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El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
La presente sesión ha sido convocada para tratar el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que reajusta el monto del ingreso mínimo mensual, con urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (5148-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 28ª, en 21 de junio de 2007.
Informe de Comisión:
Certificado de la Comisión de Hacienda, sesión 28ª, en 21 de junio de 2007.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
El objetivo principal de la iniciativa es elevar, a contar del 1º de julio del año en curso, el monto del ingreso mínimo mensual para los trabajadores mayores de 18 años y hasta 65 años de edad, de 135 mil a 144 mil pesos.
Si la variación porcentual del producto interno bruto cumple con el requisito indicado en el inciso segundo del artículo 1º, el monto del ingreso mínimo se elevará, a partir del 1º de enero del año próximo, a 145 mil pesos.
Asimismo, se aumenta de 101 mil 491 a 107 mil 509 pesos, a contar del 1º de julio de 2007, el monto del ingreso mínimo mensual para los trabajadores mayores de 65 años y menores de 18, y el monto del ingreso mínimo mensual que se emplea para fines no remuneracionales se incrementa de 87 mil 697 a 92 mil 897 pesos.
La Comisión de Hacienda aprobó el proyecto tanto en general cuanto en particular por la unanimidad de sus integrantes (Senadores señores Escalona, García, Longueira, Núñez y Sabag), en los mismos términos en que lo despachó la Honorable Cámara de Diputados.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-.
En discusión general y particular la iniciativa.
Tiene la palabra el Senador señor Escalona.
El señor ESCALONA.-
Señor Presidente , tal como señaló el señor Secretario General en la relación del proyecto, la Comisión de Hacienda procedió a cumplir con la tarea que le encomendó la Sala -mediante el certificado de la Secretaría de dicho organismo técnico-, en cuanto a informar la iniciativa relativa al salario mínimo, que llegó a nuestra Corporación con urgencia calificada de "discusión inmediata".
El proyecto, que viene de la Cámara de Diputados, donde fue aprobada por mayoría, eleva el sueldo mínimo de 135 mil a 144 mil pesos, a contar del 1º de julio del presente año, y establece en el inciso segundo del artículo 1º que, en caso de que el crecimiento del país sea igual o superior a 5,8 por ciento, el monto del ingreso mínimo mensual se incrementará a 145 mil pesos, a partir del 1º de enero de 2008.
Al mismo tiempo, en el artículo 2º -incluido también en la Cámara de Diputados, lo cual nos lleva a valorar el aporte realizado por dicha Corporación- se estipula que "dentro de los 12 meses siguientes a la publicación de esta ley los trabajadores perceptores del ingreso mínimo mensual tendrán derecho a un curso de capacitación laboral, permitiendo a las empresas compensar los desembolsos por tal concepto con las obligaciones tributarias que les afecten conforme a los artículos 35 y siguientes de la ley Nº 19.518, determinando, respecto de las empresas que no puedan impetrar tal franquicia tributaria, que el curso se financie con cargo al Fondo Nacional de Capacitación de Empleo administrado por el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo.".
Es decir, el Ejecutivo ha asumido la obligación legal de concurrir a la capacitación de los trabajadores que perciben el ingreso mínimo mensual, con el propósito de elevar su formación técnica y profesional y, en consecuencia, crear las condiciones que les permitan incrementar su remuneración.
Por esas razones, y después de la información entregada por los señores Ministros de Hacienda y del Trabajo, la Comisión de Hacienda acogió por unanimidad el proyecto y recomienda a la Sala que también le dé su aprobación.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Aburto.
El señor MUÑOZ ABURTO.-
Señor Presidente , nuevamente abordamos un reajuste anual del salario mínimo.
Junto con expresar mi apoyo al proyecto, creo imprescindible señalar algunas ideas en relación con esta materia.
En primer lugar, quiero reiterar mi convencimiento sobre la necesidad de contar con dicho instrumento mínimo de regulación del mercado del trabajo. Frente a las constantes críticas respecto a su eficacia y utilidad o, peor aún, a quienes plantean que este constituye un obstáculo a la generación de empleo, considero que el sueldo mínimo mantiene plenamente su justificación social, y las estadísticas nos indican que sigue siendo una referencia indispensable para parte importante de la fuerza laboral.
En segundo término, debo lamentar que no hayamos conseguido crear un mecanismo permanente y consensuado de fijación del ingreso mínimo y que, por el contrario, éste sea objeto de un debate periódico.
No deberíamos abandonar la idea de avanzar hacia un procedimiento estable en la materia, que evite la necesidad de contar con sucesivas leyes y que se ajuste automáticamente, incorporando, de manera eventual, algunos márgenes para la autoridad en el caso de años extraordinariamente positivos o negativos.
En tercer lugar, deseo recalcar un elemento fundamental señalado en el mensaje, en cuanto a que el ingreso mínimo constituye la remuneración mínima del trabajador, la cual no puede enterarse considerando los pagos por horas extraordinarias; las asignaciones familiar legal, de movilización, de colación, de desgaste de herramientas, de pérdida de caja; los beneficios en dinero que no se paguen mes a mes, y la gratificación legal.
Quiero llamar la atención sobre el asunto, porque la experiencia práctica muestra que se trata de una anomalía que se da en muchos casos, particularmente respecto de las gratificaciones que se incorporan como parte del sueldo.
Es lamentable que aún existan mecanismos para burlar la clara intención de la respectiva norma y enterar el sueldo mínimo, por ejemplo, con comisiones o metas de productividad o de ventas, manteniendo sueldos base irrisorios, por lo que no es aceptable que, además, se exceda el propio tenor literal de la disposición. Con el objeto de evitar aquello necesitamos una acción más decidida de las inspecciones del trabajo.
Para nadie es un misterio que en los grandes mall y en las grandes multitiendas del país muchos vendedores y vendedoras tienen sueldos base de 5 ó 20 mil pesos y que, a través de comisiones, les enteran una suma superior al sueldo mínimo fijado anualmente.
En último término, señor Presidente , no puedo dejar pasar esta ocasión para hacer presente otra vez la necesidad de que el país dé un nuevo paso en este tema.
La existencia de un sueldo mínimo es relevante. Significó, y continúa siendo, algo trascendente para muchas familias chilenas.
Sin embargo, es imprescindible asumir, de una vez por todas, que actualmente ello no es justo con las diversas zonas del país. No es lo mismo vivir en Magallanes que en Santiago. Esa es una verdad indesmentible.
Los 144 mil pesos que se pagarán a partir del 1º de julio de este año, más los mil que van a completar, a lo mejor, 145 mil desde el 1º de enero de 2008, no tienen igual poder adquisitivo en la Capital, en Arica, en Concepción o en Punta Arenas, tanto porque las necesidades básicas no son las mismas cuanto porque los bienes y servicios poseen valores y variaciones distintos.
Esto se ha comprendido en diversos ámbitos. Desde luego, en las remuneraciones de los funcionarios públicos que cuentan con asignación de zona para compensar la desigualdad del poder adquisitivo. Pero también en otras áreas, como Vivienda, estableciendo subsidios diferenciados.
No debe pasar más tiempo antes de que estudiemos seriamente por lo menos esta materia.
Hace unos años propuse al entonces Ministro del Trabajo , don Ricardo Solari , analizar la creación de sueldos mínimos diferenciados para cuatro macrozonas del país. El actual salario mínimo debiera abarcar desde la Cuarta a la Séptima Regiones, para, a partir de allí, establecer factores porcentuales para las macrozonas norte -desde la Primera a la Tercera Regiones-; sur -desde la Octava a la Décima, exceptuando la provincia de Palena-, y sur austral (la provincia de Palena y Regiones Undécima y Duodécima).
Ello permitiría disponer de un ingreso mínimo más acorde con las distintas realidades de las Regiones.
Analizar seriamente esta materia requiere contar con instrumentos adecuados. Hoy, si bien existe desde hace algunos años una medición de IPC regional, no hay canastas regionales que establezcan las diferentes necesidades de los hogares chilenos, dependiendo de su ubicación, y la ponderación de cada bien en el presupuesto total.
No es admisible suponer que un hogar de Iquique gasta en calefacción lo mismo que uno ubicado en Puerto Williams. Igual ocurre con los requerimientos en salud, alimentos y transporte.
Por tales motivos, solicito expresamente al Gobierno la asignación de recursos adicionales al INE para que desarrolle las investigaciones pertinentes y podamos contar, la próxima vez que discutamos esta materia, con elementos objetivos y científicos que nos permitan abordarla con seriedad.
Los habitantes de Regiones, y muy especialmente los de zonas extremas, como Magallanes, necesitan que se les reconozcan sus diversas necesidades y el diferente poder adquisitivo de sus remuneraciones. Hacia eso debemos avanzar en los próximos años.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra la Senadora señora Matthei.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , resulta muy fácil solicitar salarios mínimos más altos, como también salarios sugeridos y de elevado monto. ¿Y por qué no pedir 200 mil, 300 mil, 400 mil pesos? Porque, en realidad, con esas cifras una familia puede empezar recién a educar bien a sus hijos y llevar una vida razonable.
Ahora, si de pedir se trata, a lo mejor todos podríamos embarcarnos en esta senda y pedir y pedir.
