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Señor Presidente , estimado amigo y colega Alejandro Sule Fernández , señora Fresia , familiares y amigos de don Anselmo Sule .
En representación de las bancadas de los partidos Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente me ha correspondido rendir homenaje con motivo de cumplirse cinco años del fallecimiento de quien fuera uno de los políticos más señeros de la llamada gran política del pasado en nuestra República, el ex senador don Anselmo Sule Candia .
Hace casi cinco años, en este hemiciclo, se rindió un homenaje póstumo con ocasión de su fallecimiento, lo que sus familiares, amigos, correligionarios y el país entero tuvo que lamentar.
Hoy, esta Cámara nuevamente se congrega en torno a su persona y su recuerdo, para reiterar un merecido reconocimiento a este gran ex senador radical por el legado político que nos dejó.
Tuve la oportunidad de conocer en forma muy efímera a don Anselmo Sule , durante uno de sus viajes a la ciudad de Valdivia, con motivo de los funerales de uno de sus amigos radicales valdivianos. A pesar de lo breve del contacto, tuve la mejor impresión de su persona, por su bondad, simpleza y amistad llana, casi campechana.
Hoy, con un conocimiento más profundo de su biografía y trayectoria, puedo constatar que esa descripción en gran parte coincide con lo señalado por todos aquellos que lo conocieron y especialmente lo estimaron por ello.
Los años y el tiempo, que transcurren inexorables, logran dar perspectiva a los sucesos y a las personas. Ciertamente, a los ojos de quienes lo conocieron más profundamente, su estatura sigue creciendo, dando permanentemente pincelazos de ejemplos en lo político y en lo humano, que hoy parecen tan escasos.
Cuando las imágenes corporales se hacen más difusas y son las ideas encarnadas o los principios sustentados y defendidos los que delimitan, más claramente surgen en la memoria de los pueblos las figuras y se puede empezar a hablar de aquellos que trascienden su tiempo y dejan, con su ejemplo, lecciones para el devenir.
Se podría señalar una infinidad de hitos en la trayectoria profesional, política y humana de don Anselmo Sule que darían pie a profundas reflexiones acerca de las encrucijadas más habituales y permanentes de nuestra convivencia política.
Largo y ciertamente incompleto podría ser relatar la trayectoria política y personal de don Anselmo , pero baste recordar que, desde temprana edad, su interés se centró en el bien y el servicio público, tanto en su colegio como en la universidad, para ser senador a la joven edad de treinta y cinco años. De allí en adelante, fue un incansable impulsor de sus ideales del radicalismo, de la democracia, de la libertad y de la justicia.
Luego de haber pasado los amargos y difíciles momentos desde los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 y los años posteriores, don Anselmo volvió a la política y nuevamente al Senado de la República pero, a diferencia de la mayoría, regresó sin odio ni con espíritu de devolver los males, sino que, por el contrario, con dedicación, consecuencia y un mensaje tolerante, constructivo y siempre desde una perspectiva generadora de consensos, elemento éste que fue vital para avanzar y perfeccionar la democracia, que entonces estaba en ciernes.
Con afecto, inteligencia y dedicación, don Anselmo Sule fue un articulador de múltiples acuerdos políticos, sobre los cuales se fueron consolidando los componentes necesarios para la perfección democrática que hoy tenemos.
El efecto, que palabra más escasa el día de hoy y a su vez más necesaria en nuestra sociedad, palabra y acción que don Anselmo supo sembrar permanentemente. Esta siembra quedó palmariamente cosechada el día de su funeral, cuando personeros de todas las tendencias políticas concurrieron a rendir un homenaje y sus respetos.
Sus virtudes cívicas más características resultan ser hoy las cualidades tal vez más anheladas y necesarias para nuestro país.
En efecto, ¡que bien le haría a nuestro sistema político la tolerancia como conducta efectiva y no solamente como recurso retórico!
¡Que bien le vendría a nuestro país una política que prescindiera de las encuestas de estados de ánimo y nos guiáramos por los valores y principios permanentes de nuestra sociedad!
¡Que bien nos vendrían las visiones más amplias de los problemas que hoy afligen a nuestro país!
En definitiva, ¡que bien nos vendría Anselmo Sule!
Con la sangre que corrió por las venas de don Anselmo y que hoy está presente en esta Sala, me imagino cuán orgulloso se sentiría al ver a su hijo sentado en un escaño de su propio partido, que tanto amó. Seguramente, ambos, padre e hijo, están muy orgullosos, y con toda legitimidad.
Pero, al no contar con él, nos queda su ejemplo y su mensaje, que podrán servirnos en los desafíos futuros que se nos imponen y que sin duda se resolverán mejor si nos guiamos por la consecuencia y la convicción que tuvo este insigne hombre llamado Anselmo Sule .
He dicho.
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