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El señor ZALDÍVAR (don Adolfo) .-
Señor Presidente , agradezco, en primer término, a los Comités Mixto (Partido Por la Democracia y Partido Radical Social Demócrata) y Renovación Nacional el haberme cedido sus turnos para el caso de que mi intervención excediere el tiempo que corresponde a la Democracia Cristiana, y en segundo lugar, la presencia de diversos señores Senadores .
La verdad es que hubiese preferido no verme en la necesidad de pronunciar este discurso en el Senado y que los acontecimientos que lo motivan no hubieran ocurrido. Pero la vida es como es y los hechos hay que enfrentarlos cuando uno los tiene por delante, como corresponde, si queremos actuar con rectitud y lealtad.
Y escogí esta tribuna porque creo que la Cámara Alta es la llamada, no sólo a actuar como órgano colegislador y a realizar otras funciones de la institucionalidad del país, sino también, como ningún otro organismo, a hacer política y a elaborar políticas en debida forma. Y esto se echa de menos.
Además, sin lugar a dudas, este Hemiciclo es el espacio privilegiado con que contamos, y debemos saber ocuparlo si pretendemos hacer las cosas bien y que la gente nos respete.
Expreso lo anterior por cuanto la baja valorización de la política se debe, en parte, a que hemos olvidado o dejado de lado ciertas prácticas que ayer fortalecieron esa actividad y las instituciones, y también, porque no pocas veces nosotros mismos, con nuestras actitudes, no contribuimos a enaltecer esta delicada, valiosa y necesaria función que es la política.
Por eso, señor Presidente , deseo ocupar esta tribuna para tratar un tema que me parece de la mayor importancia. Y lo hago en la última sesión de esta legislatura, siendo tal vez el orador final, porque no quiero que se nos vaya un año sin referirme a situaciones tan graves como las que han estado ocurriendo -no necesito detallarlas-, donde más de alguno de nosotros se ha visto involucrado, pues vemos con preocupación que la actividad de la política comienza a ser cuestionada. Y cuestionada de verdad.
Por eso -reitero- voy a hablar, y espero ser muy claro.
Quiero hacer una vinculación directa entre la actividad política -o la forma de hacer política- en una democracia representativa y los medios de comunicación.
En el mundo de hoy no hay posibilidad de hacer política si nuestras actividades no se conocen a través de los medios de comunicación. Éstos constituyen, y con razón, un cuarto poder. ¡Qué inmensa responsabilidad!
Por eso, es muy importante no perder de vista la conjunción que debe existir entre la función política y los medios, los cuales tienen la obligación de mantener a la gente bien informada y de modo pleno. Ya lo decía Giovanni Sartori , uno de los más grandes politólogos y cientistas políticos: "información y veracidad". Eso es fundamental.
Si pretendemos que la actividad política trascienda y llegue a la población, necesitamos, como sociedad, que los medios de comunicación cumplan cabalmente con ese deber.
En la actualidad no se puede hacer política como quizá se hizo antaño en alguna sociedad donde la democracia era directa. Ahora eso es imposible, a tal punto que se ha llegado a hablar de la "TV-politización de las cosas".
Destaco lo siguiente porque creo que ahí está tal vez la clave, si deseamos cumplir bien nuestra función.
En política debemos actuar con seriedad, con responsabilidad. Pero, de la misma manera, también se necesita de parte de los medios de comunicación la debida correspondencia. Y si ello no ocurre; si no hay una correcta información, o -peor aún- si ésta se manipula, en la práctica se está atentando contra la democracia y cometiendo un crimen contra el pueblo, que es el soberano.
La libertad de información es fundamental, pero debe ser ejercida con responsabilidad. No conozco ninguna libertad que se pueda ejercer conforme al leal saber y entender de cada cual. La responsabilidad es inherente al mundo civilizado, y tiene que darse en un Estado de Derecho, donde también se han de establecer las normas para encauzarla.
Y esa libertad, que es tan importante y sin la cual no hay democracia, en nuestro país no fue fácil recuperarla.
