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- rdf:value = " El señor MEZA.-
Señor Presidente, de vez en cuando, en este hemiciclo se abordan temas que tienen que ver con la formación valórica de las nuevas generaciones. La iniciativa en estudio se enmarca en esa línea, al autorizar la erección de un monumento en memoria de las víctimas del Holocausto ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial.
Es verdad que no sólo los judíos fueron víctimas de las matanzas, pero ¡caramba que es importante recordar los atropellos que sufrió ese heroico pueblo debido a la locura nazi! Otras víctimas que en ese tiempo vivieron en carne propia el rigor y la inclemencia por pensar de manera diferente fueron gitanos, comunistas, polacos, discapacitados, disidentes, personas que tenían diferentes credos religiosos, etcétera.
Hoy, esos horrorosos genocidios avergüenzan a la humanidad.
Pero tengo la siguiente preocupación: deseo saber hasta qué punto, autoridades educacionales y medios de comunicación se preocupan de mantener viva la memoria histórica para las generaciones de hoy y de mañana, y si será suficiente la erección de un monumento para que permanezca vivo ese recuerdo, de manera que nunca más sucedan hechos de esa naturaleza, absolutamente repudiables, cuando el hombre se transformó en el lobo del hombre; es decir, en una bestia que asesinaba y privaba de los derechos más elementales a otros seres humanos única y exclusivamente por pensar diferente o no ser como los carniceros esperaban.
A partir de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio en 1948, la humanidad esperaba que no aparecieran nunca más los Auschwitz, los Treblinka y los Majdanek , con esa guerra odiosa desde el Vístula al Oder. Pero ocurrió lo contrario. El hombre siguió persiguiendo a quienes no pensaban como él o a quienes eran físicamente distintos a esos carniceros. De ahí los miles de muertos en Camboya, Ruanda, Bosnia-Herzegovina y en otros lugares del planeta.
Esta mañana he querido rendir homenaje a todos los que han muerto por pensar distinto y también al pueblo judío, que es símbolo de la lucha contra los asesinos.
En nuestro país, antes y durante la dictadura militar, también tuvimos cientos y miles de muertos, de un bando y de otro; hombres y mujeres que perdieron sus vidas en manos de los carniceros de turno.
Por eso, debemos generar la suficiente conciencia para entender que la lucha contra los desvaríos mentales de quienes provocan dolores tan grandes en la humanidad debe ser permanente.
Tenemos que conseguir que el Ministerio de Educación, en los currículos escolares de nuestros niños, contemple el estudio de la Segunda Guerra Mundial; que se enseñe lo que ocurrió con el pueblo judío, con los rusos y con esas 60 millones de personas que murieron por pensar distinto de los alemanes de la época.
La bancada del Partido Radical concurrirá entusiastamente con su voto favorable para autorizar la erección del monumento en memoria de las víctimas del Holocausto. Esperamos que así, las generaciones de hoy y de mañana, reciban los valores que nunca debemos olvidar. Tolerancia, tolerancia y tolerancia para quienes no piensan como nosotros; fraternidad, fraternidad y fraternidad entre los seres humanos que habitamos este planeta. Además el respeto, la libertad e la igualdad son valores que no podemos abandonar, sino que debemos fomentarlos en nuestro diario accionar.
He dicho.
"
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