Pero hay un problema: desgraciadamente, si los salarios solo suben por ley, se produce una tremenda cesantía.
La verdad es que la relación entre ingresos mínimos y cesantía ha sido muy estudiada en Economía. Y los más afectados son los mayores de 50 años y los menores de 25.
Entonces, deseo llamar la atención al respecto. Porque todos podemos embarcarnos alegremente en la carrera por aumentar el salario mínimo. Sin embargo, es factible que con ello estemos causando un inmenso daño al país.
En la medida en que creamos que las personas ganan muy poco, son dos las cosas que se pueden y deben hacer.
En primer término, mejorar fuertemente la calidad de la educación. Porque el salario debe ir naturalmente ligado -querámoslo o no- a la productividad de la persona, a lo que aporta en el trabajo.
Cuando uno analiza la relación entre salario y nivel educacional se percata de que, por desgracia, es muy directa y firme: mientras menores sean la calidad de la educación y el tiempo dedicado a ella, las personas reciben ingresos más bajos.
Por lo tanto, lo primero que debemos hacer para mejorar los salarios es incrementar el número de años de estudio y la calidad de la educación.
Si 85 por ciento de los chilenos prácticamente no entienden lo que leen, es muy difícil que obtengan los mismos salarios que en Dinamarca, donde solo 4 por ciento de la población no comprende la lectura.
La calidad de la educación es un problema brutal a nivel nacional, que incide fuertemente en los salarios que se pueden pagar. Porque si se pide a una empresa que convenga uno acorde con el rendimiento de una persona, no tendrá cómo competir con los productos que se exportan o con los que llegan al país.
Por otro lado, también se puede y debe lograr que los subsidios del Estado vayan a la gente que menos tiene. Y por eso nosotros siempre somos tan estrictos en que los dineros fiscales sean destinados efectivamente a quienes más necesitan y no a programas donde las platas se despilfarran, se usan mal: gastos administrativos, viajes, camionetas, remuneraciones de personas que no hacen nada.
Hay que ayudar a quienes tienen menos, ya sea vía pensiones o vía subsidios: al agua potable, a la electricidad, a la salud, a la educación, a la vivienda; todos los servicios posibles, pero enfocados adecuadamente, para que lleguen de verdad a las personas de más bajos ingresos.
Días atrás, a través de un programa de televisión, conocimos un escándalo donde, aparentemente, platas destinadas a la gente más pobre del país, como la adscrita a Chile Solidario, al final no llegaban al destino que correspondía.
En resumen, son dos las cosas que debemos hacer: mejorar la calidad de la educación y otorgar subsidios a las familias cuyos salarios no les permiten vivir en forma digna.
Hago un llamado de atención sobre el particular. Porque es muy fácil que todos nos pongamos de acuerdo y pidamos y exijamos más, para después decir al Gobierno que es responsable de la cesantía.
A mi juicio, ese no es el camino. En los últimos tres años, Chile ha ganado enormemente en materia de seriedad en la economía. Espero que todos contribuyamos a que eso se mantenga así.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Letelier.
El señor LETELIER.-
Señor Presidente, pensaba hacer mis reflexiones en un orden distinto, pero voy a partir de los comentarios de la Senadora señora Matthei.
Para quienes estudiamos lo que algunos llaman en el país "Ingeniería Comercial", versus lo que antes se denominaba "Economía", hay diferentes formas de apreciar este debate.
Es tradición en la economía neoclásica buscar equilibrios teóricos entre educación, productividad y sueldos. Y se hace todo tipo de gráficos: IS-LM, puntos de equilibrio. Es un debate muy antiguo. Pero, curiosamente, en estas ecuaciones, de las que se habla en la teoría económica -y de ahí la diferencia entre teoría neoclásica y economía política-, se introducen otras variables durante la discusión.
En Chile, la pregunta evidente que surge es si estamos satisfechos con el punto de equilibrio existente.
Yo no lo estoy, porque los actuales niveles de desigualdad-que forman parte de aquellas realidades que "se caen" de las ecuaciones, al igual que las tasas de utilidades-, esconden algo bastante fundamental: Chile es un país que ha progresado y que crea riqueza, pero donde la participación de los ciudadanos en esta última es muy desigual, tremendamente desigual. Y no cabe duda de que el sueldo mínimo refleja, en alguna medida, lo que quiere una sociedad respecto de la distribución de ingresos.
Es cierto que algunos en el análisis siempre concluyen que, si se cambia el sueldo mínimo, va a haber cesantía; y si se alza el sueldo mínimo, habrá impacto en el empleo. Y hay quienes creen que esa teoría está más que demostrada desde el punto de vista empírico. A mi juicio, eso es bastante discutible.
Quiero poner un ejemplo. En la Sexta y en la Séptima Regiones no importa que se pague un salario de 140 ó 150 mil pesos, pues de todas maneras en ellas habrá que contratar temporeros para cosechar la fruta. Porque, el fenómeno depende de cuál es la estructura de la demanda de empleo en ciertos sectores de la economía.
Aquí tendemos a hacer análisis muy generales y, en lo personal, creo que a veces eso lleva más bien a una distorsión.
¿Por qué hago esta reflexión? Porque, desde hace tiempo, quienes no compartimos esa visión tan rígida hemos planteado que el reajuste al sueldo mínimo debe considerar el IPC, la productividad y la solidaridad, a fin de que se achique la desigualdad existente entre unos y otros.
Por eso, durante estos años el sueldo mínimo ha tendido a aumentar más rápido que el crecimiento de la economía. Así se dice.
Lo cierto es que algunos estudios -como uno de la CEPAL- indican que, dadas las condiciones socioeconómicas de Chile y en virtud del análisis de las variables macroeconómicas, un punto de equilibrio viable debería estar, más bien, en torno de los 150 mil pesos.
No voy a entrar a discutir si el estudio de la CEPAL está bien enfocado o no. Tiendo a compartir buena parte de él. Son temas discutibles, como siempre lo son en economía. Pero no cabe duda de que respecto de este paso, que es positivo -si uno quiere quedarse en los porcentajes, debe reconocer que este aumento del sueldo mínimo de ahora es el más grande en muchos años, lo que se valora-, hay también opiniones distintas sobre si aquel tendrá o no efecto en los debates que vienen.
Señor Presidente , por lo común, al tratarse el sueldo mínimo y su aumento está presente la discusión sobre el tipo de sociedad que queremos y cuáles son las brechas que deseamos aminorar. Y en ciertos sectores de la economía se dan elasticidades distintas frente a la necesidad de contratar mano de obra.
Según algunos estudios, la Sexta y la Séptima son las Regiones donde porcentualmente se paga más sueldos mínimos en relación con su población. Conocemos de cerca esa realidad.
Otros análisis indican que la Sexta Región es la que tiene el promedio de ingresos más bajos del país.
Por eso es tan importante este debate para algunos de nosotros. Es tremendamente determinante, porque es aquí donde se juegan ciertas señales de cómo uno quiere combatir la desigualdad.
He leído y entiendo los argumentos entregados estos días por el señor Ministro de Hacienda : al aumentar en más de 6 ó 6,7 por ciento ese salario, se da una señal macroeconómica inadecuada. Personalmente tengo dudas de si eso es efectivo. Si el sueldo mínimo se incrementara en 7 por ciento, ignoro si eso sería un desastre. Si uno compara tal porcentaje con el indicador de aumento de utilidades en Chile, advertiría que éste triplica el presente reajuste. Nadie se espanta por las utilidades de los sectores bancario, frutícola de exportación o minero; pero sí nos preocupa que la tasa de aumento del sueldo mínimo no supere cierto nivel.
Porque, digamos las cosas como son: la razón de la existencia de un salario mínimo en nuestro país es que, si no lo hubiera, muchos empleadores tenderían a pagar aun menos a los trabajadores por la mano de obra.
Estimo que este es un avance, aunque hay algunos aspectos que no comparto. Por ejemplo, no entiendo esto de "144 mil pesos más luca, para enero", como dicen algunos. Equivocadamente, se presume que un incremento mayor daría una mala señal a la macroeconomía. No creo que sea así ni que este sea el guarismo del cual se agarre, como elemento determinante, el sector público o un sindicato para negociar colectivamente. ¡Y pobre de él si lo utilizara! Porque, cuando se ha tratado de mencionar siquiera o cuando se ha peleado un reajuste de 5 por ciento real, han aflorado las prácticas antisindicales. Y como la ley no permite una negociación colectiva efectiva, la gran mayoría de los esfuerzos por negociar aumentos de salarios han terminado en los casos más recientes -con excepción de algunos en la minería-, con reajustes inferiores o que no han estado a la par con el guarismo aplicable al sueldo mínimo.
Señor Presidente , voy a votar a favor del proyecto. Lamento que no se haya logrado dar un paso más allá ni se hayan creado las condiciones para un acuerdo plurianual o para avanzar en lo planteado por el Senador señor Muñoz Aburto.
Muchos de nosotros somos partidarios de un mecanismo de reajuste permanente, que considere también la distribución de ingresos como parámetro y que también se la vincule con las tasas de utilidades promedio. Porque creemos que se puede hacer un mayor esfuerzo, no por parte del Estado, sino por quienes generan el proceso de emprendimiento y de empleo.