Doy excusas a los señores Senadores , pero debo manifestar -sin falsa modestia- que en los años difíciles me jugué por completo para que en Chile hubiese plena libertad de información.
Tengo el honor de decir que actué como abogado en los juicios, tanto del " Fortín Mapocho " como del diario "La Época". En uno de ellos debí presentar un recurso de protección contra la famosa disposición vigesimacuarta transitoria de la Constitución. Lo hice porque estaba -y aún lo estoy- absolutamente convencido del valor de la libertad de información. Y creo que la apertura de los medios de comunicación, en la forma en que se dio, hizo posible ir organizando a la gente para entrar en diferendo y participar en un plebiscito que ganamos en forma limpia y que posibilitó el tránsito hacia la democracia y seguir avanzando.
En consecuencia, señor Presidente , antes de hacer una afirmación clara con respecto a cómo veo hoy día a los medios de comunicación, y en especial a uno, quiero dejar completamente establecido que tengo el más grande respeto por la libertad de información.
Por eso, esta tarde no puedo dejar de sostener, con toda mi fuerza, que hay un medio de comunicación masivo, el diario "La Tercera", que no está cumpliendo a cabalidad con el derecho a informar a la gente. Y ello es gravísimo, no sólo para los que hemos sido víctimas de ese diario, sino para todos. Porque lo que nos ocurre hoy día a nosotros, los democratacristianos, les puede pasar mañana a ustedes: a los de las bancadas de ese lado o a los de este otro. ¡A todos!
Deseo dejar en evidencia el daño que el diario "La Tercera" les está haciendo a la política y, por consiguiente, a la democracia en Chile. ¡Así de claro!
Voy a citar dos ejemplos.
El primero, muy reciente, tiene que ver con el Diputado Jaime Mulet Martínez y constituye uno de los casos más graves que he visto de ejercicio indebido, ilícito del derecho a informar. Ahí se han manipulado de tal forma las cosas que, a partir de un caso que hoy día investiga la justicia, se ha imputado a dicho parlamentario el haber usado, para la campaña interna de la Democracia Cristiana a la Presidencia del Partido , un millón 900 mil pesos que CHILEDEPORTES había asignado a una ONG. ¡Es decir, se le ha imputado nada menos que la comisión de un delito!
¡En vez de informar, ese diario ha elaborado una noticia falsa, injuriosa contra un Diputado de la República!
Sin embargo, no lo hizo en forma aislada: venía construyendo la noticia de manera paulatina. Y, al final, le infirió ese agravio a Jaime Mulet de modo enteramente artificial.
Aunque no quisiera extenderme en los hechos, debo expresar que el día 2 de enero, en primera página, se le imputa esta conducta indebida, ilícita, ¡sin tener base alguna! Fíjense bien, Sus Señorías: las elecciones del Partido Demócrata Cristiano se habían realizado el 30 de abril; a esa ONG le llegaron los fondos el 21 de junio. ¡Cincuenta y un días después!
Para el evento de que fuese cierta una hipótesis como ésa, ¿cómo iban a entregar la plata, cómo se iba a usar un dinero 50 días después? ¡No tiene base alguna! ¡No tiene ningún sustento! Lo importante era marcarnos, a todos los que tenemos dentro de la Democracia Cristiana una tendencia diferente a la de quienes hoy día la conducen, con un hecho de corrupción, a cualquier precio y en la persona de un hombre honorable.
¡Eso es una infamia, señor Presidente! ¡Y sepa ese diario que desde el Senado lo acuso de infamante y le digo que no merece ejercer el periodismo!
Y lo grave de esto es que el mencionado no es un hecho aislado.
Más aún, lo ha cometido con el absurdo propósito de atacar a quienes, desde que asumimos la Presidencia del Partido , tomamos medidas durísimas contra quienes aparecían implicados en el famoso proceso de las indemnizaciones. Vicepresidentes de nuestra colectividad fueron expulsados.
