy sustentables para quienes se hallan en situaciones de poder, pero que no cuadran con la realidad del país.
En esto no debemos volver a cometer el error de 1998, cuando también se dijo que la crisis no iba a llegar, que nuestra economía se hallaba más allá de cualquier problema. ¿Y qué ocurrió? Que la crisis llegó. ¡Y de qué forma! Fue un golpe tremendo para la clase media. Hasta el día de hoy nuestros pequeños y microempresarios no salen de ella, debido a que las políticas implementadas por el Banco Central de la época llevaron a que ese sector no pudiera superarla. Y, en gran medida, numerosas empresas quebraron y la agravaron, en circunstancias de que hubiese sido distinto si se hubiera adoptado una política realista como la que hoy estamos reclamando.
Varios señores Senadores han puesto también aquí el dedo en la llaga. No vaya a ser cosa que de nuevo se enfrente la situación gravando a la clase media, que ya no da para más -fundamentalmente, a los pequeños y microempresarios-, y que, por esa vía, en vez de solucionar el problema, lo ahondemos mucho más de lo que el país está en condiciones de encarar.
Espero que el Ministro de Hacienda no vea en esto una crítica, sino una contribución. Quien administra platas ajenas responde hasta de la culpa levísima. El señor Velasco tiene la obligación de rendir cuenta no solo en términos generales, sino circunstanciadamente: cuánto se invirtió, dónde, en qué condiciones, a qué tasa, en fin. Ello debe hacerse de modo que todos veamos qué está pasando realmente con la plata de todos los chilenos. Porque, con la inmensa cantidad de fondos que hoy existen, se podrían paliar situaciones como las que están sufriendo el sector exportador y algunas grandes empresas que necesitan créditos y no pueden obtenerlos afuera.
Una actitud similar querríamos ver en el Banco Central, para que no se limitara a bajar las tasas de interés -es lo que espero, porque no puede seguir subiéndolas-, sino que, además, a través de una política crediticia, de CORFO y BancoEstado, entrega de préstamos directos a cientos de miles de empresarios.
El Instituto Emisor, ante una crisis como esta, en la cual los que más van a sufrir son, fundamentalmente, nuestras materias primas y los términos de referencia de nuestras exportaciones, debe desarrollar claramente el mercado interno e impedir que se produzcan hechos que el día de mañana agraven aún más la crisis.
Espero que el señor Ministro y el Gobierno tomen mis palabras realmente como corresponden. Porque uno ve ciertas actitudes que no ayudan, no solo en nuestro país. En efecto, el mismo Ricardo Claro , en un quinto punto en el artículo que recomiendo a Sus Señorías leer, señala, refiriéndose a por qué la crisis escaló hasta su nivel actual, que ello se debió, entre otras cosas, a que el Secretario del Tesoro o Ministro de Hacienda de los Estados Unidos no se preocupó del Parlamento de ese país y, fuera de no consultarlo, le envió un proyecto de tres paginitas. Por algo terminó con una votación adversa y presentando después otra iniciativa, de ciento y tantas páginas. Creo que eso refleja la tozudez o la soberbia que lleva a algunas autoridades a adoptar decisiones equivocadas.
En consecuencia, considero conveniente que aquí exista un diálogo más fluido, en particular en la forma como usted lo planteó, señor Presidente : a través de un comité de crisis.
Por ejemplo, puedo decir responsablemente al señor Ministro de Hacienda que no hizo bien cuando el Diputado señor Jaime Mulet , Presidente del Partido Regionalista de los Independientes , le pidió informar, mediante oficio de 30 de julio, acerca de cómo estaban invertidos los fondos del país. ¡Hasta el día de hoy no contesta! Y lo expuesto, señor Presidente , demuestra que ese no es el camino.
Aquí tenemos que actuar con unidad nacional, pero la unidad exige debido respeto por las instituciones, para que podamos proceder en beneficio de la gente y no agravemos su situación con medidas que no se entienden.
Comparto también lo planteado por el Senador señor Romero en cuanto al impuesto específico. Me parece que ya no resulta lógico continuar con tributos de esa naturaleza, que aumentan aún más los problemas de nuestro aparato productivo. Tiene que haber correspondencia. A mí no me vengan con planteamientos dogmáticos. Pienso que, sobre todo en este tipo de cosas, es preciso ser realistas, pragmáticos, y lo más importante es que debe primar, ante todo, el interés nacional.
Muchas gracias.
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