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El señor JARAMILLO .-
Señor Presidente , me agrada mucho saber que en las tribunas se encuentra el ex colega José Antonio Galilea , quien, participó en este gran proyecto, anhelado por tantos diputados y por los habitantes de las zonas rurales.
Pertenezco a una zona que provee al país de un 30 por ciento de especies exóticas a las plantas de celulosa, que son importantes generadoras de divisas para el país.
Me agrada mucho escuchar a un diputado que esté bien interiorizado en el proyecto sobre el cual informa, porque nos ayuda a entenderlo y discutirlo mejor. Por eso, vayan mis felicitaciones al diputado Ramón Barros por su relación.
Han transcurrido prácticamente cinco períodos legislativos y cuatro gobiernos para que, por fin, el proyecto vea la luz. Estoy seguro de que, de los diputados que discutieron la iniciativa original, en la actualidad ni siquiera la décima parte integra este hemiciclo.
Ahora, tras más de una década de tramitación en la Cámara revisora, conocemos las modificaciones introducidas por ella.
El proyecto, enviado a tramitación legislativa por el Presidente Aylwin en 1992, consideraba aspectos esenciales, como el incentivo al manejo sustentable del bosque nativo y la regulación de su reemplazo.
Como se sabe, durante siglos los bosques originarios han sido objeto de destrucción sistemática para habilitación de terrenos agrícolas, de explotación irracional y de quemas por empresas que, primero, los han destruido y, posteriormente, los han reemplazado por especies exóticas. Soy testigo de quemas efectuadas para reemplazo, a fin de acogerse al decreto ley Nº 701. Así, por ejemplo, durante las décadas de los 80 y los 90 se quemó de manera escandalosa el pellín, roble americano que, en muy pequeña escala, todavía se ve en los paisajes sureños.
Los bosques existentes producen celulosa, pero “¡a qué costo!”, como dicen los ambientalistas.
Celebro que, por fin, se destrabara la discusión y que entre todos los actores involucrados se llegara al acuerdo de avanzar en materias que no representan complicaciones y respecto de las cuales existe consenso o, como expresó un integrante del grupo que arribó a acuerdo con el Gobierno en agosto de 2006, se consensuó respecto de las materias que no representan el sentir de ningún sector.
En suma, se desglosó el texto original aprobado por la Cámara de Diputado para avanzar en el despacho de materias importantes.
Para llegar a dicho acuerdo, se rechazaron normas importantes, como las relacionadas con la declaración de monumentos naturales, la institucionalidad de áreas protegidas y la habilitación y sustitución de suelos de bosque nativo para la agricultura. En cambio, quedó incorporada la normativa que regula las intervenciones, los acreditados, los incentivos y el fondo de investigación.
El Gobierno, representado en esta oportunidad por la ministra de Agricultura subrogante, señora Cecilia Leiva -quien está muy contenta porque durante su período como secretaria de Estado se logrará sacar adelante el “proyecto decano” del Congreso Nacional-, se comprometió a enviar a tramitación legislativa proyectos alternativos para abordar las materias excluidas por falta de consenso, entre otras, una tan importante como la que dice relación con la regulación de la actividad productiva y la conservación del patrimonio natural en tierras cubiertas por vegetales del tipo esclerófilo. Por lo tanto, en el próximo año debería enviarse a tramitación la iniciativa legal respectiva, de manera de solucionar uno de los aspectos fundamentales que retrasaron el despacho del proyecto en estudio.
Ojalá, se concrete ese compromiso entre el Ejecutivo y la Cámara, de manera de contar con un proyecto que satisfaga los requerimientos de la naturaleza nativa. En ese sentido, me decepciona, por decir lo menos, la exclusión de esa importante actividad en la iniciativa en estudio.
El texto en discusión soluciona sólo una parte de la problemática relativa a la protección y la explotación sustentable del bosque nativo. Por lo tanto, quedan pendientes materias de mucha importancia que serán abordadas en otros proyectos, como la que dice relación con el apoyo a los pequeños y medianos empresarios y propietarios de predios con bosque nativo, en el sentido de que se permita gestionar en forma adecuada los recursos para manejo con fines de preservación.
Hace algunos días, leí una información sobre el proyecto que está llevando a cabo en la Región de La Araucanía uno de los empresarios forestales más grandes del país, el señor Von Appen , en alianza con comunidades indígenas. Es una iniciativa interesante y que debe tener en cuenta el Ejecutivo en la discusión de futuros proyectos de esa índole.
Las Comisiones unidas de Agricultura y de Recursos Naturales analizaron las modificaciones del Senado y propusieron el rechazo de algunas, de manera que las diferencias se resuelvan en comisión mixta, criterio con el que concuerdo. En esa condición se encuentran, por ejemplo, la definición de pequeño propietario forestal y la norma relativa a los profesionales competentes para la elaboración del plan de manejo.
El artículo 14 aprobado por la Cámara establecía lo siguiente: “El plan de manejo podrá ser sustituido por un estudio de carácter simple, suscrito por el solicitante, cuando éste se enmarque en la categoría de pequeño propietario forestal”. Sin embargo, el Senado eliminó ese artículo, criterio que no comparto.
El artículo 11, nuevo, introducido por el Senado, establece que “La Corporación podrá elaborar normas de manejo de carácter general, a las que podrán acogerse los propietarios;”.
El artículo 17, nuevo, introducido por el Senado, establece la prohibición de intervención de árboles y arbustos nativos en los terrenos aledaños a manantiales, cuerpos y cursos naturales de agua, en las distancias que expresa.
Por su parte, el artículo 18, nuevo, del Senado, establece que la corta de bosques nativos, situados en terrenos con pendientes superiores al 45 por ciento, sólo podrá ser autorizada cuando el plan de manejo forestal contemple intervenciones que dejen a lo menos una cobertura de copas de 60 por ciento. Se trata de una materia de tremenda importancia debido a la gran cantidad de cultivos que se llevan a cabo en laderas, en especial en la zona central. Por lo tanto, tendría que dejarse de lado el sur. ¡Ojo con eso!
Reitero, se trata de un proyecto que, no por su volumen, sino debido a la falta de consenso, tardó mucho tiempo en ser despachado por el Senado. Sería muy largo entrar en el detalle de la discusión de las modificaciones introducidas en la Cámara revisora. Felizmente, existe el trabajo de las Comisiones unidas, cuyos integrantes tienen bastante conocimiento de la materia.
Ojalá, a la brevedad se resuelvan las discrepancias suscitadas entre ambas ramas del Congreso Nacional durante la tramitación de la iniciativa, de manera que el país cuente al menos con una parte de la legislación sobre protección y manejo sustentable del bosque nativo.
Finalmente, anuncio mi rechazo a las disposiciones que mencioné.
He dicho.
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