A poco andar, se presentó la situación de dos parlamentarios. No esperamos ¿contrariamente a lo que algunos decían- a que el caso fuera resuelto primero por el Tribunal Supremo. No, señor Presidente . Los tribunales supremos de los partidos no son instancias jurisdiccionales, sino políticas, encargadas de velar por la honra de éstos. Y si hubiéramos esperado una sentencia judicial, nunca se habrían tomado las medidas que adoptamos. Nosotros los expulsamos antes porque quisimos dar ejemplo.
Igualmente, expulsamos a alcaldes -y alcaldes importantes- vinculados a situaciones de corrupción; también, a gobernadores y a otros altos funcionarios.
¡Que no nos venga a dar lecciones "La Tercera" ni nadie! ¡Tenemos las manos y la frente limpias, señor Presidente!
Este caso nos indigna. Por eso quiero hoy día mostrarlo aquí como una clase de periodismo que repudiamos y que repugna a todo el país.
Pero no sólo actuamos de ese modo cuando ejercí la Presidencia del Partido y Jaime Mulet era el Secretario General . Nosotros no hicimos defensas corporativas. Queríamos -y queremos- que los tribunales de justicia actuaran con plena libertad, como debe ser. Son otros lo que han criticado a los jueces; los que han dicho que éstos no saben, que no entienden el desarrollo y que hay que mirar a éste y no la forma en que se hacen las cosas. Son otros los que, como directivas de partidos, han recurrido a las instancias judiciales. No nosotros. Nunca fuimos a presionar. Nos limitamos a acatar los fallos, porque nos parece que así debe entenderse el Estado de Derecho.
Pero ahora ese diario ha querido involucrarnos, enredarnos e implicarnos en un acto indebido, incorrecto. Y lo ha hecho sobre la base de una construcción artificial de la noticia. Pero eso no lo vamos a aceptar.
Sin embargo, no es el único caso, señor Presidente . Voy a recordar otro de distinta índole.
Al parecer, esa publicación ha tenido como tarea -según señaló la periodista María Olivia Monckeberg - meter cizaña con la intención de destruir a la Democracia Cristiana.
Cuando fui precandidato a la Presidencia de la República dentro del partido, también "metió la colita" ese diario. Y lo hizo desde el 1º de noviembre del 2004 hasta el 27 de enero del 2005. Pero no actuó de cualquier manera.
Tengo a la mano, señor Presidente, un verdadero legajo de afirmaciones en mi contra.
Tal matutino intervino en las elecciones internas mediante cartas del lector que, curiosamente, eran casi todas favorables a la otra candidatura, que tenía méritos; o con artículos de opinión, o con crónicas.
Me hicieron un informe de esto. Y la conclusión es impresionante. Hubo inteligencia para ir demostrando cómo la opción de Adolfo Zaldívar no era la adecuada. Y eso fue hecho por el diario "La Tercera".
Yo entiendo su deber de informar: era un hecho público y notorio que había dos candidaturas. Pero existen maneras de hacerlo. No obstante, buscó la fórmula de favorecer a la otra opción.
Y es lo que deseo que quede claro con esos dos ejemplos. Podría dar otros. Pero no quiero abusar. Se trata de dos casos tremendamente importantes.
Ahora bien, ¿en qué consiste este periodismo, señor Presidente?
No es aquel a que convocan Sartori, o los diarios serios, o los periodistas responsables. No. Éste es un periodismo que no busca informar, sino más bien construir una cosa a partir de algo que deforma y proceder de acuerdo con lo que se piensa en ese diario.
Lo que se necesita en esta vida, cada vez más masiva, es conocer la verdad a través de la noticia.
El diario puede tener un cuerpo editorial -es lógico y legítimo que así sea- que exprese su opinión. Pero debe entregar la noticia y no manipularla. Si no, la gente va a estar mal informada y, en consecuencia, no se podrá hacer la política que necesita la democracia.
Porque ¿qué es la política? Es la acción de unos sobre otros a fin de lograr un objetivo legítimo.
Con lo que digo en este momento estoy haciendo política, señor Presidente . Y estoy actuando limpiamente en el Senado, a cara descubierta ante mis pares, con los cuales quizás en múltiples oportunidades he tenido muchas diferencias y con quienes las vamos a seguir teniendo.
