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- rdf:value = " El señor ALINCO.-
Señor Presidente, quiero comenzar mi intervención entregando un saludo y mi más férrea solidaridad a los trabajadores del sector público, en particular, a los de mi región de Aisén, quienes desde ayer se encuentran en paro.
Al hablar de la dignidad de los trabajadores, en general, tendríamos que decir que ésta se da cuando existe igualdad de derechos y obligaciones ante la ley, pero, lamentablemente, esto no sucede en mi país. Y no me refiero sólo a los trabajadores del sector particular o privado, en el que los abusos y despidos arbitrarios son, en algunos casos, el pan de cada día.
Cuando se cometen abusos en el sector privado, al empleador se le explica la normativa laboral establecida en el Código del Trabajo, en el cual también está contemplada la negociación colectiva, en la cual participan representantes del empleador y de los trabajadores organizados, con plazos y requisitos específicos. Esto le otorga cierto marco jurídico, que incluye la aprobación o rechazo de una eventual huelga de los trabajadores.
Pero, ¿qué sucede cuando el Estado de Chile, garante del cumplimiento de la normativa laboral en el sector privado, tiene que revisar anualmente el Presupuesto de la Nación y, con ello, las remuneraciones de sus trabajadores, es decir, de los empleados públicos? En este caso, cabe aplicar el refrán popular: “en casa del herrero, cuchillo de palo”, porque la normativa que rige para el sector privado, en este caso, para el derecho a la negociación colectiva, no rige para el sector público.
Con esto, estamos restando dignidad a los empleados públicos y empujándolos a efectuar movilizaciones en pos de sus justas reivindicaciones salariales. Hoy, piden un 14,5 por ciento de reajuste, pero no han sido escuchados; sólo han recibido la respuesta de los ministros del área en una mesa que, muchas veces, ya está servida.
No podemos seguir con el actual estado de atraso y resguardando una legislación heredada. Chile debe estar a la altura de los tiempos que corren. En otros países, existe la negociación colectiva por ramas o por actividades económicas, incluso, las negociaciones de carácter nacional; pero en Chile no. Es más, en países como Francia, los empleados públicos tienen derecho a la negociación colectiva. Hemos firmado un sinnúmero de tratados internacionales, pero duermen el sueño de los justos.
No pretendo caer en el carácter meramente economicista de las reivindicaciones. Ha llegado el momento de hacer una reforma estructural que beneficie y otorgue dignidad a los servidores públicos; un instrumento que permita negociar con los referentes que se han validado siempre, como las organizaciones fiscales, representadas por la Anef y ésta, a su vez, por la CUT.
El Estado debe honrar su responsabilidad para con sus trabajadores; pero esto no se logra con amenazas de descuento de los días no trabajados cuando, con justa razón, dirigentes y trabajadores se movilizan, presionados por órdenes impartidas desde arriba de anotar a los huelguistas y de descontar de sus sueldos los días no trabajados. Estas amenazas, así como los sumarios, son impracticables. Sin embargo, dejan un olor a fascismo, impropio de un gobierno democrático.
Compañera Presidenta Michelle Bachelet , le pido que termine con esta legislación añosa y que envíe a tramitación otra que incorpore al sector público al mecanismo de la negociación colectiva y que de una vez por todas, le devolvamos su dignidad. Con esto se evitará este desangramiento y desgaste, y las pérdidas económicas que, las más de las veces, son superiores a la suma total del reajuste, incluyendo a los usuarios, que terminan pagando los platos rotos.
No podemos estar improvisando, año tras año, el reajuste salarial del sector público, dependiendo, incluso, de la sensibilidad del ministro de Hacienda de turno y poniendo entre la espada y la pared al ministro del Trabajo.
El beneficio que se obtendrá con la inclusión de los trabajadores del sector público al mecanismo de negociación colectiva favorecerá al país y a su imagen internacional.
Desde esta tribuna, pido que se lleve a cabo una real y profunda modificación de la normativa laboral, que signifique terminar con la aplicación del refrán popular: “en casa del herrero, cuchillo de palo”.
Por lo tanto, pido que se envíe copia íntegra de mi intervención a la compañera Presidenta de la República, al Presidente de la Anef, compañero Raúl de la Puente, y al Presidente de la CUT, compañero Arturo Martínez.
He dicho.
"
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