Ha habido un gran aporte de los emprendedores. Pero, cuando uno compara sus utilidades con los niveles de las remuneraciones, se da cuenta de que aún hay una brecha que es necesario disminuir. Esperamos que en el próximo tiempo podamos avanzar hacia un acuerdo plurianual, el que ha demostrado ser mejor para un proceso de negociación permanente y tener una señal de hacia dónde queremos llegar.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Antes de continuar el debate, deseo saludar la presencia en las tribunas del Representante Especial del Secretario General de Naciones Unidas en Haití , Embajador señor Edmond Mulet , quien se ha reunido con algunos señores Senadores.
--(Aplausos en la Sala).
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , por supuesto que vamos a aprobar este salario mínimo que, lamentablemente, no fue convenido en su totalidad entre el Gobierno y los trabajadores, representados en la CUT.
Lo que voy a plantear nada tiene que ver con el reconocimiento de la cifra acordada, la que tal vez podría haber sido superior. Pero deseo hacer algunas consideraciones para ver si coinciden con el enfoque de otros señores Senadores o -más allá de los números- si posibilitan extraer algunas premisas que permitan un trabajo de más calidad y mejor pagado.
Escuché con atención la intervención de la Honorable señora Matthei. Coincido con ella en algunos de sus puntos de vista.
Todos nosotros tenemos contacto con los trabajadores y con las empresas. Por ejemplo, nos vinculamos con los primeros en el quehacer del día a día, por determinados servicios que deben prestar, a veces en nuestras propias casas. Tenemos que reconocer que cuesta mucho encontrar a un trabajador realmente bueno. Por supuesto, hay una gran cantidad de personas que desarrollan su labor con experiencia y con el conocimiento alcanzado en lo denominado "la universidad de la vida". Ellos van tratando de adquirir algunas destrezas que, lamentablemente, no siempre tienen una corrección. Con ello estoy diciendo que determinado sector de trabajadores alcanza una deficiente capacitación para desempeñar ciertas funciones.
Generalmente, a los representantes de Regiones nos molesta y estimamos injusto que ciertas empresas, que concurren a nuestras circunscripciones a desarrollar algún tipo de obras públicas, ocupen muy pocos trabajadores locales, porque llevan a su personal especializado. Inclusive hemos tenido que legislar para obligar a que se utilice, al menos, un porcentaje de los trabajadores de las Regiones donde se realizan aquellas obras. Y lo anterior se debe a la inexistencia de personal calificado que pueda desempeñar funciones de mayor nivel.
Entonces, muchas veces los reclamos que efectuamos en nuestra calidad de Parlamentarios, de servidores públicos, en la realidad, más allá de la letra, no prosperan pues no podemos presionar y exigir para que se ofrezcan esas posibilidades.
No puedo dejar de afirmar que numerosos pequeños empresarios, representantes de las pymes, con quienes tengo cercano contacto -y varios Honorables colegas han vivido esa experiencia- y que dan el 75 por ciento del trabajo en Chile, lo piensan, no una vez, sino varias veces cuando deben contratar un trabajador más. Sacan cuentas, miran para todos lados y, en ocasiones, prefieren no tomar a nadie o convertir sus actividades en empresas familiares, en las cuales trabajan su dueño, un hijo, un pariente o se turnan con diferentes miembros de la familia. Esa es una verdad.
Es efectivo que a un pequeño empresario, cuya empresa opera con dos o tres trabajadores, le cuesta pagar un salario mínimo de 145 ó 144 mil pesos, aun cuando es un monto bajo e indudablemente es difícil sobrevivir con él, porque las utilidades que obtiene en su actividad son muy pequeñas, dado el monopolio que existe en muchos rubros de la economía nacional y en sectores que, en la medida en que modernizan sus empresas, requieren menos personal.
Esa es una verdad que no podemos desconocer en el carnicero, en el dueño de una panadería, en el mecánico que instala un pequeño garaje; en el propietario de un taller de pintura, de desabolladura, de una fábrica de artículos de hogar.
Y quiero encadenar esta parte de mi intervención con lo señalado por la Honorable señora Matthei. Es imperativo mejorar la educación chilena que, por supuesto, es muy deficiente. Así lo han expresado los señores Senadores en todos sus discursos.
Hemos avanzado en educación básica y media, pero en el ámbito de la educación técnico-profesional seguimos siendo totalmente débiles. En muchos liceos técnicos o industriales se da el increíble de que hay máquinas para capacitar a los chiquillos, pero no existe presupuesto para comprar material. O, en numerosas oportunidades, si estas se echan a perder, tampoco hay recursos para repararlas. De manera que la labor de capacitación de los liceos industriales es bastante deficiente.
Por lo tanto, debemos poner un fuerte énfasis en la educación. Insisto en lo siguiente: un ingreso de 144 mil pesos mensuales es insuficiente para enfrentar los compromisos del día a día, en una sociedad donde la educación superior tiene un altísimo costo, pues cualquier carrera profesional no cuesta menos de ocho millones de pesos al momento en que el alumno reciba su título.
Eso significa, entonces, que los padres de una familia que gana 144 mil pesos mensuales dejarán a sus hijos -esa es la realidad- la herencia de continuar en el mismo círculo sin mayores posibilidades.
En el pasado, los hijos de obreros tenían la oportunidad de llegar a la universidad. Por eso, los jóvenes de la clase media chilena provenían de sectores más modestos lo que, por supuesto, les daba una sensibilidad especial cuando ocupaban cargos importantes o realizaban actividades vinculadas al proceso de desarrollo de Chile.
Por eso, apruebo el proyecto que fija el ingreso mínimo en 144 mil pesos, con mil pesos adicionales bajo las características que ya se han señalado.
Asimismo, cabe destacar que, en la medida en que avancemos en ese sentido, debemos poner nuestra mirada muy firme y atenta en mejorar la capacitación de nuestros trabajadores, porque no sacamos nada con mantener oficios difíciles, casi de esclavos, y no abrir las perspectivas para que ellos puedan cobrar un mayor salario, sobre la base de una capacitación que les enseñe a hacer bien las cosas.
Reitero el voto favorable de nuestra bancada al proyecto en discusión.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ominami.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , seré muy breve para plantear una cuestión que a mi juicio es fundamental, aunque no la resolveremos hoy día.
Desgraciadamente, la Senadora señora Matthei no se halla presente en la Sala, porque me habría gustado que escuchara un par de consideraciones que debieran complementar el planteamiento que ella ha hecho.
La principal afirmación que me gustaría hacer es que en Chile uno puede ser un trabajador formal (con contrato), ganar el salario mínimo y ser pobre. Normalmente, en los países más desarrollados las personas que perciben una baja remuneración, aun cuando se incluyen dentro de cierto concepto de ingreso mínimo, tienen la posibilidad al menos de situarse en niveles por encima de la línea de pobreza.
Ello no ocurre en Chile.
En nuestro país, un trabajador (más su cónyuge o pareja, que no trabaja, y un niño) que percibe un sueldo en torno al ingreso mínimo, queda por debajo de la línea de pobreza. Me parece que ese es un punto fundamental.
Yo no pediré hoy día que se eleve el salario mínimo, pero considero relevante tener presente ese aspecto. Dicho aumento no puede reducirse a una señal macroeconómica que sirva de indicador válido para el reajuste del conjunto de las remuneraciones, porque -como muy bien lo planteó el Senador señor Letelier y como fue la tradición durante mucho tiempo- en la fijación del ingreso mínimo intervienen, por lo menos, tres factores.
Primero, el crecimiento esperado de la economía. En épocas anteriores también se consideraba la inflación, pero con el transcurso de los años dicha variable se ha ido despejando y ya no es tan relevante.
En segundo lugar, los aumentos en la productividad que han venido decayendo durante el último tiempo, pero eso forma parte de una discusión más amplia que es legítimo sostener sobre la economía chilena.
Y, tercero, un factor de equidad, que implica hacerse cargo del hecho de que el salario mínimo no permite situarse automáticamente por encima del nivel de pobreza.
Es acertado el diagnóstico de la Senadora señora Matthei. A partir de algún punto, hay un arbitraje, un trade-off entre el nivel del salario y el de empleo. Si la autoridad, dotada de un gran corazón y de enorme buena voluntad, fijara el ingreso mínimo en un rango demasiado alto, es evidente que muchos pequeños empresarios enfrentarán dificultades para pagarlo. Y, aunque esa constatación aparezca cruel, es real.
Hay muchas empresas en nuestro país que funcionan con un margen de utilidad muy bajo y son sensibles a los aumentos demasiado importantes que puedan tener lugar a nivel del salario mínimo.
Pero creo que ese argumento hay que ponerlo también en conjunto con otro que es muy relevante: una economía de mercado como la nuestra tiene una tremenda anormalidad.
En una economía de mercado, las remuneraciones debieran fijarse de manera contractual, sobre la base de la capacidad de negociación de los trabajadores y empresarios en el mercado. Pero eso no ocurre, porque menos del 10 por ciento de los asalariados de Chile negocian colectivamente.
Ese es el tema que está detrás de esto.