En esto no nos podemos equivocar. El periodismo que ha de existir entre nosotros, sobre todo con un diario que cubre el 40 por ciento de la prensa escrita -¡miren la importancia que tiene!-, debe ser responsable.
No puede el propietario de un diario decir: "Es mío, yo hago lo que quiero". Porque no es dueño de una farmacia ni de una ferretería, sino de un medio de comunicación que cumple una función social. Nosotros tenemos el derecho de cautelar el bien común. Y es lo que corresponde hacer para que aquélla se cumpla con responsabilidad.
Y, desde esta tribuna, lo que estoy haciendo hoy día es tratar de que entiendan el error y no perseveren en él.
Señor Presidente , no quisiera ser ingenuo. No lo digo por las características del director del diario. A mí no me mueven motivos personales. ¡Nunca! Puedo decir con toda seguridad, sí, que el director de "La Tercera" no está a la altura de lo que fue René Silva Espejo , o un Emilio Philippi , o un Augusto Olivares , o un Cristian Zegers en "El Mercurio". ¡No!
Es lo que yo pienso.
Por cierto, lo que publica no es sólo su responsabilidad. Ahí hay algo más. Y esto es lo que creo que está en el trasfondo. Porque esa suerte de periodismo también se puede hacer en otros casos. ¡Claro! ¡Porque también ha habido otras víctimas! Nosotros no hemos sido las únicas víctimas de esta suerte de periodismo por parte de ese diario. Ha habido otras personas que también lo fueron. ¡Y yo alzo mi voz por ellas también, señor Presidente , porque en Chile no luchamos por eso, sino para que hubiera una auténtica libertad de prensa!
He tratado de entender lo que ha ocurrido, porque esto no puede ser tan sencillo. Las situaciones no se dan por casualidad ni por tincadas ni por cosas por el estilo. Lo que ha habido aquí -y lo afirmo con toda responsabilidad- es una suerte de entendimiento entre dicho matutino y otra tendencia del Partido Demócrata Cristiano. ¡Y eso es muy grave!
Lo ocurrido se traduce en esos dos hechos que he señalado. Porque, en verdad, la otra tendencia de nuestra colectividad nunca es tocada. Sólo nosotros. ¡Nosotros somos la bestia negra; los malos; los que no debemos tener adhesión popular!
Nada se dice de los otros o se ocultan las cosas.
¡Y eso es grave!
Ahora bien, es posible decir que se trata de un entendimiento implícito. Puede ser. O es un entendimiento en los hechos. Puede ser. Pero ha habido algo que ha ayudado a ese entendimiento. Lo que ha ocurrido es que "La Tercera", en su estructura o en su forma de elaborarse -¡allá cómo lo hagan!-, tiene un comité asesor o un ente editor que ayuda. Nadie sabe quiénes lo componen. Pero como nos estaban dando tanto y tan duro, empezamos a averiguar y preguntar qué ocurría. Alguien me dijo: "¡Pero, por favor, cómo eres tan ingenuo! ¿No te das cuenta?".
Hay un comité en las sombras, en la penumbra, que se reúne en forma regular. Si lo hiciera una vez y de manera aislada, no diría nada. ¡Pero lo hace periódicamente! Obviamente, no se juntan como amigos para conversar sobre cualquier tema, de filosofía o de cosas sin interés. Se reúnen, por cierto, para tratar asuntos que importan a ese importante medio de comunicación o que interesan a los invitados.
Tengo derecho a presumir, señor Presidente , que en esas conversaciones se van trabando lazos -porque es lógico- que se mantienen en el tiempo: un mes o uno, dos, tres o cuatro años. Y no creo que no terminen conociéndose las cosas.
Si no hubieran ocurrido anteriormente los otros dos hechos tan graves -la infamia e injuria contra el ex Secretario General del Partido y la forma como actuaron en las elecciones internas en mi precandidatura a la presidencia de mi colectividad-, yo no tendría derecho a formular la afirmación que estoy haciendo. ¡Lógico! Pero ocurrieron.
