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La señora MATTHEI.-
Señor Presidente, cada vez que hemos preguntado qué sentido tiene la negociación del cabotaje chileno y qué podríamos obtener de otros países si lo abrimos a líneas aéreas extranjeras no hemos recibido una respuesta clara.
Ante esa consulta que hemos hecho, estoy convencida de que no hay nada que ganar, porque el mercado nacional es muy pequeño.
Por ejemplo, supongamos que se negociara una alianza con Argentina o con Brasil. Estoy segura de que ninguno de los dos Gobiernos estaría dispuesto a abrir su cabotaje a líneas aéreas chilenas a cambio de que las suyas pudieran operar en nuestro país, sencillamente porque su mercado es mucho más atractivo y grande que el nacional. Por lo tanto, en una negociación como esa, ellos salen perdiendo.
Podríamos compararnos con mercados más pequeños, como Perú. Pero resulta que LAN ya está en ese país; no veo qué se podría ganar ahí.
El Gobierno señala que se les limitaría el poder de negociación si abriéramos unilateralmente el cabotaje en Chile. Es el mismo argumento que se dio a mediados de los setenta, cuando se sostuvo que no debíamos bajar unilateralmente los aranceles de importación y que más bien había que entrar en un proceso de negociación bilateral o multilateral. En esa época, gracias a Dios, se decidió llevar a cabo la rebaja unilateral de aranceles sin negociar con nadie. Naturalmente, el país sufrió un shock terrible al principio; pero, a la larga, esa fue la fuente de nuestro enorme crecimiento. Tengo la impresión de que los argumentos que se plantean ahora a propósito del cabotaje son muy parecidos a los que se entregaron en ese entonces con respecto a los aranceles.
Finalmente, los que ganan con la competencia siempre son los consumidores. No está claro que la no competencia pueda desembocar en una gran negociación que permita un beneficio relevante para Chile. Y aun si esta se concretara, no serían los chilenos quienes se favorecerían, sino los accionistas de las líneas aéreas nacionales, las que podrían ir a competir a otros países.
Si se considerara solo el bien de los consumidores internos, en este momento debiéramos tener una ley de cielos abiertos. Esta ya existe para vuelos internacionales, pero no en materia de cabotaje. Esa sería la solución óptima desde el punto de vista de los consumidores. Estos no ganarán absolutamente nada con una eventual y muy poco probable negociación entre Chile y otros países. Los únicos beneficiados serían los dueños de las aerolíneas.
Por lo tanto, señor Presidente, no me convencen los argumentos del Gobierno para no contar con una ley de cielos abiertos también respecto del cabotaje y no solamente para los vuelos internacionales.
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