Entonces, me parece muy unilateral poner el énfasis en este trade-off que hay a partir de cierto salario entre el nivel del sueldo mínimo y el de empleo, sin hacer referencia a la tremenda asimetría existente en un país como el nuestro entre empresarios y trabajadores, por el hecho de que la negociación colectiva abarca un número muy pequeño de trabajadores. Eso, claramente, es una anormalidad.
A la asimetría estructural entre trabajadores y empresarios, en Chile se debe agregar una asimetría en relación con las dificultades que tienen los trabajadores para negociar en forma colectiva, lo que lleva a que las diferencias entre unos y otros sean particularmente sensibles. Eso es lo que hace necesario contar con un salario mínimo.
Porque respecto del argumento del trade-off entre empleo y salario, uno pudiera llegar a decir -como algunos lo sostienen, por lo demás; las posiciones liberales más extremas- que no debiera existir el sueldo mínimo. Ese es un argumento coherente.
Pero el punto es el siguiente. ¿Es razonable, es, en definitiva, ético enfrentar a una persona que no tiene capacidad alguna de negociación a tener que aceptar un nivel de salario cualquiera?
En mi opinión, en Chile podría haber pleno empleo si no existiera el salario mínimo, pero probablemente sería de 70 u 80 mil pesos.
Entonces, en el fondo ahí hay un tema ético. ¿Es justo, es correcto enfrentar a una persona que necesita trabajar a un nivel de remuneración que no cuenta con un piso mínimo? Porque lo cierto es que ese asalariado carece de capacidad de negociación para establecerlo.
Por eso, es la ley, el Parlamento, la autoridad, el Estado, como representante del bien común, el que debe fijar el piso mínimo. Y eso es lo que justifica la existencia del ingreso mínimo.
Quería hacer estas consideraciones, porque pienso que -para decirlo en forma bien franca- habría sido perfectamente posible tener un salario mínimo de 145 mil pesos, como algunos lo plantearon. Se los digo sinceramente. Porque, en mi concepto, simplemente no hay impacto macroeconómico.
Además, habría sido bueno contar con un ingreso mínimo que hubiese sido acordado con los trabajadores. No fue la opción que se tuvo y francamente lo lamento.
Quiero dejar establecido que la discusión del proyecto sobre el salario mínimo tiene esas complejidades. Particularmente, se debe tener presente que vamos a aumentar el sueldo mínimo a 144 mil pesos. Y espero que suba a 145 mil pesos, porque es bien probable -salvo que ocurra algo sorpresivo- que tengamos un crecimiento en torno al 5,8 por ciento durante el año 2007. Pero, con un salario mínimo de 145 mil pesos, muchos trabajadores de nuestro país, desgraciadamente, van a seguir siendo pobres.
Por las razones expuestas, voto a favor.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN (Secretario General).-
Han llegado en este momento a la Mesa dos documentos.
Con el primero el Honorable señor Letelier, en conformidad a lo dispuesto en los artículos 60 de la Carta Fundamental y 7º del Reglamento del Senado, solicita autorización para ausentarse del país a contar del 22 de este mes.
--Se accede.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Con el segundo la Honorable Cámara de Diputados comunica que prestó su aprobación a las modificaciones introducidas por el Senado al proyecto de ley que crea el Fondo de Estabilización Financiera del Sistema de Transporte Público de la ciudad de Santiago y dispone otros aportes fiscales que indica.
--Se toma conocimiento y se manda a archivar el documento junto a sus antecedentes.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra la Honorable señora Alvear.
La señora ALVEAR.-
Señor Presidente, de modo muy sucinto quiero compartir en esta Sala un par de reflexiones en torno a la iniciativa en discusión.
Tal como lo han expresado otros señores Senadores esta tarde, yo también estoy entre las personas que lamentamos profundamente que al legislar sobre este proyecto no lo hayamos hecho sobre la base de un acuerdo alcanzado entre el Gobierno y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Creo que en nuestro país el diálogo social es esencial para avanzar hacia la construcción de una sociedad más justa, equitativa y cohesionada.
Uno puede recorrer -leyendo, mirando- decenas de ejemplos de naciones en donde los grandes acuerdos han permitido alcanzar una mejor distribución de la riqueza que en Chile. Y, como siempre, en cada uno de ellos se repite una característica común: el diálogo social, la negociación y los acuerdos.
Más aún. Los acuerdos entre Gobierno, empresarios y trabajadores organizados muchas veces alcanzan a otros elementos, más allá de lo que pueda ser un diálogo en torno a sus remuneraciones, que por cierto es importante.
Recuerdo haber escuchado un importante testimonio cuando el Presidente del Gobierno Español le relató al Presidente Lagos -en la época en que fui Canciller- que durante las Olimpíadas o la Expo-Sevilla se produjo un acuerdo social para no generar ningún tipo de conflicto, con el fin de que fuese España quien ganara con el esfuerzo que se iba a realizar. Creo que cuando se logra un consenso en esa dirección, los países ciertamente progresan más.
Me parece relevante retomar un tema que hemos conversado en esta Sala en otras ocasiones y respecto del cual usted, señor Presidente , nos invitó a firmar una iniciativa legal con el propósito de crear el Consejo Económico Social.
Considero indispensable que procedamos a revisar ese punto. Incluso, por decirlo de alguna manera, creo que estamos en mora con relación a nuestro Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, por cuanto, además del diálogo que se produce -que felizmente se ha mantenido- entre el Parlamento Europeo y el Congreso Nacional chileno, en el caso del Consejo Económico Social, existe un acuerdo para que también este se concrete. ¡Y, por Dios, que daría frutos positivos que pudiésemos aprender de ese diálogo fructífero entre empresarios, trabajadores y Gobierno!
Por ende, lamentando que no se haya producido en esta ocasión un acuerdo entre el Gobierno y los trabajadores, vamos a aprobar la iniciativa en debate.
Pero me parece oportuno recordar lo valioso que podría ser avanzar en esa otra dirección, así como también -y debo decirlo con cierta frustración- podríamos haber obtenido de esta iniciativa algo más que los 144 mil pesos que se proponen, más el salto que esperamos lograr por el nivel de crecimiento que nuestro país logre.
Espero que en los años venideros podamos conocer en el Congreso Nacional proyectos concordados socialmente, porque estoy segura de que si así fuera, habríamos sido capaces de tener un ingreso mínimo mayor al que estamos aprobando hoy.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , a estas alturas, deseo fijar mi posición sobre algunos temas en esta discusión que realizamos todos los años y que es de gran importancia.
En efecto, el salario mínimo es el ingreso que percibe una cantidad significativa de trabajadores del país. No son muchos. Pero constituyen aproximadamente el 10 por ciento de la mano de obra. Felizmente las remuneraciones del resto de los trabajadores ocupados están por sobre el ingreso mínimo. Pero, sin duda, se trata de una señal importante con respecto a los trabajadores con menos calificación y con empleo más precario.
Ahora bien, en primer término, lamento muy profundamente que no haya existido acuerdo entre el Gobierno y la Central Unitaria de Trabajadores.
Me formo la opinión -he seguido el proceso no muy de cerca- de que hubo rigidez excesiva del Gobierno y, de manera fundamental, me preocupa la incomprensión que se tuvo en su momento con respecto al valor del acuerdo.
Al margen de lo que siempre es importante, los términos del acuerdo, considero que el valor de este en un país como el nuestro, con trabajadores organizados, va más allá del mero significado económico concreto que habría supuesto un convenio como el que se estaba planteando, por dos o tres años.
Entonces, deploro que no se haya logrado este acuerdo. Y, según la información de que dispongo, ello derivó de una posición del Gobierno en extremo rígida.
En segundo lugar, en cuanto al nivel de la discusión planteada acá, debo recordar que siempre está presente el argumento de que fijar salario es un arbitrio, por lo cual habría que dejar a este libre, ya que de lo contrario existirían efectos contraproducentes en el empleo.
La evidencia mundial no señala que sea así. En gran parte de las economías maduras y menos maduras existe esta institución. Y no se puede decir que fijar un mínimo salarial signifique necesariamente atentar contra la ocupación.
Se trata de un argumento liberal que se repite siempre.
Yo alguna vez -no lo traje en esta ocasión, para no reiterar el argumento- leí el editorial de "The Times" del día en que se aprobó la jornada de ocho horas, hace ya más de un siglo: reproducía exactamente los editoriales aparecidos en "El Mercurio" cuando hacemos planteamientos que significan mejorar la legislación laboral.
O sea, esa idea liberal antigua acerca de la intervención pública en materia del mercado laboral es completamente falsa, nada tiene que ver con la experiencia de las economías de las sociedades en los últimos años.
Ahora, concuerdo con lo que señaló el Senador señor Ominami en el sentido de que, si el salario mínimo se halla demasiado desalineado de la productividad del trabajo, de la productividad total de los factores del ciclo económico, una decisión arbitraria muy alta puede significar freno al empleo.
Por consiguiente, es muy precisa la discusión sobre el nivel que en determinado país, en determinada economía, en determinada coyuntura, puede alcanzar el esfuerzo por fijar una base obligatoria universal al valor del trabajo. Y eso lo estamos fijando aquí en consideración, no a una ley del mercado, sino a una convención social -vale decir, a una ley nacida de ambas Cámaras-, basados obviamente en nuestra realidad.