En consecuencia, los propietarios del diario y su director no pueden negar lo que perfectamente se puede deducir: que en algo de lo señalado por el periódico respecto de estos temas influyó ese comité o fue tomada en cuenta o consideración su opinión.
Y nada menos ni nada más, señor Presidente , he sabido que en el transcurso del tiempo en ese comité ha habido tres altos dirigentes de la Democracia Cristiana: el actual Diputado don Jorge Burgos , el ex Diputado y ex Presidente de la Cámara Baja don Gutenberg Martínez y el ex Ministro de Defensa don Edmundo Pérez .
Se me dirá por qué no voy al Tribunal Supremo de mi Partido . No tengo inconveniente en hacerlo. Voy a mandarle copia de esta intervención. ¡Pero esto supera a la colectividad política! ¡Éste no es un problema de la Democracia Cristiana!
Hoy día estoy hablando por los intereses de la democracia y de la República en Chile. Lo ocurrido va mucho más allá de la Democracia Cristiana. ¡Por eso alzo mi voz aquí, en el Senado, y no en cualquier parte! ¡Porque deseo que lo expresado quede debidamente acreditado!
Y quiero ir más allá. También sé que en ese comité hay miembros de otras colectividades políticas. Pero éste no es problema nuestro.
Aquí estoy mostrando coincidencias, no conjeturas; hechos concretos que nos han afectado y de los cuales hemos sido víctimas.
¡La honra de Jaime Mulet no tiene precio, señor Presidente , ni tampoco la de ninguno de nosotros!
¡No podemos aceptar que un partido político sea forzado y vulnerado en la forma como lo ha hecho "La Tercera"!
Ésa es la gravedad de lo que estoy señalando.
Yo me pregunto ¿qué pasaría en los Estados Unidos si mañana, ante una candidatura de Hillary Clinton, se comprobara que en el comité editor del "The New York Times" participaba Bill Clinton?
Quiero ir más lejos, señor Presidente .
He estudiado la legislación europea comparada: en 29 de los 31 Estados suscriptores del Pacto de la Unión lo descrito está considerado como un delito más grave que el soborno. Porque los periodistas tienen muy clara su misión y los países serios valoran la verdad y lo que deben ser esos profesionales. Porque lo que éstos tienen que hacer es informar, no deformar, no inmiscuirse en intereses. Por eso en aquellos países está vedado mentir. Por ejemplo, se puede apreciar que los diarios europeos -como los ingleses- informan en una viñeta lateral quiénes conforman su cuerpo editor. Acá no sucede eso.
Señor Presidente , yo no diría nada hoy día contra "La Tercera" si ésta hubiese actuado como lo estoy haciendo yo -cara a cara, como lo hace un hombre de bien; limpiamente, como procedemos los demócratas-; o si, en vez de decir que es un diario independiente, hubiera asumido lo que está haciendo.
Entiendo que ese periódico, por los intereses que tiene, esté en las antípodas de lo que yo represento y haya sido contrario a mi opción presidencial.
¡Cómo no lo voy a entender, si su propietario, quien inició su fortuna en el Régimen de Pinochet y la ha cuadruplicado en los Gobiernos de la Concertación, representa, por cierto, cosas muy distintas de las mías!
¡Él defiende los intereses de la concentración de la riqueza en Chile, que yo he denunciado, al igual que muchos de nosotros!
Tiene derecho a defenderlos. Pero no de cualquier manera. Debe hacerlo diciendo claramente lo que es y en lo que está.
Nosotros defendemos los intereses de la clase media, de los pequeños y medianos empresarios, de los pobladores, de las mujeres, de los campesinos. Son dos mundos distintos. Así que no tengo problemas por las diferencias que mantengo con esa persona.
A él le interesaba la continuidad en la Concertación. ¡Claro! ¡Cómo no! Por eso hubo convergencia en los hechos con la otra tendencia partidaria, legítima. Pero tuvieron una ventaja ¡Y miren qué ventaja!
Yo pregunto hoy día a los militantes del Partido si sabían esto. O consulto a los lectores de "La Tercera" si acaso no se manipularon las encuestas.
