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- rdf:value = " El señor VENEGAS (don Mario).-
Señor Presidente, no soy economista. Digo esto porque una de las cuestiones que ha estado latente en el debate es que la gente que no lo es no puede opinar sobre la materia.
No me gustaría esta prohibición en el debate al cual hemos sido convocados, porque el tema señalado por la Iglesia a través de monseñor Goic es distinto, a pesar de que se ha simplificado y caricaturizado. El obispo Goic habló de un sueldo ético, lo que no tiene que ver con cuestiones materiales y números, sino que con otra cosa.
Como es necesario situarlo conceptualmente, debemos tener claro que la ética es una parte de la filosofía que estudia los juicios de valor cuando se aplican a la distinción entre el bien y el mal. A eso se refiere. Es una cuestión que dice relación con la conciencia. Monseñor llamó a los empresarios y a las autoridades, por lo que me alegra la presencia de los ministros, para que debatamos un tema respecto del cual se clama justicia.
Esto tiene que ver con la desigualdad que aún persiste. Nadie puede negar lo mucho que hemos hecho estos años para derrotar la pobreza y la indigencia, pero nadie podría decir que no debemos ocuparnos de este tema. Uno aborda los temas desde lo que es. A mucha honra, soy humanista y cristiano, y las Sagradas Escrituras, una inspiración. En Mateo 25, del versículo 35 en adelante, está la doctrina evangélica respecto de lo que es un salario justo. Ahí se señalan cosas, como “No hagas a tu prójimo lo que no quisieras que hagan contigo”; “Cuando tuve hambre, me diste de comer; cuando tuve frío, me abrigaste; cuando estuve desamparado, me acogiste”. Ése es el sentido de la doctrina y es la base de la intervención de monseñor Goic. Me he preocupado del tema. He recopilado muchos documentos aparecidos en los distintos diarios respecto de las posiciones de unos y otros sobre este tema. Ésta es una gran oportunidad.
Se discute si la Iglesia tiene o no la autoridad y el deber de plantearlo. Ciertamente, eso no merece discusión. Alguien citó las encíclicas y se habló del padre Hurtado que, a mediados del siglo pasado, dijo: “Sin justicia social, no hay democracia integral.” Pero los puedo llevar más atrás, pues en la Edad Media existió la llamada doctrina del precio justo, que indicaba que los hombres cristianos podían dedicarse al comercio, para obtener la ganancia necesaria a fin de vivir dignamente y en ningún caso para explotar a nadie.
En todo caso, ésta es la gran oportunidad que tenemos para abordar el tema. Lo que se busca es que, apelando a sus conciencias, quienes puedan, entreguen lo que se considera justo en virtud del esfuerzo humano. Hablamos de una compensación ética y digna del trabajo humano. Hay muchos que ya lo hacen. Por eso, esperamos que también lo hagan aquellos que no lo están haciendo y, como Estado, debemos elaborar desde este Congreso la legislación que permita acercarnos a ese ideal, al que nos ha llamado el obispo Goic y la Iglesia.
Los valores del neoliberalismo son el utilitarismo y el hedonismo. Ahí está lo que hemos venido diciendo persistentemente y de lo cual tenemos que hacernos cargo.
He dicho.
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