En tal sentido, este salario mínimo es completamente sostenible. Yo creo -es mi punto de vista- que se encuentra por debajo de lo posible y de lo deseable.
¿Por qué de lo posible? Porque estamos con una economía en expansión; con un ciclo que tiende al crecimiento; con un salario mínimo que impacta a una parte de la masa laboral; con holguras todavía (porque aún no alcanzamos el potencial de crecimiento del país).
En consecuencia, no comparto la idea de que una elevación un tanto más del salario podría tener impacto inflacionario o podría llevar a la autoridad monetaria -es otro de los argumentos que he escuchado- a subir las tasas y, por consiguiente, a desalentar el crecimiento (es una hipótesis; porque, desgraciadamente, existen dos autoridades económicas por completo independientes), que son los mismos temores que hubo cuando se reformuló la regla fiscal.
Entonces, allí hay un debate que es indispensable profundizar.
Sin duda, el salario mínimo envuelve un elemento de solidaridad.
¿Qué decimos al hablar de "un elemento de solidaridad"? Que el salario mínimo tiene una intención redistributiva. O sea, no es solo inflación y productividad: tiene un factor corrector; una dimensión económica; una dimensión social; una dimensión civilizatoria.
Y quiero dar un último argumento, que nunca se pone.
Chile no es un país con salarios muy altos. Aquí los salarios son medios.
Eso tiene que ver con nuestra formación de capital humano; lo señaló la Senadora señora Matthei.
Sin embargo, el punto que nunca se pone en esta materia es que, si algo se encuentra desalineado, son las utilidades del capital.
El pago al capital en nuestro país está completamente desalineado respecto de economías similares.
Aquí hay industrias completamente reguladas. Tienen demanda fija y precio fijo; es decir, demanda segura y precio seguro, que es "el sueño del pibe" de un empresario.
Eso no es economía de mercado. La economía de mercado es la definida por la competencia.
Cuando en un monopolio público, como el de las sanitarias, me aseguran demanda cautiva y precio fijo, no estoy en economía de mercado, sino en una economía completamente regulada. Porque es monopólica. Y, además, el mercado es cautivo.
En cuanto al agua, por ejemplo, el mercado no puede decir: "Señor: voy a apretar otro grifo". No tiene otro grifo.
El señor ÁVILA.-
¡Es casi como el narcotráfico!
El señor GAZMURI.-
Entonces, tiene mercado cautivo y precio fijo.
¿Y cuál es la utilidad de la industria sanitaria en Chile? ¡20 por ciento al año!
No hay en el mundo sectores regulados que posean esos niveles de utilidad garantizada. Ellos alcanzan al 10 por ciento.
El sistema financiero en Chile registra utilidades del orden de 50 por ciento. No hay en el mundo -¡en el mundo!- sistemas financieros con esos niveles de utilidad.
No estoy haciendo un discurso antiguo, señor Presidente , sino un discurso completamente moderno.
Entonces, hay aquí una cuestión relacionada con la distribución de la riqueza social. Y este es el punto final: el producto social se distribuye de un modo muy inequitativo.
¡Ese es el drama de Chile! Y resulta muy difícil resolverlo. Pero es necesario enfrentarlo de verdad. No sólo hay que ponerlo en las campañas políticas.
Seguí muy de cerca, desde el punto de vista programático, la última campaña presidencial. El gran tema fue el de la igualdad. No fue el de la seguridad ciudadana, ni el del crecimiento, ni el de la pobreza, ni el de la educación, en fin.
Chile es un país desigual.
Fuimos convocados por las organizaciones empresariales para señalar cómo combatiríamos la desigualdad.
¡Pasó la elección, pasó el tema!
Ese es un gran problema que arrastra nuestro país desde hace muchos años. Y no se resuelve con una medida, sino con un conjunto de políticas, públicas y privadas. Tiene que ver con la educación, con la baja sindicalización, con la falta de regulación de algunas áreas, con malas regulaciones; es decir, con un cúmulo muy grande de materias.
La situación es difícil, porque vivimos en una economía global capitalista que tiende a la concentración y a la desigualdad, no sólo en Chile, sino en todo el mundo. Por lo tanto, no se trata de resolverla con palabras y discursos fáciles, pero sí, al menos, con políticas que en lo posible centren la atención en generar mejores condiciones de igualdad.
La modesta iniciativa de ley que hoy aprobaremos es del tipo de decisiones que toman las sociedades que apuntan en tal sentido: a garantizar ciertos pisos civilizatorios mínimos de remuneración al trabajo, lo que significa condición de vida para los sectores menos calificados de la sociedad.
Por supuesto, voy a votar a favor, porque me parece que, con todo, estamos dando un aumento relevante. Eso no lo niego. Pero, sin duda, nos hallamos por debajo de lo posible en esta economía en expansión -creo que ha habido rigidez en la conducción económica- y, ciertamente, muy debajo todavía de lo deseable, si lo que queremos de verdad es una sociedad más igualitaria.
Eso se resuelve con muchas medidas; pero, entre otras cosas, con un nivel general de salarios sustantivamente más alto que el que tienen los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Kuschel.
El señor KUSCHEL.-
Señor Presidente , el salario mínimo no afecta solo al 10 por ciento de la fuerza laboral de nuestro país, sino además a cerca del 8 por ciento de la gente que se halla cesante.
Yo represento a la Décima Región Sur, que está a mil kilómetros de Santiago. Para llegar a la Capital tenemos que pagar 10 peajes. Sale más caro viajar a Santiago que ir a Buenos Aires.
Mi Región es la que presenta la mayor proporción de pequeños y medianos empresarios. Ello, entre otras cosas, por su origen campesino: es la más rural. Se trata de la Región que tiene más pesca artesanal, más transportistas, más servicios. Estamos desarrollando actividades acuícolas.
Sin embargo, varios de aquellos empresarios a veces no pueden pagar la remuneración mínima porque muchas personas -ese casi 20 por ciento a que me refiero- no tienen calificación suficiente para desarrollar una tarea o no pueden aportar y en algunas ocasiones constituyen más una dificultad que un apoyo para la respectiva empresa.
Como decía el Senador señor Muñoz Barra , si alguna de esas personas jubila, el pequeño o el mediano empresario que tiene un taller, por ejemplo, piensa mucho antes de contratarla como trabajador de reemplazo. Antes bien, a veces trata de comprar equipo, maquinaria, para evitar problemas que nuestra propia legislación laboral le provoca gratuitamente por la vía de los impuestos.
Señor Presidente , otro tema que se halla ausente de la discusión -no sé por qué- es el de la distribución del ingreso.
Según estudios realizados sobre la materia, la gente que se encuentra jubilando en Chile tiene mayor diferencia de ingreso que la que está entrando al mercado laboral. Y se cita como ejemplo la generación de 1981. Todos los jóvenes que ahora se incorporan al mercado laboral perciben ingresos mucho más parejos que los de aquellos que lo hacían 50, 40, 30 ó 20 años atrás.
O sea, hemos avanzado en materia de igualdad de ingresos. Pero queda mucho por hacer.
Y suscribo lo planteado por los Senadores señora Matthei y señor Muñoz Barra. Creo que, si nuestra fuerza de trabajo se fuera capacitando antes y durante el período laboral, podría acceder a mejores remuneraciones.
También aprecio eso en mi Región. Porque tenemos más equipada que nunca a nuestra población. En todas las calles hay "tacos" (por supuesto, no nos hacen Transantiago o dobles vías; tampoco existen grandes obras urbanas, porque las inversiones de esa índole se concentran en el centro del país). Pero he conocido en ella a jóvenes con escasa calificación, sin gran educación, pero muy esforzados, que han ascendido en su carrera laboral y logrado ser trabajadores muy calificados, con altas remuneraciones.
Antes, lamentablemente, la gente del sur, en especial la de Chiloé, se iba a la Patagonia, chilena o argentina. Ahora cuenta con espacios de trabajo en la Décima Región.
Nosotros tenemos experiencias de fijación de sueldo mínimo afortunadas y desafortunadas.
Yo sugiero que también analicemos un poco nuestra historia económica reciente para ver cómo, en ciertas ocasiones, al determinar un salario mínimo inadecuado hemos desenganchado el crecimiento económico de los aumentos en el empleo.
Chile ha registrado a veces altas tasas de crecimiento económico, pero las de contratación de trabajadores han sido inferiores. Averigüemos las causas. Varios estudios de economistas y especialistas en economía laboral han descubierto algunas.
En mi opinión, debemos remitirnos igualmente a eso.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
A solicitud de diversos señores Senadores, procedo a abrir la votación.
En votación la idea de legislar.
--(Durante la votación).
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Bianchi.
El señor BIANCHI.-
Señor Presidente...
El señor GAZMURI.-
Perdón, Su Señoría, pero necesito formular una consulta a la Mesa.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Puede hacerla, señor Senador.
El señor GAZMURI.-
¿Hay otro asunto por tratar?
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
No.
El señor GAZMURI.-
Lo pregunto, señor Presidente, porque al abrir la votación se corre el riesgo, severo y cierto, de que queden muy pocos Senadores en la Sala.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Le voy a señalar dos cosas, Su Señoría.
Primero, diversos señores Senadores me pidieron que abriera la votación porque deben viajar, tomar un vuelo, en fin.
