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La señora MATTHEI.-
Señor Presidente, todos conocemos el sufrimiento enorme a que han estado expuestos los santiaguinos debido a un proyecto mal diseñado, mal implementado, mal operado.
Aquí hubo fallas en quienes estudiaron el sistema, en los que lo concibieron, en las empresas privadas que no han cumplido sus contratos, en aquellos que suscribieron contratos absolutamente leoninos para el Estado, que fueron redactados y firmados por este mismo y que van absolutamente en contra de sus propios intereses.
Todo esto deberá ser examinado por una comisión investigadora de la Cámara de Diputados, la cual deberá establecer cómo se llegó a una situación nunca antes vista, por la enorme cantidad de errores que se han ido sucediendo, uno tras otro, y que tienen a los santiaguinos exasperados.
El problema estriba en que el Transantiago está ahí y no funciona. Pero además de no funcionar, si no hacemos algo, los usuarios quedarán afectos a un aumento de la tarifa.
Primero, deseamos que el Transantiago se arregle. Y para ello, por cierto, se requieren más buses, mayor número de recorridos. Esto lo venimos sosteniendo desde febrero.
Se precisa con urgencia modificar los contratos, de modo que los incentivos sean correctos y termine el escándalo de que los operadores reciban dinero saquen o no los buses a la calle, transporten o no transporten a la gente.
Es necesario invertir en vías segregadas y expeditas, de tal manera que el servicio sea mejor y más rápido. Debe invertirse en paraderos. Es indispensable invertir para tener zonas pagas.
Todo esto, señor Presidente, es evidente. Y lo era incluso antes de que empezara a funcionar el sistema.
¡Nadie sabe por qué empezó a operar el Transantiago!
Señor Presidente , debo señalar que la Alianza no está dispuesta a dar los 290 millones de dólares. Y por eso vamos a votar en contra de este proyecto.
--(Aplausos en tribunas).
Naturalmente, queremos mejoras en el servicio, modificaciones de los contratos.
Si se va a gastar en Regiones, no nos parece apropiado que sea en cualquier cosa: tiene que ser en infraestructura, en desarrollo sustentable, sobre todo considerando que pronto habrá elecciones. No estamos dispuestos a que, al final, se gaste en elementos que pueden servir básicamente para ganarlas.
Queremos que se nos diga cuánto más va a costar la infraestructura. Deseamos saber cuánto va a ser, aproximadamente, el subsidio en 2008. ¿Porque va a terminar la pedida de plata con los 290 millones de dólares? Es obvio que no. Por eso, queremos que se nos diga si el próximo año nos solicitarán 100 millones, 200 millones, 400 millones o 600 millones de dólares para que el sistema pueda seguir funcionando y no haya que subir las tarifas.
No nos parece adecuado que se hable de "190 millones de dólares reembolsables", ni para las Regiones ni para el Transantiago. Todo el mundo sabe que esos 190 millones de dólares jamás se van a reembolsar y que, finalmente, se trata de un subterfugio para aumentar el gasto total del Gobierno por sobre lo que dice la regla del superávit estructural.
Pero más allá de esas materias, por todos conocidas, aquí se han provocado tres efectos por nadie previstos y que pueden ser realmente complicados para el futuro de nuestro país.
Primero: en Santiago se ha creado un sindicato muy poderoso, que sabe que en cualquier momento puede paralizar absolutamente la ciudad. Ya anunció un segundo paro, y seguirá por ese camino hasta que sus trabajadores lleguen a ganar más o menos lo mismo que los de CODELCO.
¡Nadie se dio cuenta de que se estaba creando un sindicato con el poder de paralizar Santiago!
El segundo problema no previsto es que se está generando la cultura del subsidio al sistema de transporte. Y ello es muy complicado.
La ciudad de Santiago lo tiene todo: la gente -que son los consumidores-, los hospitales, los médicos, las escuelas, las universidades. Por lo tanto, todo el mundo quiere instalarse en ella.
El límite al crecimiento de la Capital es que cada vez las personas deben instalarse más lejos y, por lo tanto, tienen que gastar mucho en transporte. Y cuando este gasto es ya demasiado alto, prefieren, finalmente, irse a vivir a Regiones.
Considero que todos los presentes en esta Sala deseamos un desarrollo más parejo de nuestro país. Pero, al crear una política de subsidios al transporte de Santiago, esas señales se pierden. Y Santiago va a terminar por comerse al resto de las Regiones.