¿Qué seriedad puede haber cuando existen comités secretos? ¿Cuándo la democracia ha sido secreta? ¿Desde cuándo es posible actuar en las penumbras, y pensar que eso es lícito, y creer que se puede avasallar? ¡No, señor Presidente!
Lo que ha ocurrido en este caso es que hemos sido víctimas el Diputado Jaime Mulet , quien habla y todo lo que nosotros representamos. Y no queremos que vuelva a haber víctimas, porque al final la víctima va a ser la democracia, que será destruida por quienes no creen en ella.
Por eso, hoy quiero decir con toda claridad: ¡Eso es inaceptable!
En el pasado hubo diarios políticos en Chile. "La Última Hora" era el periódico del Partido Socialista, y no había problema. "El Siglo" era el diario del Partido Comunista. Yo trabajé en "La Prensa". Ahí me inicié; por eso, algo entiendo sobre lo que estoy hablando. Era el periódico de la Democracia Cristiana, y nadie se engañaba en ello. Recuerdo que, cuando llegaba un artículo firmado como "Erasmo", el diario se paraba. Había que procurarle espacio. Muchas veces me tocó hacerlo. Y yo ya sabía de quien se trataba. Era don Eduardo Frei el que mandaba un artículo al periódico. El problema radicaba en si lo incluíamos como editorial o como artículo de opinión. Sin embargo, todos sabían. Era muy distinto.
Pero ¡lo del diario "La Tercera" es una porquería!
Entonces, esto no es menor. Ha sido un abuso incalificable contra nosotros. Hemos sido víctimas de modo artero de esta manera de hacer periodismo, de esta forma de hacer las cosas.
Reconozco hidalgamente el actuar de otro diario: "El Mercurio". No tengo nada que objetarle. Y conste que más de una vez ha sido fuerte crítico nuestro, muy diferente de "La Tercera". Con el actual director -lo mismo ocurría con el anterior- nadie se equivoca. La familia Edwards viene desde hace muchos años con ese diario. Pero no lo oculta: lo dice. Al director lo designa su propietario. Tiene una lógica; responde a una lógica; se trata de un diario respetable.
Esto otro -excúseme, señor Presidente - no sólo es malo para el país -ha sido algo tremendamente dañino-, sino que, a mi parecer, no es periodismo. Es cualquier cosa, menos periodismo.
Por eso ahora quise hacer estas afirmaciones, pues creo que estamos en presencia de una situación tremendamente peligrosa.
No es admisible que aquí no haya una explicación o que no se conozca la verdad.
Yo, al igual que mucha otra gente, me pregunto: ¿qué pasó con el "Diario Siete"?, ¿cuál fue su suerte?, ¿cómo y por qué aparece ligado a "La Tercera"? La respuesta habría que buscarla acá.
¡Si está todo hilado!
Nosotros, que hemos sido víctimas permanentes de todo aquello, hoy día no podemos sino decir con toda responsabilidad: ¡esto tiene que terminar!
Señor Presidente , considero necesario, por el bien común del país, que estas situaciones se regulen. Y no me parece lógico que alguien entienda que la libertad no puede tener límites. Ha de ejercerse con responsabilidad y deben existir canales para que realmente se haga en plenitud y bien.
Hoy yo podría haberme quedado, de alguna forma, en silencio o no haber sido tan claro o preciso. Pero eso no va con mi manera de ser. Algunos -y con razón- me dirán: "Qué grave lo que estás haciendo: te expones al 40 por ciento de la prensa, que mañana va a estar en tu contra". Así será. Sin embargo, no nos van a doblegar.
Nosotros compartimos un ideario, que proviene de las raíces de nuestra República. Y si ayer alzamos la voz cuando luchamos contra quienes detentaban el poder y desde el primer día no nos acobardamos, hoy no lo haremos con esto. Alzaremos nuestra voz y vamos a luchar.
Podrán habernos golpeado. Pero al final se va abrir la luz en nuestro país y este tipo de situaciones serán superadas, porque la verdad y la libertad son mucho más grandes que intereses pequeños, cobardes y arteros.
He dicho.
"
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