Segundo, hace pocos minutos me informaron que la Cámara de Diputados introdujo una modificación al proyecto que establece beneficios para el personal del sector Salud.
Para tratar esa iniciativa, que viene en tercer trámite constitucional, se requiere acuerdo unánime de Comités.
Sin embargo, aún no llega el oficio. Lo estamos esperando, para ver en qué consiste la enmienda y proceder a votarla.
El señor GAZMURI.-
En tal caso, yo no abriría la votación.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Varios Senadores se van a ir de todas formas.
El señor GAZMURI.-
Sí, pero se irán con la responsabilidad de que no se apruebe el proyecto sobre salario mínimo.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Ya abrí la votación, en mi calidad de Presidente.
Ahora, salvo que la Sala rechace...
El señor PROKURICA.-
Señor Presidente , ¿por qué no pide el asentimiento de la Sala para tratar el proyecto de Salud a fin de que los señores Senadores se queden?
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Acabo de decir que no podemos tratarlo porque no hemos recibido el oficio de la Cámara de Diputados. Si no llega, quedará pendiente hasta la próxima semana.
No puedo hacer milagros, señores Senadores , ni tampoco dejar de abrir la votación de la iniciativa sobre ingreso mínimo.
El señor ÁVILA.-
¿Por qué no, señor Presidente? Puede no abrir la votación.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Ya tomé la decisión de abrirla.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Señor Senador, estamos en votación.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente, adopte la decisión contraria: las cosas se deshacen de la misma manera como se hacen.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Ya está abierta la votación.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Así es.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
De hecho, ya votaron algunos Senadores que se retiraron de la Sala.
En consecuencia, no hay nada que deshacer.
El señor ÁVILA.-
¡La habrán abierto sigilosamente!
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
No: abrí la votación hace 2 minutos y 10 segundos.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
Y el Honorable señor Bianchi había comenzado a fundar su voto.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador Bianchi para fundamentar su voto.
El señor BIANCHI.-
Señor Presidente, también lamento que no haya existido acuerdo entre la gente de la CUT y el Gobierno.
Uno puede desprender, entonces, que a veces se negocia hablando pero con los oídos tapados, lo cual impide el logro de acuerdos beneficiosos para la clase trabajadora, que hoy día está esperando que nos pronunciemos respecto a esta materia tan importante para millones de personas.
Ahora bien, creo indispensable tener indicadores regionales - IPC regional, canasta regional-, porque tal vez son la medida más precisa para establecer la diferenciación de sueldos de las Regiones con respecto a la zona central.
Esos indicadores son tremendamente necesarios, pues, de existir, permitirían demostrar las enormes diferencias de precios que se registran entre productos iguales en Regiones -extremas o no, pero Regiones al fin y al cabo- y en el centro de Chile.
Por eso, el sueldo mínimo acordado no debería ser igual para todo el país. Tendría que haber un distingo, de acuerdo con el costo de la vida en cada Región.
Es un aspecto interesante de analizar, para proponerlo al Ejecutivo.
Por otra parte -también es relevante discutir al respecto-, ya hemos hablado en esta Sala de que no es lo mismo pagar el salario mínimo para un mipyme -el más pequeño de los emprendedores- que para una gran empresa.
Y siento que la solución de fondo no es tan compleja. Esto pasa por los niveles de facturación y de utilidad. Vale decir, una empresa pequeña, que tiene muy baja venta, con toda seguridad no podrá absorber el ingreso mínimo que hoy se impone. Y, para una empresa grande, el monto terminará siendo algo de poca envergadura y de muy fácil cumplimiento. O sea, se registra una extraordinaria injusticia con la imposición de un ingreso mínimo, el cual es necesario incorporar.
Pero si bien establecemos que es un mínimo y no un máximo, debiera haber también, a lo menos, alguna exigencia para que las grandes empresas contemplen un ingreso diferenciado, en comparación con las más pequeñas.
Una tercera reflexión. El Gobierno ha dictado leyes de excepción y a la Región de Magallanes -como usted bien sabe, señor Presidente - la favorecen algunas. Pero, desgraciadamente, no existen leyes de inclusión para con el trabajador. O sea, las empresas que legítimamente se instalan en esa Región, tal como lo dijo el Senador señor Muñoz Aburto , hacen fortuna -están en Tierra del Fuego, Última Esperanza, Punta Arenas, en fin- y se benefician de tratamientos especiales, pero ello no incluye al sector laboral. Por lo tanto, el trabajador gana el ingreso mínimo que se percibe en cualquier otro lugar del país, no obstante que el costo de vida en Magallanes es, a lo menos, 25 por ciento superior que el de la zona central.
Por eso, también, respaldo la definición de macrozonas, para los efectos de los ingresos diferenciados a que hacía referencia el Honorable señor Muñoz Aburto en su intervención.
Indudablemente, votaré a favor del proyecto, porque es lo que hay, Pero no es lo que uno desea. Creo que nadie puede anhelar que una persona tenga este ingreso, que, a la larga, ni siquiera le permite una proyección mínima de vida, adquirir bienes en el futuro, mejorar la educación de los hijos, etcétera.
Pero ya estamos en esto. Y me encantaría que hubiese una mayor sensibilidad con la clase trabajadora. Y no formulo un discurso populista -no es esa la intención ni el espíritu del debate-, sino que sólo apunta a coincidir con lo expresado por los señores Senadores presentes, en el sentido de que tal vez estamos votando a favor porque es lo que tenemos, mas nos hubiera gustado que el Gobierno llegase a un mejor entendimiento con la CUT.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Navarro.
El señor NAVARRO.-
Señor Presidente , integré durante más de 12 años la Cámara de Diputados, y cada vez que teníamos que discutir y aprobar el ingreso mínimo se originaba una fuerte discusión política, económica, cuya característica única y esencial era la frustración. Porque nadie puede vivir con esa suma de dinero.
Si se considera lo que esta última permite, cabe consignar que cada miembro del hogar sólo puede comer un pan y medio diario; arroz, sólo en seis comidas al mes; tallarines, una vez a la semana; carne, una vez al mes, al igual que pollo; vienesas, dos veces al mes, y dos huevos mensuales.
Vale decir, la canasta mínima contemplada -referente esencial- es una "canasta de miedo". El ingreso mínimo es un "salario del miedo". Y no cubre las necesidades básicas que puede tener una familia.
Cuando el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas, en 2003, demandó a nuestro país una respuesta respecto de los alcances del ingreso mínimo, Chile aseguró que las medidas respectivas eran suficientes para las condiciones de una vida digna. Tal fue la escueta contestación del Gobierno.
Hoy estamos debatiendo un ingreso mínimo de 144 mil pesos mensuales, equivalentes a 273 dólares. Y es claro que estamos intentando proteger a quienes no pueden negociar su remuneración.
En Chile, si bien la negociación colectiva es un derecho constitucional -es decir, corresponde a todos los trabajadores, a excepción de los que expresamente la ley señala: los empleados públicos, las Fuerzas Armadas-, lo cierto es que no más de 10 por ciento del sector laboral negocia colectivamente. Y quienes pueden hacerlo se hallan en una situación de absoluta vulnerabilidad.
Las estadísticas señalan que los reajustes reales sufrieron una reducción progresiva, en su tasa de crecimiento, desde 1996 a 1999. Es decir, ha venido a la baja la tasa porcentual de negociación de los trabajadores asalariados, de aquellos que tienen derecho a negociar colectivamente.
Un caso: Bellavista Oveja Tomé, año 2006. Empresa con problemas. Crisis textil. Se llega a 10 por ciento de rebaja voluntaria, conforme a un acuerdo con los trabajadores, a fin de colaborar.
Y si la situación de quienes negocian colectivamente es precaria, vulnerable, la de los 600 mil, 800 mil, que reciben el ingreso mínimo es mucho peor, pues carecen de esa posibilidad. O sea, este último sector se halla sujeto al resultado del presente debate: a cuánto somos capaces de aumentar la cifra, en acuerdo con el Gobierno, porque no tiene ninguna capacidad de negociar con sus empleadores.
Tengo la certeza de que si no existiera el ingreso mínimo no estaríamos discutiendo el monto básico que se debe ganar. No serían 144 mil pesos, sino 80 mil, 90 mil, 110 mil, pues la tendencia sería a la baja. No se respetaría un ingreso mínimo. En efecto, la mayor cantidad de personas en busca de trabajo gatillaría una reducción de la cifra.
Y algunos sostendrán que se trata de un elemento claramente compensatorio, para poder combatir el desempleo. Pero nosotros afirmamos que el actual ingreso mínimo no permite ni siquiera adquirir la denominada "canasta básica".
Por eso, señor Presidente, cada vez que tenemos que discutir el asunto se suscita un debate muy ingrato. Porque, en definitiva, no se puede aumentar la cifra, salvo en las negociaciones previas. Y la Cámara de Diputados ya hizo un esfuerzo.
Tampoco es posible un rechazo, porque algunos dirían: "A ver cómo se comportan aquellos que dicen defender a los trabajadores".
¿Por qué no proponer un ingreso mínimo de 160 mil pesos, o bien, como pide la CUT, de 145 mil de manera inmediata?