Ahora, lo más probable es que, cuando se realicen las elecciones municipales, presidenciales y parlamentarias, todos los candidatos de la Capital compitan por ser quienes ofrezcan mayores subsidios al Transantiago. Porque estos son una forma muy eficaz de aumentar el salario disponible de los santiaguinos: en la medida que más subsidios se dan, menos se gasta en transporte y más aumentan las remuneraciones disponibles.
Esa es una materia muy complicada, preocupante, sobre todo para quienes representamos a Regiones.
Pero hay un tercer elemento inquietante: se ha establecido la cultura del no pago, la cultura de la evasión. Y será muy difícil erradicarla, porque, en el fondo, los santiaguinos no entienden por qué van a pagar por un servicio pésimo y que les ha robado dos a cuatro horas diarias de su vida. Si antes gastaban una hora en movilizarse hacia y desde el trabajo, ahora gastan tres. Entonces, su reacción ha sido: "Perfecto. Me tratan mal, yo no pago". En este momento la evasión llega al 40 por ciento, y no sé quién se atreverá a intentar revertir esta cifra.
Señor Presidente , respecto de este punto, recibí una información que he tratado de validar. Pero como no he podido hacerlo, le voy a formular algunas preguntas al señor Ministro de Transportes.
Todos sabemos que en la actualidad, por alguna razón, no están funcionando los contadores de personas, que son básicos a la hora de procurar disminuir la evasión. Y todo el mundo sabe que tampoco se encuentran operando los sistemas que permiten un óptimo funcionamiento de la flota de buses a partir de los datos que entregan los GPS.
Pues bien, he recibido la información de que habría una empresa, denominada "TIMM" y ligada al empresario mexicano Carlos Slim , que tendría demandada a Sonda por un monto de 390 millones de dólares. La demanda, si esto es cierto -insisto: no he alcanzado a chequearlo, pero los señores Senadores entenderán que lo estoy mencionando porque es preocupante-, sería por violación de propiedad industrial, de propiedad intelectual y de convenios de confidencialidad.
Al parecer, dicha empresa sería dueña de la patente industrial de la tecnología del contador de personas. Y, supuestamente, también tendría una patente en curso respecto del software que permitiría una operación óptima de la flota a partir de la información entregada por los GPS.
Se me ha señalado que, inicialmente, Sonda y la gente que está en el AFT de alguna manera habrían trabajado junto con la empresa TIMM, que iba a proveer toda la tecnología del contador de personas y para operación óptima de la flota de buses, pero finalmente habrían decidido dejarla fuera y, sencillamente, comprar los equipos y desarrollarla ellos mismos.
Por lo tanto, conforme se me expresó, toda la tecnología de los contadores de personas y de operación óptima de flota existiría y habría sido considerada en los momentos previos a la licitación, pero finalmente se habría dejado fuera de esta a la empresa mencionada, a lo cual se deberían los problemas que está enfrentando hoy día el manejo de la flota.
También se me ha dicho que una de las razones por las cuales no estaría funcionando esa tecnología, que al parecer Sonda se encontraría desarrollando en forma directa, son justamente los efectos que tales hechos podrían tener sobre la demanda judicial en comento, que -repito- ascendería a 390 millones de dólares.
Aparentemente, esa demanda está comunicada por Sonda como un hecho esencial hace ya un año y los juicios se hallarían radicados en los tribunales de justicia.
Señor Presidente , por su intermedio, deseo preguntarle al señor Ministro de Transportes si está en conocimiento de alguno de esos hechos, que, según expresé, no he tenido tiempo de validar; si es cierto que existen los juicios, y si tiene noción de los efectos que aquellos podrían tener sobre la pronta disponibilidad de la tecnología pertinente.
Insisto: la tecnología es fundamental para enfrentar esta verdadera cultura de la evasión que se ha instalado en Chile y, también, para procurar una mejor operación de la flota de buses. Porque no solo es necesario saber dónde se encuentran estos, sino también, si están en la calle, graduar la distancia a que van unos de otros; eso parece obvio. Para ello se requiere un software. Y este sería uno de los que estarían en disputa entre la referida empresa chileno-mexicana y Sonda.
Señor Presidente , por su intermedio, quiero pedir un completo informe acerca de esos hechos, de ser ciertos, y que se les dé a conocer al Parlamento y al país cuáles serían los efectos que ese tipo de juicios podría tener sobre el adecuado funcionamiento del Transantiago.
He dicho.
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