Vale la pena formular la pregunta al señor Ministro de Hacienda , pero me parece importante el punto de vista del señor Ffrench-Davis.
Espero que este último pueda incorporarse al Banco Central, aunque no quiera, y que el señor Corbo deje la Presidencia de ese organismo, porque, en todas las fundamentaciones referidas a los equilibrios macroeconómicos y, en particular, a la inflación, el Instituto Emisor sigue jugando un rol determinante. En Estados Unidos -y algunos de los economistas que me escuchan lo saben mejor que el Senador que habla, que no lo es-, el Banco Central se preocupa del crecimiento, del desempleo y de la inflación; el nuestro, en cambio, pone un énfasis excesivo, según la opinión de muchos, en la inflación.
Ffrench-Davis afirma que es posible fijar un ingreso mínimo de 145 mil pesos ahora, pues ello "no tendría un impacto indeseado para consolidar la recuperación".
Y continúa: "Las buenas expectativas económicas para este año están basadas, entre otras razones, en dos factores centrales: Primero, el impacto positivo en la economía nacional producto de la expansión del gasto público," -a contrario sensu de lo que muchos sostenían- "y su mayor calidad, considerado en presupuesto 2007 y, segundo, un contexto mundial de crecimiento de las economías de países desarrollados y la expansión de China y la India, lo que ha repercutido favorablemente en nuestros términos de intercambio. Los excedentes del cobre son una oportunidad para ir introduciendo reformas pro desarrollo productivo y pro equidad".
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Se ha completado su tiempo, señor Senador.
El señor NAVARRO.-
Termino en seguida, señor Presidente.
En definitiva, estaban dadas las condiciones para un ingreso mínimo de 145 mil pesos.
El señor Ministro de Hacienda ha dicho que la cuestión dependerá del crecimiento de la economía de aquí a diciembre.
Deseo reiterar que el Senador que habla era partidario de una negociación a dos, a tres años, porque, querámoslo o no, en 2008 hay elecciones. Y la Oposición dirá que esta será una materia de presión social. Y el Gobierno intentará salvar el asunto con los menores costos posibles. Y como en 2009 también habrá elecciones, claramente hubiéramos preferido un acuerdo que diese tranquilidad a los trabajadores, para establecer un alza progresiva de acuerdo con la media proyectada de crecimiento económico.
Hoy día no satisfacen los 144 mil pesos, señor Presidente. Pero si coherentemente votáramos en contra de lo que decimos que no nos gusta, el resultado sería desastroso: el ingreso mínimo quedaría en 135 mil pesos, lo que impediría un avance que, siendo importante, no resulta suficiente.
He dicho.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , ¡"sonó" Ffrench-Davis para el Banco Central...!
¡Ni siquiera deseo mencionar dónde lo quiero, para no quemarlo...!
El señor CHADWICK.-
¿Qué rosa va a sacar hoy día del lodazal, señor Senador?
El señor ÁVILA.-
A propósito, esa metáfora recorrió el mundo, señor Presidente.
El señor LONGUEIRA.-
¡Lo ha recorrido el lodazal!
El señor ÁVILA.-
¡Aspiro a que no vaya más allá del Transantiago, porque, de lo contrario, habrá que andar con botas...!
La verdad es que ansío que a este lodazal le ocurra lo mismo que a ese lago en el sur: que desaparezca de la noche a la mañana. Y que, de paso, si es posible, se lleve al Ministro de Hacienda...
El señor CANTERO.-
¿Qué le ha hecho el Ministro de Hacienda , señor Senador?
El señor ÁVILA.-
El Honorable señor Cantero me formula una pregunta.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Le solicito dirigirse a la Mesa, Su Señoría.
El señor ÁVILA.-
Por su intermedio, señor Presidente , deseo manifestar que al señor Ministro , aunque él no lo crea, le tengo una gran estimación como persona,
El señor CANTERO.-
¡Menos mal...!
El señor PROKURICA.-
¡Por suerte...!
El señor ÁVILA.-
...pero, mientras ocupe ese cargo y se comporte como hasta ahora lo ha hecho, sin duda va a recibir de mí, constantemente, un látigo acerado sobre su dorso.
Con relación a esto mismo, imaginaba que el señor Secretario de Estado no iba a desperdiciar la oportunidad de "estibar mejor la carga" y, así, no andar siempre ladeado para la derecha.
Esta vez, dije, va a tener el buen tino de hacer una oferta a la CUT que deje satisfechos a los trabajadores, de modo que estos perciban que al menos hay una señal del Gobierno en orden a poner mayor equilibrio en lo concerniente a la distribución de la riqueza.
Así como en un momento se le ocurrió un proyecto para beneficiar a los grandes grupos económicos sin que estos lo pidieran, pensé: "Ahora escuchará el llanto de los trabajadores y va a condescender, en términos de poder satisfacer sus legítimas demandas". ¡No fue así!
Los 145 mil pesos no son una cifra arbitraria, ni tampoco imposible. Desde luego, un economista tan prestigioso como el que aquí se ha mencionado, Ricardo Ffrench-Davis , ha declarado recientemente, a raíz del tema: "Están todos los elementos para que se reajuste el salario mínimo a 145 mil pesos mensuales".
La verdad es que resulta casi vergonzoso, como país, que tengamos que establecer un piso tan precario para un porcentaje importante de compatriotas. Ello revela los enormes niveles de desigualdad aún subsistentes.
En España, el ingreso mínimo es de mil euros. Pues bien, allí hay una sociedad que se ha cuidado de mantener un mínimo de equilibrio entre sus componentes y las personas pueden tener una vida digna, aun la que desempeñe el más modesto de los oficios.
De esa forma, los pueblos pueden avanzar hacia metas y desafíos importantes. Pero mientras nosotros carguemos con este lastre, que sólo surge en el debate público al momento de las elecciones, no tenemos ninguna posibilidad de mejorar la condición de tantos chilenos que hoy expresan su rencor social de mil maneras -a veces, aprovechando hasta un partido de fútbol- para descargar toda su ira contra un sistema que los ha sometido a niveles de desigualdad francamente vergonzosos y, por supuesto, lacerantes para cualquier conciencia medianamente noble.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor ÁVILA.-
Ya se ha hecho casi un hábito entre nosotros hacer una reflexión profundamente crítica y, al final, un brusco giro, para terminar aceptando exactamente lo contrario de lo que se sostiene.
El señor PROKURICA.-
¡Hemos tenido varios ejemplos en estos días...!
El señor ÁVILA.-
Ahora bien, esto, que parece una contradicción insalvable, no lo es tanto si se piensa que tenemos un compromiso político, afectivo, con el Gobierno del cual formamos parte y, en particular, con su Presidenta , aun cuando registre algunas "caídas" en ciertos nombramientos.
En todo caso, y al igual que la dolorida reflexión de muchos de mis Honorables colegas, debo decir que no estoy de acuerdo con el ingreso mínimo que se ha fijado, porque es muy bajo, en circunstancias de que podía haber alcanzado, a lo menos, un punto más. Pero, en razón de nuestro compromiso, del que no podemos deshacernos, apoyaré el proyecto enviado por el Ejecutivo , en la esperanza de que en el camino rectifiquen respecto de tantas medidas que necesitan un poco más de componente social.
He dicho.
)------------------(
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
En este momento ha llegado a la Mesa un oficio de la Honorable Cámara de Diputados, en el cual comunica que dio su aprobación, con una enmienda, al proyecto que establece beneficios para el personal del sector Salud, razón por la cual el Senado puede tratarlo en esta sesión (boletín N° 4.545-11) (Véase en los Anexos, documento 10).
El señor COLOMA.-
¡Resolvámoslo altiro!
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Estamos en votación, Su Señoría. Y aún quedan tres inscritos: los Honorables señores Vásquez, Longueira y Horvath.
Una vez despachado el proyecto que nos ocupa procederemos a debatirlo.
)------------------(
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Vásquez.
El señor VÁSQUEZ.-
Señor Presidente , creo que en esta discusión ha habido algunos elementos que se han olvidado.
La inflación anualizada, entre junio de 2006 y mayo recién pasado, es de 2,9 por ciento. Lo anterior implica que llevar el ingreso mínimo de 135 mil a 144 mil pesos -en términos brutos, significa un aumento de 6,7 por ciento- sólo mejora la situación real de esa remuneración en 3,8 por ciento, es decir, algo menos que el crecimiento del año 2006, que fue de 4 por ciento. Y llevarlo a 145 mil pesos implica un total de 7,4 por ciento, que, descontada la inflación anualizada, significaría un 4,5 por ciento.
En consecuencia, la primera observación que hay que hacer, a partir de los fríos números, es que vincular un crecimiento de 5,8 por ciento o más para otorgar una remuneración con 4,5 por ciento real significa que los trabajadores no están participando totalmente del crecimiento del país. No obstante ello, se debe reconocer que llevarlo a 7,4 por ciento sobre la base de 2,9 por ciento de inflación anualizada constituye una mejora pocas veces vista.
El problema fundamental dice relación a de qué forma los trabajadores tienen la posibilidad de participar, en términos igualitarios, del crecimiento económico del país.
Lamentablemente, de acuerdo con las normas constitucionales, es de iniciativa exclusiva del Ejecutivo el fijar remuneraciones obligatorias al sector privado. Por ello, nosotros no debemos sino concordar con el máximo que nos proponga el Gobierno.
Sin embargo, eso no implica que no tengamos alternativas distintas.
La bancada de Senadores radicales presentó un proyecto de ley mediante el cual se sube la gratificación obligatoria, de 4,75 ingresos mínimos, cuando las empresas superen determinado porcentaje de su actual utilidad. Este procedimiento se establece mediante trienios, de modo de llegar hasta 7 ingresos mínimos, en vez de los 4,75. Esto haría participar efectivamente a los trabajadores en las utilidades obtenidas por las empresas más importantes, sin gravar a las pequeñas empresas y con la posibilidad de que el sector laboral tenga una mejor participación en el producto interno bruto.
No es grato reconocer que, como creemos que va a ocurrir, en el ingreso de los trabajadores se registrará 4,5 por ciento real, contra 5,8 por ciento de crecimiento del país. No obstante, tal como se ha dicho, deberemos votar a favor, porque eso es lo que ofrece el Ejecutivo.
Sin embargo, pienso que hay un segundo punto que se ha olvidado.
El proyecto propone parte de la solución de los problemas aquí planteados, al otorgar capacitación a los trabajadores que sólo perciban el ingreso mínimo, con el fin de que ello, como se ha dicho, permita una mejor productividad y de que esta se transforme, efectivamente, en un mejoramiento de remuneraciones. De alguna manera, la iniciativa va por una senda correcta en orden a que la mejor capacitación conlleve mayor productividad a los trabajadores, haciendo posible que, incluso, obtengan en las pymes o en las mipymes una mejor remuneración, pues su aporte a los ingresos de la empresa será mayor.
Desde ese punto de vista, el proyecto resulta novedoso, y amerita nuestra aceptación.
Por lo expuesto, anuncio mi voto a favor.
El señor FREI, don Eduardo (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Longueira.
El señor LONGUEIRA.-
Señor Presidente , es la primera ocasión en que me toca pronunciarme como Senador en un proyecto de reajuste del ingreso mínimo mensual. Durante mis cuatro períodos como Diputado me tocó hacerlo en muchas oportunidades.
Creo que este es tal vez uno de los tipos de iniciativa donde más demagogia se hace durante su discusión. Por eso, me alegro de la seriedad con la que hoy se ha efectuado el debate, lo que, por cierto, no ocurrió muchas veces en la Cámara Baja. Y están los textos de mis intervenciones, en las que rechazaba precisamente la demagogia que se hacía en esta materia.
Siempre he respaldado lo que el Ejecutivo ha propuesto. Porque considero que este posee más antecedentes, más información, lleva adelante un proceso de negociación -en especial, con la Central Unitaria de Trabajadores-, y finalmente, propone una cifra.
Tal como se ha dicho, la cifra que se plantea implica un aumento significativo, porcentualmente y en términos reales. Y, dados el bajo crecimiento y la alta cesantía en el pasado, obviamente no hubo saltos relevantes durante varios años.
Quiero rescatar en esta ocasión dos cosas.
En primer lugar, pienso que el que se haya vinculado el ingreso mínimo al mayor crecimiento del país genera un estímulo y constituye una señal para el chileno en el sentido de que, cuando la economía crece, tiene un beneficio. Es muy discutible, por cierto, si debió haber partido en 145 mil -más mil pesos- si el crecimiento era de 5,8 por ciento. Pero deseo valorar y rescatar el que se haya incorporado por primera vez este concepto, dado que nadie lo ha manifestado en forma tan expresa.
Soy de quienes creen que el ingreso mínimo cumple un rol social. Tengo la convicción más íntima de que, si no existiese, se les pagaría menos a las personas que hoy lo reciben. Por eso, hay que fijarlo con mucha responsabilidad, con mucho criterio. Ello, porque resulta evidente que, si lo subimos a cifras que no corresponden a nuestra economía, será finalmente la gente más pobre la que terminará pagando los costos, con períodos de cesantía, con no cancelación de imposiciones -lo que perjudica su jubilación-, o pidiendo no ser contratada formalmente.
Reitero: tengo la convicción de que hay que fijar esta cifra con mucha seriedad y no hacer demagogia con ella, aunque reconozco que ningún Senador querría que el monto fuera el que se propone. Eso se encuentra más allá de toda discusión.
Precisamente para contribuir a que exista un mejor pago y para entregar una señal, como sociedad, de que ese no es el ingreso mínimo que quisiéramos alcanzar, he formulado una indicación. Esta apunta a crear un ingreso mínimo mensual sugerido, el que no es exigible, no es obligatorio, pero se establece como una referencia. Y he planteado que sea 1,5 veces el ingreso mínimo propuesto en este proyecto, es decir, 216 mil pesos. Constituye, aproximadamente, el ingreso de una familia con tres hijos, en la línea de corte de la pobreza.
Por lo tanto, considero muy importante crear este sueldo sugerido, que no es exigible legalmente, pues el artículo 44 del Código del Trabajo -por eso no compartí la decisión de la Comisión de Hacienda de declarar inadmisible la indicación- no hace exigible pagar el ingreso mínimo que se propone, sino que establece que la remuneración no puede ser inferior al ingreso mínimo mensual, que es el que fijamos en este proyecto.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Acabó su tiempo, señor Senador.
El señor LONGUEIRA.-
Por lo tanto, señor Presidente , creo que una indicación de esta naturaleza apunta precisamente a que muchas empresas que pueden pagar un salario mayor al mínimo se aproximen al sueldo mínimo mensual sugerido.
Dado que, durante la discusión y en los pasillos, tanto el señor Ministro de Hacienda como el del Trabajo compartieron el espíritu de la indicación y se comprometieron con quien habla -ya que la firmaron muchos Senadores de la Alianza para debatirla en esta sesión-, la voy a retirar. Porque después de la semana de trabajo regional enviaremos un proyecto de ley para incorporar el concepto que mencioné en el artículo 2º del Código del Trabajo, que es donde corresponde establecerlo en forma permanente, por cuanto el Ejecutivo comparte la idea de legislar en la materia.
Por tal razón, señor Presidente, anuncio el retiro de la indicación presentada por diversos Senadores de la Alianza.
Y en forma paralela, como ya lo señalé, comparto la iniciativa propuesta por el Gobierno.
Por eso, voto a favor.
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Horvath, último orador inscrito.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , al igual que sucedió con la larga jornada de debate sobre el Transantiago, nos estamos acostumbrando cada día más a escuchar discursos de señores Senadores de la Concertación que hacen una oposición rotunda, pero que terminan votando en un 99,9 por ciento a favor del Ejecutivo.
En verdad, durante los últimos 17 años hemos sido testigos de cómo se puede hacer oposición dentro del Gobierno -por lo menos desde el punto de vista mediático- con muy buenos resultados.
Respecto del sueldo regionalizado, los salarios mínimos se producen bajo un equilibrio razonable entre la demanda por trabajo y las oportunidades que se brindan y, también, entre el potencial y las chances de capacitarse para satisfacer esas necesidades.
Y en esas dos líneas sanas, transparentes, debemos trabajar tanto Gobierno como Congreso Nacional para que se otorguen mejores capacidades y mayores demandas por trabajo.
Sin embargo, en Chile existen muchas regiones que no cuentan con accesos, que están aisladas, a las cuales hay que considerar, desde el punto de vista de Estado, como inversión. Porque tienen un gran potencial.
Y es así como surge una cantidad -no muy numerosa ni generosa- de leyes especiales.
En el caso de la zona austral, contamos con el decreto ley Nº 889, que concede una bonificación para la contratación de trabajadores, que ha sido de bastante utilidad. Ella hace que los empresarios de todo tipo privilegien la contratación de personas por sobre la realización de operaciones con maquinarias; tiene la ventaja de ser transparente, porque quien cumple los requisitos establecidos recibe la asignación en forma automática, y, como no es un fondo concursable, no queda sujeta a la arbitrariedad de alguna autoridad regional o nacional.
Como este decreto vence a fin de año, y aprovechando la presencia en la Sala de los señores Ministros de Hacienda y del Trabajo, solicitamos la prórroga de su vigencia -pero en una forma más holgada; no año a año en la Ley de Presupuestos-, por los beneficios que ha traído hasta la fecha. Sin embargo, debe modificarse en el sentido de que la bonificación se vea claramente reflejada en el ingreso de las personas y en sus imposiciones.
Eso podría satisfacer de muy buena manera el equilibrio entre quienes demandan trabajo y los que acceden a él.
Por tales razones, voto a favor.
El señor HOFFMANN ( Secretario General ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor FREI, don Eduardo ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba en general y en particular el proyecto (33 votos), y queda despachado en este trámite.
Votaron los señores Allamand, Alvear, Arancibia, Ávila, Bianchi, Cantero, Chadwick, Coloma, Escalona, Espina, Frei, García, Gazmuri, Girardi, Gómez, Horvath, Kuschel, Larraín, Letelier, Longueira, Matthei, Muñoz Aburto, Muñoz Barra, Navarro, Núñez, Ominami, Orpis, Pérez Varela, Prokurica, Romero, Sabag, Vásquez y Zaldívar.
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